De vulnerables a empoderados: la importancia de la educación sobre el riesgo de desastres

De izquierda a derecha:  

Rog Amon, Ryan Damaso and Marah Sayaman  
Center for Environmental Concerns (CEC)
Filippinas  

 

 

Resumen – Los efectos del cambio climático en Filipinas son evidentes. Los tifones cada vez más violentos y frecuentes aumentan el riesgo de desastres que ponen en peligro la vida humana. El Centro para el Estudio de Cuestiones Medioambientales de Filipinas (Center for Environmental Concerns – CEC) ha elaborado un programa denominado Gestión del Riesgo de Desastres Basada en la Comunidad (Community-based Disaster Risk Management - CBDRM) como una manera de responder ante la necesidad de crear comunidades resilientes a los desastres. En los cursos de capacitación que ofrece el CBDRM los alumnos aprenden a analizar sus riesgos y vulnerabilidades para así formular e implementar planes destinados a contrarrestar los efectos de los desastres. Y lo que es más importante, los cursos de formación son complementados con programas sobre medios de subsistencia y desarrollo organizativo que les ayudarán a emprender iniciativas de desarrollo a largo plazo.   


 
Debido a los efectos del cambio climático, el concepto y la realidad de los desastres han pasado a ocupar un lugar preeminente en las políticas y en las iniciativas de desarrollo. Los riesgos naturales son fenómenos repentinos que perturban el normal funcionamiento de una comunidad y una sociedad, infligiendo daño y sufrimientos a personas vulnerables, con un saldo habitual de muertes o desastres. Si no se gestionan adecuadamente, los riesgos de desastre pueden desbaratar el proceso de desarrollo, como también agravar la pobreza y la desigualdad entre personas, comunidades e incluso estados-nación. En un contexto de agravamiento de los problemas de desarrollo y de incesante destrucción del medio ambiente, las catástrofes naturales suponen una amenaza adicional que se cierne sobre los pobres, quienes son las personas más vulnerables y expuestas a los riesgos.

Los desastres ocurren como consecuencia de diversas causas y pueden ser desencadenados por fenómenos naturales o de origen humano. Para los países más afectados por las consecuencias del cambio climático, como Filipinas, el riesgo de desastres aumenta a medida que las amenazas naturales (como los tifones) se tornan más violentas o más frecuentes. Los fenómenos meteorológicos extremos, combinados con el entorno natural geográfico y geológico de Filipinas, convierten a este país en un territorio aun más vulnerable a este tipo de catástrofes. Ello no signifi ca, sin embargo, que los desastres causados por el hombre ocurran con menor frecuencia en Filipinas. Hace muy poco, un incendio arrasó una fábrica en la Gran Manila y causó la muerte de más de 70 personas. En el contexto general, Filipinas sigue siendo uno de los países más vulnerables, pues ocupa el tercer lugar en el Índice Mundial de Riesgo de Desastres de 2013.

No tan preparados como podría pensarse

La reciente oleada de catástrofes que se han abatido sobre el territorio filipino pone de manifiesto la vulnerabilidad de sus habitantes, atribuible a la pobreza generalizada, a la falta de capacidad y a la precariedad de los sistemas de apoyo estatal y social. El supertifón Haiyan, que azotó el país en noviembre de 2013, dejó al descubierto el grado de preparación de los filipinos frente a las catástrofes. Transcurrieron varios días antes de que los equipos para operaciones de socorro y respuesta frente a emergencias pudieran tomar contacto con los sobrevivientes de la tragedia. La cifra final de más de 6.300 muertos reveló el grado de ineficacia de los sistemas de preparación para casos de desastre en cuanto a salvación de vidas. Se descubrió que los centros de evacuación carecían de espacio para albergar a los sobrevivientes sin hogar. Todo esto ocurrió a pesar de que existía una Ley sobre Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres, y de que se habían asignado fondos públicos para casos de calamidades y catástrofes.

