Roberto Bissio

En el proceso preparatorio de la próxima Cumbre del Clima Río+20, que se celebrará el próximo año en Río de Janeiro, la red Social Watch ha exhortado a quienes votarán los futuros acuerdos sobre la protección de clima a cambiar las premisas básicas de su pensamiento. No es el crecimiento económico el que cambiará el clima, sino la superación de la brecha entre ricos y pobres y un cambio en nuestra forma de vivir y estilos de vida.

Cambiar la forma de pensar para salvar al planeta

Después de décadas atacando a los gobiernos, ambientalistas, economistas, feministas y activistas sociales de todo el mundo están lanzando un llamado a fortalecer los Estados como la única manera de salvar el planeta, amenazado por crisis en el clima, el agua, los alimentos… y las finanzas. Antes que formular el habitual «llamado a la acción» y reclamar «hechos y no palabras», 16 miembros del autoconvocado Grupo de Reflexión sobre perspectivas del desarrollo global formularon el lunes 7 de marzo un llamado a «cambiar la manera de pensar» sobre los temas del ambiente y la economía.

El llamado tiene como destinatarios iniciales a los negociadores que están preparando la Cumbre de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable que se realizará en Río de Janeiro el año que viene, veinte años después de la «Cumbre de la Tierra», también reunida en la ex capital brasileña, donde se acuñó el concepto de desarrollo sustentable y se echaron las bases de acuerdos mundiales sobre el cambio climático, la desertificación y la deforestación. El cambio de mentalidad reclamado comienza por «restaurar los derechos públicos por sobre los privilegios de las empresas».

«Después de treinta años de fortalecimiento del poder de los inversores y de las grandes corporaciones a través de la desregulación, la liberalización comercial y financiera, los recortes y las exenciones de impuestos, y el debilitamiento del papel del Estado, y después de la crisis financiera impulsada por el mercado, los principios y valores de la Declaración de Río (1992) y la Declaración del Milenio de la ONU (2000), aprobados por los jefes de estado y de gobierno, están amenazados y necesitan urgentemente ser restablecidos» sostienen los firmantes. Estos principios incluyen los derechos humanos, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la diversidad, el respeto de la naturaleza, y la responsabilidad común pero diferenciada de los Estados, pobres o ricos. El llamado constata que «los intereses empresariales no promueven estos principios y valores».

El segundo punto del documento recomienda «tomar en serio la equidad», ya que las políticas de los últimos treinta años (o sea desde la revolución conservadora del presidente Ronald Reagan y la primera ministra Margaret Thatcher), «ensancharon aún más la brecha entre ricos y pobres y han exacerbado las inequidades y desigualdades, incluso con respecto al acceso a los recursos».

«Las fuerzas desenfrenadas del mercado sostiene el llamadohan favorecido a los fuertes, ensanchando así la brecha económica. Esto requiere que el Estado corrija el desequilibrio, elimine la discriminación, y asegure medios de vida sostenibles, empleo decente e inclusión social. La justicia intergeneracional requiere moderación y responsabilidad por parte de la generación actual. Es urgente establecer derechos más equitativos per cápita hacia el patrimonio común mundial y hacia la emisión de gases de efecto invernadero, teniendo plenamente en cuenta la responsabilidad histórica».

La no aceptación de estos últimos dos principios por parte de los países más desarrollados es lo que ha trancado las negociaciones sobre cambio climático. Rescatar la naturaleza es la tercera y última de las demandas del breve llamado, de apenas una carilla, lo cual sería urgente

«después de más de sesenta años de calentamiento global, pérdida de la biodiversidad, desertificación, agotamiento de la vida marina y de los bosques, una crisis del agua que se acelera y muchas otras catástrofes ecológicas».

El punto de partida, en este caso, son los años cincuenta, cuando en la euforia de la postguerra la generación del «baby boom» disparó el consumo de los recursos no renovables del planeta. La crisis del medio ambiente disparada por este consumo desenfrenado de los afluentes «está afectando a los pobres mucho más que a los ricos». Los firmantes no adhieren a las ideas malthusianas sobre el agotamiento de los recursos y sostienen, en cambio, que

«existen soluciones basadas en el conocimiento, incluyendo tecnologías para restaurar los sistemas naturales y reducir drásticamente las presiones sobre el clima y el medio ambiente, mejorando al mismo tiempo el bienestar humano». Una ‹economía verde› es alcanzable, argumentan, pero debe estar integrada «en un concepto holístico de la sustentabilidad».

