La historia de Bosena, Ethiopia  

¿A qué edad aprendió a leer y escribir?

Comencé a leer y escribir hace dos años, a los 44. Hoy tengo 46.

¿Por qué no aprendió cuando niña?

Crecí en una zona rural, donde la educación de las niñas no era considerada importante por los padres y por la sociedad en general. Mis padres no querían enviarme a la escuela porque veían con muy malos ojos la educación de las niñas. Mientras realizaban los preparativos para darme en matrimonio, me escapé y comencé a vivir en un pueblito llamado Dangila junto a una tía, que se ganaba la vida como jornalera. Me escapé porque mi sueño era ir a la escuela y transformarme en una persona instruida. Poco después, me trasladamos junto a mi tía a Humera (pueblo donde se encuentra una enorme granja algodonera estatal) en busca de trabajo. Fue allí donde me casé y comencé a tener hijos. Hace 20 años nos mudamos a Addis Abeba porque mi esposo consiguió una transferencia. Nunca había tenido la oportunidad de ir a la escuela. Estuve ocupada en la crianza de los hijos y en los quehaceres domésticos. Así pues, ya habían pasado muchos y había perdido las esperanzas de recibir educación.

¿Qué fue lo que más le costó al aprender en la edad adulta?

Obviamente no es fácil aprender con tantas responsabilidades y tareas de la casa. En especial al comienzo no me sentía tan interesada. Con frecuencia olvidaba lo que había aprendido. La aritmética me costaba mucho, especialmente la resta; aún tengo problemas con las restas en mis transacciones comerciales y cuando trato de recuperar las llamadas perdidas en mi teléfono.

¿Cuál fue su motivación para aprender?

Sabía que tenía problemas. Tenía miedo y me faltaba confianza al interactuar con la gente. Solo conocía algunos lugares del vecindario, la iglesia y el mercado. No conocía muchos lugares, porque temía perderme y prefería quedarme en casa la mayor parte del tiempo. La educación la había dejado para mis hijos. Hace dos años, mi vecina me alentó a participar en el Programa Integrado para Empoderamiento de la Mujer (Integrated Women’s Empowerment Programme – IWEP), implementado por DVV International en Etiopía. Casi me burlé de ella, y le dije que no perdiera su valioso tiempo en semejante disparate. Ella insistió en señalarme que el aprendizaje puede mejorar nuestro modo de vida. Día tras día fue convenciéndome y fue así como terminé participando en el programa. Pasado cierto tiempo, percibí claramente que el programa mejoraría mi calidad de vida.

¿Qué ha significado el aprendizaje para usted?

Participar en el programa de alfabetización me ha abierto nuevas oportunidades en mi vida. Ahora sé leer y escribir. Ya no temo comunicarme con la gente. Reconozco los números de los autobuses cuando tengo que ir al hospital, al kebele (oficina municipal) o a otros lugares. Puedo leer las instrucciones y los números de las oficinas. Puedo leer y rellenar los formularios y firmar lo que he leído. Me siento lo suficientemente segura para no temer perderme. Puedo usar mi teléfono móvil; con la ayuda de mis hijos he aprendido a almacenar y recuperar los números, y así puedo llamar a familiares y amigos sin ningún problema.

He llegado a adoptar una actitud orientada al ahorro. He recibido cierta capacitación empresarial y horneo en casa pan e “injera” (pan sin levadura típico de Etiopía) para vender y así obtener algunos ingresos sin salir de mi hogar. Logro ahorrar mensualmente no menos de 300 birr, y mi intención es abrir una tienda en el recinto donde vivo actualmente. Además, participo en un plan de ahorro colectivo, gracias al cual ya hemos podido comprar una vaca lechera. Ya no tengo que molestar a mi marido para que me financie la totalidad de los gastos. Dispongo de mis propios ingresos que puedo gastar en caso necesario, y puedo ayudar a sustentar a mi familia.

A pesar de que la aritmética me resultaba muy difícil, me esforcé por aprenderla y me fue de gran utilidad, especialmente en mis actividades para generar ingresos. Aprovecho mis aptitudes de lectura y escritura para llevar un registro de fechas, nombres y la cantidad de “injeras” y panes comprados por los clientes para calcular el monto final. Me imagino lo complicada que sería mi vida si no fuera capaz de llevar un registro de los clientes que pagan a plazos.

¿Qué quisiera decirles a otros adultos que no saben leer ni escribir?

Sin importar cuáles sean las circunstancias, los adultos, en especial las mujeres, deberían aprender. Cuando sabes leer, ya no pueden engañarte. Cuando aprendes a leer y escribir tienes más oportunidades en la vida y mejora tu existencia. Puedes participar activamente en tu vida social y conseguir ascensos.

 

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