El tifón Haiyan vino a desmentir el anuncio del Gobierno filipino en cuanto a que el país se encontraba “preparado”. Desde entonces, las iniciativas de desarrollo en Filipinas han comenzado a orientarse hacia la preparación para casos de catástrofe, como queda demostrado por el aumento en la cantidad de organizaciones de la sociedad civil que se dedican a este tema y asumen el desafío de ayudar a las comunidades a estar preparadas para futuros desastres naturales. La labor es ardua y lenta, y el camino por recorrer está lleno de obstáculos. No obstante, de toda esta situación se ha aprendido una lección: el desafío de prepararse para los desastres puede convertirse en una oportunidad, en una coyuntura para ayudar a los marginados a darse cuenta de su poder colectivo y a esforzarse por lograr una adecuada preparación frente a las catástrofes, e incluso aspirar al objetivo de alcanzar un verdadero desarrollo.

Educación sobre gestión del riesgo de desastres: la experiencia del CEC

El Centro para el Estudio de Cuestiones Medioambientales de Filipinas (Center for Environmental Concerns – CEC) ha estado preocupado de la preparación para casos de desastre desde antes de que “tifón Haiyan”, “cambio climático” y “desastres naturales” se transformaran en expresiones en boga. La labor del CEC en la preparación para las catástrofes está estrechamente vinculada a su defensa de la integridad ambiental. Comenzó como una reacción frente a la situación de una comunidad autóctona afectada por un terremoto en la provincia de Pampanga en la década de 1990. Hacia 2005, el CEC participó en un programa destinado a ayudar a una comunidad afectada por un alud en la zona septentrional de la provincia de Quezón. Los sobrevivientes de aludes e inundaciones repentinas exigieron una evaluación independiente de los riesgos naturales que amenazaban a la comunidad. Consideraban que el Gobierno solo estaba utilizando los riesgos de avalancha como excusa para despejar el territorio y destinarlo a un supuesto proyecto de desarrollo. Aun cuando las investigaciones realizadas por el CEC confirmaron los riesgos, los miembros de la comunidad, al no tener la posibilidad de trasladarse a una zona más segura, decidieron quedarse. La asistencia de investigación prestada por el CEC progresó hasta convertirse en la creación de capacidades para la Gestión del Riesgo de Desastres Basada en la Comunidad (Community-based Disaster Risk Management - CBDRM). El CEC también ha ayudado a instalar un dispositivo de alerta temprana que consiste en un pluviómetro manual.

Desde entonces, el CEC ha atendido de manera regular a las necesidades de comunidades ambientalmente vulnerables afectadas por el vertido de relaves mineros en Rapu-Rapu y en la zona costera circundante de Bícol en 2006, por el derrame de petróleo en Guimarás en 2006 o, en el último tiempo, por los tifones Ondoy, Sendong, Saola, Pablo y —el más reciente de todos— Yolanda, entre otros. Las comunidades destinatarias de la labor del CEC en Ciudad Quezón, Rizal, la Provincia de Quezón, Zambales y las zonas azotadas por el tifón Yolanda, han recibido capacitación sobre gestión del riesgo de desastres. Los programas se imparten a organizaciones asociadas vinculadas al barangay (barrio), que es la menor unidad de gobierno local en Filipinas. El objetivo es ofrecerle una garantía de apoyo y continuidad en el tiempo al comité del barangay de preparación para casos de desastre, creado al final del programa de capacitación.

Desde la preparación para casos de desastre hasta el empoderamiento de la comunidad

El CEC espera que, gracias al programa de capacitación, los residentes puedan comprender el concepto de desastre, los factores que lo desencadenan, los peligros que acechan a sus comunidades y la vulnerabilidad a las catástrofes que existe en cada comunidad. Por último, los programas procuran empoderar a los residentes a fin de que sepan actuar frente a peligros que amenazan su vida y la seguridad de sus comunidades, formulando e implementando planes para contrarrestar los efectos de los desastres, y fortaleciendo la unidad organizativa y colectiva.

