Hideki Maruyama

La Década de Naciones Unidas sobre Educación para un Desarrollo Sostenible empezó el año 2005. ¿Cuál es el contenido de esta idea? ¿Qué hay de nuevo y trascendente en la Educación para un Desarrollo Sostenible en comparación con la «Educación Para Todos» y con los Objetivos de Desarrollo del Milenio? El autor empieza por revisar el marco de la Educación para un Desarrollo Sostenible y luego describe un estudio de caso que tiene que ver con sostenibilidad en Turquía y que está relacionado con la ayuda para la recuperación de un terremoto. Hideki Maruyama es investigador y trabaja en el Departamento para la Investigación y Cooperación Internacional, del Instituto Nacional para la Investigación de Políticas Educativas (NIER) de Japón.

Educación no formal para el desarrollo sostenible en Turquía

UN Statistics: Viva, no somos pobres!
Fuente: WELT-SICHTEN 2/3-2008, p. 54

El Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible se inició el año 2005. La Educación para Todos (EPT) podría revestir mayor importancia para muchos países, pues exhibe claros objetivos numéricos, mientras que la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) es más ambigua, por cuanto «desarrollo sostenible es un término que agrada a todo el mundo, pero nadie está seguro de qué significa» (Daly, 1996). Por lo general, cuando se menciona el desarrollo tendemos a pensar en el desarrollo económico y humano. Sostenibilidad es el término que suele emplearse para referirse a la manera de asegurar la continuidad de las actividades de cooperación cuando se interrumpe el flujo de fondos externos. Sin embargo, la EDS abarca temas más amplios, y dentro de ella se incluyen las complejas, pero integradas, relaciones entre sistemas económicos, ecológicos, sociales y políticos, por lo que traspasa los límites de la educación destinada únicamente a garantizar la sostenibilidad del desarrollo económico o a fomentar el sentido de conservación de la naturaleza. Fuera de la nueva perspectiva y el nuevo campo de aplicación de la EDS, es necesario prestar atención a los contenidos, pues las aptitudes y los conocimientos necesarios varían de una cultura a otra. Por ejemplo, es probable que las sociedades islámicas no «dependan» del marco global.

Por otra parte, también debemos darnos cuenta de que al denominar cualquier fenómeno producimos un cambio en nuestra vida, aunque se trate de un concepto externo. Cuando las organizaciones internacionales utilizaron el concepto de género, empoderaron a la mujer, aun cuando es probable que la introducción de esta nueva noción haya producido una ruptura en las culturas locales. Ahora bien, ¿es capaz la EDS de producir cambios positivos en la sociedad o de hacer más felices a las personas? El concepto sigue siendo vago como para generar transformaciones, porque cuesta comprender de qué manera difiere la EDS de educación ambiental, internacional y para el desarrollo, con las cuales ya contamos en la actualidad.

La EDS puede aplicarse a la educación en países desarrollados y en desarrollo —en tanto que la EPT y los ODM han sido concebidos principalmente pensando en la educación en los países en desarrollo—, cuando nuestra perspectiva se traslada desde el desarrollo económico y humano hacia un desarrollo más holístico. ¿Qué puede aprender una sociedad donante de los países en desarrollo? ¿Qué perdimos en el transcurso del proceso de desarrollo? En toda sociedad es menester considerar el aspecto social de la sostenibilidad.

Una aldea sostenible comenzó a recuperarse del terremoto

En 1999, un terremoto de magnitud 7,4 (escala de Richter) se cobró 20.000 víctimas en el área de Estambul. Uno de los pueblos situados más cerca del epicentro era Adapazari, la mayoría de cuyos habitantes sufrió el embate de la catástrofe. Muchos perdieron su hogar, como también a familiares y amigos. La intensidad del fenómeno sísmico fue tan grande que el Gobierno fue incapaz de controlar la situación de manera inmediata. Hasta entonces los pobladores de Turquía se habían relacionado con los organismos estatales desde una posición de dependencia, porque el Gobierno los había salvado de crisis ocurridas en épocas recientes. No obstante, como consecuencia del terremoto muchos de ellos decidieron actuar por su cuenta para prestarse ayuda mutua, ya que no podían esperar hasta que llegara la ayuda gubernamental. Las iniciativas ciudadanas prosperaron (Özerdam & Barakat, 2000), y el voluntarismo cobró fuerza.

