Raúl Leis

Reflexiones sobre la educación popular

1. ¿Cuáles son los principales aportes de la educación popular en todos estos años?

La EP pugna por articular democracia y desarrollo en una concepción de ciudadanía de alta densidad

El marco es América Latina y el Caribe, que entre 1990 y 2002 se convirtió en la zona más desigual del planeta pues la pobreza aumentó un 10%: 200 millones de personas vivían en la miseria en 1990, ahora son 220 millones. Esto no es todo. A ello se suma un deterioro permanente de los recursos naturales expresado en el aumento de la contaminación del aire y agua y la pérdida de riqueza biológica, de bosques y suelos.

América Latina, a pesar de sus grandes avances en la vigencia de la democracia formal, es una región caracterizada por la existencia de grandes sectores de población que desconocen qué es la democracia, desconocen sus características, posibilidades y limitaciones. Prevalecen expresiones de debilidad en la afirmación de los valores necesarios para la existencia de la democracia y, frente a ello, una inexistente o reducida importancia en la agenda pública de la discusión sobre valores democráticos (tolerancia, pluriculturalidad, respeto a las minorías, individuo y persona, estado de derecho, derechos civiles, políticos, socioeconómicos, culturales y sus garantías, y mecanismos de difusión). Imperan las democracias insuficientes caracterizadas por el ejercicio autoritario del poder, corrupción, impunidad, limitaciones de acceso a la justicia y a la participación política de grandes sectores de la población, creciente inquietud en la distribución de la riqueza y desigualdad de oportunidades para el ejercicio de derechos económicos, sociales y culturales. Estos fenómenos son signos de un problema mayor de exclusión económica, política y social.

Al enfocar la EP, necesariamente se coloca a la democracia como centralidad, pero ésta no puede soslayar la realidad de que las sociedades latinoamericanas expresan la existencia de una ciudadanía relegada al papel de consumidora, o con una participación limitada, o simplemente excluida del desarrollo socioeconómico, muchas veces sólo sobreviviendo en las ranuras de un crecimiento económico que parece ser exclusivo de una franja de la sociedad. El desarrollo se vincula a lo democrático a través de importantes factores como:

  • El impulso y apoyo de propuestas nacionales que aporten equidad al crecimiento económico, participación activa a la democracia y sostenibilidad ambiental al desarrollo.

  • La colaboración en el esfuerzo de organización, participación y gestión ciudadana, pero en especial la de los sectores marginados y excluidos en favor de la mejora de su calidad de vida, colaborando en la construcción de sujetos sociales con capacidad de construir participativamente su destino.

  • La incorporación de los enfoques de género, edad, etnia, ambiente y desarrollo local como facetas que deben interactuar y enriquecer integralmente el desarrollo.

  • El apoyo a la gestación de una moderna ciudadanía dotada de una cultura política democrática, de responsabilidad ciudadana y de capacidad de acción para transformar positivamente la realidad.

Un elemento esencial es la afirmación de que las necesidades no son sólo carencias, sino potencialidades individuales y colectivas, lo que permite transformar la visión del desarrollo en un proceso que debe estar centrado en la gente, en las formas de relacionar sus necesidades con sus prácticas sociales, sus formas organizativas, valores y alternativas globales. Si las necesidades se visualizan sólo como carencias, corremos el riesgo de adscribirnos a una lógica asistencial y eventualmente paralizante que olvida el necesario enfoque sinérgico y sistémico1 que busca reemplazar el círculo vicioso de la pobreza por el círculo virtuoso del desarrollo integral.

El desarrollo social y económico necesita sintonizarse con los procesos de democratización participativa y del diseño de métodos incluyentes de carácter político para contrarrestar las exclusiones socioeconómicas. La ciudadanía de alta densidad supone la capacidad de conjugar la ciudadanía política con la ciudadanía socioeconómica, y esta articulación representa un desafío para la EP en la medida que debe construir concepciones, metodologías y prácticas más integrales.

