En este trabajo se pretende explorar algunos de los problemas que están comenzando a surgir en el proceso de búsqueda de usos para las tecnologías de información y comunicación (TIC) —en especial la Internet y la World Wide Web (WWW)— en el campo de la educación, y sus repercusiones de largo plazo en las universidades tradicionalmente orientadas hacia el formato impreso. Con este fin, en el trabajo se analizan algunas de las oportunidades y capacidades potenciales de la educación en red y la manera en que probablemente transformarán la educación superior. Luego se examinan algunos de los desafíos que las universidades tendrán que afrontar durante su búsqueda de soluciones que permitan satisfacer las exigencias de la era digital. También se consideran los alcances de esta tendencia para las universidades, lo mismo que para la comunicación y el fomento de la educación de adultos en países menos desarrollados, y se finaliza entregando algunas sugerencias sobre cómo encarar la transición hacia la educación en red. El autor, de quien ya hemos publicado un artículo titulado «Educación permanente basada en Internet» en el número 52 de nuestra publicación, se desempeña como colaborador del Departamento de Informática en la Universidad de Botswana, Gabarone.
La manera de impartir educación universitaria no ha cambiado mucho durante toda la era de la información impresa, y las universidades se caracterizan en su mayor parte por utilizar los métodos tradicionales de clase expositiva, seminarios y cursos tutoriales propios de ese período. Existe un consenso cada vez mayor en cuanto a que la infraestructura de enseñanza y el modelo pedagógico actuales se están tornando obsoletos, y a que dicha infraestructura no es compatible con la nueva sociedad, impulsada por la tecnología y basada en la información, que está surgiendo hoy.
La tecnología ha creado el ciberespacio, el cual marca el fin de los límites locales y nacionales. Cualquiera que cuente con una computadora, un módem, y un proveedor de servicios de Internet, puede ahora conectarse con el mundo sin fronteras y utilizar su vasta gama de ofertas. Toda persona puede enseñar, y todos tienen la oportunidad de aprender, cualquier cosa, en cualquier momento y en cualquier lugar. Debido al acelerado ritmo de los cambios tecnológicos que está experimentando el mundo, y al efecto que está teniendo en la manera de entregar conocimientos e información, tanto dentro como fuera de los recintos universitarios, algunas autoridades en el campo de la educación han presagiado que las universidades electrónicas que están surgiendo en el ultimo tiempo serán notoriamente distintas de sus predecesoras.
La era cibernética tiene el efecto de aumentar el potencial de la sociedad; un efecto análogo al observado varias generaciones atrás, cuando la imprenta permitió difundir información entre la gente común. Sin embargo, como muchos han observado, la educación superior ha actuado con lentitud en la tarea de adaptarse a la sociedad global que está surgiendo. Muchos educadores no parecen estar preocupados porque factores de alcance mundial ajenos al ámbito educacional, como el sector de los negocios, los adelantos tecnológicos y otras prioridades gubernamentales, puedan determinar el perfil que adoptará la universidad electrónica. Como el acceso al ciberespacio está aumentando en proporciones nunca antes imaginadas, las instituciones de estudios superiores se están viendo obligadas a reaccionar frente a las nuevas circunstancias. En algunos casos los colleges y las universidades han adoptado con entusiasmo estos adelantos, como una manera de expandir sus ofertas educacionales y su alcance; en otros, la falta de recursos o de interés ha conducido a la adopción de un enfoque más escéptico, en que la actitud característica es limitarse a permanecer a la expectativa. Tal vez como consecuencia de esta actitud manifestada por ciertas instituciones, algunos expertos han advertido en sus escritos que «a menos que las universidades se adelanten en la curva del cambio e influyan en su orientación, personas menos preparadas para afrontar los problemas van a asumir esa tarea en nuestro lugar».
La era de la información, con la rápida evolución de la tecnología digital, es un proceso de cambio y adaptación. Este mundo en constante transformación tiene importantes repercusiones para las diversas partes comprometidas en el proceso educativo, como los alumnos, los profesores, los administradores de instituciones educacionales, lo mismo que los empleadores de profesionales. Es preciso que surja un ambiente de aprendizaje pertinente y flexible para así avanzar al ritmo de los nuevos acontecimientos observados en la sociedad. La necesidad apremiante que experimentan hoy en día las universidades y las instituciones de capacitación de adultos, que en su forma actual son en gran medida producto de la información impresa, es la de transformar su teoría, su práctica, su cultura y sus tradiciones para satisfacer las exigencias de la era digital. El reemplazo del formato impreso por el formato electrónico como principal medio de información, también modificará en su mayor parte lo relacionado con qué se conoce, cómo se conoce, quién tiene acceso a esos conocimientos y cómo serán utilizados. Resulta, por tanto, esencial, que las instituciones lleguen a habituarse adecuadamente a los factores y problemas que afectan la transición de la educación basada en el formato impreso a la información basada en el formato electrónico.
La educación en red, como un medio de enseñanza a distancia, es un método de instrucción que permite que profesores y alumnos se encuentren separados en el tiempo y en el espacio de tal forma que el vacío pedagógico que existe entre ellos pueda llenarse utilizando un medio tecnológico apropiado. En la educación en red se emplean redes de computadoras y de tecnología de comunicación e información (TCI), en especial la Inernet y la WWW, para salvar esta distancia pedagógica. Se imparten cursos concebidos para la educación en red, a menudo denominados cursos virtuales, al interior de un sistema de información basado en computadoras. No existen estructuras físicas como pizarras, sino más bien ambientes educativos que se facilitan mediante software y hardware. Todas las herramientas de aprendizaje y formas de interacción que existen en el aula tradicional pueden encontrarse en esta sala de clases «virtual». No obstante, las actividades y la interacción se realizan por intermedio del software computacional y de programas para navegar en Internet, en lugar de una interacción presencial.
Los cursos virtuales son por lo general asincrónicos, lo cual significa que no existe ni hora ni lugar de reunión convenidos previamente. Los alumnos no se trasladan a un recinto educacional a una hora determinada, sino que participan interactuando con una computadora personal conectada a la Internet. El alumno puede acceder a los materiales didácticos y a los mensajes a la hora y en el lugar que le resulten convenientes.
Existen varias herramientas de diálogo para comunicarse con la clase virtual. Entre ellas se incluyen el correo electrónico (e-mail, las listas de correo, la WWW, el protocolo de transferencia de archivos (file transfer protocol – FTP), la conexión a distancia (remote login – Rlogin), y la charla directa por Internet o «chat virtual». Estas herramientas se emplean para dos finalidades principales: diálogo electrónico y presentación de materiales. Los tipos de comunicaciones posibles gracias al correo electrónico, a las listas de correo y el chat virtual, facilitan el diálogo electrónico, el cual incluye debates, preguntas, comentarios y conversaciones no relacionadas con el contenido. En general, estos contactos suelen ser frecuentes (diarios), de corta duración, y no precisan una revisión o un análisis prolongados.
La WWW se utiliza comúnmente para presentar los materiales. Entre las comunicaciones por la WWW se incluyen la presentación del contenido del curso, las tareas, los exámenes, los proyectos de los alumnos y los trabajos de investigación electrónicos. En comparación con el diálogo electrónico, estas comunicaciones son menos frecuentes (por lo general una vez por semana), más extensas y normalmente están disponibles para ser revisadas con detenimiento.
La educación a distancia ha formado parte de la educación superior en el mundo angloparlante desde fines del siglo 19. Los alumnos, las instituciones de educación superior y la comunidad han ido cosechando cada vez más beneficios gracias al mayor grado de acceso, flexibilidad, aplicabilidad, responsabilidad y calidad de la enseñanza y del aprendizaje. La noción de superioridad de la modalidad tradicional de enseñanza presencial basada en la sala de clases ha sido puesta en duda, desde el punto de vista de los resultados, de las metodologías y los costos de la enseñanza, por investigaciones que han realizado algunos especialistas en educación a distancia; paralelamente, otros expertos sugieren que el límite entre la educación a distancia y la enseñanza convencional se está desdibujando y probablemente va a desaparecer. Estos valores de la educación a distancia, junto con las oportunidades que proporcionan las TCI, están comenzando a revolucionar la educación. A continuación se analizan algunas de las oportunidades y beneficios que, según se espera, ofrecerá la educación en red.
La gama de instituciones que ya ofrecen cursos a través de redes electrónicas es muy amplia. Tan sólo en los Estados Unidos, más de 100 universidades imparten actualmente cursos de educación a distancia en los que se emplean redes electrónicas computacionales. Una situación similar se ha observado en Australia, Nueva Zelandia y Gran Bretaña. Basta hacer un «clic» en el ratón de una computadora personal para acceder a millones de páginas de datos, desde prácticamente cualquier país. En África se ha creado el proyecto de la Universidad Virtual Africana (African Virtual University – AVU), auspiciado por el Banco Mundial. Entre las disciplinas que ofrecerá la AVU se cuentan ingeniería en computación, enfermería y ciencias de la computación. Se está proporcionando acceso a miles de alumnos calificados que de otro modo no podrían ingresar en la educación superior, particularmente en áreas donde la escasez de recursos es crítica. La incapacidad de los gobiernos africanos para financiar la educación de todos los estudiantes capacitados era considerada un obstáculo que podría ser salvado por la AVU. Los primeros cursos se ofrecieron en el campus de la Kenyatta University en julio de 1997. Un caso particularmente exitoso a este respecto es el del proyecto de Internet de la University of South Africa, denominado sistema de Alumnos en Línea (Students On-Line – SOL), que ya está al alcance de miles de estudiantes de educación a distancia de toda Sudáfrica. Los programas de educación virtual, junto con los programas tradicionales conducentes a un título, son hoy en día unánimemente considerados como un medio que permite aumentar el grado de acceso a la educación.
Lo que está adquiriendo cada vez mayor importancia es el acceso al aprendizaje y no la entrega de capacitación. Diversos especialistas han recalcado la necesidad de producir alumnos más autónomos, independientes, emancipados y responsables de sí mismos, en particular al interior de un medio de aprendizaje interactivo. Una manera para fomentar la mayor autonomía de los alumnos sería adoptar la modalidad de aprendizaje flexible, mediante el cual se les otorga a éstos cierto grado de control sobre lo que aprenden, y sobre cómo y cuándo lo aprenden. En esta modalidad se pueden incorporar la elección de las fechas de inicio y término de los estudios, el reconocimiento de la instrucción previa, la elección del método de evaluación, la elección de los temas y asignaturas estudiados, y la elección del orden en que se estudian. Estos factores han resultado ser de gran importancia en el área de la educación de adultos. Por ende, el profesor pasa a desempeñar la función de un «facilitador» del aprendizaje. La educación en red se adecúa perfectamente a este tipo de flexibilidad.
En la actualidad, la enseñanza a distancia se imparte a los alumnos como una última opción, cuando todas las demás posibilidades de realizar estudios convencionales no están disponibles. Un ejemplo en este sentido es el programa de diploma en enseñanza primaria que se ofrece actualmente en la Universidad de Botsuana por medio de la educación a distancia, como una manera de perfeccionar los conocimientos de más de 9.000 maestros de escuela primaria. Esta es la única alternativa que se considera viable en estas circunstancias. Por otra parte, la educación en red reformula las oportunidades según las preferencias de cada alumno, para así satisfacer sus necesidades sin asignar un menor grado de prestigio a una determinada modalidad de enseñanza.
En el método de enseñanza universitaria convencional, los catedráticos —quienes en la mayoría de los casos cuentan sólo con un grado mínimo de formación en educación, o bien carecen de estudios en esta área— preparan en forma aislada las clases expositivas que impartirán a los alumnos en la sala de clases. Sus colegas pocas veces revisan esas presentaciones. Si acaso incluyen o no aportaciones intelectuales sustanciales, eso se sabrá sólo en el ámbito privado del profesor y de su círculo inmediato de alumnos. Por otra parte, la educación virtual suele ser una actividad en equipo; la contribución del colega experto es complementada por las de otros miembros de equipo con aptitudes suplementarias, tales como especialistas en el diseño de medios audiovisuales. En el enfoque de la educación virtual se reconoce que la educación es una labor en equipo y se aceptan los estándares de calidad y la rendición de cuentas como requisitos normales, los cuales pueden mejorar considerablemente la manera de impartir la educación. Muchos especialistas respaldan la opinión de que en los enfoques de educación a distancia, incluida la educación en red, se pueden incorporar más fácilmente los procesos e indicadores de gestión de la calidad.
