Pham Anh Duy Vietnam) es presidente de la Asociación de Personas Sordas de Hanoi (Hanoi Association of the Deaf – HAD).
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En Vietnam viven alrededor de un millón de personas sordas. Les resulta muy difícil acceder a la información, a la salud, a la educación, al transporte público y a otros servicios sociales. El lenguaje de signos —el lenguaje de las personas sordas y de su cultura— sigue siendo bastante desconocido en Vietnam. Actualmente se dispone de diez intérpretes del lenguaje de signos en todo el país. Para las personas sordas es muy difícil hacer oír su voz al interior de sus familias, en sus lugares de trabajo y en la sociedad.
Hay pocas escuelas primarias y secundarias para sordos en Vietnam, y sólo dos establecimientos donde pueden cursar el segundo ciclo de educación secundaria. En las escuelas a las que asisten alumnos sordos, los profesores se valen principalmente de la lectura de labios. Al no poder escuchar o al escuchar con dificultad, teniendo que guiarse por la posición y el movimiento de los labios del maestro, los alumnos sordos no logran comprender cabalmente las lecciones. Ello afecta el desarrollo del vocabulario del alumno sordo, al igual que sus habilidades lingüísticas y de comunicación, lo que se traduce en un desempeño insatisfactorio.
Siendo sordo de nacimiento, estudié en una escuela primaria privada para sordos de Hanoi, donde los maestros empleaban la lectura de labios. Mientras que en condiciones normales un alumno tarda cinco años en completar la educación primaria (primero a quinto año), yo requerí doce años. Luego cursé el primer ciclo de enseñanza secundaria en el Centro de Educación para Sordos de la provincia de Dong Nai (a 1.200 km de mi Hanoi natal). En este centro, los profesores empleaban el lenguaje de signos. Aquí por primera vez las lecciones despertaron mi interés, pues comprendía con mayor facilidad. Fue una experiencia de aprendizaje absolutamente distinta. Tardé ocho años en cursar del 6.o al 12.o año y luego estudié otros tres años en el Instituto Superior de Educación de Dong Nai, donde obtuve mi título de maestro de enseñanza primaria. En todo Vietnam son sólo 18 las personas sordas que cuentan con un diploma universitario, y una con el grado de máster otorgado por una universidad estadounidense.
Actualmente soy el maestro del curso 1B de la escuela primaria Xa Dan de Hanoi. Si bien hoy en día ha aumentado la cantidad de niños sordos que tienen la oportunidad de aprender el lenguaje de signos, muchos aún no tienen la posibilidad de desarrollar un lenguaje, una herramienta para comunicarse con su entorno, o de acceder a la educación. Este año fui elegido presidente de la Asociación de Personas Sordas de Hanoi (Hanoi Association of the Deaf – HAD). La misión de esta entidad consiste en mejorar las condiciones de reinserción de estas personas en la sociedad, y desarrollar la comunidad formada por quienes sufren esta discapacidad. Si bien nuestros recursos son limitados, estamos permanentemente empeñados en apoyar la educación, pues somos conscientes de su enorme importancia para el progreso de una comunidad como la nuestra.
Espero que nuestra sociedad considere a las personas sordas como seres humanos normales y confíe en sus aptitudes. El Ministerio de Educación debería instaurar políticas de apoyo adecuadas destinadas a la comunidad de personas sordas —especialmente de los adultos, que siempre son ignorados—, de manera que puedan participar en todos los niveles y modalidades de la educación (formal y no formal).