Puesto que el CEC trabaja con comunidades marginadas, la mayoría de los participantes son campesinos y pescadores, además de un considerable porcentaje de mujeres, adultos mayores y jóvenes. Ello se debe a que los hombres suelen encontrar empleo fuera de sus comunidades, mientras que las mujeres prefieren trabajar dentro del vecindario para poder seguir ocupándose de algunas responsabilidades en el hogar. De esta manera, los programas de preparación para casos de desastre ofrecen una oportunidad para que las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores participen activamente en asuntos comunitarios.

Participantes en un curso de preparación para casos de desastre durante un ejercicio de aprendizaje denominado “baile de las catástrofes”, © Center for Environmental Concerns-Philippines (CEC)

El programa de capacitación también ha sido diseñado e implementado como un proceso de educación participativa, a fin de ayudar a los alumnos a percatarse de cuáles son sus puntos débiles y sus fortalezas. Durante cada sesión de aprendizaje se alienta a los participantes para que compartan sus percepciones sobre aspectos vulnerables de su comunidad y analicen la situación. Solo una vez que hayan tomado conciencia de las precarias condiciones en que viven, los alumnos aspirarán a cambiar el actual estado de cosas para mejorar su calidad de vida.

El programa de educación ofrecido por el CEC involucra a los alumnos en una experiencia de aprendizaje activo destinada a perfeccionar las aptitudes para la toma de decisiones y la colaboración provechosa. Los módulos del CEC también están adaptados a los idiomas y culturas de las comunidades destinatarias; asimismo, se analizan las circunstancias y condiciones en que viven dichas comunidades para garantizar que los materiales respondan a las necesidades de los alumnos. Y lo que es más importante, la capacitación se complementa con programas sobre medios de subsistencia y desarrollo organizativo (“Formación sobre gestión de organizaciones populares”), los cuales apoyan a las comunidades en sus esfuerzos por alcanzar el desarrollo como objetivo a largo plazo, y al mismo tiempo les entregan herramientas para precaverse contra desastres naturales.

Reconstruir sobre bases más sólidas

Tras el supertifón Haiyan, las mujeres del pueblo de Estancia, en la provincia de Iloílo, asumieron la responsabilidad adicional de conseguir alimentos en los centros de distribución de suministros de ayuda, rescatar materiales que sirvieran para reconstruir viviendas, cuidar de los familiares enfermos y encontrar fuentes de ingresos extras. La lenta implementación de las iniciativas estatales de ayuda y rehabilitación tras casos de desastre ha empeorado aun más su penosa situación. En lugar de darse por vencidas frente a tantos obstáculos, la actitud de estas mujeres fue la contraria. Crearon una organización femenina llamada Hugpong-Kababaihan (mujeres unidas) con el fin de atender a sus necesidades comunes como mujeres, reivindicar colectivamente su derecho al desarrollo y exigir justicia para las víctimas de los tifones.

Sobre la base de esta iniciativa, el CEC trabaja junto a Hugpong-Kababaihan en un programa de reconstrucción tras el tifón Yolanda en Iloílo, el cual incluye la asistencia en la reparación de albergues, el apoyo para la generación de medios de subsistencia basados en la comunidad, el desarrollo de capacidades organizativas y cursos de educación ambiental. Es necesario impartir educación ambiental sobre el cambio climático, enseñar estrategias de preparación para casos de desastre, y compartir las mejores prácticas, con miras a aumentar el grado de resiliencia de la comunidad y crear las condiciones para “una reconstrucción sobre bases más sólidas” orientada a las personas. Además de seguir cursos de educación ambiental, los habitantes de Hugpong-Kababaihan participaron en seminarios de orientación sobre el papel histórico de la mujer en la generación de cambios sociales.

