Anne Hope

El año 2004 la Universidad de Western Cape, Sudáfrica, instituyó la «Clase magistral anual Vicecanciller Mwalimu Julios Nyerere sobre aprendizaje de por vida», como reconocimiento a la fundamental y original contribución del difunto presidente tanzano a nuestra comprensión del desarrollo humano en África y en otras regiones. La serie de clases magistrales anuales se inició con la participación de la Ministra de Educación Nacional de Sudáfrica, Sra. Naledi Pandor, quien fue sucedida el año 2005 por la Dra. Rosa María Torres, educadora popular y ex Ministra de Educación de Ecuador, y más tarde por la Sra. Phumzile Mlambo-Ngcuka, vicepresidenta de Sudáfrica. El año 2007, la Sra. Anne Hope fue invitada a dictar la clase magistral. Siguiendo la línea de sus predecesoras, la señora Hope es una educadora de adultos feminista e inspirativa, con un largo historial de servicio en favor de los pobres y oprimidos tanto en África como en otras regiones. Ella es coautora, junto con Rally Timmel, de los ampliamente consultados Manuales de Capacitación para la Transformación. Publicanos aquí extractos de su discurso.  

En busca de una sociedad de camaradería

Fuente: dgvn Informationsdienst, Bevölkerung & Entwicklung,
Nr. 64 Dezember 2007, p. 10


En primer lugar, quisiera manifestar lo honrada que me siento de haber sido invitada por el rector y vicecanciller, profesor Brian O’Connell, y por la profesora Shirley Walters, para ser la oradora principal en este encuentro anual sobre aprendizaje de por vida dedicado al Presidente Julius Nyerere. He sido una admiradora de Nyerere por más de medio siglo, pues sin lugar a dudas sus enseñanzas fueron de gran ayuda para mi propio aprendizaje de por vida, de manera que es para mí un privilegio aprovechar esta oportunidad para homenajearlo y contribuir al permanente reconocimiento de la obra de este gran hombre.

Aprendizaje de por vida

El tema de este encuentro es en realidad el aprendizaje de por vida, y se me pidió que compartiera algunos aspectos de mi propio proceso de aprendizaje de por vida. Me parece que existe una correlación muy estrecha entre nuestro compromiso con el aprendizaje de por vida y nuestra calidad de vida. Tan pronto como dejamos de aprender, nuestra vida comienza a marchitarse.

Curiosidad y asombro

A mi juicio, quienes están verdaderamente comprometidos con el aprendizaje deben poseer dos cualidades. La primera es un agudo sentido de la curiosidad, y la segunda es el asombro. Es un gran don tener padres que estimulen nuestro sentido de la curiosidad. Por cierto que mi padre despertó mi curiosidad y la de mis hermanos. Recuerdo cuando, sentados en los brazos de su sillón, él nos narraba historias, en especial las que aparecían en Precisamente así, de Kipling: «Cómo le salieron manchas al leopardo», «El cachorro de elefante, que estaba lleno de insaciable curiosidad», o «fue así como le creció su larga y útil trompa». Me viene a la memoria la imagen de mi padre recitando con gran entusiasmo un verso de Kipling en el que se refiere a las preguntas como sus servidores más importantes:

Tengo seis hombres a mi mando,

que me enseñaron todo cuanto sé:

se llaman qué, quién y cuándo,

cómo, dónde y por qué.

Los envío por tierra y por mar,

los envío al este y al oeste,

pero después de tanto trajinar,

descanso le doy a mi hueste.

Incentivar a los niños y niñas para que usen estas «seis preguntas», para que interroguen a los demás sobre aquello que no comprenden, para que busquen respuestas a los problemas, para que descubran cómo funcionan las cosas, y averigüen por qué estas son como son, es un requisito fundamental para iniciarlos en el proceso de aprendizaje de por vida, aun cuando a menudo sus preguntas dejen estupefactos a los adultos.

