Son muy raras las ocasiones en que los participantes en las jornadas alemanas de educación de adultos tienen el placer y el honor de oír a una auténtica princesa, en este caso a Su Alteza Real la Princesa Laurentien de Holanda. Ella habló en representación de la fundación Leer y Escribir, fundada por ella misma hace siete años, pero también como enviada especial de la UNESCO para la alfabetización y el desarrollo y como presidenta del Grupo de Alto Nivel sobre Alfabetización para la Comisión Europea. Se pronunció claramente en favor de la alfabetización, que en las altamente desarrolladas naciones industrializadas también resulta más necesaria de lo que se podría pensar, y exigió para la alfabetización un lugar preeminente en las agendas nacionales e internacionales.
Gracias por invitarme a una de las más importantes conferencias europeas en el campo de la educación de adultos. En este inspirador recinto, en el cual se han congregado tantos especialistas en educación de adultos, quisiera compartir algunas de mis reflexiones en torno a los desafíos que afrontamos en el área de la alfabetización, centrándome en dos nociones:
1. aumentar la utilidad práctica de la alfabetización en su dimensión socioeconómica; y
2. la cadena de la alfabetización.
Analizo estos desafíos desde las diversas funciones que me ha tocado cumplir: como presidenta de la Fundación Leer y Escribir, que puse en marcha en Holanda hace 7 años; como enviada especial de la UNESCO de alfabetización para el desarrollo; y como presidenta del Grupo de Alto Nivel sobre Alfabetización para la Comisión Europea. Tres funciones, pero una sola mente y un solo corazón cuando se trata de abordar esta área que tanto me apasiona y en la que he estado trabajando por muchos años.
Pero antes que nada permítanme remontarlos al año 2006, a la Feria del Libro de Fráncfort, más precisamente a la conferencia internacional sobre alfabetización (llamada LitCam, como muchos de ustedes ya saben). Tras pronunciar un discurso durante la ceremonia principal, tuve el privilegio de reunirme con un grupo de personas anteriormente analfabetas. Un señor me hizo saber lo mucho que significaba para él ser invitado a la Feria del Libro. Ser invitado a la feria del libro más grande del planeta equivalía literalmente a recibir un billete de entrada a otro mundo: el mundo de las personas alfabetizadas. Un mundo que durante tanto tiempo le había atemorizado; un mundo del que se sentía excluido; un mundo inaccesible. Sus sentimientos, al igual que los de muchas otras personas, me hacen recordar una y otra vez que la alfabetización involucra un proceso mucho más complejo que la técnica de lectura y escritura. Tiene que ver con la autoestima, la felicidad y el sentimiento de inclusión. Son estos testimonios personales los que me han inspirado durante todos los años que he trabajado en el área del analfabetismo, ya sea en Holanda, en toda Europa o a nivel internacional.
Así pues, la alfabetización está relacionada con el empoderamiento y los beneficios conseguidos por individuos, comunidades y sociedades. La alfabetización es una condición previa para poder cumplir en nuestra sociedad las ambiciones de competitividad, vida saludable, sostenibilidad, inclusión social y ciudadanía activa. Tanto yo como ustedes damos por sabida esta realidad, y probablemente incluso nos parezca que es algo de sentido común. Tanto yo como ustedes vivimos cada día guiados por esta convicción y estamos decididos a hacer algo al respecto.
Y no cabe duda de que todos los esfuerzos son encomiables, en especial desde que sabemos que no se trata de un problema para el cual existe una solución rápida. Se requiere tiempo para romper el círculo vicioso de la vergüenza y el tabú y atender a las necesidades de quienes realmente necesitan ayuda. Soy, por naturaleza, de esas personas que ven el vaso medio lleno… aunque últimamente estoy comenzando a cambiar de opinión. Se trata de una sensación que tal vez les parezca familiar: desesperación por no poder beneficiar a más adultos; porque demasiados niños y niñas abandonan la escuela con dificultades de lectura y escritura. Y además estoy decepcionada por el tiempo que transcurre antes de que el tema sea efectivamente incluido en la agenda política (en Holanda se tardó una década).
