Empoderamiento de la mujer


Son varios los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que abordan la situación de la mujer: con el ODM 3 se pretende lograr la igualdad entre los géneros, con el ODM 4, reducir la tasa de mortalidad infantil y con el ODM 5, mejorar la situa ción de las madres en materia de salud. Pero los demás ODM también se refieren a la mujer y al fortalecimiento de su posición en la sociedad. Así por ejemplo, en la lucha contra la extrema pobreza y el hambre (ODM 1), a las mujeres les cabe un rol determinante. También en el ODM 2, que se refiere a la educación básica para todos, la recuperación de estudios por parte de niñas y mujeres es un componente muy importante. Y dentro del contexto del ODM 6, a saber, la lucha contra el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades endémicas, sólo se podrán hacer progresos si se considera e involucra debidamente a la mujeres. Lo mismo se puede decir del ODM 7, sobre la sostenibilidad ambiental.

Especialmente en los países de África, Asia y Latinoamérica se observa que las mujeres por lo general trabajan más que los hombres. Cultivan sus huertos y campos, crían animales, recolectan leña y buscan agua, se preocupan de la alimentación de la familia y mantienen el hogar, atienden el desarrollo y la educación de los niños y velan por su salud, garantizan la estabilidad de la familia, proveen el ingreso familiar realizando todo tipo de trabajos, generalmente en el sector informal (desprovistas, por ende de toda forma de seguridad social) como costureras, cocineras, peluqueras, empleadas domésticas, productoras de alimentos, pequeñas comerciantes, fabricantes de productos artesanales, y de manera creciente también como secretarias o realizando otras labores en el sector de los servicios.

Pero a pesar de estas múltiples e imprescindibles funciones que realizan para la familia y la sociedad, en prácticamente todos los ámbitos de vida relevantes las mujeres se encuentran en una situación de desventaja frente a los hombres. Así ocurre en lo referente a la educación, los ingresos, la elección de pareja, el derecho de sucesión o de propiedad de tierras, la toma de decisiones, el desarrollo de la comunidad social, y las funciones de liderazgo en la educación, los negocios y la política. Estamos aún muy lejos de alcanzar la meta de la igualdad entre los géneros tanto en la conciencia social como en la realidad. Por esta razón, el trabajo con las mujeres y en beneficio de ellas, que se resume en el término «empoderamiento de la mujer», va a continuar siendo un tema central y prominente en la educación de adultos. El desafío es grande, pues exige el cuestionamiento y la modificación de patrones culturales de larga tradición. Pero tenemos la gran ventaja que en todo el mundo las mujeres participan de manera especialmente activa en medidas de educación y formación.

El «empoderamiento de la mujer» no puede ser abordado sólo mediante ofertas educativas, es decir, cursos en los cuales las mujeres recuperan estudios, asumen nuevos papeles, aprenden a tomar la iniciativa y desarrollan su autoestima. El respeto y el reconocimiento de la igualdad de la mujer debe encontrar apoyo y respaldo político y jurídico. La educación de la mujer tiene siempre también una dimensión política, y por ello los grupos destinatarios no deben ser solo las mujeres sino igualmente los líderes políticos y las personas que adoptan decisiones a nivel nacional y global. «Pretendemos asegurar que las opiniones, experiencias, necesidades y capacidades de las mujeres encuentren oído y atención, debido a que aún se encuentran subrepresentadas en el trabajo de planificación y en la toma de decisiones en todos los niveles, incluidas las partes y organizaciones observadoras de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)». De esta manera la asociación de organizaciones y redes femeninas «Women and Gender Constituency» define sus objetivos y justifica su participación en las conferencias internacionales, que obedece a la esperanza de poder influir en las resoluciones y velar por su cumplimiento.

«Los derechos de la mujer son derechos humanos. Ningún acuerdo, ni decisión ni mecanismo que tenga relación con el cambio climático podrá implementarse o surtir efecto si no incluye un amplio respeto por los derechos de la mujer y el debido reconocimiento de sus valiosos conocimientos.» Estas son palabras de Ana Agostino, del Consejo Internacional de Educación de Adultos. Ella es además una destacada activista internacional en lo referente al trabajo en beneficio de la mujer, y es también miembro del consejo de redacción de nuestra revista, Educación de Adultos y Desarrollo. El artículo «Igualdad de género, cambio climático y educación para la sostenibilidad» fue escrito en el contexto de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, Conferencia de las Partes (COP 15), celebrada en diciembre del 2009 en Copenhague. La autorización para reproducir este texto, publicado por primera vez en febrero del 2010 en el Boletín «Equals», número 24, fue otorgada por el proyecto «Beyond Access», iniciado en el año 2003 por Oxfam conjuntamente con el Instituto de Educación de la Universidad de Londres y el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (U.K. Department for International Development – DFID).

Marcela Ballara, chilena de nacionalidad sueca, consultora internacional en asuntos relacionados con el género y la educación de adultos y miembro de la Oficina de Género y Educación del Consejo Internacional de Educación de Adultos, ha asesorado y apoyado desde hace años a las conferencias internacionales más importantes a fin de lograr que la igualdad entre los géneros sea integrada en calidad de tema transversal en la agenda de todas las áreas políticas importantes. Marcela Ballara tiene plena conciencia de que la igualdad entre los géneros no se puede lograr sólo mediante un trabajo de convicción, que tampoco depende sólo de la buena voluntad de las partes, sino que también se requiere dinero, mucho dinero.

En un nivel totalmente distinto, en una remota prefectura de Guinea, la organización «Jeunes Animateurs Communautaires et Incubateurs d‘Entreprises» (AJACIE) trabaja conjuntamente con la población local a fin de superar el analfabetismo, la falta de conocimientos, la pobreza y el deterioro ambiental. Para lograrlo, se involucra especialmente a las mujeres, que son capacitadas para asumir responsabilidades. Alhassane Souare coordina los programas de la organización. En su artículo, son las propias mujeres quienes hacen uso de la palabra.

Pakistán es un ejemplo más de que la postergación de las mujeres comienza ya en la escuela. Es mucho menor el número de niñas que el de niños que van a la escuela y la abandonan también bastante antes. Las metas de la Educación para Todos sólo podrán ser logradas mediante campañas educaciones no formales, adicionales. Una evaluación de una iniciativa de este tipo en Punjab demostrará si los resultados han sido logrados. Fazalur Rahman, Nabi Bux Jumani y Khadija Bibi, docentes de la Allama Iqbal Open University Islamabad y de la International Islamic University Islamabad, respectivamente, informan en el artículo correspondiente sobre el proyecto y sus resultados.

 

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