Nyerere y el aprendizaje de por vida

Nyerere encarnó un extraordinario ejemplo de alumno de por vida. Nunca dejó de formular esas preguntas. Nunca cejó en su empeño por comprender las causas de los problemas que aquejaban a su pueblo, ni tampoco aflojó en su afán por encontrar soluciones eficaces. Nyerere fue uno de los más creativos teóricos del desarrollo, como asimismo uno de los grandes estadistas africanos del siglo 20. Él se encontraba en una posición privilegiada, pues, mucho antes que la mayoría de otros observadores, advirtió que las políticas de las organizaciones de desarrollo predominantes no sólo intentaban resolver los problemas de manera infructuosa, sino que de hecho estaban empeorándolos, contribuyendo así al empobrecimiento de los países del Sur. Como pensador lúcido que era, elaboró un análisis cada vez más agudo. Toda su vida fue una incesante búsqueda de soluciones alternativas eficaces. Nunca dejó de reflexionar ni de aprender.

A diferencia del grueso de los teóricos del desarrollo, que sólo podían poner a prueba sus ideas desde el ámbito académico o desde sus oficinas en organizaciones locales o mundiales, como presidente de Tanzania él tenía la autoridad para poner de inmediato en práctica sus ideas en todo un país. La desventaja de esta condición era que si alguno de sus proyectos no daba resultado, el fracaso quedaba en absoluta evidencia, mientras que en la mayoría de los casos los planes que no prosperan permanecen ocultos en las páginas de las publicaciones y pronto pasan al olvido. Haciendo un análisis retrospectivo, podemos darnos cuenta de que Nyerere cometió algunos errores, pero él siempre estuvo dispuesto a evaluar sus iniciativas, a admitir cuando no estaban funcionando e intentar con algo nuevo, y a seguir dedicando su atención por igual a problemas antiguos y nuevos.

Ante todo era un ser humano cuya grandeza y generosidad lo llevaban a desear el bienestar de su pueblo, un objetivo profundamente arraigado en su corazón. Al principio su preocupación se concentró en los habitantes de Tanzania, pero ella fue aumentando constantemente y pronto se extendió mucho más allá de los límites de su propio país. Realizó denodados esfuerzos por crear un clima de unidad regional en África Oriental, incluso llegando al extremo de involucrarse en una guerra, que supuso un enorme costo para su país, con el fin de ayudar a los ugandeses a librarse de Idi Amin. Se comprometió sin reservas en la lucha por erradicar el apartheid de Sudáfrica, y prestó su decidido apoyo al Congreso Nacional Africano (CNA) en el exilio, y a todos los jóvenes expatriados que llegaron por oleadas a Tanzania después de 1976. Como consecuencia de lo anterior, existe y siempre habrá de existir un vínculo muy estrecho entre sudafricanos y tanzanos. Tenemos una enorme deuda con Nyerere y su pueblo en general.

Nyerere contribuyó a desarrollar el Comité Coordinador para África Meridional, que más tarde se transformó en la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (Southern African Development Community – SADC), y como presidente de la Comisión del Sur colaboró con los países de esa región en un esfuerzo destinado a impugnar las estructuras económicas mundiales que enriquecían cada vez más a las naciones industrializadas a expensas de las del Sur.

Mi experiencia en el Grial

Desde 1954 he pertenecido a un movimiento femenino internacional comprometido con la labor en favor de la justicia y la paz, llamado el Grial. Como probablemente ya saben, en diversas leyendas el cáliz o grial es el símbolo de un estado de suma felicidad, paz y realización, siendo esta última una sensación siempre esquiva, pero tan cercana a nuestro corazón que vale la pena pasarnos toda la vida en su busca. Con el fin de profundizar nuestra percepción de la realidad de distintos países, el Grial organizó una serie de programas de intercambio a largo plazo, destinados a personas dispuestas a permanecer tres o cuatro años prestando servicios en un país diferente. Yo, en ese entonces una veinteañera, fui lo bastante afortunada para que el Grial me destinara a Uganda, donde ejercí como maestra por cuatro años, experiencia que causó un efecto perdurable en mi vida.

