Educación en la transición: el mundo árabe que queremos1

Samir A. Jarrar
Educational Development Group, Líbano

 

 

 


Resumen
– En este artículo se ofrece un panorama de los desafíos y las oportunidades que afrontan los sistemas educativos de los países árabes tras la Primavera Árabe. Se hace un llamamiento a los países de la región para que, mediante un esfuerzo conjunto, se ocupen de las necesidades apremiantes que irán aumentando progresivamente con posterioridad a 2015.

Como consecuencia del levantamiento árabe que tuvo lugar durante la primavera de 2011, a lo que se suman las ocupaciones, los conflictos, las guerras civiles y la inestabilidad que afectan a la región, surge la necesidad de reexaminar las políticas de desarrollo dentro de un marco distinto, en el que esté contemplada la elaboración de un nuevo contrato social.

Las necesidades propias del desarrollo deberían enmarcarse dentro del contexto de la justicia social, la equidad, la igualdad y la sostenibilidad. Los gobiernos de la región deberían ser transparentes y rendir cuentas de sus actos. Sería necesario adoptar un nuevo enfoque del desarrollo y la educación basado en los derechos, a fin de reemplazar la prestación de servicios tradicional basada en el mercado.
 



Se tiende a incurrir en el error de crear estereotipos. Hablamos de la Primavera Árabe y de Oriente Medio como si fueran un solo levantamiento y un único país. Los países árabes se diferencian en cuanto a su extensión, cantidad de habitantes, recursos naturales, nivel de desarrollo, etc.

Sin embargo, los países de la región afrontan muchos desafíos comunes. La educación es uno de los principales sectores en el que necesitamos aunar esfuerzos para aprovechar más eficientemente los recursos disponibles. En este artículo se analizan los actuales desafíos y oportunidades, y se hace un llamamiento a los países para que, mediante un trabajo conjunto, satisfagan las necesidades urgentes que irán aumentando progresivamente con posterioridad a 2015. Es menester que los gobiernos de la región elaboren un nuevo contrato social para hacer frente al clima de creciente desencanto que reina entre los pueblos. Es preciso que abandonemos los actuales modelos de desarrollo sin equilibrio y comencemos a tratar de resolver los problemas que afronta nuestra región (AHDR, 2010).

Como consecuencia del levantamiento árabe que tuvo lugar durante la primavera de 2011, a lo que se suman las ocupaciones, los conflictos, las guerras civiles y la inestabilidad que afectan a la región, surge la necesidad de reexaminar las políticas de desarrollo dentro de un marco distinto, en el que esté contemplada la elaboración de un nuevo contrato social. Las necesidades propias del desarrollo deberían enmarcarse dentro del contexto de la justicia social, la equidad, la igualdad y la sostenibilidad. Los gobiernos de la región deberían ser transparentes y rendir cuentas de sus actos. Habría que adoptar un nuevo enfoque del desarrollo y la educación basado en los derechos, a fin de reemplazar la prestación de servicios tradicional basada en el mercado.

El mundo está atento

Esta importante transformación ocurrida en el mundo árabe, que ha sido impulsada desde las bases, ha captado la atención de todo el mundo. Si examinamos el escenario político del Mundo Árabe, notaremos que en Egipto las masas derrocaron a un régimen secular establecido en 1952, el cual en algún momento formuló promesas de igualdad y equidad, para terminar imponiendo a un gobernante que ejerció su autoridad por más de tres décadas. El depuesto régimen procuró consolidar una nueva forma de gobierno, la “soberanía de la República”, en la que los dirigentes políticos “elegidos” legaban la presidencia a sus hijos.

El punto culminante de la revuelta de las masas en Egipto fue el derrocamiento, nueve meses después de asumir el poder, de un partido religioso que había sido elegido democráticamente para gobernar el país. Con ello queda demostrado que la democracia es un fenómeno mucho más complejo que el mero acto de votar.

Pueden observarse situaciones similares, con diversos grados de intensidad, en Túnez, Libia y Yemén. Siria está siendo testigo de una pugna entre la ciudadanía y un régimen que procura gobernar por la fuerza, negándole a su pueblo el derecho a la participación. Sudán fue dividido en dos estados, y aún prevalece un clima de inestabilidad y de conflicto. Somalia ha sido asolada por una guerra civil que se ha prolongado por dos décadas. Irak continúa padeciendo las secuelas de la destitución por la fuerza de un dictador por parte de unidades militares occidentales, y no es posible asegurar que, como consecuencia de tal intervención, la situación en ese país haya mejorado en algún grado.

