Seham Negm

“La alfabetización consiste en aprender a conocer el mundo que nos rodea”

Entrevista realizada por Rabab Tamish, Universidad de Belén, Palestina

© Women & Society Association

Seham Negm es la fundadora de la Asociación Mujer y Sociedad de Egipto, que desde 1994 ha trabajado activamente promoviendo el empoderamiento y la educación de la mujer, y de la “Iniciativa árabe para el empoderamiento social y económico de mujeres que han superado el analfabetismo”. Durante las últimas tres décadas ha dedicado su ­esfuerzos a luchar contra el analfabetismo y a promover la justicia social y la igualdad. ­Seham participa en redes internacionales y regionales de educación de adultos y fue ­elegida vicepresidenta para la región árabe del Consejo Internacional de Educación de Adultos (International Council for Adult Education, ICAE).


Tengo curiosidad por saber cómo percibe usted el impacto de la educación de adultos en la región árabe. Pero, antes que nada, cuénteme cómo llegó a involucrarse en el área de la educación de adultos.

Mi compromiso con este ámbito se desarrolló en dos etapas. Comenzó en 1971, cuando cursaba la enseñanza secundaria y era miembro de la “Organización de Jóvenes Egipcios”. Llevamos adelante programas educativos en los que yo participé como voluntaria dando clases de alfabetización.

Más tarde, cuando empecé mis estudios en la Facultad de Ciencias Empresariales, se nos pidió que organizáramos proyectos comunitarios. En ese entonces nos dedicábamos a trabajar en zonas rurales remotas y altamente marginadas. Esa experiencia me ayudó a vincular mi vida académica con la comunidad. Gracias a ello aprendí mucho sobre mi pueblo y me di cuenta de que la alfabetización no solo consiste en aprender a leer y escribir, sino además en aprender a conocer el mundo que nos rodea.

Éramos tres chicas jóvenes que, tras obtener nuestro título universitario, fundamos la “Asociación Mujer y Sociedad” con el fin de aumentar la participación y promover el empoderamiento de la mujer. En esa época, El Cairo era uno de los destinos de la migración interna, por lo que habitantes de zonas rurales acudían a la ciudad en busca de oportunidades laborales. Gracias al trabajo comprometido con estos grupos nos enteramos de sus condiciones de vida y pudimos constatar que el hecho de no saber leer ni escribir, al igual que su condición social, limitaban sus oportunidades para desenvolverse de manera normal en El Cairo. Por ejemplo, no podían obtener documentos oficiales para conseguir un empleo o para acreditar su residencia en El Cairo. Muchos carecían de un certificado de nacimiento para sus hijos, por lo que no podían matricularlos en la escuela. Nuestros esfuerzos se concentraron especialmente en estos grupos, y organizamos clases de alfabetización dedicadas preferentemente a las mujeres. Yo diría que durante este período se produjo un cambio en mi percepción de la educación de adultos. Me pareció que a pesar de haber impartido cientos de clases a mujeres no habíamos obtenido los resultados esperados. Las mujeres se sentían menos motivadas, por lo que comenzamos a percibir el empoderamiento como un proceso que va más allá de inculcar aptitudes de lectura y escritura.

¿Cómo procedieron?

