Colombia tiene tres millones de personas desplazadas. La cifra más elevada está precisamente en las regiones más ricas del país. Los afectados son los pueblos indígenas que son desalojados de sus tierras para que otros grupos más poderosos se aprovechen de sus riquezas. Esta expulsión es inseparable de la discriminación cultural, económica, social, política y legal que está presente en todas partes. La educación de adultos puede ayudar a detener este proceso, como lo demuestra el autor con tres ejemplos. El autor es Director del Departamento de Humanidades de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia.
Quisiera agradecer a DVV International, a Deutscher Volkshochschul-Verband e.V. (DVV), al Consejo Internacional de Educación de Adultos (ICAE), a la Asociación Europea para la Educación de Adultos (European Association for the Education of Adults – EAEA), a The European Language Certificates (telc GmbH), y a la Deutsche Welle (DW). Quisiera expresar mi especial gratitud al señor Hans Pollinger, por su amable invitación a participar en este taller sobre necesidades educacionales en el contexto de la migración y la integración.
Mi exposición consta de los siguientes puntos:
Colombia posee inmensas riquezas: su diversidad étnica, cultural y geográfica; sus recursos naturales y su ubicación geográfica estratégica en el continente americano la transforman en un país que ofrece a su población muchas posibilidades de vivir en un clima de dignidad, paz y justicia social.
Sin embargo, esta hermosa y rica nación atraviesa una de las más graves crisis humanitarias observadas en mucho tiempo. Según el informe correspondiente a junio de 2007 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), publicado con ocasión del Día Nacional del Refugiado, hoy en día en Colombia hay 3 millones de personas desplazadas, un millón más que el año anterior. Colombia ocupa el segundo lugar mundial entre los países con mayor cantidad de personas desplazadas, después de Sudán, donde hay cerca de 6 millones.
Frente a esta preocupante situación surge una pregunta obvia: ¿por qué un país rico está pasando por esta emergencia humanitaria? La respuesta está implícita en la pregunta. Sucede que varios grupos de poder se disputan la posesión de dichas riquezas, y para lograr su propósito recurren a la violencia y la corrupción.
Para ilustrar este fenómeno observemos lo que sucede en una de las regiones más ricas de Colombia: el Chocó, con una extensión de 10 millones de hectáreas.
Aquí se halla la mayoría de los territorios colectivos que pertenecen a afrodescendientes. Es así como encontramos:
En Chocó hay yacimientos de:
Hay altas probabilidades de encontrar campos petrolíferos.
En esta zona se concentra el 20% de la selva pluvial, hábitat natural de innumerables especies de plantas y animales (que constituyen un valioso patrimonio genético). Se trata de una de las regiones con la más amplia biodiversidad del planeta, y asimismo es una de las fuentes más ricas de agua de lluvia del mundo.
Los territorios de comunidades negras e indígenas, en la Región Costa Pacífica, corresponden a selva pluvial natural.
La Región Costa Pacífica posee un alto valor estratégico para la comunicación entre Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica.
Existen planes para llevar a cabo proyectos de infraestructura en gran escala (puertos, carreteras, interconexión eléctrica).
Paradójicamente, esta es una de las regiones donde se registra la mayor cantidad de casos de desplazamiento forzado en Colombia.
Durante el primer semestre de 2006 tuvieron lugar 34 oleadas de desplazamiento masivo. Pero al mismo tiempo se produce un «desplazamiento hormiga» (de uno en uno). Un total de 112.000 personas se han visto obligadas a abandonar su territorio. (Fuente: Codhes, 12 de septiembtre de 2006).
Del mismo modo, resulta muy significativo advertir que el masivo aumento en la cantidad de personas desplazadas coincide con la promulgación de ordenanzas como la ley forestal (para la explotación del bosque natural); la nueva ley de minería (para la explotación de recursos del subsuelo); la ley de desarrollo rural, que introduce prácticas de desarrollo no sostenible. También coincide con la inclusión de Colombia en el Plan Puebla Panamá, que permitirá conectar las centrales hidroeléctricas de Centroamérica y México con Estados Unidos, para así suministrar electricidad a este último país.