El ciberespacio representa una oportunidad para tener acceso a recursos educativos y de investigación más amplios que los que puede proporcionar una sola institución. Entre ellos se incluyen materiales de enseñanza, resultados de investigaciones, noticias y reseñas, libros en línea y acceso en línea a catálogos de bibliotecas. El propio autor de este trabajo se ha beneficiado enormemente del acceso en Internet a apuntes sobre conferencias de colegas, y ha remitido a sus alumnos en numerosas oportunidades a recursos adicionales disponibles en este medio.
En la educación en red están desapareciendo progresivamente las notas al pie de la página, las referencias y los agradecimientos, dando paso a los vínculos de hipertexto con la fuente original. Desde el medio digital están evolucionando nuevas formas de lenguaje, escritura, lectura, estudio y crítica. Como han señalado en sus escritos algunos especialistas, se requieren nuevas formas de alfabetización y de competencias para la educación en red, y las universidades van a necesitar nuevos métodos para conceptualizar la información, al igual que nuevas convenciones en relación con el saber académico. Cabe esperar que a medida que se imparta en línea un caudal de instrucción cada vez mayor, se irán discurriendo nuevas teorías y prácticas sobre la enseñanza y el aprendizaje, y en último término se desarrollará una nueva forma de saber académico.
El imperativo de impartir la naciente educación en red obedece a diversos factores. Resulta fundamental evaluar cada uno de los desafíos a medida que las instituciones de educación superior encaren las difíciles tareas impuestas por la era digital.
El paradigma de la universidad como un ámbito que incluye aulas, campus y una comunidad de expertos se encuentra profundamente arraigado en el concepto que se tiene de ella, lo cual ha redundado en la marginación de visiones alternativas. Hoy en día se cuestiona ampliamente esta percepción tradicional de la naturaleza de la universidad con respecto a la enseñanza y el aprendizaje. En la época actual se considera que la estructura de la universidad —su tradición y sus valores— constituye uno de los principales obstáculos para implantar la nueva manera de impartir educación. Al referirse al futuro de la educación universitaria, algunos especialistas sugieren que lo que se requiere en esta área es ofrecer oportunidades permanentes de aprendizaje y de cambio, y que los títulos, tal como se los concibe y organiza en nuestros días, por ejemplo, serán difícilmente aplicables. En la enseñanza de las ciencias de la computación ya se está experimentando este cuestionamiento, ya que cada vez más empleadores prefieren candidatos capacitados o especializados en determinados productos de software o hardware patentados en lugar de personas que han recibido una educación universitaria con una amplia base de contenidos, y la «certificación industrial» en vez de los títulos universitarios. Esta circunstancia ejerce una gran presión sobre las instituciones académicas y de capacitación, las que se ven forzadas a realizar adaptaciones extraordinarias en sus currículos y en sus ofertas de cursos.
La transformación de la estructura del conocimiento desde la cultura estable y basada en el formato impreso propia de las instituciones tradicionales hacia la percepción interactiva y basada en la tecnología propia de la cibereducación, requiere nuevos medios de evaluación. El contenido ya no tiene la misma importancia hoy, cuando es posible almacenar y hacer accesible con enorme facilidad un caudal tan grande de datos en forma digitalizada. Un importante desafío que deben encarar los usuarios de la información en la era digital consiste en diferenciar la fuente y la categoría de la información digitalizada, ya que todos los datos tienen el mismo aspecto en la pantalla. Por ejemplo, los indicadores de autoridad propios de una revista especializada de nüvel académico, y que la distinguían de una revista popular, aún no han sido formulados para el equivalente electrónico. Esta transición desde el contenido hacia el proceso impone una ardua tarea a la organización jerárquica del sistema universitario.
Recientemente han salido a la luz algunas revistas especializadas conectadas a la Internet. Las revistas impresas tradicionales están ahora cediendo el paso a los formatos electrónicos, y la información más reciente sobre las investigaciones se presenta ahora en línea, en la Internet. Fuera de encontrar una manera para denotar autoridad en los nuevos medios de difusión, los académicos también afrontan el problema de cómo conseguir reconocimiento para sus contribuciones electrónicas y sus sitios de Internet dedicados a temas de educación. El desafío para las universidades se refiere al grado en que, atendiendo a su compromiso con el saber y los criterios académicos del pasado, estarán dispuestas a adoptar nuevas formas de práctica académica que satisfagan las necesidades de la generación cibernética.
Entre los problemas fundamentales que cabe resolver en este caso se incluye la interrogante relativa a quién es el propietario de las creaciones de los académicos. Algunas instituciones ya están sosteniendo que ellas «son dueñas» de todo el material intelectual generado por los miembros de su cuerpo docente. Ahora bien, cuando se produce un material educativamente «erróneo», ¿quién tiene la culpa? Y lo que es más importante, en caso de violación de la propiedad intelectual, ¿a quién se demanda judicialmente?
Una de las características más sobresalientes del nuevo paradigma de la educación es la manera en que derriba fronteras, ya que una mayor cantidad de universidades se está convirtiendo en entidades más parecidas a empresas, y un número creciente de compañías está adquiriendo un perfil más cercano al de una universidad, contratando en algunos casos a académicos como trabajadores intelectuales. Se están derrumbando los límites interdisciplinarios, al tiempo que las demarcaciones entre enseñanza e investigación también están cediendo a medida que se produce cada vez más información en línea. Parte importante de la actividad intelectual que ha estado circunscrita al ámbito universitario trasciende en la actualidad esos límites. Las universidades tradicionales deberán competir ahora con las universidades virtuales por la captación de alumnos.
Los educadores deberán adquirir competencia en el área de la computación para ser capaces de trabajar con eficiencia en un ambiente conectado a redes. A medida que se disponga en línea de cada vez más recursos de investigación y enseñanza, los profesores de todos los niveles tendrán que ser tan competentes en el manejo de las tecnologías de comunicación e información como lo eran en el trabajo con medios impresos. Al adoptarse el paradigma de la educación en red será preciso discurrir y aplicar programas de amplio alcance destinados a impartir al personal aptitudes y educación en materia de tecnología de la información. En estos programas deberá procurarse informar y educar mejor a la comunidad universitaria sobre las ventajas y metodologías de la educación en red. Será menester destinar cuantiosos recursos a la capacitación y la reeducación profesional del personal actualmente en servicio.
El objetivo final que persiguen todas las instituciones de educación superior es ofrecer programas académicos eficaces y de calidad. Los resultados de las investigaciones han demostrado que la incorporación de elementos en línea a un curso no sólo proporciona un nivel adicional de accesibilidad del instructor, sino que además aumenta el grado de motivación y de participación del estudiante en los debates y proyectos en clase. En la Universidad de Botsuana, donde ha existido cierta inquietud por el deficiente rendimiento de los alumnos de primer año de Ciencias, una de las recomendaciones formuladas por un grupo de trabajo en misión especial del Senado, en cuanto a cómo mejorar el rendimiento de los estudiantes en la facultad, se refiere al uso de la tecnología de capacitación basada en computadoras (computer-based training – CBT). En un intento por aumentar la calidad de instrucción, muchas instituciones apelarán al uso de ambientes de aprendizaje basados en la conexión a redes para así poner a disposición de los alumnos una diversidad de recursos especialmente diseñados que permitan el refuerzo, la comunicación y la colaboración, y proporcionar un entorno más amplio y accesible para ofrecer sus cursos fuera del horario normal de clases.
Con el uso cada vez más generalizado de la Internet y de las capacidades multimedia de las computadoras —vídeo, audio, etc.— resulta ahora imperioso transformar la educación a distancia en una corriente principal. La presión por atender a más alumnos probablemente impulsará a más universidades a adoptar el sistema de redes de computadoras para permitir el acceso a sus cursos desde lugares situados fuera de los límites de sus campus, por medio de una plataforma tecnológica común. Por ejemplo, las instituciones tradicionales pueden impartir por la Internet programas altamente rentables, como un master en administración de empresas (MBA) para ejecutivos o un master en finanzas y banca, lo cual les permite obtener nuevos ingresos que les son sumamente necesarios, sin incurrir en gastos generales por la construcción de instalaciones adicionales. Por otra parte, las instituciones virtuales privadas, como la Universidad de Phoenix y la Universidad Virtual Africana, están creando un clima de presión competitiva al ofrecer programas en los patios traseros de campus tradicionales. Cada vez con mayor frecuencia las universidades se verán forzadas a invertir fondos en sistemas computacionales para uso académico, en especial redes de computadoras, como un medio para atender las necesidades de un mercado de alumnos más amplio.
La educación en red ofrece una alternativa para que las instituciones impartan educación a distancia a una gama más amplia de alumnos, en particular adultos que trabajan y que ya tienen acceso a esta tecnología en el lugar de trabajo o en su hogar. No obstante, si bien la situación anterior indica que existen enormes oportunidades para muchas instituciones, las posibilidades para la educación en red en los países en desarrollo parecen limitadas. Entre las razones que explican esas restricciones se cuentan una infraestructura de comunicaciones inadecuada y no digna de confianza; la dificultad para mantener la actual infraestructura; problemas de índole sociopolítica; el alto costo de las instalaciones telefónicas, a lo que se suma el acceso insuficientö a ellas; una falta generalizada de capacidad financiera para adquirir y mantener nuevos sistemas, o a veces para promover investigaciones eficaces; y una escasez (o carencia) de personal para la aplicación de nuevas tecnologías de información.
Se reconoce que los crecientes costos, la cantidad cada vez mayor de alumnos y la convergencia entre las tecnologías computacionales y de las comunicaciones están compeliendo a las universidades a transformar su modalidad de funcionamiento. Esta modificación dependería al parecer del empleo de la tecnología de la información y de las comunicaciones (TIC) en la enseñanza, pero hoy en día gran parte del uso de la (TIC) en la docencia, especialmente la Internet y la WWW, se encuentra en un nivel experimentül con un amplio y variado grado de ensayo, pero ningún consenso respecto de cuál es la práctica óptima. Antes de abrazar el paradigma de la educación en red, las instituciones de los países en desarrollo deben analizar cuidadosamente cada una de las siguientes áreas: marcos institucionales y de políticas, incluidos los recursos humanos, la accesibilidad a redes internacionales, el acceso para los alumnos, y los servicios de apoyo.
Cada institución tiene que formular políticas adecuadas para desarrollar programas basados en la educación en red dentro de su propio contexto. La Internet debe emplearse de manera consciente y deliberada en la educación a distancia, como parte de una estrategia más amplia, destinada a proporcionar acceso a la educación a un vasto sector de la sociedad cuyas necesidades no pueden ser atendidas por los programas de educación tradicionales. Es menester que los planes estratégicos aborden problemas pertinentes y consideren los factores que conducen al éxito.
Cada institución tiene que establecer un marco institucional para respaldar la educación en red. Las instituciones deben estar preparadas para crear nuevas estructuras de organización, a fin de prestar servicios distintos de los que se ofrecen tradicionalmente en los campus. Habrá que idear estrategias de aprendizaje eficientes, que respondan a las necesidades de los estudiantes y se basen en las características únicas de la educación a distancia por medio de redes electrónicas. Dentro de este marco debe incluirse la posibilidad de considerar y tomar conciencia de las implicaciones de este paradigma educacional para la dotación de personal, el despliegue del software educacional en línea, la accesibilidad del mismo para los alumnos, y servicios de apoyo.
Un factor crítico de la estructura de organización general es el problema de los recursos humanos que estarían disponibles para poner en práctica y respaldar el proyecto de educación en red. Las actitudes de los profesores podrían representar un poderoso obstáculo para generalizar los cambios en la manera en que utilizamos la tecnología de la información en nuestra enseñanza. Parte de esta situación obedece a la creencia de que al emplearse dicha tecnología se podrá en efecto aumentar y no reducir la brecha entre estudiantes y profesores, y al hecho de que crear y mantener materiales para cursos en línea es una tarea que requiere una enorme dedicación de tiempo de parte de los académicos. La tecnología digital, especialmente la Internet y la WWW, está modificando la función del profesor de aula. La educación se está desplazando desde el sistema centrado en el profesor hacia un sistema centrado en el alumno, mientras que el papel del académico continúa evolucionando desde el de un autócrata en la sala de clases hacia el de un mentor o monitor. Para lograr implantar ese revolucionario cambio en el papel del profesor, será necesario contar con un alto nivel de apoyo que se traduzca en capacitación, en transformación de políticas, y en métodos de remuneración.
