Christoph Jost es director de DVV International, el Instituto de Cooperación Internacional de la Asociación Alemana para la Educación de Adultos.
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Con la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el desarrollo mundial ha entrado en una nueva era. En la actualidad, dichos objetivos son aplicables a todos los países, ya no solo a las naciones en desarrollo y emergentes. Asimismo, el área de influencia de la educación se ha ampliado considerablemente. En el Objetivo 4 de la Agenda la atención se centra en el aprendizaje a lo largo de toda la vida. En este tema también está incluida la educación (no formal) de adultos, la cual es abordada de manera implícita en varios de los subobjetivos. La educación de adultos cobra, por tanto, mayor importancia en los esfuerzos por alcanzar determinadas metas, tales como inculcar competencias de lectura, escritura y aritmética, eliminar las desigualdades entre los géneros, ofrecer programas de formación profesional e impartir una educación para el desarrollo sostenible.
La educación es un instrumento fundamental para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, particularmente en el caso del desarrollo de aptitudes no formales y de las actividades educativas. La concepción holística de la educación que prevalece en la Agenda 2030 le abre a la educación de adultos un campo de acción potencialmente más amplio. Es así como la educación de adultos y el desarrollo gradualmente llegan a confluir. Los ODS le proporcionan a la educación de adultos una oportunidad inmejorable para cumplir un papel más relevante al interior del sector educativo y como parte de la Agenda 2030 en su conjunto. Con el enfoque intersectorial que se aplica en el Tercer Informe Mundial sobre el Aprendizaje y la Educación de Adultos (Global Report on Adult Learning and Education, GRALE) se ha dado un importante paso en esa dirección al revelar las aportaciones que la educación de adultos ha realizado a otras áreas del desarrollo, como la salud y el bienestar, el empleo y el mercado laboral, al igual que la vida social, cívica y comunitaria. Sin embargo, en los actuales debates no queda suficientemente clara la forma en que los enfoques integrados pueden promover simultáneamente la educación y otros objetivos consagrados en la Agenda 2030. Cuando, por ejemplo, se vincula la alfabetización con el desarrollo de aptitudes profesionales, las actividades para la generación de ingresos o la educación política, se produce no solo una correlación, sino además una interacción directa.
La educación de adultos y el desarrollo se encuentran estrechamente vinculados entre sí. Basta con analizar los conceptos y los objetivos fundamentales de cada uno: mitigación de la pobreza; participación; promoción de la democracia, la igualdad entre los géneros y la salud; prevención de conflictos y sostenibilidad. Al contar con la participación de una poderosa sociedad civil, la educación de adultos aporta contribuciones y soluciones sumamente importantes para resolver numerosos problemas relativos al desarrollo, en particular los que afectan a personas desfavorecidas que habitan en zonas más apartadas. Es preciso que analicemos con mayor profundidad este contexto desde una perspectiva empírica y demos a conocer las conclusiones en un ámbito mucho más amplio que el de la educación de adultos.
Está fuera de duda que la educación de adultos reviste gran importancia. Sin embargo, en la actualidad necesitamos pruebas concretas tanto en forma de resultados a corto plazo cuantificables como de impactos a largo plazo. Debemos concentrarnos en los aspectos centrales, independientemente de la diversidad de las áreas de actividad y de las diferencias entre las regiones. Es necesario generar mensajes clave que sean claramente comprensibles y formular declaraciones que tengan un fundamento cuantitativo: ese es el lenguaje que comprenden los donantes y los gobiernos. La recopilación de datos fiables representa un particular desafío, en vista de la gran cantidad de pequeños actores que participan en la sociedad civil. Una solución podría ser prestar mayor apoyo a las redes, a fin de poder recopilar y agrupar los datos y dar a conocer los resultados de manera más sistemática. Los estudios interdisciplinarios deberían demostrar con mayor precisión los vínculos que existen entre la educación de adultos y el desarrollo. Solo si empleamos argumentos más convincentes para describir el potencial que ofrece la educación de adultos en el contexto de los ODS, ella logrará atraer la atención y la financiación que merece.