Ser descendiente de indígenas y de la población Afro significa ser pobre dentro de los pobres.
Las mujeres dentro de estas poblaciones son las más pobres dentro de los pobres y son las más marginalizadas.
Una de las principales causas de desplazamiento es el interés de determinados grupos de poder por los territorios más ricos. Los propietarios legítimos (comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas) son expulsados de sus tierras para despojarlos de sus recursos. Es así como surge una vez más aquella pregunta fundamental: ¿cómo evitar contribuir al logro de los objetivos políticos y económicos ocultos tras el desplazamiento?
Si hacemos un seguimiento del proceso de desplazamiento tal vez nos sea más fácil responder a la pregunta anterior.
Los procesos educacionales inciden poderosamente en la solución final. En este caso adquiere especial relevancia lo concerniente al tipo de educación y al tipo de objetivos. ¿Qué tipo de educación para qué tipo de objetivos?
En el siglo 20, los pueblos afrodescendientes, indígenas y campesinos sufrieron la exclusión mediante diversas formas de negación e invisibilidad, ya fueran jurídicas, socioeconómicas, o pedagógicoculturales. Y ahora que se está debatiendo el acceso de los pueblos indígenas a la enseñanza superior, esa negación y esa invisibilidad epistemológicas quedan en evidencia.
En lo que se refiere al aspecto jurídico, en Colombia, al igual que en la mayoría de los países de la región, las identidades nacionales fueron moldeadas a partir de la negación de la diversidad y de las raíces étnicas y culturales. Se elaboró un concepto de ciudadanía dentro del marco de un estado nación monocultural, y sólo se reconocía a la persona que era de sexo masculino, de raza blanca, heterosexual y poseía bienes (Castro, 2002). Durante décadas, esta concepción excluyente marcó la tónica de la gestión pública, creando una cultura política excluyente y discriminatoria, la cual se ha transformado en uno de los principales obstáculos que es preciso superar si se pretende generar procesos de reconocimiento, inclusión y respeto de los derechos de estos pueblos.
Desde el punto de vista socioeconómico, una de las principales manifestaciones inequívocas de invisibilidad y negación es la grave restricción en el acceso a los datos, puesto que la mayoría de los sistemas de información del país no considera la variable indígena. Y cuando lo hacen, es a partir de definiciones que se limitan a «hablantes de la lengua nativa». Este tipo de definición se contrapone a la establecida en el primer capítulo del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),1 suscrito por la mayoría de los países de Centroamérica y Sudamérica, la cual considera variables asociadas al territorio, la cultura, la identidad, los usos y costumbres, entre otras.
Colombia es un país con riquezas imensas:
con recursos étnicos, culturales y naturales. Geográficamente se encuentra en un lugar estratégico.
Pero Colombia es también el segundo país en el mundo con el mayor número de desplazados.
2005-2006 2 million desplazados
2006-2007 3 million desplazados
(Fuente: UNHCR)
Pero más allá de ser adecuadamente contabilizados en censos y bases de datos, la invisibilidad y la negación de los pueblos indígenas queda de manifiesto en la grave exclusión socioeconómica que ha empobrecido a miles de seres humanos y los ha privado de las condiciones mínimas necesarias para su supervivencia.
Los estudios sobre la pobreza revelan que, teniendo en cuenta su nivel de ingresos, al igual que sus índices de desarrollo humano, los pueblos indígenas se han quedado a la zaga con respecto al resto de la población (informe del Banco Mundial, 2004). Esto ocurre en un contexto de desigualdad, donde en la mayoría de las sociedades latinoamericanas el 10% de las personas más ricas percibe entre el 40% y el 47% del ingreso total, mientras que el 20% de las personas más pobres sólo recibe entre un 2% y un 4%2 (De Ferranti, Perry, Ferreira, Walton).
Todos los estudios consultados demuestran que el hecho de ser indígena o afrodescendiente lleva aparejada la condición de pobre entre los pobres. Por añadidura, las mujeres pertenecientes a estos grupos sufren el mayor grado de indigencia y marginación.
En el ámbito cultural y educacional, la invisibilidad y la negación repercuten de manera muy notoria y perjudicial en el desarrollo de estos pueblos. Si bien durante las últimas décadas los estados, como también los organismos y redes de cooperación, han realizado valiosos esfuerzos a través de medidas de discriminación positiva destinadas a garantizar un mayor nivel de inclusión, los resultados no han sido los previstos.
No obstante, el aspecto central de este tipo de invisibilidad y negación estriba en el enfoque monocultural aplicado al abordar los problemas de los pueblos indígenas y afrodescendientes, como asimismo en la relación vertical y no dialogante establecida con ellos: son tratados como menores de edad y no como iguales. Esta actitud impide que las iniciativas tengan una aplicabilidad cultural, social y política. Las múltiples formas de discriminación positiva tienen por objeto lograr una inclusión cuantitativa y no cualitativa. Por este motivo, tanto los programas de inclusión que promueven la homogeneidad, como los programas de cobertura que carecen de calidad y aplicabilidad deberían suscitar una pregunta inevitable: ¿qué tipo de educación para qué tipo de desarrollo?
La invisibilidad y la negación epistemológicas del pensamiento y los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas salen a relucir con su máxima intensidad al momento de satisfacer su exigencia de contar con una enseñanza superior que tenga utilidad práctica.
Alcibíades Escué, dirigente indígena colombiano, plantea la situación sin ambages:
«Durante el primer proceso de globalización, que tuvo lugar en 1492, lo que se discutía era si los negros e indígenas teníamos alma, para así reconocernos o no como seres humanos y sujetos de derecho; en ese debate fuimos derrotados, y como consecuencia de ello se idearon argumentos «racionales» para colonizarnos y esclavizarnos. Hoy en día, cuando tiene lugar un segundo fenómeno de globalización, la controversia es más sutil, pero no menos perniciosa; lo que se discute es si poseemos una cultura o un folclore, lenguas o dialectos, ciencia o mitos; e incluso se llega a sostener que nuestro analfabetismo, respecto del pensamiento hispánico y occidental, constituye otro indicador de nuestra incapacidad para razonar. Tal como ocurrió en el pasado, hoy estamos perdiendo la batalla: nos siguen tratando como menores de edad, y por consiguiente cuentan con argumentos «racionales» para imponernos sus modelos (integrarnos y asimilarnos a sus culturas), colonizarnos y exterminarnos tanto a nosotros como a nuestros pueblos y culturas».
En este contexto de invisibilidad y negación hemos sido testigos de numerosas experiencias de resistencia y de dignidad para defender la vida en medio del conflicto intestino. Muestras de heroísmo de niños y niñas, mujeres y hombres, animados por la esperanza de defender su territorio o de retornar a él tras ser desplazados.
Quisiera destacar tres de esas experiencias.
Se proporcionan lugares donde las personas puedan reunirse de manera permanente. Los habitantes se congregan en sitios seguros durante los combates. Esta concentración de personas (por 3 a 4 días, o incluso por una semana) resulta ser una ocasión propicia para entregarles educación y capacitación. Se evita que sean desplazadas y se reafirma su organización y propiedad del territorio.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer a DVV International el importante respaldo que presta a las dos primeras experiencias: a las comunidades indígenas del Norte de Cauca, y a la Asociación para el Desarrollo Campesino en Nariño.
Teniendo en cuenta la experiencia de las comunidades indígenas del Norte de Cauca, la de los campesinos, y la de las comunidades afrodescendientes, es posible distinguir cuatro tipos de educación, según cuáles sean sus métodos y objetivos. Analicemos el siguiente diagrama.
En la constitución política de Colombia se reconoce la autonomía jurídica, política, territorial, cultural, educacional y de pensamiento de los pueblos indígenas y afrodescendientes. En virtud de lo anterior, pueden surgir dos tipos principales de experiencias, a saber:
Aquellas promovidas a partir de los objetivos e intereses de los pueblos indígenas y afrodescendientes, «ad intra»; y aquellas experiencias promovidas a partir de objetivos e intereses de culturas situadas al exterior de dichos pueblos, «ad extra» (véase el diagrama).
En el primer tipo de experiencias, «ad intra», encontramos dos formas de educación:
Por una parte, su propia educación se consolida. Se funda en el principio de una autonomía cultural y de pensamiento, y se la concibe a partir de la historia, la cultura y el pensamiento de cada persona; se la orienta de tal manera que refuerce los planes relativos a la identidad, la autonomía y la economía, o sus propios «planes de vida». Se caracteriza por un alto nivel de aplicabilidad3 y de eficacia; su calidad es diferencial,4 y se imparte en condiciones precarias (de infraestructura, financiación, etc.). La principal modalidad es la propia escuela; existen incluso experiencias en la enseñanza superior (la Escuela de Derecho Indígena en el Norte de Cauca).
Por otra parte, hay experiencias de educación bilingüe e intercultural promovida por pueblos indígenas. Este tipo de educación se imparte a partir del diálogo y la relación con otros idiomas, culturas y maneras de pensar; se lo orienta de tal manera que fortalezca los procesos propios, cree una atmósfera que favorezca la interacción con el medio externo en condiciones de igualdad, y repercuta positivamente en la cultura nacional. Este tipo de educación se caracteriza por un alto nivel de aplicabilidad y eficacia, por su calidad diferencial, y por las condiciones diferenciales en que se imparte. En cuanto a las modalidades, las más recurrentes son: programas para formación técnica, vocacional o profesional, predominantemente vocacional y profesional, orientados en especial a la capacitación del personal docente; los Centros de Enseñanza Superior, como el notable Centro Educativo Juan Tama; la experiencia pedagógica «Herederos del planeta», y la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN). En el segundo tipo de experiencias, «ad extra», también encontramos dos formas de educación.
Por una parte, prolifera una gran cantidad de prácticas pedagógicas bilingües e interculturales, promovidas desde el sistema educacional. Este tipo de experiencias también tiene en cuenta el contexto cultural de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos; se lo orienta de tal manera que satisfaga las exigencias de acceso, mayor cobertura y aplicabilidad. Se caracteriza por su aplicabilidad y calidad diferenciales, una mediana eficacia, y condiciones más favorables para su puesta en práctica, pues cuenta con la totalidad del respaldo y la influencia institucional del sistema educacional. Las principales modalidades son vacantes, becas, programas e institutos.
Por otra parte encontramos un tipo de educación dominante y colonizadora, que se percibe a partir de concepciones dominantes y hegemónicas; sus efectos son la aculturación y la integración de los pueblos indígenas y afrodescendientes, como también de los campesinos, en la cultura dominante. Se caracteriza por una calidad diferencial, bajos niveles de aplicabilidad, altos niveles de eficacia, y condiciones diferenciales de infraestructura; en países cuya constitución nacional consagra el concepto de un estado multiétnico, multicultural y multilingüe, este tipo de educación resulta inconstitucional. Se trata del tipo de educación más generalizado en el país. Con respecto a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, sólo aspira a crear espacios para ampliar la cobertura, a capacitar la mano de obra para que se incorpore a las industrias establecidas en su territorio, y a aumentar el grado de eficacia en los procesos de integración y colonización.
En casos de desplazamiento forzoso, este tipo de educación crea programas para la reubicación, y no para el retorno, de las personas desterradas.
Por último, quisiera formular dos recomendaciones que podrían resultar útiles, en especial para las organizaciones de ayuda humanitaria.
Quisiera finalizar esta exposición con las siguientas observaciones:
Agradezco una vez más a los organizadores de la Conferencia por haberme invitado. Ha sido para mí una experiencia muy enriquecedora.
1 Según la OIT, el Convenio se aplica a: «a) los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial; b) a los pueblos en países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas».
2 Véase la cifra sobre desigualdad en Latinoamérica, comparada con la de países como Estados Unidos e Italia.
3 Véase la cifra sobre desigualdad en Latinoamérica, comparada con la de países como Estados Unidos e Italia.
4 Teniendo en cuenta los puntos de acuerdo y consenso regional en torno a factores e indicadores de calidad, es posible distinguir muchos niveles de calidad diferencial: desde experiencias de alta calidad hasta experiencias muy precarias. En cualquier caso, el debate sobre los factores e indicadores de calidad está abierto, atendiendo al grado de aplicabilidad.