A principios de la década de 1990, en Egipto había muchas organizaciones femeninas que prestaban diversos servicios orientados a promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento. Comenzamos a realizar un trabajo en red y establecimos algunas formas de asociación con estas organizaciones a fin de intercambiar experiencias y conocimientos especializados. Descubrimos que las mujeres se sentían más motivadas para asistir a los cursos de alfabetización cuando lográbamos despertar su interés por aprender sobre temas como servicio social, asistencia jurídica y salud reproductiva. Las asociaciones resultaron ser eficaces, ya que cada entidad ofrecía clases relacionadas con su especialidad. Ofrecimos capacitación en programas de alfabetización, y en ciertas ocasiones invitamos a participar en estas actividades también a mujeres que se habían beneficiado de las iniciativas. De gran utilidad en estos casos fueron los vínculos que establecimos con estudiantes universitarias, a quienes les asignamos algunos programas específicos. Su formación académica sirvió para llevar a cabo estudios de evaluación de necesidades que permitieran recopilar datos necesarios para la planificación de nuestros programas. Por ejemplo, entrevistaron a mujeres de zonas rurales para identificar los temas que les interesaban, y reunieron datos sobre su nivel de conocimientos y sobre estereotipos respecto de temas específicos; fue así como se detectó que tenían conceptos erróneos sobre la salud reproductiva y se determinó hasta qué punto estaban conscientes de sus derechos legales. Esta experiencia fue fundamental para ampliar el trabajo en red y profundizar el compromiso de todos los socios, y también para garantizar que la labor no estuviera asociada únicamente a determinadas organizaciones.

Usted mencionó hace un momento que el proceso se desarrolló en dos etapas. ¿Cuál fue la segunda?

Durante nuestra labor dedicada a los programas de alfabetización de adultos advertimos que la cantidad de alumnos jóvenes estaba aumentando. Llegamos a la conclusión de que la verdadera crisis radicaba en el hecho de que el sistema educativo marginaba a los niños y niñas y les impedía ejercer su derecho a recibir una educación de calidad. Así pues, decidimos ampliar el alcance de nuestros servicios e impartir clases para los cursos inferiores, esto es, desde cuarto hasta sexto año de primaria. Prestamos mayor atención a estos grupos, dedicando nuestros esfuerzos a impedir que abandonaran la escuela. Logramos cubrir los costos anuales de 1.200 alumnas para que pudiesen seguir estudiando. Tenemos registros de cientos de alumnos que han logrado completar la educación secundaria e incluso han ingresado a la universidad. Fue así como nos dimos cuenta de la importancia de intervenir en una etapa temprana, y comenzamos una labor conjunta con el sistema de educación formal.

¿Por qué focalizar la labor en la población femenina?

Tal como ocurre también en otros países, en Egipto la alfabetización es un problema económico y social. Las familias pobres no cuentan con los recursos para enviar a sus hijos a la escuela, y si tienen la oportunidad de hacerlo invierten en la educación de sus hijos varones, pues suponen que son ellos los que estarán en condiciones de encontrar un empleo y deberán mantener a su familia. Cuando nos encontrábamos con una situación en que la familia se negaba a permitir que las niñas asistieran a la escuela si no se matriculaba igualmente a los hijos varones, por lo general les ofrecíamos a éstos las mismas oportunidades. En todo caso, les dimos prioridad a las niñas para ayudarlas a contrarrestar su falta de igualdad de derechos.

En el transcurso de la intervención modificamos el enfoque contactándonos con las instancias que diseñaban las políticas y adoptaban las decisiones a fin de permitir que estos jóvenes alumnos tuvieran acceso al sistema escolar regular. El Ministerio de Educación fue muy cooperativo en ese entonces y permitió que las escuelas regulares fueran empleadas como lugares comunitarios, ayudando a los jóvenes alumnos a superar su dificultad para asistir a la escuela. Lo anterior nos sirvió para influir en los diseñadores de políticas y los responsables de adoptar decisiones. Debo admitir que recibimos de ellos un decidido apoyo a la educación de adultos, principalmente en el área de la alfabetización.

¿Entonces usted sostiene que en Egipto el término “educación de adultos” equivale a programas de alfabetización?