Palestina se encuentra sometida a una ocupación opresiva que ha privado a sus habitantes de la mayoría de los derechos básicos, entre ellos la educación y la libertad de circulación. Líbano aún no se ha recuperado de la guerra civil que lo azotó por más de dos décadas. Al igual que Líbano, Jordania es otro de los países con recursos limitados que están sobrellevando la carga que supone recibir una afluencia de cientos de miles de refugiados sirios desplazados por la guerra civil que actualmente está devastando su país y ha provocado el éxodo de millones de personas.

Por muchas razones, el desencanto se está apoderando de los pueblos de la región del Golfo. En Kuwait, el Parlamento ha sido disuelto y durante la última década prácticamente cada año se han celebrado nuevas elecciones. En Bahrein las minorías están luchando por ejercer plenamente de sus derechos. En el resto de la región se observa una serie de procesos en marcha, entre ellos la lucha por los derechos de la mujer y la participación de los extranjeros.

La presencia de inmigrantes en el Golfo, que en algunos países ha llegado a duplicar a la población autóctona, está generando un clima de agitación social. A falta de estrategias a largo plazo que aprovechen los recursos disponibles en la región, los conflictos sociales están siendo abordados con un método basado en “soluciones de parche”.

Cambios en el panorama

Con un escenario político tan peligroso como el que hemos descrito, los esfuerzos nacionales para alcanzar un desarrollo igualitario se han visto frustrados. ¿Qué está ocurriendo en el sector de los recursos humanos del Mundo Árabe?

A fines del siglo XX presenciamos varias metamorfosis en la Región Árabe, desencadenadas por una serie de fenómenos, entre ellos:

  • Una alta tasa de crecimiento demográfico de alrededor de 2,7%, que se tradujo en una alta tasa de dependencia, de tal manera que sobre el 50% de la población tiene menos de 20 años.
  • Se realizaron progresos en materia de educación y salud, pero los beneficios obtenidos han sido dispares.
  • Prevalecen las desigualdades entre países y entre regiones de un mismo país.
  • Los conflictos entre países de la región, y al interior de los mismos, han puesto en riesgo la cohesión social, lo cual ha conducido a una desaceleración del progreso y el desarrollo.
  • En la Cumbre Económica y Social del Mundo Árabe (celebrada en Amán, Jordania, en enero de 2013) se delineó una amplia gama de temas, de los cuales las cuestiones de género, el empleo, la pobreza y la educación de calidad fueron los más relevantes. La desigualdad en la prestación de servicios se aprecia más claramente entre los grupos marginados y en las zonas rurales.

Según datos estadísticos de la ONU, la población del Mundo Árabe llegará a los 395 millones en 2015, en comparación con los 317 millones que había en 2007. Habida cuenta de que el 60% de la población tiene menos de 25 años, podemos imaginar cuál será la repercusión de este fenómeno en el desarrollo en general, especialmente si consideramos que la región se caracteriza por una situación de extrema disparidad y diversidad. Entre los problemas observados pueden mencionarse altos niveles de desempleo, una escasa creación de empleos y un acelerado ritmo de urbanización que alcanza hasta el 40%. La escasez de agua y alimentos es atribuible en parte a la degradación y la contaminación del ambiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Participación

 

No hay que confiar en las cifras

El proceso de cuatro décadas durante el cual se ha reforzado la capacidad de los gobiernos árabes para alcanzar los objetivos de Educación para Todos ha arrojado cifras estadísticas impresionantes. La tasa de matrícula de niños y niñas en edad de asistir a la enseñanza primaria es de un 88%. La universalización de la matrícula se está propagando en la Región Árabe con una tasa ajustada de 95% o por encima de esa cifra. Estos datos son proporcionados por los gobiernos y dados a conocer por organismos de la ONU, de modo que su validez resulta, en el mejor de los casos, discutible. No ha sido tarea fácil recopilar datos y elaborar estadísticas en la región, debido, entre otras razones, a la voluntad política de los gobiernos y a factores asociados relativos a una distribución según criterios demográficos o societales, ya sea por etnia, bando o credo religioso. En Líbano no se ha realizado un censo desde 1932. Incluso puede que las estadísticas censales publicadas no sean siempre fiables en el caso de algunos países.