Tras el desastre sísmico los medios de comunicación informaron de graves daños estructurales atribuibles a construcciones de mala calidad y a una planificación urbana desorganizada, lo cual despertó la atención de los arquitectos. Jan Wampler, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets, junto con sus graduados de nacionalidad turca, concibieron el proyecto de construir una aldea sostenible como parte de las iniciativas de recuperación, y asimismo reunieron fondos e hicieron gestiones para el reclutamiento de habitantes. La iniciativa fue denominada Beriköy (beri significa «aquí y ahora, cerca de nosotros, nuestra», y köy significa «aldea»). Fue planificada como una aldea donde los residentes pudieran reconstruir su vida tal como era en un pasado remoto, pero ahora con un componente de sostenibilidad que podía transmitirse a la próxima generación. La aspiración era convertirse en una aldea donde podrían encontrarse dispositivos tales como generadores solares y eólicos, al igual que instalaciones para el reciclaje y el acopio de agua de lluvia.

Para diciembre de 2006 ya era una pequeña aldea adonde se habían trasladado a vivir 8 familias, pero aún no se habían construido las instalaciones antes mencionadas. Con todo, una vez finalizada su construcción, Beriköy será una aldea con 50 familias. Entre los planes se incluye la creación de un centro de artesanía para ayudar a generar ingresos, un local para acoger a mujeres y niños, como también una vía para autobuses que conecte la aldea con Adapazari. La mayoría de los fondos fueron donados por el sector privado a nivel nacional e internacional, tras lo cual se inició el proceso de selección de aldeanos. Con el asesoramiento del primitivo Comité de Gestión, que acabó transformándose en la Fundación YAY, se fue desarrollando una asociación que incluyó a Habitat for Humanity International y a la Fundación ÇEKÜL. Los criterios de selección fueron establecidos por el Departamento de Psicología de la Universidad de Sakarya, que se encuentra en las cercanías de Adapazari. Los candidatos tenían que ser víctimas del terremoto que vivieran en Adapazari, que hubieran habitado en casas prefabricadas y contaran con los recursos financieros para adquirir una vivienda en la aldea mediante un pequeño crédito (pagando US$ 100 mensuales).

El comité organizador y la secretaría se encontraban establecidos en la oficina de YAY en Estambul. YAY sabía que los aldeanos vacilarían en participar si publicitaba el proceso de selección a través de medios gubernamentales, de modo que optó por hacerlo empleando la red pública local. Como resultado de la campaña de difusión, la cantidad de postulantes superó los 900. Tras una ronda de selección por escrito y una entrevista, finalmente se escogió a 69 familias, de las cuales 50 pasaron a vivir en la aldea, y 19 quedaron en una lista de espera. Asimismo, aunque no se reveló públicamente, uno de los criterios de selección que fue objeto de especial atención fue el equilibrio entre factores tales como edad y género, para así crear una aldea donde reinara un clima de amplia diversidad.

Si bien han transcurrido varios años desde el terremoto de 1999, es probable que el proyecto, que hasta ahora continúa funcionando, aún tenga algo que enseñarnos respecto de la sostenibilidad, porque relativamente pocas actividades emprendidas por la gente para recuperarse de la tragedia han perdurado en el tiempo. Muchos ciudadanos turcos volvieron a dar prioridad a su vida cotidiana, en especial a raíz de la crisis económica que tuvo lugar el 2001. A pesar de que muchas actividades se suspendieron, la aldea aún se mantiene en pie y se ha transformado en un proyecto fuera de lo común.