No. Nuestra activa participación en los debates locales, regionales e internacionales nos ha permitido adquirir una visión más amplia de este ámbito. Es lo que yo denomino Tercera Fase, la cual refleja este tipo de compromiso. La Organización Educativa, Científica y Cultural de la Liga Árabe (Arab League Educational, Scientific and Cultural Organisation, ALECSO) ofreció foros donde se debatieron las posibilidades de comprometer la participación de la sociedad civil en el proceso, tomando de esta manera la iniciativa en la creación de redes a nivel regional. Como resultado de lo anterior, nuestra cooperación inicial con la Dirección General de Educación de Adultos (que fue creada por el Gobierno egipcio para encabezar las iniciativas a nivel nacional) consistió en organizar la primera conferencia, a la que asistieron más de 150 organizaciones civiles. En esa ocasión, los participantes abogaron por que la educación de adultos fuera considerada un derecho y una herramienta para el desarrollo. Esta conferencia sirvió de incentivo para que la ALECSO apoyara el llamado a crear la Red Árabe para la Alfabetización, en estrecha cooperación con las oficinas de la UNESCO en El Cairo y Beirut, y mi papel consistió en trabajar junto a miembros de la red en la elaboración de su visión, sus valores y su constitución.

Esta atmósfera de comunicación regional e internacional contribuyó a que me diese cuenta de que el término “educación de adultos” abarca otros elementos, por lo que ampliamos nuestras actividades en la región con el respaldo de la ALECSO. Fue así como en 2004 nos incorporamos a la red de educación de adultos de la UNESCO, y en dos oportunidades fui designada coordinadora regional de la iniciativa “Aprendizaje para todos” de la UNESCO. Nuestra participación a nivel internacional también nos mantuvo al tanto de los desafíos y las nuevas inquietudes que se plantean en este ámbito, y nos motivó a actualizar nuestros métodos y herramientas. En 2010, debido a los cambios políticos que se produjeron en Egipto, surgió la necesidad de invertir en campañas destinadas a enseñar a la gente a debatir y ejercer sus derechos ciudadanos, para así ayudar a los habitantes a de­senvolverse adecuadamente en el proceso electoral y alentar a las mujeres a asumir un papel protagónico.

¿Han repercutido estos cambios en otros sectores?

Por cierto. Quisiera compartir nuestra última iniciativa, denominada “Iniciativa árabe para el empoderamiento social y económico de mujeres que han superado el analfabetismo”. Decidimos recompensar a las alumnas que habían logrado superar la pobreza y ayudarles a definir nuevos proyectos de vida. Pensamos que de esta manera podríamos, en primer lugar, motivar a otras mujeres a que hiciesen lo mismo y, en segundo lugar, lograr que las personas aquirieran mayor conciencia de la importancia de la educación. Decidimos comprometer la participación de actores del sector privado, pidiéndoles que se asociaran con nosotros y gestionásemos conjuntamente el proyecto. El consejo asesor estuvo integrado por representantes de los sectores privado y civil. Nuestro principal objetivo fue comprometer a las fuerzas económicas y sociales de la comunidad a fin de que asumiesen conjuntamente la responsabilidad de liderar el cambio social. Así por ejemplo, incorporamos en el proceso a los medios de comunicación para que premiaran iniciativas que ayuden a mejorar la calidad de la educación de adultos. Gracias a estas campañas, muchos periodistas jóvenes y productores de televisión prestaron atención a los temas relacionados con la educación de adultos que estaban siendo debatidos. El sector de los medios de comunicación se puso en contacto con actores y cantantes populares que participaron en breves videos promocionales y grabaron canciones sobre la importancia de la educación. Estos productos se difundieron rápidamente y lograron llegar al corazón y la mente de las familias pobres de Egipto. Como la música es una herramienta poderosa, nuestros socios del mundo de las comunicaciones lograron popularizar nuestra causa, incluso en zonas rurales. Algunos actores famosos se interesaron vivamente en la educación de adultos y produjeron series dramáticas sobre cuestiones de género y el papel de la mujer en la sociedad.

En suma, ¿cómo evalúa usted el impacto de la educación de adultos?