Las comunidades requieren apoyo para participar más activamente en el proceso de reconstrucción, para comprender las causas de los desastres, su propia vulnerabilidad social y ambiental, al igual que sus derechos. Con esta iniciativa, el CEC espera generar y fortalecer una voluntad colectiva sobre el terreno mediante la creación de conciencia, la organización comunitaria y las iniciativas comunes.

Residentes de Barangay Malabago elaboran un mapa de los riesgos existentes en su aldea, © Center for Environmental Concerns-Philippines (CEC)

Obstáculos que difi cultan la educación sobre gestión del riesgo de desastres

Puesto que la enseñanza es un proceso plagado de dificultades, la experiencia del CEC en la educación sobre gestión del riesgo de desastres no está exenta de escollos. Los inconvenientes abundan: desde los detalles más nimios, como que la lengua local carece de palabras para designar los términos básicos que se emplean en esta área, como “peligro” o “vulnerabilidad”, hasta conflictos entre miembros de las organizaciones asociadas y problemas de coordinación con las unidades de gobierno local.

El mayor impedimento es la situación económica de los participantes en los cursos de capacitación, que son mayoritariamente adultos que cargan con la responsabilidad de alimentar y mantener a la familia. Los agricultores están casi siempre atareados desde la madrugada hasta el atardecer, mientras que las mujeres se quedan por lo general en casa, donde se espera que se encarguen de los más pequeños. Y puesto que la mayoría de las familias de zonas rurales son pobres, cada hora de trabajo es importante: dedicar una hora al curso de capacitación podría equivaler a sacrificar un plato de comida para la familia. En algunos casos los participantes han faltado a un día de clases por motivos laborales, o se han cambiado las fechas de los cursos debido a la baja asistencia.

Las largas jornadas laborales también afectan el período de atención de los participantes, quienes se sienten cansados tras realizar sus actividades de subsistencia y no están habituados a largas horas de capacitación. El interés demostrado por los alumnos al comienzo del curso suele decaer cuando ha transcurrido algún tiempo. Un claro ejemplo al respecto es el de la comunidad de pescadores de Zambales, donde los residentes permanecen despiertos desde el atardecer hasta las primeras horas de la mañana, que es el mejor período para la captura de peces. La situación que impera en la comunidad supone un desafío para los instructores, quienes deben adaptarse, ser creativos y discurrir métodos para dinamizar las sesiones de aprendizaje.

Desastres y justicia social

Esas situaciones le han enseñado al personal del CEC que la educación basada en la comunidad no puede estar desligada de la realidad de la pobreza. Es así como la enseñanza también debe aspirar a liberar a los alumnos del yugo de la miseria. Por tanto, en los módulos del CEC destinados a la educación sobre gestión del riesgo de desastres se subraya que mientras una gran cantidad de personas permanezca en condiciones de pobreza y sin acceso a servicios sociales básicos, la mayoría de los filipinos seguirá siendo vulnerable y estando expuesta a grandes riesgos. También es la indigencia el factor que ha privado a muchos filipinos de la oportunidad de asistir a la escuela y de estar mejor preparados para reaccionar frente a los desastres naturales. Con el objeto de contrarrestar esta situación, la enseñanza impartida por el CEC fomenta principios educativos orientados al desarrollo sostenible, los cuales tienen en cuenta el entorno, la sociedad, la cultura y las dimensiones económicas de la sostenibilidad. Por añadidura, la educación basada en la comunidad refuerza la voluntad colectiva de las organizaciones locales para afrontar las catástrofes naturales, reivindicar su derecho al desarrollo, luchar por la justicia ecológica y exigir una reparación ante la negligencia demostrada por el Gobierno durante los anteriores desastres.