El sistema educativo del Mundo Árabe ha experimentado notorios progresos en lo relativo a la tasa de matrícula y la paridad entre los géneros en el nivel primario. En el nivel secundario, el 69% de la cohorte está matriculada, con varianzas en todos los niveles. Un logro digno de destacar con respecto al género es que, en la mayoría de los países árabes, las niñas están superando en rendimiento a los niños. Se ha observado una reversión de la brecha entre los géneros en el área de las matemáticas. En muchos países están asistiendo más mujeres que hombres a instituciones de educación superior.

Lo lamentable es que aún hay 5 millones de niños y niñas no escolarizados a nivel primario; en el caso de estas últimas, la proporción alcanza al 61%. Pese a que las tasas de analfabetismo se han reducido a la mitad durante la última década, todavía hay 50 millones de iletrados en el Mundo Árabe.

Al haber aumentado las facilidades para estudiar, se ha producido un cambio desde un enfoque cuantitativo centrado en el acceso hacia una preocupación por los aspectos cualitativos del proceso educativo. Se considera que los resultados de aprendizaje han sido menos que aceptables. Por añadidura, la Región Árabe ha realizado escasos progresos en el área de la atención y educación de la primera infancia. Se estima que, de la cohorte de niños y niñas en edad preescolar, el 19% se encuentran matriculados, y de ellos cerca del 75% asisten a escuelas preescolares privadas, en comparación con el 33% de la media mundial. La pregunta que surge es: cómo influirá este fenómeno en el proceso de socialización y forja del carácter de nuestros niños y niñas. Las investigaciones hacen hincapié en la importancia de estos primeros años de formación.

Algo está faltando

El otro problema relevante es que la mayoría de los países árabes aún no han incluido la educación preescolar como componente de su escala de progresión educativa, ni han elaborado un currículum apropiado para el ciclo. La capacitación de maestros para el ciclo educativo de la primera infancia constituye un programa novedoso en la mayoría de las facultades de pedagogía, cuyos procesos de formación docente han quedado obsoletos. El cuerpo académico, cuando se dispone de uno, es limitado y los profesores no cuentan con una adecuada preparación. El problema más urgente, no obstante, es la disponibilidad de instalaciones apropiadas y de recursos financieros en una época en que la mayoría de los ministerios de educación están sufriendo recortes presupuestarios, en especial debido a que el 85% del dinero se gasta en sueldos.

Pese a todo, la buena noticia es que los educadores y los ministerios de educación de la región están comenzando a aquilatar la importancia de la educación preescolar y a apreciar los efectos positivos en los niños y niñas que la reciben. Los alumnos graduados están mejor preparados para incorporarse al ciclo primario, por lo que aumentan las probabilidades de que permanezcan en él y no lleguen a desertar. La asistencia a la escuela preescolar permite bloquear una de las principales vías que conducen al analfabetismo.

Los gobiernos árabes han adoptado importantes medidas e invertido ingentes recursos para introducir reformas educativas. El gasto público total de la región en educación excedió el 4,7% del producto interno bruto (GNUD, 2013).

Las niñas aún tienen que luchar

Con todo, persisten todavía notorias desigualdades entre los países de la región, tanto a nivel individual como colectivo. Las medias globales de índices educativos encubren las desigualdades en los niveles de oportunidades disponibles, al igual que el progreso académico y los resultados de aprendizaje. Las “desventajas que se refuerzan mutuamente”, como la brecha entre las zonas urbanas y rurales, al igual que el ingreso, la condición de minoría, y el hecho de ser un país afectado por conflictos y ocupaciones, siguen influyendo. Con relación a las cuestiones de género, cabe destacar que en 2010 las niñas representaban el 47% de la tasa total de matrícula en el ciclo primario, con la posibilidad de alcanzar la paridad en 2015. Sin embargo, los contratiempos asociados a las crisis y situaciones de emergencia que han afectado a la región podrían revertir esta tendencia favorable. De hecho, los esfuerzos nacionales por mejorar la calidad y la cobertura del sistema educativo se han visto entorpecidos por la inestabilidad, las luchas intestinas, las guerras civiles, la ocupación, los conflictos prolongados, las perturbaciones económicas a nivel mundial, y la crisis financiera. En todos estos factores podemos encontrar las razones fundamentales que explican el actual retroceso en los logros alcanzados en el campo de la educación. Un ejemplo del efecto negativo de los conflictos puede apreciarse claramente en el caso de Siria, país donde en 2009 el 93% de los niños y niñas en edad de recibir enseñanza primaria estaban asistiendo a la escuela. En 2013, debido a la guerra civil, no menos del 20% de los edificios escolares se encuentran totalmente destruidos, las tasas de matrícula y asistencia han disminuido de manera considerable, especialmente entre los millones de sirios desplazados, tanto al interior del país como fuera de sus fronteras.