Lo que necesitamos, concluyen, «es un cambio de estilo de vida». Para lograrlo,

«la Cumbre de Río 2012 debe reafirmar al Estado como el actor indispensable que establece el marco legal, hace cumplir las normas de equidad y los derechos humanos, y fomenta el pensamiento ecológico a largo plazo, basado en la legitimidad democrática».

Llamado urgente a cambiar la forma de pensar

La Cumbre de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable, Río 2012, debe cambiar la mentalidad dominante por medio de:

La restauración de los derechos públicos sobre los privilegios de las empresas

después de treinta años de fortalecimiento del poder de los inversores y de las grandes corporaciones a través de la desregulación, la liberalización comercial y financiera, los recortes y exenciones de impuestos, y el debilitamiento del papel del Estado, y después de la crisis financiera impulsada por el mercado.

Los principios y valores de la Declaración de Río y la Declaración del Milenio de la ONU, aprobados por los jefes de estado y de gobierno, están amenazados y necesitan urgentemente ser restablecidos. Estos principios incluyen los Derechos Humanos, la Libertad, la Igualdad, la Solidaridad, la Diversidad, el Respeto de la Naturaleza, y la Responsabilidad Común pero Diferenciada. Los intereses empresariales no promueven estos principios y valores.

Tomar en serio la equidad

después de treinta años de políticas que ensancharon aún más la brecha entre ricos y pobres y han exacerbado las inequidades y desigualdades, incluso con respecto al acceso a los recursos.

Las fuerzas desenfrenadas del mercado han favorecido a los fuertes, ensanchando así la brecha económica. Esto requiere que el Estado corrija el desequilibrio, elimine la discriminación, y asegure medios de vida sostenibles, empleo decente e inclusión social. La justicia intergeneracional requiere moderación y responsabilidad por parte de la generación actual. Es urgente establecer derechos más equitativos per cápita hacia el patrimonio común mundial y la emisión de gases de efecto invernadero, teniendo plenamente en cuenta la responsabilidad histórica.

Rescatar la naturaleza

después de más de sesenta años de calentamiento global, pérdida de la biodiversidad, desertificación, agotamiento de la vida marina y de los bosques, una crisis del agua que se acelera y muchas otras catástrofes ecológicas.

La crisis del medio ambiente está afectando a los pobres mucho más que a los ricos. Existen soluciones basadas en el conocimiento, incluyendo tecnologías para restaurar los sistemas naturales y reducir drásticamente las presiones sobre el clima y el medio ambiente, mejorando al mismo tiempo el bienestar humano. Una «economía verde» es alcanzable, pero debe estar integrada en un concepto holístico de la sustentabilidad. Lo que necesitamos es un cambio de estilo de vida.

La Cumbre de Río de 1992 adoptó instrumentos jurídicamente vinculantes y asimiló a la sociedad civil. La Cumbre de Johannesburgo 2002 celebró las asociaciones basadas en un sector privado autorregulado. La Cumbre de Río 2012 debe reafirmar al Estado como el actor indispensable que establece el marco legal, hace cumplir las normas de equidad y los derechos humanos, y fomenta el pensamiento ecológico a largo plazo, basado en la legitimidad democrática.

Este llamado fue formulado por los siguientes miembros del Grupo de Reflexión sobre las Perspectivas de Desarrollo Mundial:

Albert Recknagel, terre des hommes Alemania; Alejandro Chanona, Universidad Nacional Autónoma de México; Barbara Adams, Global Policy Forum; Beryl d'Almeida, Abandoned Babies Committee Zimbabue (Comité para bebés abandonados); Chee Yoke Ling, Red del Tercer Mundo; Ernst-Ulrich von Weizsä cker, Panel Internacional para la Gestión Sostenible de los Recursos; Filomeno Sta. Ana III, Action for Economic Reform; George Chira, terre des hommes India; Gigi Francisco, Development Alternatives with Women for a New Era; Henning Melber, Fundación Dag Hammarskjöld; Hubert Schillinger, Friedrich-Ebert-Stiftung; Jens Martens, Foro de Política Mundial – Europa.

 

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