Educación no formal para crear un ambiente de conectividad social

Educación no formal para el conocimiento tácito

Por lo general, en Turquía los niños y niñas son cuidados como si fueran un tesoro, y a medida que crecen, aquellos que han sido criados recibiendo este tipo de afecto mantienen su respeto por las personas mayores. Incluso en Turquía, la nuclearización de la familia está aumentando progresivamente en las ciudades, pero la conexión entre las personas sigue siendo muy estrecha. El aprendizaje informal se va estructurando durante el proceso de comunicación entre distintas generaciones de la comunidad turca.

En este caso la comunicación supone la transferencia de conocimientos tácitos. Como sabemos más de lo que somos capaces de expresar (Polanyi, 1983), los conocimientos y las aptitudes se adquieren mediante un aprendizaje involuntario. Los conocimientos tácitos son aquellos que las personas poseen en su mente, sin percatarse de lo valiosos que resultan para los demás. Los niños y niñas no sólo reciben enseñanzas de la escuela, sino además de la familia y la comunidad a la que pertenecen. Algunos de los conocimientos y aptitudes de las culturas y normas locales son transferidos por medio de una densa interacción social, especialmente en las comunidades pequeñas.

Rogers (2004) considera que tanto la educación formal como la no formal (ENF) son disciplinas imprecisas y explica que hoy en día el sistema de educación formal acepta el empleo de métodos pedagógicos no formales, mientras que la educación no formal y la informal están más estructuradas por el aumento en el número de participantes activos. Rogers traza un eje entre ambas para señalar que, en resumidas cuentas, el enfoque participativo debe percibirse como parte de la ENF, la cual no se basa en la categoría tradicional, pero incluye el ámbito del aprendizaje informal (Fig. 1).


Fig. 1: Continuo de educación y aprendizaje entre el estilo formal y el no formal

Capital social: vínculo tradicional y puente cultural

Lo que sirve de sustento para entablar relaciones humanas fructíferas es una disposición de los ciudadanos turcos a ayudar a los demás, inspirada por la necesidad de trabajar en colaboración. Incluso si se trata de alguien a quien no conocen, le tienden una mano cuando se encuentra en apuros, y si es alguien conocido, se sacrifican para prestarle auxilio. Para explicar esta situación puede emplearse el concepto de capital social. El capital social es una variable más implícita que el capital humano (educación recibida) y el capital económico (bienes y dinero en efectivo), pero es un reflejo de las relaciones interpersonales en los distintos niveles de la sociedad. Se lo categoriza como capital social aglutinante y de acercamiento. El capital social aglutinante es un lazo que mantiene unidas a las personas al interior de un grupo de pertenencia (ingroup), y fomenta el apoyo mutuo entre los miembros de ese grupo sobre la base de las reglas, los valores y las normas del mismo. El capital social de acercamiento tiende un puente entre grupos distintos que comparten o no los objetivos comunes en un nivel de relaciones más amplio que el lazo. El capital social aglutinante de algunas personas puede tener consecuencias negativas para otros, porque en ocasiones excluye a los miembros de grupos ajenos (outgroups) en virtud de las reglas o normas del grupo de pertenencia (Portes, 1998; Putnam, 2000). Es probable que allí donde existe un poderoso capital social aglutinante el capital social de acercamiento sea débil, y en consecuencia, un vínculo débil puede constituir una ventaja (Granovetter, 1973).

El factor clave que contribuye a la sostenibilidad en el presente caso es la tradición de ayudarse mutuamente a través del imece, que comparten los habitantes de Turquía. Imece es un término que designa un esfuerzo cooperativo en el que los miembros de un grupo se ayudan entre sí para que la labor de cada uno de ellos se lleve a cabo como es debido. Si bien esta palabra no se encuentra en los diccionarios pequeños, hasta los niños turcos la conocen, pues la han aprendido de la familia o de los vecinos como experiencia de vida y no como conocimiento escrito. El término imece se utiliza comúnmente en las labores de las zonas agrícolas. Durante esas actividades los aldeanos utilizan un sistema de expectativas y normas culturales y tradicionales para averiguar acerca la situación de unos y otros, y para solicitar esta ayuda cooperativa. Para los residentes, el imece es equivalente a las normas y obligaciones o expectativas. Los vínculos sociales se crean en la comunidad y se traspasan de una generación a otra. Como señala Coleman (1988), se trata de una poderosa influencia del capital social en la familia y en la comunidad.