Irak logró aproximarse a la enseñanza primaria universal hacia fines de la década de 1990. Tras la guerra, y como secuela de las sanciones impuestas por Occidente y el aumento de la violencia, las tasas de asistencia descendieron al 71%, lo que dejó a por lo menos un millón de niños y niñas fuera del sistema escolar. Con respecto a Palestina, donde prevalece la ocupación y el trato segregacionista por parte de los invasores, la tasa de matrícula en la enseñanza primaria experimentó un descenso de 92% en 1999 a 87% en 2010 (UNESCO, 2012).

Las reformas educativas introducidas en el Mundo Árabe no siempre han ido acompañadas de equidad, eficacia y eficiencia. No han avanzado al mismo ritmo que los cambios socioeconómicos y políticos, en particular con las oportunidades que ofrecen y las limitaciones que imponen hoy en día los cambios políticos que se están observando en toda la región. Muchos países árabes carecen de capacidades sólidas para la planificación educativa, y de marcos normativos pertinentes que sirvan de guía para planes y progresos que respondan a las nuevas necesidades de aprendizaje de alumnos de distintos niveles de enseñanza. Otro obstáculo importante observado en la región es que la mayoría de los países están insuficientemente provistos de herramientas para recopilar y analizar datos, al igual que de sistemas para gestionar la información que puedan aprovecharse en el análisis de situaciones o en el desarrollo de políticas. Aún no se ha apreciado en toda su magnitud el potencial de transformación.

Me parece que esta situación ofrece una oportunidad inmejorable para que el Mundo Árabe haga un balance de la masiva transformación que está teniendo lugar en esta etapa de nuestra historia, para así rediseñar nuestra agenda conjunta de progreso y desarrollo, adoptando una fórmula análoga al modelo de la Unión Europea en la que se combinen nuestros recursos, mano de obra y voluntades. Al poseer un idioma, una historia y una tradición en común, y al compartir todos una fe monoteísta, los árabes tienen la oportunidad de afrontar sus problemas de manera conjunta, con lo que aumentan enormemente sus posibilidades de éxito. Ya lo hemos logrado en épocas anteriores.

Hay que comenzar por los datos

Cuando analizamos los datos en el Mundo Árabe, nos encontramos con problemas bastante graves. La región ha sido testigo de muchos intentos por reformar y crear sistemas de gestión de la información en ministerios de educación. Las dificultades para recopilar y analizar los datos persisten, con algunas excepciones.

La validez de los datos sigue siendo el principal tema de preocupación, junto con su oportuna disponibilidad para influir en las decisiones sobre políticas. Incluso cuando hablamos de 50 millones de árabes analfabetos, la cifra global subsume una gran cantidad de valiosa información que resulta necesaria cuando quienes toman las decisiones tienen que elaborar políticas sensatas basadas en información real. Por ejemplo, no estoy seguro de que siquiera contemos con datos divididos por edad y género en la asignación de estas cifras de analfabetismo.

Nuestros índices de educación formal siguen siendo mucho más confiables que aquellos sobre educación no formal y educación de adultos, específicamente. En efecto, este sector de la escena educativa siempre ha sido problemático y no muy productivo. Se han gastado cientos de millones de dólares en diversos programas que van de campañas de alfabetización a toda suerte de iniciativas de empoderamiento centradas en mujeres y desertores escolares, en las aptitudes profesionales básicas, etc., con muy pocos resultados tangibles.