Me establecí en un pequeño pueblo llamado Kalisizo, a sólo 100 kilómetros al norte de la frontera con Tanzania. Estábamos construyendo de la nada un internado para niñas, apenas la cuarta escuela secundaria femenina del país. Kalisizo era descrito como un «centro de comercio y educación». La educación y el comercio consistían en poco más o menos una docena de pequeños puestos para la venta de productos elaborados por aborígenes, situados a ambos lados del camino de tierra principal. Estábamos extremando nuestros esfuerzos por lograr que la educación que ofrecíamos se ajustara a las necesidades del país y al tipo de vida que las muchachas llevarían más adelante en su aldea, de manera que se puso especial acento en la agricultura. Nuestro objetivo era incentivar a los habitantes para que alcanzaran el mayor grado de autosuficiencia posible.

Cultivábamos todos nuestros alimentos, lo cual en esta área suponía realizar grandes plantaciones de plátanos para preparar el alimento básico conocido como matoke (una especie de masa hecha con plátano verde cocido), además de batatas, mandioca para las épocas de hambruna, cacahuetes, cebollas y tomates para salsas, lo mismo que papayas y piñas en abundancia. La tierra era tan fértil que, si uno hincaba postes en el suelo para instalar un tendedero, en un abrir y cerrar de ojos comenzaban a brotarles hojas. Todos los días, después de asistir a la escuela, las niñas trabajan en labores del campo, y las mayores participaban activamente en actividades de la comunidad local. Incorporamos un programa intensivo de formación de dirigentes, y las muchachas nos ayudaron a organizar clubes para niñas y mujeres en las aldeas.

Tanzania en los años cincuenta y principios de los sesenta

Durante el período comprendido entre fines de los años cincuenta y principios de los sesenta viajamos con frecuencia a Tanzania. Uno de mis colegas había sido condiscípulo de Nyerere (de Julius, como todos lo llamaban) cuando estaba estudiando para obtener su grado de máster en la Universidad de Edimburgo. Así pues, a medida que todos los países de África Oriental (Uganda, Kenia y Tanzania) transitaban hacia la independencia (uhuru), nos interesamos vivamente en la trayectoria de Nyerere. Fue esta una época durante la cual estaba adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la lucha de Tanganica por conseguir su independencia. En 1957 ya lograba convocar a multitudes de 30.000 personas en cualquier lugar del país donde pronunciara un discurso. En diciembre de 1961 asumió el cargo de Primer Ministro del primer gobierno de Tanganica independiente.

Lo conocí personalmente por primera vez en mayo de 1961, en el pueblo de Mwanza, a orillas del lago Victoria, durante la celebración del autogobierno interno. Fue una experiencia inolvidable, en un clima de intensa emoción. Sin embargo, un mes después de conseguida la independencia, en enero de 1962, Nyerere renunció. Al igual que todo el resto de sus partidarios, quedé estupefacta. He aquí un líder indiscutible de la nación que renunciaba a poco de obtener la autonomía para su pueblo. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Mas Nyerere tenía sus motivos. Eso sí, no renunció a la presidencia de su partido, la Unión Nacional Africana de Tanganica (Tanganyika African National Union – TANU). A su juicio, si se pretendía que el país se convirtiera en una verdadera democracia, con votantes responsables y adecuadamente informados, los habitantes en su conjunto necesitaban contar con un grado mucho mayor de preparación política. Fue así como el próximo año se dedicó a viajar por todo el país, tomando parte en un programa intensivo de educación política y económica. Un año más tarde, cuando Tanganica adquirió la categoría de República, él se convirtió en el primer presidente del país. El nombre de Tanzania sólo fue adoptado después de la unificación de Tanganica con Zanzíbar en 1964.