Lecciones aprendidas del trabajo sobre el terreno

Hay otros obstáculos que impiden implementar adecuadamente un programa de educación sobre la gestión del riesgo de desastres, pero la mayoría de ellos pasan a un segundo plano y pueden ser fácilmente superados si los instructores son personas resueltas y los participantes tienen un espíritu de colaboración. El CEC ha aprendido algunas lecciones de su propia experiencia:

  1. Los miembros de la comunidad son los mejores maestros de la región. El CEC se limita a ayudarlos a aprender unos de otros.
  2. La educación para la reducción del riesgo de desastres no finaliza cuando concluyen los cursos, sino que es un proceso en el cual lo más importante se aprende con la experiencia.
  3. Las personas demuestran interés y disposición para aprender, por lo que a los instructores les corresponderá aprovechar esas ventajas en beneficio de los alumnos.
  4. Las organizaciones asociadas deberían ser constantemente movilizadas, de modo que los miembros de la comunidad lleguen a identificarse con el programa y se consideran responsables de su éxito o su fracaso.

Involucrar a los participantes en todo el proceso, desde la etapa de planificación hasta la preparación y evaluación de la propia capacitación, siempre es un requisito fundamental para el éxito del programa de educación. Las mejores prácticas de los habitantes de Barangay Pagatpat y Malabago, en Santa Cruz Zambales, quienes escoltan a los instructores en su recorrido casa por casa, y prestan ayuda en las convocatorias a participar en los cursos y en la organización de los mismos, han permitido capacitar exitosamente a más de 100 miembros de la comunidad y de los comités de preparación para casos de desastre.

El potencial de la educación

Para estar protegidas en casos de catástrofe y avanzar por la senda del verdadero desarrollo, las comunidades deben organizarse y mantenerse unidas. La educación sobre gestión del riesgo de desastres puede ofrecer una oportunidad para fortalecer el poder colectivo de las comunidades y aumentar la capacidad de liderazgo de las personas.

La educación sobre gestión del riesgo de desastres debería ocuparse de la brecha social y política que empeora aún más las condiciones en que viven los miembros de la sociedad que no reciben suficiente atención. Lo anterior implica la necesidad de adoptar medidas destinadas a empoderarlos para que asuman el control de su aprendizaje y, durante ese proceso, transformen su vida. Al analizar las razones que conducen a las personas a la vulnerabilidad social y ambiental, los alumnos son capaces de refl exionar sobre su situación, de comprender la necesidad de trabajar en conjunto y de diseñar estrategias para alcanzar objetivos comunes.


Sobre los autores

Rog Amon es el coordinador del Programa de Ayuda para la Reconstrucción que el CEC ofrece en la provincia de Iloílo. Con formación en ingeniería química, participó en diversas investigaciones y campañas de promoción en el ámbito del medio ambiente. Es exalumno de la Academia para la Promoción del Aprendizaje a lo Largo de la Vida del ICAE (ICAE’s Academy for Lifelong Learning Advocacy - IALLA).
rog@cecphils.org

Como funcionario en el campo de la educación y la capacitación, Ryan Damaso ayudó a elaborar e implementar el Programa sobre Gestión del Riesgo de Desastres basada en la Comunidad para sus comunidades asociadas. Encabezó programas de capacitación comunitarios en zonas ambientalmente críticas, como la isla de Rapu-Rapu, afectada por relaves mineros. También contribuyó a elaborar los módulos de educación ambiental del CEC.
ryan@cecphils.org

Marah Sayaman fue miembro de la secretaría de la red Iniciativa de Aprendizaje sobre el Cambio Climático para Movilizar Esfuerzos a fin de Transformar los Ambientes en la región de Asia y el Pacífi co (CLIMATE Asia Pacifi c), que promueve la educación sobre el cambio climático dentro del marco de la educación para el desarrollo sostenible. Como investigadora principal y responsable de los medios de comunicación en el CEC, encabezó la elaboración de publicaciones y artículos sobre minería, silvicultura, recuperación de tierras, cambio climático, desastres naturales y el estado actual del medio ambiente fi lipino.
rea@cecphils.org 

Contacto
Center for Environmental Concerns-Philippines (CEC)
26 Matulungin St, Barangay Central,
Diliman, Quezon City
Filipinas
www.cecphils.org
info@cecphils.org

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