El principal obstáculo es que la educación no formal está excluida del panorama educativo en la mayoría de los países de la región, donde el sistema de enseñanza es muy tradicional y restringido. Resulta muy difícil pasar de los programas de educación profesional o técnica a los de carácter académico. Para reincorporar a los desertores escolares al sistema educativo establecido hay que sortear poderosos obstáculos. Si ya es bastante difícil cambiarse de una facultad a otra al interior de una universidad, resulta aun más complicado cambiarse de una institución de enseñanza a otra en el mismo país sin invertir una gran cantidad de tiempo y esfuerzo.

Justicia y crecimiento económico a partes iguales

Es posible identificar diversos problemas derivados de las actuales circunstancias. Los levantamientos ocurridos en varios países de la región han puesto de relieve necesidades no satisfechas adecuadamente antes de 2011. En particular nos percatamos de que:

  • El desarrollo tiene que ser planteado como un fenómeno que trasciende el crecimiento económico y el acceso a los servicios sociales. Las políticas de desarrollo deberían involucrar valores esenciales, como la igualdad y la justicia, la transparencia y la rendición de cuentas, la sostenibilidad, la calidad y la transmisibilidad.
  • Entre los factores a los que se debe prestar atención se incluyen la distribución equitativa de los recursos, el crecimiento inclusivo, el empleo de los jóvenes, y la resiliencia frente a los cambios ecológicos asociados a la escasez de recursos.
  • Frente a situaciones de emergencia complejas, a la ocupación, a los conflictos y a los problemas de seguridad, debemos abandonar la planificación de desarrollo a largo plazo y adoptar una estrategia que nos permita estar preparados para responder inmediatamente ante las emergencias.

Necesitamos un nuevo paradigma

Es preciso contemplar la aplicación de un nuevo paradigma educativo para responder a las necesidades que se plantean en el Mundo Árabe. Dicho paradigma debería tener en cuenta las filosofías educativas y las percepciones del desarrollo a nivel nacional y regional. Basándonos en las nuevas investigaciones sobre el cerebro y su vínculo con la formación del conocimiento, en las teorías y los procesos de aprendizaje, y en los progresos en el campo de la tecnología y las comunicaciones, podemos desarrollar un nuevo paradigma en el que no será necesario ser escolarizado por 15 años para completar la educación secundaria. Entre los pasos que hay que dar para avanzar en la dirección correcta se incluyen: tratar de lograr un aprendizaje de calidad y elaborar nuevos currículos, renovar la pedagogía, mejorar la condición social de los maestros y profesionalizar el cuerpo docente. Asimismo, debemos conseguir que los maestros y formadores rindan cuentas de su actividad al vincular todos estos procesos con su ascenso y su sueldo.

Los maestros en el Mundo Árabe están afectados por graves problemas que inciden en su rendimiento. Su formación es, en el mejor de los casos, mediocre, su condición social ha empeorado con el tiempo, y los incentivos económicos que reciben son bajos en comparación con otras profesiones.

Los requisitos de admisión a facultades o escuelas de educación se encuentran entre los menos exigentes de la enseñanza superior. Las facultades y los programas dedicados a la formación docente aplican enfoques y métodos demasiado tradicionales. Se presta escasa atención a las prácticas en las escuelas y los docentes supervisores no ofrecen suficiente ayuda. Una vez que los maestros comienzan a trabajar en el aula se encuentran con que deben hacerse cargo de un gran número de alumnos, y cuentan con muy pocos materiales auxiliares y prácticamente ningún tipo de supervisión y apoyo. Los docentes se ven sobrecargados al tener que asumir demasiadas tareas y responsabilidades complejas contando con una ayuda y una capacitación efectiva muy limitadas.

La escasez de maestros en la región, junto con las reducciones presupuestarias, han llevado a los ministerios de educación a contratar a docentes inexpertos sin formación pedagógica. En la formación durante la docencia se aplican modelos clásicos obsoletos que privilegian las clases expositivas, metodología que es preciso cambiar y perfeccionar.

Así pues, toda la situación gira en torno a los maestros

La profesionalización y el empoderamiento de los docentes fue una importante decisión adoptada por los jefes de estado árabes en la Cumbre de Jartum, celebrada en 2007.