La EP construye modelos pedagógicos y metodologías educativas, organizativas, movilizadoras y comunicativas más innovadoras, participativas y eficaces para impulsar la conciencia

Necesitamos una educación que fortalezca la capacidad de la gente de intervenir en la gestión de su propio desarrollo. La propuesta debe basarse en un pensamiento innovador, entendiendo operativamente innovación como las

«conductas u objetos que son nuevos porque son cualitativamente diferentes de formas existentes, que han sido ideados deliberadamente para mejorar algún componente del sistema educativo formal, o de prácticas educativas no formales, que mejoran el nivel educativo de la población y llevan un tiempo de aplicación tal que permite medir su efectividad y juzgar su poder de estabilidad o permanencia relativa.»2

Esto lleva implícita la necesidad de una reconceptualización del modelo pedagógico, haciendo énfasis en metodologías que aporten elementos tan vitales como la revalorización del saber del educando y su relación con el contexto, lo que le otorgaría una potencialidad transformadora puesto que es fundamental que el proceso educativo exprese nuestra cultura, capacidad de interculturalidad, idiosincrasia, historia, perspectivas e identidad.

Una EP más integral significa incluir también una pluralidad de ejes temáticos que expresen valores universales poco integrados a los programas educativos. Un caso es el tema de la participación de la mujer, que en la propuesta debería responder tanto a las necesidades prácticas de género (vida diaria, cotidiana, educación sexual), como a sus necesidades estratégicas (igualdad de oportunidades a diversos niveles), y también expresar énfasis no sexistas y productores-reproductores de nuevos valores. Otro ejemplo es el respeto a la diversidad cultural y el tema ambiental, donde podría integrarse la perspectiva de sostenibilidad desde la dimensión local a la más general. Otro caso es la etno-educación, donde se parte de la recuperación de la metodología implícita en la cultura autóctona y se liga a los principios universales válidos, desarrollando una propuesta propia de educación de acuerdo a necesidades, contextos y cultura indígenas. En la investigación se encuentra todo el desarrollo de la investigación-acción participativa, sobre todo para procesos micros, locales o regionales.

La propuesta de EP supone la combinación de modalidades formales y no formales en ofertas educativas en íntima relación con las realidades, aspiraciones y necesidades de los sectores sociales con los que se trabaja. Calidad y equidad se ligan como principios infaltables de un proceso que debe abarcar la integralidad de los ejes temáticos, la diversidad de género, cultura, edad, situación socioeconómica, capacidad física o mental, y la pluralidad de las formas educativas ligadas a la máxima calidad posible.

Debe propiciarse la creación de ambientes educativos en los espacios de la cotidianidad, estimulando la construcción y el diálogo de saberes, redefiniendo los procesos educativos en función de una visión diferente del conocimiento y de la participación de la gente en su extensión, producción, aplicación y apropiación.

Se trata de valorar los procesos de socialización dirigidos a acrecentar y consolidar las capacidades individuales, grupales y colectivas de los diversos sectores (en especial excluidos, explotados y marginales) a través de la recuperación y recreación de valores, la revalorización de la memoria histórica y la producción, apropiación y aplicación de conocimientos que permitan la participación activa en las propuestas de desarrollo nacional en el ámbito local, regional y nacional.

Es parte activa de los procesos sociales que generen o reconstruyan intereses, aspiraciones, cultura e identidades que apunten al desarrollo humano. Aporta al crecimiento y consolidación, tanto en la conciencia como en la práctica, de los valores de solidaridad, participación, laboriosidad, honestidad, creatividad, criticidad y el compromiso de la acción transformadora.

La EP desarrolla la capacidad de articular propuestas metodológicas participativas tanto en el proceso de enseñanza-aprendizaje como en la planificación, evaluación, decisión y gestión, al igual que en la comprensión, búsqueda y solución de problemas, pues el quehacer educativo debe ser espacio de desenvolvimiento de esas capacidades y estar vinculado tanto a la participación social como a las ciencias, artes y tecnología, desarrollando habilidades, destrezas, creatividad y capacidad de discernimiento. En este sentido, la educación debe estar relacionada con el proceso organizativo y la vida social de la comunidad. No puede haber divorcio entre la cotidianidad, necesidades y potencialidades de la gente y el planteamiento educativo para la vida en democracia. La evaluación real de la actividad educativa no se mide sobre la base de la apropiación de conceptos, sino en la capacidad de provocar una práctica mejorada o con mayor habilidad para transformar en el sentido correcto.

Todo el proceso supone tomar nota de las tensiones entre lo micro y lo macro, entre el partir y el llegar, entre el viejo y el nuevo conocimiento, entre lo personal y lo colectivo, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre proyecto y proceso, entre eficiencia y eficacia, entre ciencia y conciencia, entre saber y sabor, entre calidad y claridad. La educación popular debe relacionar los objetivos con una pedagogía participativa y crítica y una didáctica adecuada. Para ello, necesita llaves, herramientas eficaces (técnicas) para implementar todo el proceso. Pero estas técnicas, los métodos, los objetivos, la concepción, son coherentes en el marco de la metodología integral y un modelo pedagógico.