Me parece que este tipo de compromiso ha llegado a producir un impacto, pero coincido en que no poseemos las herramientas apropiadas para medirlo. Hemos llevado a cabo estudios y recopilado evidencia sobre el terreno respecto de la calidad de la educación que reciben los adultos. Hemos compartido esa información con la comunidad y de ese modo hemos producido un impacto. Por ejemplo, en conjunto con el sector de las comunicaciones realizamos un estudio en el que analizamos los contenidos de los seis principales diarios de Egipto a lo largo de un año. Llegamos a la conclusión de que ninguno de ellos había cubierto temas relativos a la educación de adultos. Por tanto, con nuestra campaña logramos despertar una inquietud en los periodistas y jefes de redacción, quienes incorporaron el tema en su lista de prioridades. Este año hemos galardonado a periodistas destacados que contribuyeron en esta área.

Todos los esfuerzos realizados nos han permitido llegar a ser escuchados por los diseñadores de políticas, quienes actualmente se están esforzando por mejorar la calidad de la educación de adultos pese a la inestabilidad política y económica observada en la región, particularmente en Egipto. Yo percibo que nuestra labor, al igual que la de nuestros socios, tiene un impacto en la comunidad. Nos parece que los distintos sectores se muestran más dispuestos a cumplir un papel activo. Gracias a los vínculos que mantenemos con la gente nos es más fácil buscar ayuda. Contamos con testimonios de cientos de personas que han trabajado en sus respectivos entornos para promover la toma de conciencia sobre la educación de adultos o compartir modelos exitosos. Hoy en día mantenemos un contacto fluido con los diarios, los canales de televisión, las estaciones de radio y los actores, a quienes les solicitamos su ayuda para que promocionen un tema específico o proporcionen un espacio para que los alumnos practiquen sus habilidades, y siempre nos responden con entusiasmo y cariño.

Seham Negm (derecha) junto a Mahmoud Saad (centro), presidente del jurado del “Premio para mujeres liberadas del analfabetismo” e Islam Qandil (izquierda), socio de la iniciativa,
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Women & Society Association

Sin embargo, las estadísticas sobre el mundo árabe entregan indicadores alarmantes con respecto a la baja calidad de la educación de adultos y a un aumento del porcentaje de analfabetos. ¿Cómo explica ese fenómeno?

Concuerdo con que la situación política ha influido en la sostenibilidad y el cambio. He comprobado que no resulta fácil emprender el trabajo en red y organizar debates, en especial cuando los recursos financieros y humanos son limitados. Desarrollar una práctica común es también una tarea compleja, porque los encargados de tomar las decisiones adoptan un punto de vista cuantitativo y no cualitativo, lo cual se ha traducido en cifras estadísticas inexactas que no reflejan la realidad más profunda.

También considero que los genuinos esfuerzos de los gobiernos por producir cambios aún son insuficientes. Los jóvenes siguen siendo marginados, y las decisiones adoptadas en los círculos oficiales no consideran la participación plena de la comunidad y de los socios que se han involucrado en esta área. Los programas de alfabetización formal no hacen un seguimiento de los exalumnos de los cursos, por lo que éstos sienten que los conocimientos adquiridos no les han permitido mejorar su nivel social y económico. Es así como muchos de ellos han recaído en el analfabetismo. Corremos el riesgo de crear una situación en la que los jóvenes se unen a grupos fundamentalistas como una forma de desarrollar un espíritu de pertenencia y sentirse valorados. A mi juicio, existe la necesidad de invertir seriamente en la educación como una herramienta para alcanzar el desarrollo y la sostenibilidad.

Tenemos que usar como referencia las actuales iniciativas emprendidas en el mundo árabe y aprender de ellas para ver cómo producir cambios. Por ejemplo, nuestra interacción en el mundo árabe y el discurso internacional nos han ayudado a mejorar los servicios para las mujeres y a aumentar su participación en nuestros programas. Si bien a veces las soluciones no son radicales, existe la necesidad de estar siempre dispuestos a actuar y a proponer ideas creativas.

¿Qué espera para el futuro?

Espero que mi labor y la de nuestras asociaciones influyan en la formulación de políticas que fomenten las cooperaciones entre los sectores público, privado y civil, para así mejorar la calidad de la educación de adultos en Egipto.

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