Se creó un grupo de tareas bajo los auspicios de la Liga de Estados Árabes y de todos los principales centros educativos de esa región, con apoyo de UNICEF. En 2009 se elaboró un “Marco de Orientación sobre Normas de Desempeño para Maestros Árabes: Políticas y Programa”, y los ministros de educación de la región lo refrendaron como un avance hacia la profesionalización de la docencia. En él se incluye una iniciativa orientada a la certificación de la calidad y a la otorgación de licencias, como también al mejoramiento de las condiciones laborales de los maestros.

Causa extrañeza ver cómo, después de todos estos esfuerzos, uno de los principales ministerios de educación de la región haya sido capaz de otorgar licencias a más de 500.000 maestros en menos de un año. Si consideramos todo lo que costó poner en marcha los programas de control de calidad y centrar el interés en la rendición de cuentas, esa actitud entorpece el verdadero desarrollo del personal docente. Ese modo de proceder está desacelerando el progreso y resulta contraproducente cuando el aprendizaje, en vez de la enseñanza, pasa a ser la principal preocupación del nuevo paradigma pedagógico.

Recomendaciones y prioridades para después de 2015:

  • La educación es un derecho humano fundamental, y el instrumento básico para conquistar todos los demás derechos. No es solo uno más de los sectores de servicios que el Gobierno pone al alcance de la gente.
  • La educación es una de las herramientas más eficaces para superar la desigualdad, reducir la pobreza, al igual que para promover el crecimiento y el desarrollo. Es la inversión más rentable, que permitirá abrirle las puertas a la región para que se incorpore a la economía mundial basada en el conocimiento.
  • Un aprendizaje de calidad igualitario y “para todos” a lo largo de toda la vida es un objetivo educativo integral que puede fomentar el progreso de los ciudadanos árabes. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio deberían ser reemplazados por la perspectiva de la “Educación para Todos” (Jomtien, 1990) debido a su visión, su alcance y su carácter inclusivo. La Educación para Todos promueve una visión holística y abarcadora de la educación y el aprendizaje, la cual se proyecta a lo largo de toda la vida.
  • Reducir y eliminar las desigualdades entre los resultados de aprendizaje de los alumnos, y supervisar el rendimiento académico.
  • Corregir las desigualdades asociadas al género, la pobreza, la discapacidad, el lugar de residencia y otros factores, a fin de promover la inclusión en todos los niveles.
  • Garantizar el acceso equitativo a la educación de calidad para niños, niñas y jóvenes que viven en situaciones de ocupación, conflicto y emergencia, que en el mundo árabe han llegado a estar a la orden del día.
  • La educación de calidad debe proporcionar a las personas aptitudes, conocimientos y valores acordes con el siglo XXI, que les permitan conseguir un trabajo digno y convivir como ciudadanos activos a nivel nacional y mundial.
  • Crear ambientes de aprendizaje seguros y favorables que incluyan currículos sensibles e interactivos, al igual que materiales auxiliares. Contratar una cantidad suficiente de maestros cualificados y motivados, desarrollar tecnologías de información y comunicaciones (TIC), ofrecer una infraestructura acogedora para los alumnos, concentrarse en la gestión basada en las escuelas, como asimismo aplicar herramientas de supervisión y desarrollar sistemas de evaluación y diagnóstico.
  • Ampliar el acceso más allá de la enseñanza primaria, para abarcar todos los niveles educativos (atención y educación de la primera infancia, formación básica y post-básica), todas las modalidades de educación (formal, no formal e informal) y todos los grupos etarios, prestando especial atención a los grupos más marginados.
  • La revisión del sistema educativo debería incluir: una percepción clara, rendición de cuentas, transparencia, datos más precisos para tomar decisiones acertadas que se basen en evidencias; sistemas exhaustivos de evaluación y supervisión, amén de la implicación de todos los actores en el proceso.
  • Es menester reexaminar y difundir las mejores prácticas. La región cuenta con un enorme bagaje de conocimientos y prácticas en materia de educación, el cual no ha sido dado a conocer suficientemente fuera de sus comunidades locales. Al ponerse estas experiencias al alcance de la comunidad se enriquecerá la práctica de la educación.

