Sobre la base de una sinopsis histórica del desarrollo de la Campaña de Alfabetización de Zimbabue, el siguiente artículo analiza los problemas más importantes que han surgido en la campaña de alfabetización de Zimbabue y sugiere que las autoridades reconsideren un buen número de recomendaciones que se hizo en el pasado. El autor tiene el cargo de Presidente del Departamento de Educación de Adultos de la Universidad de Zimbabue y ha participado en diversos programas de alfabetización básica.
En primer lugar es pertinente echar una mirada a la dimensión histórica de la educación en Zimbabue, antes y después de la independencia. Antes de la independencia el sistema educativo estaba encaminado en primera instancia a responder a las necesidades políticas y socio-económicas de la clase blanca dirigente. La provisión discriminante para los africanos era inferior a la que se ofrecía a los europeos, como parte de la política de mantener a la mayoría de la población africana en estado de servidumbre en beneficio de la minoría. El resultado de esta negación de la educación fue la explotación, la manipulación y la opresión.
Después de casi un siglo de dominación colonial, el nuevo gobierno dio pasos para revertir esta situación. Reconociendo la importancia de la alfabetización para el desarrollo general del país, el gobierno lanzó una masiva campaña de alfabetización en 1983 con el fin de erradicar el analfabetismo en un período de cinco años. Esto constituía un desafío, ya que de los cuatro millones de personas que se encuentran en edad de producir, se calculaba que 2,5 millones eran analfabetos o semianalfabetos. Sin embargo y pese a que se utilizó el término de «campaña», ésta no presentaba los rasgos de una campaña tal como la describen escritores como H. S. Bhola. El marco de tiempo era corto, como debería ser en una campaña, pero la nación no concentró sus energías en la tarea, destinando todos los recursos para que estuvieran disponibles en actividades de gran escala. Los políticos de Zimbabue se portaban renuentes a la hora de darle a la campaña el necesario apoyo político y material porque eran conscientes del peligro que suponía despertar expectativas demasiado altas: como lo observó Nyerere, si la gente se pone en pie y no puede llevar a cabo los cambios que necesita, se producirá un descontento popular.
Cuando el entonces Primer Ministro Mugabe lanzó en 1983 la campaña de alfabetización en Zimbabue, decidió que la responsabilidad de llevar la campaña debía ser compartida por el Ministerio de Educación y el Ministerio de Desarrollo Comunitario y Asuntos de la Mujer. Este matrimonio terminó en 1988, cuando el Ministerio de Educación tomó por su cuenta toda la campaña para resolver algunas de las dificultades causadas por la responsabilidad conjunta.
Nyerere, Bhola y otros están de acuerdo en que si se planifica junto con la población, sin duda se obtendrá mejores resultados que si se planifica para la población. En el caso de la educación de adultos en una escala tan grande como se dio en la campaña de Zimbabue, la potencial clientela difiere de tal manera en capacidad, edad, experiencia previa, etc., que los proveedores enfrentan problemas insolubles si intentan planificar de manera centralizada. Sin embargo, es evidente que se lanzó la campaña de Zimbabue sin una previa consulta con los supuestos beneficiarios/as. El análisis de necesidades, la planificación, la publicidad y la evaluación demostraron ser inadecuados, y los objetivos no fueron acordados entre los organizadores/as, los educadores/as y los/as estudiantes. En la literatura sobre investigación se sugiere que el involucramiento de estos tres grupos es esencial para la planificación de un programa de educación de adultos. En consecuencia el enfoque de arriba abajo, que fue el utilizado en la campaña de Zimbabue, causó problemas porque las autoridades no sabían qué era lo que quería la gente.
A partir de aquí se dio una confusión generalizada en lo que respecta a los objetivos. El enfoque adoptado por Zimbabue en su campaña de alfabetización oficialmente estaba en consonancia con la ideología socialista del gobierno, mientras que el entorno en que el mismo operaba era esencialmente procapitalista. La mayoría de los/as participantes asociaban la campaña con un logro académico y deseaban aprender dentro de un contexto formal y no de cualquier forma que fuera posible acomodarse. El resultado fue que el enfoque pedagógico no fue ni lo suficientemente académico para satisfacer las aspiraciones de los/as estudiantes, ni suficientemente funcional para responder a los objetivos de los organizadores/as. Y si las metas del/a estudiante individual están en conflicto con las metas de los organizadores/as, entonces el programa puede convertirse en un derroche de valiosos recursos.
Sin embargo, las razones que pueden tener las personas para sumarse a un programa de alfabetización son más complejas de lo que queda sugerido en este análisis. Sus motivaciones varían ampliamente, lo mismo que sus expectativas, de modo que los planificadores de la alfabetización en Zimbabue deberían también haber planificado de acuerdo con las diferentes necesidades de sus estudiantes. En programas de educación de adultos no puede haber una prescripción central.
El resultado de estos problemas fue que, cuando la campaña fracasó en el cumplimiento del objetivo que se había propuesto, se convirtió en un programa permanente. En esencia, sin embargo, no cambió nada en términos de enfoque o estrategia. El programa, tal como se encuentra ahora, se ha limitado a asumir algunos de los problemas de la campaña, la mayor parte de los cuales se derivan de la falta de compromiso de los tres grupos de actores esenciales que se ha mencionado antes.
Hubo una cantidad de problemas fundamentales, algunos de los cuales parece que emergieron pronto en la campaña:
Los recursos para educación de adultos son siempre ridículamente pequeños en comparación con las necesidades. Sin embargo, como lo demostraron Nyerere y otros compañeros, no se puede llevar a cabo educación de adultos sin recursos. La financiación nacional para la campaña de Zimbabue no alcanzó más que para dedicarse a estudiantes de la línea central, es decir del sector formal tradicional, y la mayor parte de los recursos de la campaña provino de fuentes externas, principalmente UNESCO y Unicef.
La situación empeoró con las sequías de 1983-84 y 1992-93, cuando los recursos de muchos programas se reorientaron al alivio de la sequía. También tuvieron un efecto negativo en la educación de adultos los programas económicos de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Mundial, ya que obligaron al gobierno a recortar gastos. Una de las primeras víctimas fue la campaña de alfabetización. En consecuencia, la asignación presupuestaria para educación no formal, y de manera especial para la alfabetización, no guardaba proporción alguna con las ambiciosas metas trazadas por los planficadores de la campaña de alfabetización. El resultado fue la inactividad en las clases de alfabetización.
El análisis ha identificado las deficiencias más importantes de la campaña de alfabetización de Zimbabue. El propósito es capacitar a quienes teorizan sobre el aprendizaje, y a quienes actualmente diseñan programas de aprendizaje, para que lo hagan de manera más informada.
Algunos de los problemas que acosan a la campaña de alfabetización de Zimbabue estaban causados por nosotros mismos, aunque también tenían sus raíces en formaciones históricas y políticas. Factores socio-económicos, factores ambientales, como también el enfoque pedagógico adoptado, todo contribuyó a crear dificultades.
El mejor punto de partida para el futuro es volver a meditar algunas de las muchas recomendaciones hechas en numerosos talleres y seminarios de alfabetización, tanto en el país como en el extranjero. Entre las más significativas están las siguientes: