Empoderar a las mujeres senegalesas mediante las competencias numéricas

Elisabeth Gerger
SIL International África
Senegal

 

 

 

 


Resumen
El impacto de las aptitudes de lectura y escritura en la vida de los adultos es un hecho universalmente reconocido. Lamentablemente, no es posible afirmar lo mismo respecto de las competencias numéricas. Es un aspecto que suele permanecer en las sombras, como una suerte de pariente pobre. Este artículo está dedicado precisamente a analizar la manera en que las habilidades numéricas pueden repercutir en la vida cotidiana de las mujeres senegalesas.


Si bien existen mujeres analfabetas que poseen sorprendentes habilidades para realizar cálculos mentales, muchas otras cuentan con escasos conocimientos sobre esta materia. Con frecuencia me siento impresionada al ver que muchas de las vendedoras de los mercados de mi pueblo en la zona meridional de Senegal son incapaces de calcular correctamente el cambio que deben entregarme tras una compra. Estas observaciones, al igual que las solicitudes de mujeres que han participado en proyectos de alfabetización que yo me encargué de coordinar, nos llevaron a adoptar la decisión de diseñar un programa de alfabetización ­numérica.

Tras realizar una serie de investigaciones sobre prácticas tradicionales de alfabetización numérica aplicadas a un grupo étnico de la región, elaboré un programa de alfabetización numérica para mujeres, el cual se basaba en sus prácticas ancestrales y tendía puentes hacia otras técnicas más modernas. Junto con el altamente motivado personal de tres organizaciones asociadas dedicadas a la alfabetización (las asociaciones Pëpántar Manjaku, AMOJ y Sempe Kaloon), al cual se sumó un excelente formador de docentes, aplicamos el programa de manera experimental entre 2015 y 2017 en tres idiomas: manjaku, joola-fonyi y karon.

Hacer valer la importancia de la aritmética

El objetivo del programa piloto de alfabetización numérica era incentivar a las mujeres para que practicaran sus aptitudes de lectura y escritura y perfeccionaran sus destrezas numéricas, de modo que estuvieran mejor capacitadas para gestionar sus actividades de generación de ingresos y las finanzas familiares. Las investigaciones han demostrado que las aptitudes de lectura y escritura solo se aplican en el contexto de las actividades comerciales y el mantenimiento de registros (Maddox 2001), y “se ha sostenido que las aptitudes numéricas constituyen un punto de partida de mayor utilidad práctica para los adultos que la capacidad de leer y escribir” (Rogers 2005: 5), opinión con la cual concuerdo.

Durante un periodo preparatorio que duró varios años, elaboramos un vocabulario de matemáticas, una guía planificada para el maestro y un manual para el alumno con ejercicios en cada uno de los tres idiomas ya mencionados. La Fundación R.C. Maagdenhuis, con sede en Ámsterdam, financió un programa piloto aplicado entre 2015 y 2017, en el que se impartieron seis cursos, dos por cada grupo lingüístico. La mayoría de los cursos se dictaron en la región meridional de Senegal: dos en joola-fonyi en las aldeas de Baila y Boutégol, y otros dos en manjaku en las aldeas de Toniataba y Djidinki. Al mismo tiempo, se ofrecieron dos cursos en idioma karon en las aldeas de Dombondir, en Senegal, y Darailami, en la vecina Gambia.

El obstáculo de la conversión

El plan de estudios incluía temas como el refuerzo de las habilidades para el cálculo mental, las cuatro operaciones matemáticas (suma, resta, multiplicación y división) por escrito, estimaciones de valor, técnicas para medir la longitud, el peso y la capacidad, y cómo usar una calculadora y gestionar pequeños negocios. También se incluyeron en el programa la elaboración de presupuestos, la confección de listas de ingresos y gastos, y el cálculo de las utilidades. La conversión de monedas supone un obstáculo en nuestro contexto africano occidental: la unidad monetaria en francés es el “franco CFA”, pero en los idiomas locales se toma como referencia la moneda de 5 francos, de modo que 5 francos CFA equivalen a 1 ékori (en idioma joola-fonyi). Puesto que muchas mujeres tenían problemas al momento de realizar las conversiones monetarias, decidimos emplear dinero plástico para practicar esa operación.

“Muchas de las participantes no eran capaces de expresarse en francés, el idioma oficial de Senegal.”

Algunas clases sirvieron para crear conciencia en torno a diversos temas: cómo planificar y ahorrar dinero para los gastos que surgen al comienzo del año escolar o para una celebración importante, o cómo reducir los gastos “innecesarios”, por ejemplo enviando un sms en lugar de realizar una llamada telefónica. Las mujeres aprendieron sobre la importancia de mantener separado de las finanzas personales el dinero destinado al negocio, y de reservar siempre un capital de explotación para así poder adquirir nuevas existencias cuando las antiguas se agoten. También se trataron otros temas como la formación de “tontinas” (grupos de ahorro) y la solicitud de préstamos.

Mediante ejercicios basados, en la medida de lo posible, en situaciones de la vida cotidiana, las mujeres analizaron diversos problemas y aplicaron sus aptitudes y conocimientos a una serie de situaciones. Se las instó a razonar en voz alta a fin de que explicaran su estrategia para resolver un problema, por ejemplo un cálculo mental. Leer adivinanzas tradicionales, y describir los métodos ancestrales para calcular la longitud o la capacidad, fueron algunas de las técnicas empleadas para que el curso se basara en conocimientos que las mujeres aportaran a la clase; de este modo, se asignaba importancia a su cultura y su idioma. La creatividad fue otro elemento considerado en el programa, a través de actividades como componer y entonar canciones, analizar imágenes y representar sketches sobre escenas propias del mercado. El trabajo conjunto y la ayuda recíproca ofrecieron una oportunidad para dar a conocer los valores tradicionales.

Habíamos planeado vincular la enseñanza y la adquisición de aptitudes numéricas a un proyecto de generación de ingresos, por ejemplo un proyecto de jardinería, pero no logramos encontrar una organización que financiara y gestionara esta iniciativa.

Hablar el idioma

Muchas de las participantes no eran capaces de expresarse en francés, el idioma oficial de Senegal. Como la enseñanza y el aprendizaje se relizaron en sus respectivos idiomas, lograron comprender el contenido de los debates, aprender de ellos y aportar sus puntos de vista.

Fueron 126 mujeres las que comenzaron participando en el curso, y 110 lograron completarlo. El promedio de ­asistencia a las clases fue de un 86 %, lo cual sugiere que el contenido del curso respondió a las necesidades que previamente habíamos detectado entre las alumnas. Al iniciarse el programa, sometimos a las mujeres a una evaluación para determinar su nivel de conocimientos y su capacidad para calcular correctamente. Posteriormente debieron realizar el mismo test al final del primer y del segundo año. Los resultados de estas evaluaciones se vieron distorsionados, porque los encargados de supervisar los exámenes no lograron evitar que las mujeres se ayudaran mutuamente al responder las preguntas. Por añadidura, no todas las mujeres participaron en dichas evaluaciones. Así y todo, los resultados revelaron una notoria mejoría, desde un promedio de 34 % antes de iniciarse el curso, hasta un 53 % al final del segundo año.

Si pretendemos comprender los efectos más profundos, debemos analizar los testimonios de las participantes, reproducidos por los alfabetizadores en las sesiones de capacitación durante la docencia o expresados por las propias mujeres durante mis visitas a las clases.

Un profesor manjaco le ayuda a una participante a resolver problemas de multiplicación con decenas, centenas y miles, © Elisabeth Gerger

Muchas mujeres declararon que ya les resultaba más fácil entregar el cambio correcto en las ventas. Algunas señalaron que sus hijos ya no podían engañarlas. Varias participantes se refirieron a la utilidad de las calculadoras, especialmente cuando debían atender a muchos clientes o había que sumar una gran cantidad de cifras. Algunas destacaron la ventaja de poder distinguir la diferencia entre capital de explotación y utilidad, al igual que la importancia de ahorrar dinero para poder adquirir nuevas existencias. A una vendedora de vino de palma le pareció muy útil la clase sobre técnicas para la medición de líquidos. Varias alumnas manifestaron su satisfacción por haber adquirido la capacidad de realizar estimaciones en relación con las operaciones comerciales.

Alentamos a las alumnas de cada una de las clases para que formaran una “tontina”. Esta práctica, que consiste en ahorrar dinero de manera regular, es común entre las agrupaciones femeninas. Cada participante contribuye habitualmente con una cuota durante un determinado periodo de tiempo. En una de las clases sobre competencia numérica, el monto ahorrado durante el desarrollo del curso a lo largo del año se empleó para comprar herramientas de jardinería que podrían alquilar a otras personas por una suma módica. Otros grupos se interesaron en establecer contactos con una organización de microcrédito a fin de obtener un préstamo que les permitiera formar un capital inicial. Algunas mujeres valoraron el hecho de haber aprendido sobre el manejo de cuentas bancarias y los trámites para solicitar préstamos a instituciones financieras.

El impacto en el desarrollo

Las bajas tasas de alfabetismo constituyen uno de los obstáculos que dificultan el desarrollo en la región subsahariana (Moore 2015; UNESCO 2012). El uso insuficiente de los idiomas locales en la instrucción es considerado una de las posibles razones que explican el bajo nivel de alfabetismo (UNESCO 2017). Las aptitudes cognitivas, como la capacidad de lectura, escritura y cálculo, son un elemento fundamental y constituyen la condición básica para adquirir más conocimientos y aptitudes orientados específicamente al mundo laboral. Revisten importancia a nivel personal cuando se trata de gestionar más eficazmente un negocio o de aumentar las probabilidades de ser contratado para ocupar un cargo bien remunerado. También resultan esenciales a nivel nacional. “Los bajos niveles de competencias reducen la productividad de la fuerza laboral y disminuyen los incentivos para invertir, y por tanto decrece el nivel de transferencia de tecnología y conocimientos especializados por parte de los países de altos ingresos. Asimismo, el bajo nivel de competencias perpetúa la pobreza y la desigualdad, ya que el sector privado no puede prosperar en un país que carece de una fuerza de trabajo cualificada que le permita sustentarse” (Banco Mundial 2017).

Si bien aún resulta difícil (y demasiado prematuro) exhibir resultados concretos que demuestren en qué medida el programa contribuyó a mejorar en el largo plazo la vida de estos maestros, mujeres y familias, quisiera sugerir dos argumentos principales:

1. El programa contribuyó al desarrollo al aumentar las “opciones, capacidades y libertades” de la mujeres (Sen 1999)

El programa permitió que mujeres pertenecientes a grupos minoritarios (¡y también sus maestros!) mejoraran sus aptitudes de lectura, escritura y aritmética, como asimismo sus conocimientos financieros y sus competencias numéricas. Según Sen (1999), la distribución equitativa de los programas de perfeccionamiento es un aspecto importante del desarrollo, y el hecho de trabajar con grupos minoritarios permite avanzar en este sentido.

Las mujeres trabajan en parejas resolviendo problemas en su cuaderno de ejercicios,
© Elisabeth Gerger

Opciones

En la actualidad, las mujeres se encuentran mejor preparadas para adoptar decisiones bien fundadas al poder acceder a la información escrita y participar en debates grupales. Cuentan con diversas estrategias para realizar tareas aritméticas (recurriendo al cálculo mental, empleando la calculadora o realizando las operaciones por escrito). Saben qué preguntas deben formular cuando desean abrir una cuenta bancaria. Aprendieron nuevas técnicas para gestionar el dinero y ahora tienen la oportunidad de ponerlas en práctica. Teniendo en cuenta el contexto local, las soluciones no suelen ser fáciles. Por ejemplo, muchas mujeres tienen que volver a poner en marcha su negocio con dinero prestado, porque no han podido conservar su capital de explotación. Los maestros compararon el ahorro de capital de explotación con la conservación de una olla o de las herramientas de jardinería, artículos que una mujer jamás pensaría vender. Sin embargo, muchas mujeres señalaron que la pobreza las obliga a gastar de inmediato la mayoría de sus ingresos. Por las mismas razones, muchas de ellas no podían mantener separadas las finanzas personales del dinero destinado al negocio. Ahorrar puede resultar muy difícil, ya que hay que satisfacer muchas necesidades propias de la familia ampliada. Uno de los valores culturales que constituyen una fortaleza de la sociedad senegalesa es la interdependencia y la ayuda que se presta a los demás familiares. Las mujeres afrontan muchos obstáculos en esta era de globalización, a medida que cambian las tradiciones y los valores, aumentan los gastos de subsistencia y crece la influencia del dinero y el materialismo. El programa les permitió adquirir conciencia de que existen distintas opciones, y de que con el tiempo pueden llegar a decidir realizar un cambio en su vida.

Capacidades

Las mujeres adquirieron nuevas aptitudes, tales como calcular empleando diversas técnicas, realizar estimaciones y utilizar las unidades internacionales de longitud, peso y capacidad. Ahora están en condiciones de gestionar más eficientemente sus finanzas, por ejemplo al entregarles a los clientes el cambio correcto. Ahora comprenden más claramente diversos aspectos de la gestión financiera. Gracias a los debates grupales, han aprendido a analizar problemas de tipo numérico, a razonar y a aplicar sus aptitudes a diferentes situaciones.

Libertades

Aparte de la libertad de elegir, ahora las mujeres disfrutan también de otras libertades. Algunas expresaron su satisfacción por ser capaces de gestionar más eficientemente sus finanzas sin depender de otras personas para leer sus extractos bancarios. Valoraron el hecho de que ya no pudieran ser estafadas fácilmente. Algunas fueron tratadas con mayor respeto por haber aumentado sus capacidades. Por ejemplo, una mujer fue autorizada por su marido a trabajar en la tienda que este gestionaba. Casi todas las mujeres estaban interesadas en adquirir una calculadora a un precio subvencionado. Ello les permitió trabajar con mayor eficiencia y (en lo posible) cometer menos errores. Algunas apreciaron el hecho de que ahora se encontraran en igualdad de condiciones con personas a las que antes ­admiraban.

La mayoría de las mujeres formaba parte de una asociación femenina. Las participantes en el programa de alfabetización y competencias numéricas ahora tienen muchas más posibilidades de conseguir un puesto de secretaria, contadora o ejecutiva dentro del sistema imperante, ya que están mejor capacitadas para leer, escribir y realizar sumas. Muchas de las mujeres mencionaron el hecho de que ahora están en condiciones de ayudar a sus hijos con sus deberes de matemáticas. Están mejor preparadas para cumplir un papel activo en la educación de sus hijos. Lo anterior demuestra que los beneficios del programa se han extendido más allá de las meras competencias numéricas.

Las “opciones, capacidades y libertades” mencionadas por Sen están vinculadas al respeto, la autoestima y el empoderamiento. A mi juicio, el programa permitió que las mujeres desarrollaran sus aptitudes, ampliaran su percepción y “afrontaran el mundo llenas de orgullo y con un objetivo en mente” (International Bureau of Education 1990, citado en Indabawa y Mpofu 2006: 9).

2. El programa sentó las bases para el progreso económico de las mujeres

Gracias al programa, las mujeres cometieron menos errores, lo que les permitió aumentar sus ingresos. Ahora comprenden la diferencia entre las dos unidades monetarias (franco CFA y ékori) y saben que deben multiplicar o dividir por 5 cuando realizan la conversión entre ambas.

Puesto que en el programa de competencias numéricas se hizo especial hincapié en la gestión financiera, las mujeres cuentan con herramientas más adecuadas para administrar sus pequeños negocios. Ahora comprenden con mayor claridad cómo calcular sus utilidades. Son capaces de elaborar un presupuesto y llevar un registro de ingresos y gastos.

Al poder gestionar con mayor eficiencia sus ingresos, las mujeres podrán disponer de una mayor cantidad de efectivo, el que podrá gastarse o invertirse apropiadamente.

Impulsar el progreso

En mi opinión, el programa de alfabetización y competencias numéricas impartido en tres idiomas locales sentó una sólida base para el permanente desarrollo personal y económico de las mujeres. Se basó en sus fortalezas, es decir en sus aptitudes lingüísticas, sus valores tradicionales y sus usos de las competencias numéricas. Las mujeres practicaron el razonamiento, analizando y aplicando la información a otras situaciones. Adquirieron nuevas competencias numéricas, con ejemplos aplicables a situaciones de su vida cotidiana, y asimismo aprendieron técnicas básicas de gestión financiera. De acuerdo con los testimonios de varias participantes, lo anterior les permitió gestionar más eficientemente sus negocios. Cuentan con más información y conocimientos para adoptar decisiones que redundan en beneficio propio y de sus familias y comunidades. Toman decisiones de manera autónoma, determinando cómo desean desarrollarse, qué aspectos desean cambiar y en qué momento lo harán, si desean o no integrar las prácticas y los valores occidentales en su cosmovisión senegalesa y, en caso afirmativo, cómo lo harán.

Las mujeres están hoy en día en mejores condiciones para cumplir un importante papel en otros programas de formación, por ejemplo en el contexto de proyectos para la generación de ingresos o iniciativas de educación y capacitación técnica y profesional (ECTP). Lo anterior también les sirve de incentivo para seguir poniendo en práctica lo que han aprendido, y les ayuda a superar los obstáculos que deban afrontar.


Referencias

Banco Mundial (2017): Skills Development. https://bit.ly/2qcQR94

Indabawa, S. y Mpofu, S. (2006): African perspectives on adult learning: The social context of adult learning in Africa. Hamburg and Cape Town: Instituto de la UNESCO para la Educación y Pearson Education South África.

Maddox, B. (2001): Literacy and the market: The economic uses of literacy among the peasantry in North-West Bangladesh. En: Street, B. (ed.) (2001): Literacy and Development: Ethnographic perspectives. Londres: Routledge.

Moore, K. (2015): Fostering economic opportunities for youth in Africa: a comprehensive approach. Enterprise Development & Microfinance (EDM), 26 (2), 195-209. DOI: 10.3362/1755-1986.2015.017.

Rogers, A. (2005): Training adult literacy educators in developing ­countries. Documento de antecedentes elaborado para el Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2006. La alfabetización, un factor vital. París: UNESCO. https://bit.ly/2wanZG1

Sen, A. (1999): Development as Freedom. Oxford: Oxford University Press.

UNESCO (2012): Informe de Seguimiento de la EPT en el mundo 2012. Los jóvenes y las competencias: trabajar con la educación. París: UNESCO. https://bit.ly/2AWbWhS

UNESCO (2017): Informe de Seguimiento de la EPT en el mundo 2017-2018. Rendir cuentas en el ámbito de la educación: cumplir nuestros compromisos. París: UNESCO. https://bit.ly/2EMARmp


Sobre la autora

Elisabeth Gerger es consultora en alfabetización y educación en SIL International África. Ha vivido en Senegal desde 2003 y ha coordinado iniciativas de alfabetización en más de diez idiomas locales. Entre 2015 y 2017, junto con tres entidades de Senegal, diseñó y organizó un programa piloto en tres idiomas locales sobre competencias numéricas para mujeres.

Contacto
elisabeth_gerger@sil.org

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