Si comparamos los vínculos microsociales al interior de una comunidad, el vakif transgrupal también ha sido dotado de capital social a nivel macro. El vakif es un sistema islámico basado en el deber religioso de los musulmanes de practicar la caridad y cultivar un espíritu de reciprocidad, que opera como un canal para la formación de capital social y para la distribución del ingreso. Sus orígenes se encuentran en la práctica islámica de la dádiva, como por ejemplo donar tierras, tapices u otros bienes a la mezquita, según lo dispuesto por la Sharia (ley musulmana). El vakif tiende «puentes» entre diversos grupos con el objeto de lograr el bien público y prestarles ayuda con (o sin) la esperanza de una retribución inmediata. Las organizaciones intermediarias como YAY desempeñaron efectivamente esta función de enlace.

Tras el terremoto, las actividades de los ciudadanos se fundaron en el imece y el vakif. El imece corresponde a un espíritu de ayuda mutua al interior de grupos o regiones, y el vakif representa una conexión que tiende un puente entre los grupos. Según la descripción que ofrece Putnam (1993) de la reciprocidad generalizada y equilibrada, el imece se refiere a un proceso equitativo en el que se intercambian simultáneamente artículos de igual valor, mientras que el vakif alude a una relación continua de intercambio que es imprevista, no solicitada y desigual, pero que supone expectativas mutuas.

Revaloración de la cultura autóctona y el efecto de la denominación

En la Turquía moderna, las culturas tradicionales islámicas o turcas suelen ser consideradas inferiores a las culturas occidentales. Por ejemplo, Göle (1997) revela que el término alaturka (al estilo turco) adquiere una connotación negativa, mientras que alafranka (al estilo europeo) comunica la idea de algo apropiado y valioso. Çinar (2005) hace notar que los funcionarios de la Turquía moderna adoptan una postura de equilibrio entre un excesivo occidentalismo y un estancado islamismo. Por su parte, Berkes (1964) explica que el conflicto básico experimentado por el secularismo en Turquía generalmente tuvo lugar entre las fuerzas de la tradición, que favorecen el predominio de la religión y la ley sagrada, y las fuerzas del cambio. Este sentimiento resulta comprensible en un momento en que los países en desarrollo están alcanzando el desarrollo económico.

En este trabajo viene al caso referirse a los efectos de la denominación, ya que podemos encontrar los valores de la sabiduría y del conocimiento autóctonos. Para lograr una sociedad sostenible es importante que, gracias al concepto de EDS, los habitantes locales lleguen a reconocer la importancia que tienen las fuentes culturales y religiosas para el capital social, pues ellas podrían resultar más eficaces que la reforma directa emprendida por agentes externos. El pueblo turco podría revalorar su tradición y sus culturas para acumular capital social durante el proceso de modernización, y no hay ningún aspecto que produzca una impresión de atraso en comparación con lo que puedan ofrecer los países desarrollados. YAY aplicó el imece al esfuerzo cooperativo de los residentes para construir sus propias viviendas, y procuró mantener la aldea abierta a fin de «tender puentes» hacia comunidades externas. Tsurumi (1989) subraya la importancia del desarrollo endógeno, en virtud del cual los habitantes locales crean con gran confianza en sí mismos una sociedad basada en una cultura o tradición, y en un ecosistema natural autóctono, que se adecúan a condiciones locales que les son propias, al tiempo que armonizan los conocimientos externos con las aptitudes y los sistemas.

Desarrollo equilibrado para una sociedad sostenible

En la vida de las aldeas turcas, el capital económico y humano suele ser exiguo, en tanto que el capital social es relativamente cuantioso. Beriköy fue creada como parte del proceso de recuperación tras el terremoto, pero constituye un ejemplo de cómo es posible conseguir un desarrollo sostenible equilibrado. Turquía es uno de los países que está creciendo con mayor rapidez, y define el fenómeno anterior como la capacidad de lograr la sostenibilidad del desarrollo económico. Esta postura hace excesivo hincapié en la acumulación de capital económico. En un ambiente donde la preocupación por los asuntos educativos es cada vez mayor, el capital humano es percibido como un factor necesario para aumentar el desarrollo económico, el cual no es equilibrado porque «el crecimiento económico por sí solo no se traduce en un mejoramiento de las condiciones de salud» (Baum, 1999).