No hay proceso de educación si no se propicia la relación estrecha entre ella y la vida visualizando a la gente, no sólo como beneficiaria, sino como actora principal del proceso. La metodología procura basarse en la integralidad, relacionando las diversas realidades como unidad articulada. Así, no puede ser sólo «técnica» dejando de lado aspectos humanos o éticos, o sólo científica, o sólo artística, o sólo humanista, o sólo formal, o sólo no formal. Más bien, debe ligar, encontrar y complementar diversas dimensiones.

Es importante desarrollar la producción y apropiación colectiva del conocimiento. Se trata de capacitar a la gente para construir conocimiento y apropiarse críticamente del conocimiento universal acumulado, en lugar de sólo transmitirlo unidireccionalmente. En este proceso, el punto de partida y de llegada es la práctica, constituyendo lo acumulado el momento de profundización que permite a la práctica existente dar el salto de calidad hacia una práctica mejorada en un proceso siempre ascendente. En este sentido, la propuesta educativa debe estar atravesada por el énfasis participativo, la coherencia entre métodos y técnicas, entre otros temas.

Se presenta el desafío de cómo trabajar con realidades concretas, nuevas formas de pensar y hacer educación para la democracia; nuevas formas de dimensionar el papel de la sociedad, del Estado, de la escuela, de los maestros, ciudadanos, militantes, de los sujetos y los apoyadores; nuevas formas de coordinar y construir alianzas sociales; nuevas formas de concebir y construir la infraestructura educativo-cultural; nuevas formas de combinar y articular las distintas formas y modalidades de educación en relación con las expresiones educativas correspondientes a todos los grupos de edad; nuevas formas de captar recursos y captar espacios.

Un tema clave para una pedagogía crítica «se sustenta en el reconocimiento de que sólo quienes se forman como sujetos pueden oponer un principio de resistencia a la dominación o al autoritarismo. La educación ciudadana bajo este enfoque debiera entenderse como un proceso formativo de identidades individuales y colectivas que desarrollan políticas de reconocimiento de derechos y de lucha contra todo tipo de discriminación, en el contexto del sistema de redes que sostienen los poderes en la sociedad... (Una educación que):

a) valora el pluralismo y respeta los derechos de las minorías y de los diversos grupos culturales;

b) promueve procesos de construcción de identidad desde los contextos particulares de cada sujeto;

c) considera las condiciones particulares de cada comunidad para ampliar la dinámica de producción de los derechos que surgen de las demandas propias de la «diferencia» (género, lengua, etnia, edad, etcétera);

d) desarrolla, no sólo un discurso de crítica, sino también de posibilidad, por tanto se promueven dinámicas colectivas destinadas a crear nuevos órdenes;

e) fomenta que se expliciten los proyectos educativos de las escuelas y de las comunidades, generándose procesos comunicativos destinados a evidenciar los valores sobre los cuales se desarrollarán los procesos educativos.»3

La EP debe verse entonces como un conjunto de acciones articuladas sistemática y procesualmente, con el fin de comprender colectivamente la vida en democracia para transformarla organizadamente. La palabra clave es coherencia, entre la práctica y la teoría, entre el decir y el hacer, entre las dimensiones de la vida.

La EP plantea la necesidad de profundizar en la cultura política democrática

En la actualidad es necesario profundizar en la capacidad de potenciar la cultura política democrática desde la EP, en una situación en que coinciden simultánea y contradictoriamente el agravamiento de la exclusión y la pobreza, la degradación ambiental, las posibilidades de crecimiento económico y de mejores oportunidades de participación democrática.

Almond y Verba4 conceptualizan la cultura política como «las actitudes hacia el sistema político y sus diversas partes, y actitudes hacia el propio rol del individuo en el sistema», en referencia al conocimiento del individuo acerca del sistema, sus sentimientos hacia él y su juicio evaluativo sobre el mismo. La cultura política la definen en cuatro direcciones:

1. El conjunto de orientaciones subjetivas hacia la política en una población nacional, o en un subconjunto de ella.

2. Sus componentes son fundamentalmente psicológicos e individualizados (cognitivo, afectivo, evaluativo) orientados hacia la política y los compromisos con valores políticos.

3. El contenido de la cultura política es el resultado de la socialización, educación, exposición a los medios de comunicación desde la niñez, así como de experiencias con el desempeño gubernamental, social y económico en la etapa adulta.

