Habilidades y competencias para el trabajo y la vida: ¿Una receta ­mágica?

Katarina Popović es secretaria general del Consejo Internacional de Educación de Adultos (International Council for Adult Education – ICAE), catedrática de la Universidad de Belgrado, Presidente de la asociación nacional de educación de adultos de Serbia y editora en jefe de la revista "Andragogical Studies".

Contacto
katarina.popovic@outlook.com

 


Se trata de una realidad que hemos presenciado durante largo tiempo. La brecha que existe entre la educación general, por una parte, y la educación y formación profesional, por la otra. Esta brecha ha persistido en las ciencias, en la investigación y la política educativa, creando dos paradigmas distintos, dos caminos separados que conducen a metas totalmente distintas. Esta división artificial sólo ha sido un fenómeno persistente en las prácticas educativas de la educación formal (y desde el punto de vista formal), o bien en los polos extremos del continuo de la realidad educativa. Es una fisura que ha perjudicado a ambos paradigmas y ha impedido un desarrollo más expedito de las ideas educativas y de prácticas más innovadoras. En consecuencia, es preciso poner freno a esta tendencia.

Los problemas cada vez más graves que deben afrontarse a ambos lados (creciente desempleo, un escenario industrial que cambia rápidamente, nuevas formas de economía, el desarrollo tecnológico, amén de una progresiva incertidumbre, un creciente número de conflictos, la intolerancia, el cambio climático y los problemas medioambientales) nos han obligado a prestar finalmente mayor atención a la educación para el mundo laboral y a la educación para una vida en constante transformación. La escasez de recursos subraya la necesidad de buscar nuevos enfoques educativos, de ser eficientes y descubrir sinergias y —un último aspecto, aunque no el menos importante— de identificar la lógica de la realidad holística de la persona que aprende.

Se suponía que un concepto de las habilidades necesarias para el mundo del trabajo abarcaría la Educación y formación Técnica y Profesional (EFTP) y todos los demás aspectos asociados al mundo del trabajo. Las habilidades para la vida han de preparar a las personas para todo lo demás: las aptitudes de lectura, escritura y cálculo, la educación básica, las TIC, la conciencia medioambiental, la paz y la interculturalidad, las ciencias, la comunicación y las relaciones humanas… y una serie de otros aspectos. Esta combinación de competencias para la vida y para el mundo del trabajo adquirió una enorme popularidad y ha sido adoptada por los principales diseñadores de políticas mundiales, incluso por aquellos que anteriormente habían abogado por paradigmas completamente distintos (tales como la UNESCO o la OCDE; por su parte, la Comisión Europea asumió el liderazgo en el uso y la aplicación indiscriminados de este concepto). La prometedora amalgama de variadas competencias no tardó en transformarse en una especie de receta para todos los tipos de educación. El hecho es que incluso el concepto de “habilidades”, que había sido adoptado de la terminología industrial (y, por tanto, era bastante restrictivo y simplista en su percepción del aprendizaje y la educación), fue motivo de problemas. Ello no quiere decir que haya frenado el entusiasmo por emplear la nueva combinación de habilidades. Todos los tipos de habilidades profesionales, incluso los de carácter marcadamente práctico, destinados a un propósito concreto y a un uso único, ¡fueron incluidos en una misma cesta junto a las habilidades cognitivas abstractas, la metacognición y el pensamiento crítico, los rasgos personales y las relaciones humanas!

En algunos casos, el término “habilidades” fue reemplazado por “competencias”, el cual es algo más amplio y menos restrictivo, pero las habilidades para la vida y el trabajo, como un conjunto, se resistieron a este cambio. Incluso las dificultades para categorizar las habilidades de esta manera dicotómica no se tradujeron en un mayor cuestionamiento del paradigma predominante ni de algún desarrollo de los pasos ulteriores.

Es obvio que el problema de una combinación tan indiscriminada y expuesta con poca claridad no radica en su separación, sino que tiene que ver con la única esfera en la cual ya está operando (e incluso operaba antes, sin que lo notaran los políticos ni los teóricos) en la práctica educativa. Una gran cantidad de iniciativas, proyectos y programas ya han demostrado que solo una perspectiva holística e integrada puede funcionar en el campo de la educación. Ya han aportado una serie de respuestas y han contribuido con muchos ejemplos de buenas prácticas. Pero aún no han sido percibidos por los creadores de los conceptos políticos, como tampoco han influido en la reformulación de la actual tendencia para la combinación de habilidades. No se trata del porcentaje de habilidades para el trabajo y de habilidades para la vida en los currículos, tampoco se trata de inculcarlas de manera simultánea o consecutiva, o de identificarlas y de añadir cada vez más habilidades, de establecer prioridades y de decidir en cuál hay que poner el acento.

La finalidad del desarrollo ulterior debería consistir en encontrar tanto fórmulas innovadoras para combinar habilidades (incluidos los conocimientos y las competencias), como modelos eficaces que resulten aplicables a las personas o los alumnos y a la industria o la economía (¡sin olvidarse de la sociedad!); en identificar los elementos que caracterizan a los programas exitosos ya en marcha (ejemplos de buenas prácticas); y, sobre todo, en adoptar un enfoque de la educación que sea más amplio, contextual e integrado. No se debe olvidar que la integración (de habilidades, de competencias, etc.) depende de la intermediación positiva o negativa de maestros y capacitadores, a veces incluso con independencia de los currículos. En consecuencia, será preciso prestar especial atención y apoyo a la formación inicial y posterior de los maestros y los capacitadores. Una investigación más profunda y una nueva percepción del fenómeno del aprendizaje propiamente tal también podrían contribuir al surgimiento de nuevas fórmulas para tender puentes entre los distintos ámbitos de la vida humana, incluido el laboral.

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