Es menester que el desarrollo sostenible cuente con capitales económicos (materiales), humanos (individuales) y sociales (relaciones), todos ellos en perfecto equilibrio. Hoy en día, en una sociedad globalizada y basada en el conocimiento los dos primeros gozan de preferencia. Habría que dar mayor importancia al aspecto social a través de la EDS. Todas las sociedades deberían contar desde un comienzo con una reserva de capital social, y existen muchos tipos de sabiduría local que es preciso retener. La EDS brinda la oportunidad de integrar el saber local autóctono en la educación moderna (formal o informal), para que tanto niños y niñas como toda la sociedad adopten una perspectiva orientada hacia la próxima generación. La cooperación al interior de un grupo es una situación bastante común, y cuando en el desarrollo sostenible se presta atención a los aspectos sociales es necesario hacer mayor hincapié en la cooperación intergrupal.

La EPT y los ODM adquieren especial importancia este año 2008, ya que corresponde al punto crítico en el proceso que culmina el 2015. El Decenio de la EDS también continúa hasta el 2015, y podemos combinar ambas iniciativas a fin de producir un impacto más poderoso en los gobiernos y las sociedades. Algunos ciudadanos de los países donantes estiman que las actividades de ayuda internacional no guardan ninguna relación con su vida, y consideran que primero hay que resolver los problemas sociales internos. Si además de interesarse por la ecología aumenta su preocupación por los aspectos sociales, la EDS contará con un enorme potencial para el aprendizaje mutuo entre sociedades donantes y beneficiarias.

Confirmación

El autor reconoce la asistencia de residentes de Beriköy y de la Fundación YAY.

Citas

Baum, Fran, 1999, Social capital: is it good for your health? Issues for a public health agenda, Journal of Epidemiology Community Health 53, 195-6.

Berkes, Niyazi, 1964, The Development of Secularism in Turkey, McGill University Press.

Coleman, James S., 1988, Social Capital in the Creation of Human Capital, American Journal of Sociology Supplement 94, 95-120.

Çinar, Alev, 2005, Modernity, Islam, and Secularism in Turkey, University of Minnesota Press.

Daly, Harman, 1996, Beyond Growth: The Economics of Sustainable Development, Beacon Press.

Granovetter, Mark S., 1973, The Strength of Weak Ties, American Journal of Sociology 78 (6), 1360-80.

Göle, Nilüfer, 1997, The Quest for the Islamic Self within the Context of Modernity, Sibel Bozdog?an y Re¸sat Kasaba (compiladores), Rethinking Modernity and National Identity, University of Washington Press, pp.81-94.

Özerdem, Alpaslan y Sultan Barakat, 2000, After the Marmara Earthquake: Lessons for Avoiding Short Cuts to Disasters, Third World Quartely 21 (3), 425-39.

Polanyi, Michael, 1983, The Tacit Dimension, Peter Smith, Gloucester.

Portes, Alejandro, 1998, Social Capital: Its Origins and Applications in Modern Sociology, Annual Review of Sociology, 24 pp.1-24.

Putnam, Robert D., 1993, Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy, Princeton University Press.

—, 2000, Bowling Alone: the collapse and revival of American community, Simon and Schuster.

Rogers, Alan, 2004, Non-Formal Education: Flexible Schooling or Participatory Education?, Kluwer Academic Publishers.

Tsurumi, Kazuko, y Tadashi Kawata (Ed.), 1989, Naihatsuteki Hattenron (Endogenous Development), University of Tokyo Press.

Ya¸sanabilir Ortamlar Yaratma Vakfi, 2005, YAY Communities Building Communities, YAY.

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