Para elaborar cursos virtuales se precisa una enorme cuota de tiempo y esfuerzo de parte de instructores y diseñadores. Antes de que una institución pueda adoptar el paradigma de la educación en red, tiene que considerar las siguientes preguntas:
Existe, en consecuencia, la necesidad de crear un marco sistemático para el desarrollo y la capacitación de recursos humanos en aspectos relativos al diseño, la entrega y la evaluación de material didáctico que deben ser considerados por los creadores de los cursos.
La universidad debe abordar el problema de los medios que faciliten la conexión a redes y las comunicaciones. El acceso a las redes internacionales debe planificarse considerando sus repercusiones financieras inmediatas y recurrentes. Cualesquiera sean los medios que se pongan en práctica, es necesario sopesarlos frente al conjunto de objetivos educacionales. Habrá que identificar métodos alternativos de comunicación y de envío de las tareas —como por ejemplo el fax o el servicio postal— en caso de que ocurra un fallo en los equipos o en el sistema de correo electrónico.
Las universidades tienen que considerar la cuestión del acceso de los alumnos a un ambiente conectado a redes, dentro del marco del desarrollo del educando, el cual abarca su preparación para una experiencia educacional que sobrepasa la orientación técnica. En un país donde la propiedad personal de computadoras no es una opción viable, se puede recurrir a métodos alternativos, gracias a proveedores de servicios que cobran precios razonables, o a una serie de instituciones que colaboran para proporcionar acceso a la Internet mediante un sistema de recursos compartidos o de asociación. Por ejemplo, se podrían crear centros de recursos de aprendizaje en lugares estratégicos de todo el país, donde se permite el acceso a cursos virtuales, instalaciones de comunicación y otros materiales complementarios.
Los alumnos de la educación a distancia requieren una amplia gama de herramientas de apoyo, incluidas la información para los alumnos potenciales, la orientación para escoger el curso adecuado, la asesoría en el proceso de inscripción, el apoyo continuo durante el aprendizaje, la estimulación psicológica para evitar que se eleven las tasas de deserción, y la asesoría a los alumnos en la adopción de decisiones prácticas, como las actividades de búsqueda de empleo.
Estos aspectos comprenden factores relativos a la gestión y la organización, los cuales influyen poderosamente en la manera en que el alumno percibe el ambiente de aprendizaje. La forma en que se manejan estas variables puede actuar como un medio para motivar a los estudiantes y crear un ambiente de aprendizaje personal, o puede desalentarlos y dificultar la experiencia de instrucción. Es necesario contar con una retroinformación habitual de parte de los alumnos, la cual sirve de base para introducir modificaciones en los cursos. Un factor clave en cuanto a la gestión y organización de los cursos ofrecidos a distancia es el grado de rapidez y eficiencia en que se entrega la retroinformación a los alumnos.
En este trabajo se han analizado y revisado diversos problemas que deben abordarse al realizar una transición hacia la educación en red, la cual resulta muy promisoria en cuanto al aprendizaje a distancia, y constituye una opción viable para aumentar las oportunidades de aprendizaje, fomentar la mayor autonomía del alumno, proporcionar acceso a más información y mejorar la calidad de la educación. Al efectuarse la transición hacia la educación en red, sin embargo, las universidades tienen que estar preparadas para el cambio y en ocasiones, para adaptaciones fuera de lo común. Una infraestructura de comunicaciones inadecuada y no digna de confianza, combinada con la escasez (o a veces la inexistencia) de personal, puede limitar la capacidad de los países en desarrollo para aprovechar al máximo las oportunidades ofrecidas por la nueva tecnología de la información. La aplicación eficaz del paradigma de la educación en red por parte de las universidades y las instituciones de educación de adultos depende, en consecuencia, del grado en que sean capaces de abordar estos problemas dentro de su propio contexto. También depende de la medida en que estén preparadas para situar la educación en red en el contexto de una estrategia más amplia para proporcionar acceso a la educación a más personas en la sociedad.