Mwalimu

 

Cuando regresó de Edimburgo, Nyerere había trabajado por algún tiempo como maestro de enseñanza secundaria, y durante toda su vida la educación, incluida la de adultos, continuó siendo para él un tema de máxima importancia. Nos sentimos cautivados al escuchar su discurso sobre «Educación para la autosuficiencia», pues en él se confirmaban muchas de las  iniciativas que estábamos intentando poner en práctica en Kalisizo, claro que Nyerere las situaba en un contexto nacional más amplio. No por nada Nyerere escogió ser llamado mwalimu, la palabra swahili para designar a un maestro. A lo largo de toda su vida nunca dejó de cultivar sus extraordinarias dotes pedagógicas, explicando problemas económicos de gran complejidad en términos sencillos, recurriendo a vívidas imágenes extraídas de experiencias de la vida cotidiana, de tal manera que individuos dezonas rurales, con escasa educación formal, pudieran entenderlo.

 

«¡Libertad y desarrollo son conceptos tan estrechamente vinculados como la gallina y el huevo! Sin gallinas no obtenemos huevos, y sin huevos pronto no tendremos gallinas. De igual manera, sin libertad no obtenemos desarrollo, y sin desarrollo dentro de poco tiempo perderemos nuestra libertad».

(…)

 

Igualdad

Una de sus convicciones más profundas era la igualdad entre todas las personas:

«Lo que hay que destacar en el problema de la división entre ricos y pobres, entre naciones ricas y pobres, no es simplemente que una cuenta con los recursos para proporcionar bienestar a todos sus ciudadanos, y la otra no puede siquiera satisfacer las necesidades básicas y ofrecer los servicios elementales. La realidad y la profundidad del problema estriban en el hecho de que el hombre que es rico controla la vida de los pobres, y la nación rica controla las políticas de aquellas que no lo son. Y otra situación aún más determinante es que, a nivel nacional e internacional, nuestro sistema social y económico respalda y ahonda constantemente aquellas divisiones, de tal suerte que los ricos se vuelven cada vez más ricos y poderosos, mientras que los pobres se vuelven relativamente más pobres y menos capaces de controlar su propio futuro».

Sin lugar a dudas, la realidad descrita anteriormente continúa observándose en la actualidad, tanto en nuestro país como a nivel internacional. Nyerere siempre recalcó dinero, sino el desarrollo del hombre. Él siempre usaba la expresión «desarrollo del hombre» allí donde nosotros hablaríamos hoy de «desarrollo humano», pero a diferencia de muchos otros hombres que al usarla estarían pensando solo en sus pares, Nyerere tenía plena conciencia de la contribución y de los derechos de las mujeres.

«Las personas que trabajan más arduamente en Tanza-que lo importante no era el nia -de hecho soportan una carga laboral excesiva- desarrollo de las cosas, ni el son las mujeres de las zonas rurales».

(…)

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Fe y valores espirituales

Nyerere fue un católico practicante, y creía que todas las religiones tenían una importante contribución que hacer a la empresa de construir una nueva sociedad. Si bien rara vez hablaba de su propia religión, la verdad es que ella inspiró profundamente los valores con que Nyerere se comprometió. Él asistió a misa y comulgó todos los días hasta el fin de su vida, incluso durante los días más atareados de su presidencia. Estaba más preocupado del «bienestar» de su pueblo, en el sentido humano más pleno, que del mero crecimiento económico. Al contrario de muchos especialistas, no medía el desarrollo sólo en función de un impresionante crecimiento del PIB. Estaba profundamente comprometido con el anhelo de crear una sociedad igualitaria, donde se satisfarían las necesidades humanas fundamentales de todas las personas, donde no existiría una profunda brecha entre los más ricos y los más pobres, y donde todos tendrían la oportunidad de disfrutar de la calidad de vida a que aspiraban.