4. La cultura política afecta el desempeño y la estructura gubernamental (incide en él, pero no lo determina).

La cultura política enlaza la micropolítica con la macropolítica y forja así un puente entre la conducta de los individuos y el comportamiento de los sistemas. Las actitudes relevantes de los individuos pueden no ser explícitamente políticas, pero pueden ser localizadas entre las actitudes y afiliaciones no políticas de la sociedad civil. A su vez, la política es entendida como el ámbito relativo a la organización del poder —el ámbito de las decisiones vinculantes en una sociedad o grupo— de donde se proyecta que la cultura política se compone de los significados, valores, concepciones y actitudes que se orientan hacia el ámbito específicamente político.

La cultura política democrática, como un conjunto de valores, actitudes y preferencias, variable influida por los cambios sustantivos de la sociedad, juega un papel crucial en la democracia, comprende una serie de valores, actitudes y creencias que establecen pautas y límites de conducta para los ciudadanos y los líderes políticos, legitiman las instituciones políticas y brindan un contexto en el que se asientan los pensamientos y sentimientos de la mayoría de la población. La EP potencia las capacidades de la cultura política democrática, permitiendo el desenvolvimiento de la construcción de consensos, valores, participación y asociatividad en la población, pero al mismo tiempo permitiendo la capacidad de movilización, lucha y resistencia.

La EP coadyuva a promover la participación como un eje fundamental de su accionar

AlainTouraine5 propone tres elementos como epicentros de la educación del sujeto democrático: el primero es la resistencia a la dominación; el segundo, el amor a sí mismo; y el tercero, el reconocimiento de los demás como sujetos y del respeto a las reglas políticas y jurídicas que dan las posibilidades a las personas de vivir propiamente como sujetos. Los elementos resumen en el sujeto los formidables desafíos que la educación popular enfrenta en un continente atravesado por realidades astilladas y esperanzas luminosas.

La participación es una piedra de toque. Está íntimamente ligada al acceso a la toma de decisiones considerando la voluntad de los sujetos. Es la voluntad de ser menos objeto y más sujeto. En ella se agitan estas motivaciones:

«ganar control sobre la propia situación y el propio proyecto de vida mediante la intervención en decisiones que afectan el entorno vital en que dicha situación y proyecto se desenvuelven. Acceder a mejores y mayores bienes y/o servicios que la sociedad está en condiciones de suministrar, pero que algún mecanismo institucional o estructural no suministran. Aumentar el grado de autoestima mediante más reconocimiento de derechos, necesidades y capacidades propias».6

Desarrollar el empoderamiento ciudadano a través del ejercicio participativo democrático. Incrementar la participación en todas las esferas de la vida en democracia.

La participación es la antítesis del autoritarismo que pregona una direccionalidad preestablecida, o del populismo que plantea el consentimiento de la gente sobre la base del paternalismo, o de la visión estrecha neoliberal que pregona la participación individualista en un mercado concentrador de ingresos y excluyente de muchos grupos humanos. La participación es el pivote de la integralidad de la vida. La participación es además crítica, acumulativa y germinal.

Reconstruir la política dimensionando todos los espacios posibles con el filo de un planteamiento y una concepción de la vida, con una EP de énfasis transformador; aportar al desenvolvimiento de otras, mejores o nuevas maneras de hacer política, el enorme desafío que supone el impulso a pensamientos, metodologías, métodos y técnicas que atraviese el campo del quehacer social, apuntando a la construcción democrática de sujetos, paradigmas y sociedades, se convierte en una tarea impostergable para la EP y los actores que la impulsan.

2. ¿Qué es lo que sigue vigente de los planteamientos centrales de la educación popular y qué es lo que se ha replanteado (o lo que debe ser replanteado)?

Zama está confinado en el Paraguay del siglo XVIII, aislado de su familia, de su esposa Marta e hijos que viven a enormes distancias. Zama resiste largos años estas ausencias y sus últimos días de vida los sufre sometido a la persecución tenaz de unos bandoleros. A punto de fenecer, toma una pluma empapada en la sangre de un avestruz capturado como alimento y escribe con ella una nota que mete en una botella vacía de ron, la que lanza a aguas de un río que semanas después desembocará en el mar. Son sólo cuatro palabras: «Marta, no he naufragado».

Zama es una novela del escritor argentino Antonio di Benedetto, que falleció luego de estar dieciocho meses torturado en prisión por la dictadura argentina, sin que él ni nadie supiera por qué.

