Revitalizar la ciudadanía cultural

Fotografía de Victor Hilitski

El profundo apego espiritual al lugar de nacimiento es una característica propia de la mentalidad bielorrusa. Ello se debe a que muchos habitantes consideran que existe un vínculo que los liga a la nación bielorrusa, de conformidad con la cultura y la historia tradicionales de su aldea o poblado natal. Pese a que cuenta con una numerosa población urbana, generalmente se alude a Bielorrusia como una nación de “habitantes locales”. Aprovechar esta característica de apego emocional a los orígenes rurales puede transformarse en una “herramienta cultural” para revitalizar las aldeas bielorrusas.

El objetivo del proyecto “Historia viviente de mi aldea”, implementado por DVV International, fue precisamente inyectarles dinamismo a los habitantes de zonas rurales de Bielorrusia, fomentando su responsabilidad civil y desarrollando su identidad nacional al recopilar y conservar testimonios asociados a la tradición y la cultura locales, y al aprender de su historia. Una de las fases de esta iniciativa incluía la planificación y la implementación a nivel local de 18 diferentes proyectos a pequeña escala en las seis regiones de Bielorrusia, a fin de involucrar a las poblaciones rurales en el proceso de desarrollo de sus territorios.

Casi un año después de la conclusión oficial del proyecto, el equipo de DVV International en Bielorrusia, junto con el fotógrafo Victor Hilitski, visitaron cuatro lugares donde se habían implementado los pequeños proyectos para verificar cuáles habían sido sus repercusiones y sus resultados en el largo plazo.

Cherven, situada en la región de Minsk, utilizó como sede de su proyecto el hostal para personas con necesidades especiales. Allí los instructores familiarizaron a los residentes con las peculiaridades del legado cultural, las costumbres y las tradiciones de Bielorrusia. Este programa fue concebido como una manera de prepararlos para vivir en sociedad, y de ayudarlos en su proceso de inclusión social.

Semezhevo revivió tradiciones culinarias de larga data, que son el legado intangible de sus antepasados. En la actualidad, la aldea está marcando la pauta en los esfuerzos por llamar la atención sobre la necesidad de conservar el arte culinario y los ritos locales de la región de Minsk.

Radun hizo hincapié en su carácter único, creando un museo al aire libre de piedras de la Era del Hielo. La idea del proyecto era salvar la brecha informativa y cultural entre el patrimonio natural que posee la zona y la verdadera conciencia que los habitantes locales tienen de su existencia.

En Stoyly, el último habitante permanente, Mikola Tarasiuk, creó el museo denominado “Recuerdos de la tierra natal”, que alberga piezas de artesanía tallada en madera que representan escenas de la vida de los antiguos residentes de la aldea. Mikola Tarasiuk ya no está en este mundo, pero su obra sirve en la actualidad para atraer a turistas rurales a Stoyly, donde pueden apreciar esta “enciclopedia al aire libre” de la vida campesina bielorrusa.

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