Conclusión

En conclusión, me parece necesario reexaminar el paradigma de educación, el cual ha logrado su objetivo y ha cumplido su ciclo. Fue creado hace más de tres siglos para satisfacer las necesidades derivadas de la revolución industrial. Los intentos de reformar y modificar el paradigma educativo solo han sido circunstanciales y parcialmente exitosos, logrando cumplir objetivos a corto plazo. Hoy en día son pocos los países del mundo que pueden declararse satisfechos con su sistema educativo. Todos los fracasos y deficiencias se achacan a los sistemas educativos.

Con todos los avances y desafíos que vaya aportando a la humanidad el siglo XXI, que aún está en sus albores, irá creando una necesidad cada vez mayor de contar con educación y capacitación. Merecemos contar con un nuevo paradigma, con una visión y un enfoque que permitan afrontar los desafíos propios de nuestra época.

Necesitamos que los organismos de la ONU, junto con sus homólogos regionales, convoquen a un comité de personas eminentes, similar al de Edgar Faure o el de Jack Delors, para que reexamine nuestro paradigma educativo y proponga un nuevo paradigma que responda a los desafíos que encaramos y oriente nuestros esfuerzos.

 


Nota

1 / Este artículo se basa en una ponencia presentada por el autor durante el “Foro de Desarrollo Árabe: prioridades para la Agenda post-2015“ (celebrado en Amán, Jordania, entre el 10 y el 11 de abril de 2013, con el auspicio del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo, “El mundo que queremos“). En él se resumen las conclusiones del Grupo de Trabajo 4: “Acceso a servicios básicos y calidad de los mismos: educación en la región de Oriente Medio y África Septentrional“. Los datos se basan en informes y ponencias de oficinas regionales de UNESCO y UNICEF (2013).

Referencias

AHDR (2010): Arab Human Development Report Research Paper Series. UNDP Regional bureau of Arab states. Disponible en http://bit.ly/14f57fo

Banco Mundial (2008): The Road not traveled: education Reform in the Middle East and North Africa. Disponible en http://bit.ly/b119Rg

Carnegie Middle East Center (2012): The Arab World’s Education Report Card. Disponible en http://ceip.org/yJX7Zs

IEA (2011): International Association for the Evaluation of Educational Achievement. Trends in international mathematics and science study (TIMSS).

League of Arab States (2010): Guiding Frame Work of Performance Standards for Arab Teachers: Policies and Programs. El Cairo.

Mirki, B. (2010): Population Levels, Trends and policies in the Arab Region: Challenges and opportunities. Disponible en http://bit.ly/17jN8v3

UNDG (2013): The Arab Development Forum: Priorities for the Post-2015 Agenda. Working Group 4: Access to and quality of basic services: Education in the MENA Region.

UNDP (2011): Arab Human Development Report. Disponible en http://bit.ly/arGups

UNESCO (2012): Youth and skills: Putting Education to work. EFA Global Monitoring Report. Disponible en http://bit.ly/Pz2VO7

UNESCO (2013): Moving the post 2015 Development Agenda.

Yousif, A. (2009): The state and development of adult learning and education in the Arab States. Hamburgo: UNESCO Institute for Lifelong Learning. Disponible en http://bit.ly/16MRndW

 


Sobre el autor

El Dr. Samir Ahmad Jarrar es expresidente de la Asociación Libanesa para los Estudios sobre Educación, y miembro del consejo de redacción del Mediterranean Journal of Educational Studies. También es miembro del Grupo de Tareas de la Liga Árabe y UNICEF sobre Mejoras en la Calidad de la Educación del Sistema Árabe de Formación y Acreditación Profesional de los Docentes. El Dr. Jarrar es presidente del Consejo de Administración del Colectivo de Recursos Árabes (Arab Resource Collective – ARC), y Director Ejecutivo del Grupo de Desarrollo Educativo. Ha sido profesor invitado en muchas universidades, como la Universidad George Washington, la Universidad de Georgetown, y la Universidad de Kuwait. El Dr. Jarrar ha publicado diversos libros sobre educación, entre ellos “Education in the Arab World”, “Arab Education in Transition” y “Core Skills for Training Teachers in Jordan”. Fuera de sus libros, ha contribuido con capítulos y artículos a numerosos libros yrevistas.

Contacto

P.O. BOX 13-5639 Chouran
Beirut
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+9611 743090
sajarrar@hotmail.com

 

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