De ser necesario, no vacilaría en cuestionar a otros dirigentes africanos. Asimismo, pese a que se identificaba con ella, estaba dispuesto a poner a la Iglesia en tela de juicio cuando estimara que no estaba manteniendo fidelidad a sus propios valores. (…) El percibía que el papel de la Iglesia no sólo consistía en proporcionar bienestar para mitigar el sufrimiento de los pobres, sino además en cuestionar las estructuras que propiciaban y perpetuaban la pobreza:

«La Iglesia tiene que instar a la gente a rebelarse contra los tugurios en que habita. Es una tarea que ha de realizar con la mayor eficacia posible. Pero ante todo, el deber de la Iglesia consiste en combatir abiertamente y sin ambages a todas esas instituciones y camarillas que contribuyen al mantenimiento de esos tugurios físicos y espirituales, cualesquiera sean las consecuencias que lo anterior pueda acarrearles a ella y a sus miembros (…) Es menester que la Iglesia trabaje junto a la gente para forjar un futuro basado en la justicia social. Debe participar activamente en la tarea de provocar, garantizar y generar los cambios necesarios. Su amor debe expresarse por medio de acciones en contra del mal y en favor del bien».

Él habría esperado una actitud similar de parte de auténticos musulmanes, hindúes, judíos o budistas.

Los problemas que Nyerere se empeñaba en resolver no han desaparecido. En varios sentidos ellos han empeorado a nivel internacional. Hoy vivimos en un mundo aun más desigual. Pese a que algunos países, como India y China, se encuentran bien encaminados hacia la meta de convertirse en superpotencias, todavía persisten enormes brechas entre ricos y pobres dentro de sus fronteras, y entre naciones ricas y pobres, incluidas muchas africanas.

Ujamaa

Por cierto que Nyerere cometió errores y algunas de sus políticas no dieron resultado. A comienzos de los años setenta todos habíamos cifrado grandes esperanzas en las aldeas ujamaa, cuya construcción se inspiró en el principio de que los habitantes debían compartir sus bienes, de la misma manera en que los miembros de una familia comparten sus recursos. Ujamaa significa «familia», y era la calidad de familia ampliada, donde existe una preocupación del uno por el otro, lo que Nyerere esperaba que caracterizara al socialismo africano, una doctrina impregnada del espíritu de convivencia africano.

En ese entonces, las esculturas ujamaa creadas por los Makonde, un grupo étnico que habita en el sudeste de Tanzania y en la región septentrional de Mozambique, comenzaron a proliferar por doquier. Ignoro dónde o cómo se originó la primera, pero se labraron innumerables versiones distintas; no existen dos que se asemejen. Ellas representan la manera en que las vidas de todos los miembros de una familia —de una sola Familia Humana— se encuentran profundamente entrelazadas. Cada generación surge a partir de la anterior, beneficiándose de todo lo que ésta ha logrado, reconociendo que

«todos estamos encaramados sobre los hombros de los gigantes que nos han precedido». Todos estamos relacionados, todos dependemos unos de otros, todos procuramos alcanzar la cima con miras a lograr una vida plena. Traje conmigo un ejemplar muy pequeño de una de esas estatuas. Quisiera sugerir que, a medida que el programa continúe su desarrollo, la hagamos circular lentamente por la sala, de mano en mano, de modo que cuando la toquen puedan conectarse conscientemente con esta percepción, recientemente confirmada por la investigación científica, de que en realidad todos formamos parte de una sola gran familia humana.

Nyerere intentó persuadir a los habitantes para que se trasladaran desde parcelas individuales a las aldeas ujamaa, y así pudieran tener a su alcance los servicios que el Gobierno deseaba prestar a todo el pueblo tanzano: acceso a escuelas y clínicas, agua corriente y electricidad, y programas permanentes de educación de adultos.

Sin embargo, como no todos los pobladores de Tanzania estaban dispuestos a mudarse, algunos funcionarios gubernamentales se impacientaron con estas personas y comenzaron a desalojarlas por la fuerza. La medida provocó, obviamente, un enorme resentimiento y asestó el golpe de gracia que acabó con esta nueva política. Y de hecho, en el transcurso de aquellos años la producción de alimentos disminuyó considerablemente: Tanzania pasó de ser el mayor exportador de alimentos de África a ser el mayor importador. Una de las razones que explica esta situación fue sin duda la serie de graves sequías que azotaron al continente durante esa época, pero hubo además otros factores.