S.A.R. Princesa Laurentien de Holanda
Fuente: Heidi Scherm
Esta preocupación se ve respaldada por las cifras: dentro de menos de dos años, el Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización (DNUA) llegará a su fin. Su objetivo era contribuir a reducir en un 50 % el analfabetismo de adultos a nivel mundial. Tal como se aprecia actualmente el panorama, es probable que no superemos el 34 % en aquellas regiones con las más altas tasas de analfabetismo. Hasta la fecha, todavía estamos ocupándonos de alrededor de 760 millones de adultos funcionalmente analfabetos de todo del mundo; y de unos 80 millones en toda Europa.
Debemos mirarnos al espejo y admitir que no podemos continuar manteniendo la situación actual. Tenemos que hacer más, con menos recursos. Es necesario redoblar los esfuerzos, con energía y dinamismo renovados, en nuestra empresa común en favor de la alfabetización. Se trata de una actitud que hay que adoptar en todas partes: aquí en Alemania, en otros estados miembros de Europa, y en todo el mundo. La pregunta es: ¿cómo? Concentrémonos en Europa.
La respuesta presenta diversos aspectos. Quisiera centrarme en dos de ellos: demostrar la utilidad práctica de la alfabetización y preocuparse de la cadena de alfabetización, para así dedicarse a prevenir y reducir el analfabetismo.
La alfabetización transforma a las personas y a las comunidades, al igual que a las estructuras sociales y a las sociedades en su totalidad. Todos conocemos casos de agricultores que descubren que pueden obtener mejores precios para sus cosechas una vez que aprenden a leer y escribir. Sabemos de adultos recién alfabetizados que abren cuentas bancarias y finalmente son capaces de administrar más eficazmente su dinero. Las madres alfabetizadas están más capacitadas para cuidad de su propia salud y de la de sus hijos.
Es demostrando los beneficios de la alfabetización para todos los demás ámbitos de nuestra participación social y actividad económica como podremos crear una demanda para la alfabetización. Por mencionar solo algunos ejemplos: las empresas requieren más trabajadores cualificados; los ministros de hacienda necesitan ciudadanos alfabetizados que paguen impuestos; los ministros de salud y los profesionales de la salud necesitan personas alfabetizadas que obtengan beneficios derivados de su inversión en atención de salud, y lo propio vale para los trabajadores sociales; por su parte, los ecologistas necesitan ciudadanos alfabetizados que presten apoyo a sus normativas ambientales.
Al demostrarse la enorme utilidad práctica de la alfabetización, a los demás no les queda otra alternativa que aceptar la copropiedad. Es de esperar que esta medida se traduzca en inversiones más cuantiosas y sostenibles en iniciativas de alfabetización. Y es probable que contribuya a evitar las reacciones cortoplacistas de invertir en educación en épocas de crisis.
S.A.R. Princesa Laurentien de Holanda , Rita Süssmuth, Rajesh Tandon
Fuente: Heidi Scherm
¿Qué debemos hacer, entonces? He aquí algunas sugerencias concretas:
1. Sobre la base de los conocimientos disponibles, contamos con numerosos argumentos con respecto a por qué la alfabetización debería ocupar un lugar central en la agenda política y de la sociedad. Sabemos que:
a) La alfabetización es una variable predictiva clave en el ámbito de la salud pública. b) La alfabetización es una de las más importantes variables predictivas de la criminalidad. c) Las personas que carecen de aptitudes de lectura y escritura son más propensas a contraer cuantiosas deudas.
d ) El aprendizaje de la lectura y la escritura en la primera infancia determina el futuro rendimiento de un niño o una niña en la escuela, al igual que otros tipos de comportamiento.
e) A las personas con escasas aptitudes de lectura y escritura les resultará mucho más difícil conseguir empleo.
Dicho lo anterior, necesitamos saber más. Mientras más información podamos reunir, desde una perspectiva europea, acerca de las oportunidades perdidas y creadas por la inversión en alfabetización, tanto mejor. Esa es una de las tareas que también estamos realizando al interior del Grupo de Alto Nivel sobre Alfabetización para la Comisión Europea. ¡Cualquier reflexión que puedan aportar será acogida con beneplácito!
2. Tenemos que comprometer la participación de una diversidad de actores pertenecientes a la sociedad, y además (y en especial) a ámbitos ajenos al sector educativo. Encargados de formular políticas, políticos, dirigentes empresariales, responsables de la toma de decisiones, quienes en un primer momento tal vez piensen que la alfabetización no es materia de su incumbencia. Sin embargo, de acuerdo con mi experiencia, si se esgrimen los argumentos adecuados es difícil que no percibamos y asumamos nuestra responsabilidad. Ahora bien, ¡es nuestra tarea lograr que las personas se den cuenta de esta realidad!
3. Es preciso que volvamos a analizar los motivos por los que no todas las políticas obtuvieron buenos resultados, que determinemos las causas de los fracasos y obtengamos así lecciones para el futuro.
Esto nos lleva al segundo desafío que afrontamos: ocuparnos de la alfabetización entre adultos dentro del contexto de la así llamada cadena de alfabetización. Debemos percibir la alfabetización como un proceso que comienza desde el nacimiento. Si lo analizamos en forma lógica, el aprendizaje de adultos está inextricablemente asociado a la tarea de impedir que niños y niñas se transformen en analfabetos. Dicho de otro modo, invertir en los niños y niñas equivale a brindarles una oportunidad en la vida para prosperar cuando sean adultos. Los niños y niñas criados por padres alfabetizados tienen más posibilidades de desarrollo y éxito personal, y de transformarse en ciudadano activos. Si pretendemos educar a una aldea, eduquemos a sus madres.
La noción de cadena de alfabetización trasciende del ámbito de la educación formal. ¿Por qué? Porque un alumno también es un empleado, un votante, un consumidor. El ambiente en que vive una persona ofrece ilimitadas posibilidades de aprendizaje, aun cuando la educación no es una variable que haya que dar por supuesta. Si no se aprovechan como es debido, esas oportunidades se perderán. Así pues, todas ellas nos son necesarias: la formación preescolar, la educación primaria universal, la educación secundaria y profesional, al igual que el aprendizaje de adultos y la creación de ambientes alfabetizados.
Ernst-Dieter Rossmann, S.A.R. Princesa Laurentien, Rita Süssmuth
Fuente: Heidi Scherm
Para que este proyecto se materialice es menester que trabajemos codo con codo y no caigamos en la tentación de competir entre distintas partes de la ca dena de alfabetización por conseguir la atención y la financiación. Lo que hacemos en un área aumenta las posibilidades de éxito en otra. Considerando la cadena de alfabetización como nuestro punto de partida, deberíamos aceptar también el hecho de que nuestra labor es interminable.
Ahora bien, ¿cómo aplicamos las nociones de utilidad práctica y cadena de alfabetización?, y ¿de qué manera repercute lo anterior en vuestra labor en el área del aprendizaje de adultos?
Foro 6
Fuente: Heidi Scherm
La noción implícita en toda esta realidad es, por cierto, la importancia de la alfabetización para las propias personas; la alfabetización confiere una sensación más acentuada de dignidad y autoestima, un mayor grado de respeto de parte de los demás, una capacidad para coger las riendas de nuestra vida, y una mayor disposición a participar en la sociedad. Esto es exactamente lo que percibí en los ojos de este ex analfabeto que conocí en Fráncfort en 2006, y en los de muchas otras personas.
Como señala Erasmo, filósofo holandés del siglo XVI: «La alfabetización es un modo de pensar.» La inversión en alfabetización tiene que ver con la inversión en capital humano, en capital para la sociedad, y con un mejor futuro para nuestro mundo. Tiene que ver con la creación de oportunidades para hombres y mujeres, adolescentes, niños y niñas, todos ellos personas con emociones y, más a menudo de lo que creemos, con un enorme potencial.
Pero que no se me malinterprete. Pese a que me embarga la desesperanza, sigo convencida de que el vaso está medio lleno. Aunemos esfuerzos para erradicar el analfabetismo, cualesquiera sean sus formas y variedades, en todos los grupos etarios. Vayan para ustedes mis alabanzas por la ardua labor que realizan, ¡y sepan que cuentan con mi apoyo!