Simón Rodríguez

Apreciar el valor de la educación de adultos para el individuo y para la comunidad e interceder en su favor no es un logro o rasgo de nuestra generación. En una entrevista ficticia a Simón Rodríguez, el profesor del libertador latinoamericano Si món Bolívar, Raúl Léis nos recuerda que muchas de las reflexiones actuales poseen una larga tradición. Raúl Léis es un escritor y educador de adultos panameño. En la actualidad ocupa el cargo de Secretario General del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL).

Sin educación popular no existirá una verdadera sociedad

Entrevista

Simón Rodríguez nació en Caracas (1769-1853). Fue maestro y mentor del Libertador Simón Bolívar. Pedagogo, pensador filosófico, escritor de obras de contenido histórico, educativo y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad latinoamericana. «La Carta» es el periódico virtual del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL).

La entrevista es ficticia pero con respuestas tomadas de los textos de Simón

La Carta: Don Simón. ¿Es importante la educación popular?
SR:
Sin educación popular no habrá verdadera sociedad…

La Carta: Pero ¿cuál sería el objetivo de esa educación popular?
SR:
Instruir y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles y construir patria con sus propios habitantes… los gobiernos deben proporcionar generalmente los medios ...-y pensar mucho en los modos de dar esos medios.

La Carta: ¿Una educación igual para todos?
SR: Todos generalmente la necesitan porque sin tomar en ella las primeras luces es el hombre ciego para los demás conocimientos. Sus objetos son los más laudables, los más interesantes: disponer el ánimo de los niños para recibir las mejores impresiones, y hacerlos capaces de todas las empresas. Para las ciencias, para las artes, para el comercio, para todas las ocupaciones de la vida es indispensable.

La Carta: ¿Qué relación tiene esa educación popular con la construcción de una mejor sociedad?
SR:
Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará república con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte…Republicano pensadlo bien, educard muchachos si queréis hacer república.

La Carta: ¿Cuál es la relación de la educación popular con la pobreza?
SR:
El hombre no es ignorante porque es pobre, sino lo contrario… Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.

La Carta: Para usted, ¿cuál es el sentido de la educación?
SR: Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque.

La Carta: Interesante… y ¿el papel de educador?
SR
: Debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad… Enseñen los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos…No hay interés donde no se entrevé el fin de la acción. Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las tres.

La Carta: ¿Se trata de motivar a aprender?
SR:
El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender... Enseñar es hacer comprender; es emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria…

La Carta: ¿Cuáles son los valores que hay que promover?
SR:
Acostúmbrese al niño a ser veraz, fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado; a respetar la reputación y a cumplir con lo que promete. Y déjense las habilidades a su cargo; él sabrá buscarse maestros, cuando joven. Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de las cosas…. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga.

La Carta: ¿Cómo define el arte de educar?
SR: Instrucción social, para hacer una nación prudente; corporal, para hacerla fuerte; técnica, para hacerla experta; y científica, para hacerla pensadora.

La Carta: El 15 de agosto de 1805 en Roma, usted y Simón Bolívar ascienden al Monte Sacro… ¿Puede repetirnos parte del juramento de su discípulo, que lo llevaría a cambiar el destino de este continente?
SR:
Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor; y juro por mi patria; que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.

La Carta: ¿Cuál era la enfermedad de su siglo?
SR: La enfermedad del siglo es una sed insaciable de riquezas.

La Carta: Esa enfermedad nos sigue asolando, querido maestro. ¿Nos comparte un mensaje final para los lectores de La Carta CEAAL?
SR: ¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Original han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos.

Entrevista elaborada por Raul Leis R. ceaal_secge@cwpanama.net

 

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