Éxito y fracaso

He escuchado a algunas personas señalar que si bien admiten que Nyerere realmente creía en la igualdad, «lo único que consiguió fue dejar a todos los habitantes de su país sumidos en la misma pobreza». Es cierto que Tanzania sigue siendo un país pobre, pero estoy convencida de que no fueron las políticas socialdemócratas de Nyerere, sino las políticas de las estructuras económicas mundiales, especialmente del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Acuerdo general sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (General Agreement on Tariffs and Trade – GATT, que más tarde evolucionó hasta transformarse en la Organización Mundial de Comercio), las que perpetuaron la pobreza de Tanzania y de muchos otros países. Las enormes alzas en el precio del petróleo impuestas por la OPEP en 1973 también contribuyeron a exacerbar los problemas.

Hacia el final de su vida, Nyerere declaró:

«En el Banco Mundial me preguntaron «¿cómo es posible que su proyecto haya fracasado?» Les respondí que por 43 años habíamos estado bajo el dominio de los británicos. Cuando estos se retiraron, asumí el mando de un país donde el 85 % de la población adulta era analfabeta; había dos ingenieros y doce médicos. Al dejar mi cargo en 1988, la tasa de alfabetismo era de 91 % y casi todos los niños y niñas asistían a la escuela. Habíamos formado a miles de ingenieros, médicos y maestros. El ingreso per cápita era de US$ 280; diez años más tarde, la cifra era de US$ 140, es decir se había reducido a la mitad. La tasa de matrícula en las escuelas había descendido hasta el 63 %, y las condiciones en el sector de la salud, como también en otros servicios sociales, se habían deteriorado. Durante esa década Tanzania había cumplido al pie de la letra la voluntad del Banco Mundial. Entonces les pregunté: «¿qué es lo que ha salido mal?»

(…)

Paulo Freire

Regresé a Sudáfrica a fines de 1962, poco después de que Uganda consiguiera su independencia. Fue allí, a través del Grial, donde por primera vez oí hablar de Paulo Freire, el educador brasileño que estaba revolucionando las teorías ya aceptadas con respecto a la educación de adultos y el desarrollo. Algunos de los miembros del Grial estaban trabajando con él en el Movimiento para la Educación Básica en São Paulo, Brasil, diseñando nuevos métodos para fomentar la to-ma de conciencia mediante programas de alfabetización. Freire solía afirmar que estaba incentivando a las personas para que «leyeran su propia realidad y escribieran su propia historia».

Este programa estaba vivificando e infundiendo esperanzas a miles de ciudadanos pobres anteriormente apáticos, despertando en ellos el pensamiento crítico, y suscitando respuestas creativas para modificar su propia situación. Asimismo, Paulo Freire trabajó junto a miembros del Grial en Portugal, desarrollando programas con agricultores y pescadores en la región meridional de ese país.

En 1969 viajé a Estados Unidos para realizar estudios conducentes a un Master en Educación de Adultos y Relaciones Humanas en la Universidad de Boston. (...) Tomé todos los cursos dedicados a analizar la visión de Freire que pude encontrar, y el propio educador brasileño pasó el año siguiente enseñando en dicha universidad. Asistí a varios de sus caóticos seminarios, acerca de los cuales podría contar numerosas anécdotas, pero en definitiva aprendimos mucho, siguiendo el camino más difícil, y llegué al convencimiento de que esta filosofía y metodología podría convertirse tarde o temprano en una herramienta de extrema importancia al momento de introducir cambios en Sudáfrica. Cuando regresé a Sudáfrica trabajé con Beyers Naudé en el Instituto Cristiano de África Meridional (Christian Institute of Southern Africa). Él accedió a que yo pusiera en marcha diversos programas de alfabetización en los que se intentaba adaptar la metodología de Freire.

(...)