Ahora bien, la EP no naufragó y siguen vigentes sus planteamientos centrales, más bien, debe ser enriquecida con aportes surgidos de la práctica y la teoría del cambio social y de la misma experiencia educativa. Este es un planteamiento central, la dinámica dialéctica y la metodología transformadora. Es decir, la EP se replantea con las voces que proponen y construyen la necesidad de renovar la realidad y también la misma EP.

3. ¿Cuáles serían los principales aspectos que deben ser trabajados para fortalecer un movimiento de educación popular en América Latina que contribuya a la transformación social?

  • Análisis permanente de la realidad social, económica, política y cultural, y de los actores sociales clave en los procesos de transformación para insertar la acción de la EP en propuestas de cambio viables y humanizadoras, con miras a paradigmas emancipatorios.

  • Se requiere profundizar en enfoques pedagógicos más democráticos, claros y eficaces, y metodologías activas, dialógicas, críticas y participativas que sitúen como eje fundamental de su labor la formación concientizadora de la ciudadanía.

  • Es urgente incrementar la cooperación internacional dirigida al fortalecimiento de la educación popular en los países de América

  • Latina, pero no a partir de convertirnos en teatro de guerra, escenario de catástrofes, sino más bien un escenario de promoción y desarrollo de transformaciones en ámbito del desarrollo socioeconómico, que demanda la población en el marco de sus aspiraciones de mejores niveles de vida, y consolidando la democracia por la vía de los necesarios cambios y de los estratégicos procesos de EP.

  • La EP debería fortalecer el esfuerzo coordinado de las diferentes entidades relacionadas, para facilitar la realización de un proceso intensivo de generación de una ciudadanía democrática más participativa, crítica, solidaria, tolerante y consciente. Por ello, urge establecer alianzas entre entidades, agencias e instituciones civiles, privadas y públicas, relacionadas y con incidencia en la EP, fortaleciendo y creando redes de trabajo con distintos grupos de población con el objetivo de incidir e impactar en la construcción y fortalecimiento de una cultura democrática.

  • romover mecanismos de intercambio de información sobre experiencias y materiales de EP locales, nacionales e internacionales. En todo esto, el CEAAL juega un papel fundamental

  • Articular la perspectiva de género en los procesos educativos, organizativos, comunicativos e investigativos

  • Se presenta el desafío de la EP como espacio para el diálogo de saberes que construye pensamiento y fortalece la práctica, delineando identidades cada vez más dialógicamente pluriculturales. LA EP debe incorporar los intereses, aspiraciones de la multiculturalidad de los grupos étnicos y en especial de poblaciones indígenas, afros y campesinas.

  • Responder al desafío de los estudios interdisciplinarios. Muchas interrogantes en el proceso cada vez más complejo de la EP requieren respuestas cada vez más avanzadas, que no puede ser respondidas por una sola ciencia o disciplina.

  • Responder al desafío de incorporar las nuevas tecnologías en la formación y capacitación de la EP. Se necesita colocar a tono los contenidos y metodologías de la EP con las nuevas tecnologías a fin de modernizar el proceso de enseñanz prendizaje participativo y apropiación-empoderamiento de estos temas por parte del conjunto de la población.

  • Es primordial sistematizar las experiencias de la EP, esto es la base para mejorar y consolidar concepciones pedagógicas y metodológicas que ubiquen y se articulen mejor con los actores del proceso. Ayudará, además, a clarificar los énfasis que deben proyectarse desde los diversos agentes y actores para lograr la construcción de una ciudadanía de doble densidad.

 

Notas

1 Ver de varios autores, Desarrollo a escala humana, CEPAUR, Uppsala, Suecia, 1986.
2 Restrepo, Bernardo et al., 1985, La innovación en educación. Identificación, documentación y caracterización de seis casos en Antoquia. UNESCO: Medellín.
3 Osorio Vargas, Jorge. Pedagogías ciudadanas: mapas actuales de sus propios e híbridos aprendizajes de la com(per)plejidad. Una contribución al debate sobre liderazgo y educación. (Trabajo presentado en el III Encuentro Internacional Multidisciplinario, organizado por el Centro de Desarrollo Humano y Creatividad, Lima, 28–30 de junio, 2002).
4 Echegollen Guzmán, Alfredo. «Cultura e imaginarios políticos en América Latina», en Revista Metapolítica, 1997. México D.F.
5 Touraine, Alain. ¿Qué es la democracia? FCE, 1995. México.
6 Hopenhayn, Martín. «La participación y sus motivos», Acción Crítica No. 24, 1988. Lima, Perú.

 

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