La historia de Alemtsehay, Etiopía

¿A qué edad aprendió a leer y escribir?

Actualmente soy una mujer de 42 años. Comencé a leer y escribir de manera aceptable hace dos años, cuando me inscribí en el Programa Integrado para Empoderamiento de la Mujer (Integrated Women’s Empowerment Programme – IWEP). Cuando era una niña pequeña que trabajaba como asistenta de hogar para diversas familias, fueron varias las veces que intenté estudiar, pero todos mis esfuerzos fueron en vano porque no asistía a clases regularmente.

¿Por qué no aprendió cuando niña?

Nací en una zona rural, donde no había escuelas en las cercanías. Además, no se prestaba demasiada atención a la educación de las niñas. Me casé a los 12 años y mi esposo me trajo a Addis Abeba. Me di cuenta de que era polígamo y aficionado a la bebida. Escapé de él y comencé a trabajar como asistenta en diferentes casas. Cuando niña traté en varias ocasiones de estudiar, pero sin éxito debido a la naturaleza de mi trabajo. Pasado un tiempo, me volví a casar. Mi segundo esposo era miembro del ejército. Di a luz a mi primera hija y me transformé en ama de casa para cuidar de la niña.

¿Qué fue lo que más le costó al aprender en la edad adulta?

Al aprender siendo adulta una se topa con muchos obstáculos. Con frecuencia olvidaba lo aprendido el día anterior o dos días atrás, por lo que el instructor se veía obligado a repetir varias veces la lección. Además, yo sufría un problema de salud: tenía una mano quebrada y me costaba escribir correctamente las letras.

¿Cuál fue su motivación para aprender?

Participo activamente en círculos sociales como “idir”, “iqub” (clubes o grupos sociales de nivel local), etc. Fue en ellos donde tomé conciencia de mis limitaciones por el hecho de ser analfabeta. Debido a mis habilidades de comunicación y a mi entusiasta participación en los círculos sociales locales, incluida la asociación femenina, se me ofreció la oportunidad de inscribirme en el programa IWEP. Ahora soy la líder de mi grupo.

Estaba llena de entusiasmo e interés por incorporarme al programa de alfabetización. Me lo tomé en serio y jamás falté a clases. Fue así como ahora soy capaz de leer todo lo que puedo, como también de leer y tomar notas sobre sucesos importantes.

¿Qué ha significado el aprendizaje para usted? ¿Cómo ha cambiado su vida?

Sin duda mi vida ha cambiado notoriamente. Soy capaz de usar el teléfono móvil para mis asuntos personales. Puedo hacer llamadas y también almacenar números importantes de un modo fácil de recordar. También comencé a aprender por mi cuenta el alfabeto inglés. Cuando las tesoreras de nuestro grupo se encuentran fuera, mantengo registros de las actividades que emprende nuestro grupo para generar ingresos, como también del dinero ahorrado.

Mis aptitudes de lectura y escritura aumentaron mi valoración social. Como sé leer y escribir, puedo participar activamente en asuntos relacionados con la mujer. También he recibido numerosos premios por participar y colaborar con entusiasmo en las asociaciones femeninas.

He llegado a adoptar una actitud orientada al ahorro. He recibido cierta capacitación empresarial y horneo en casa pan e “injera” (pan sin levadura típico de Etiopía) para vender y así obtener algunos ingresos sin salir de mi hogar. Logro ahorrar mensualmente no menos de 300 birr, y mi intención es abrir una tienda en el recinto donde vivo actualmente. Además, participo en un plan de ahorro colectivo, gracias al cual ya hemos podido comprar una vaca lechera. Ya no tengo que molestar a mi marido para que me financie la totalidad de los gastos. Dispongo de mis propios ingresos que puedo gastar en caso necesario, y puedo ayudar a sustentar a mi familia.

A pesar de que la aritmética me resultaba muy difícil, me esforcé por aprenderla y me fue de gran utilidad, especialmente en mis actividades para generar ingresos. Aprovecho mis aptitudes de lectura y escritura para llevar un registro de fechas, nombres y la cantidad de “injeras” y panes comprados por los clientes para calcular el monto final. Me imagino lo complicada que sería mi vida si no fuera capaz de llevar un registro de los clientes que pagan a plazos.

¿Qué les diría a otros adultos que no saben leer ni escribir?

Tengo un mensaje entusiasta para las mujeres como yo: ¡Despierten! Abandonen el analfabetismo. Aprovechen los programas de alfabetización. Fuera de todos los demás beneficios, ¿acaso no es fantástico ser capaz de desenvolverse libremente y realizar nuestras actividades de manera independiente?

 

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