Conferencia celebrada en la Universidad de Dar es Salaam

Una de las experiencias más memorables de esa época fue asistir, junto a un grupo de instructores kenianos, a una conferencia sobre educación de adultos que tuvo lugar en la Universidad de Dar es Salaam en 1975. Paulo Freire era el orador principal, y el Presidente Nyerere pronunció el discurso inaugural. Quedó de manifiesto que había muchos elementos comunes en los enfoques generales que ambos aplicaban a la educación y el desarrollo.

La conferencia propiamente tal no estuvo muy bien organizada. Si bien se habló todo el tiempo de la importancia de la participación, se mantuvo a los participantes sentados en filas alineadas escuchando una ponencia tras otra, y no hubo absolutamente ninguna oportunidad para entablar un diálogo. De manera que cuando Nyerere ya se había retirado para volver a ocuparse de sus asuntos presidenciales, y Freire se había visto colmado de agradecimientos para luego ser completamente ignorado, nos dirigimos a este último y le preguntamos si nuestro equipo podría reunirse con él para analizar algunos de los programas que habíamos elaborado. Freire accedió, y unos cuantos tanzanos se nos unieron para formar un grupo disidente que sostuvo encuentros diarios con Freire durante el resto de la conferencia. Fue un magnífico seminario, en el cual, gracias a breves sesiones de carácter muy informal, tuvimos la ocasión de analizar críticamente todo lo que estábamos haciendo, y de aprender muchísimas cosas.

Casualmente me encontraba visitando Tanzania por segunda vez en 1999 cuando Nyerere falleció en Londres. Su cuerpo fue repatriado a Tanzania por avión. Aun cuando se emitieron numerosas expresiones de respeto hacia la persona de Nyerere, también desde Occidente se formularon muchos juicios críticos que incurrieron en generalizaciones, como por ejemplo que «a causa de sus políticas socialistas, Nyerere no había servido a su pueblo como es debido». Estos últimos comentarios contrastaban abiertamente con la experiencia que habíamos vivido en Tanzania.

(...)

Hoy más personas están reconociendo que aun nos queda mucho por aprender de Nyerere, y que el mundo sería sin duda un lugar mucho más placentero si hubiera más políticos que compartieran su integridad y genuina preocupación por el bienestar de todo su pueblo.

(…)

Nyerere era un socialdemócrata en el sentido estricto del término (…) Su visión del socialismo africano era la de una sociedad basada en la convivencia (palabra procedente del latín «convivere», que significa vivir unos con otros, pero que sugiere mucho más que el simple hecho de vivir uno al lado del otro. Implica la cualidad de disfrutar de la compañía mutua, de entablar relaciones distendidas unos con otros, y de compartir oportunidades que permitan que todos prosperen y desarrollen su pleno potencial. Lo anterior exige, obviamente, contar con niveles adecuados en lo referente a educación, atención de salud, viviendas y puestos de trabajo para todos, pero además encierra una circunstancia más compleja que la mera satisfacción de las necesidades básicas. Supone la existencia de un entorno en el que respetemos, valoremos, e incluso disfrutemos, nuestras diferencias culturales, e implica la posibilidad de gozar de las cosas positivas y hermosas de la vida. A mi juicio, refleja lo que muchos de nosotros anhelábamos experimentar en Sudáfrica durante todo el período de «la lucha».

La visión que Nyerere tenía del socialismo africano se inspiraba en todos los aspectos favorables de la cultura tradicional de ese continente. Nyerere no asistió a la escuela hasta que cumplió 12 años. Se había criado en la pequeña y bastante remota aldea de Butiama, en el distrito de Musoma. Se había imbuido profundamente de los valores africanos antes de tener siquiera algún contacto con la realidad de Occidente. Si bien años más tarde logró mantenerse firme en su posición ante cualquier sofisticada asamblea internacional, nunca dejó de profesar los sólidos valores del «ubuntu» que le habían inculcado en su niñez. Su visión del socialismo africano se basaba en la libertad, e incluía un poderoso sentido de responsabilidad y de respeto de los derechos humanos.

(…)

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