Janine Eldred, de NIACE, reflexiona igualmente sobre las consecuencias de la crisis financiera, en especial acerca de sus efectos en la ayuda al desarrollo. Sostiene que la crisis ha hecho retroceder en tres años la lucha contra el hambre y la pobreza. Agrega que la crisis también lleva a muchos actores políticos a negar la importancia de la educación de adultos. Janine Eldred demuestra con argumentos por qué es errónea esa postura.
El informe del Comité de Desarrollo Internacional de la Cámara de los Comunes del 2 de junio de 2009, Ayuda bajo presión; Apoyo para la asistencia para el desarrollo en una contracción de la actividad económica mundial, registra que las reducciones de la actividad comercial, la disminución de la inversión extranjera, las fluctuaciones de los tipos de cambio, las disminuciones de remesas y los cambios en la asistencia para el desarrollo están impactando en los países más pobres. El mismo informe estima el impacto de estas reducciones financieras sobre el desarrollo humano de la siguiente manera:
«Se estima que habrá un incremento de 90 millones de personas que vivirá en la extrema pobreza a finales de 2010, y la Organización Mundial de la Salud ha advertido que la mortalidad infantil podría aumentar en 400.000 muertes por año.» (P10, 2009)
Establece asimismo que:
«…la erradicación del hambre y la pobreza se ha retrasado tres años.»
(op.cit)
En este contexto debe darse crédito al Gobierno del Reino Unido, que se ha comprometido a alcanzar su meta de asistencia del 0.7 % del PNB para 2013, y con este fin ha aumentado la asistencia a los países en desarrollo en 2009. Sin embargo, a pesar del Libro Blanco del Departamento para el Desarrollo Internacional del gobierno, titulado Eliminar la pobreza en el mundo; Construir nuestro futuro común (julio 09) y su compromiso para crear una nueva estrategia de educación, no se hace ninguna indicación acerca de la importancia del aprendizaje de personas adultas. Se prioriza la erradicación de la pobreza sin un compromiso claro con respecto a la importancia de las personas adultas educadas, con capacidades y cultura que pueden desarrollar empresas, empleos y servicios de salud y educación efectivos.
En estos tiempos extremos desde el punto de vista económico, alguien podría argumentar que priorizar el aprendizaje de personas adultas podría significar un largo camino hacia abajo en la agenda. Sin embargo, una reflexión sobre la respuesta del Reino Unido a los desafíos económicos y la consiguiente pobreza relativa para algunos grupos de personas sugiere una visión contraria y podría ayudar a esclarecer por qué el aprendizaje de personas adultas debería ser una prioridad en las agendas para el desarrollo internacional.
En las últimas décadas, en períodos de contracción de la actividad económica, los gobiernos se han comprometido a aumentar las oportunidades de educación y capacitación. Presupuestos, unidos al desarrollo y la mejora de las capacidades, se ponen a disposición a través de programas laborales. Información, asesoramiento y orientación también aumentaron en torno a las oportunidades de aprendizaje disponibles, junto al apoyo de elementos tales como el cuidado de niños y gastos de viaje. Estos compromisos presupuestarios no se limitan a los gobiernos. Por ejemplo, la empresa Honda en el Reino Unido declaró, a finales de 2008, que el tiempo de inactividad creado por la coyuntura desfavorable del mercado sería utilizado para capacitar y formar al personal, preparándolo para la iniciación de la fase ascendente y las nuevas oportunidades comerciales.
Estas respuestas se agregan a las oportunidades habituales para el desarrollo de capacidades a través de este crecimiento masivo como «Train to Gain» (T2G), las oportunidades de aprendizaje conducidas por el empleador, incluyendo el desarrollo de la lectonumeración.
Debemos asumir que la sofisticada maquinaria del gobierno, que prioriza políticas basadas en la evidencia, está satisfecha de que estas inversiones ayuden a mantener y mejorar el bienestar económico y las oportunidades de los individuos, sus familias y la nación. Las investigaciones realizadas en este campo indican que quienes poseen los niveles más bajos de competencia, en particular con relación a la lectonumeración, son probablemente las personas más pobres. Además, es probable también que estos adultos tengan familias con niños que luchan con estas capacidades esenciales y que encuentran que la educación inicial no brinda los estímulos y la satisfacción que los aliente a continuar aprendiendo. (Parsons, S and Bynner, J (2008) Literacy Changes Lives).
Participantes de REPEM
Fuente: Claudia Ferreira
El gobierno del Reino Unido creó sus «Capacidades para una estrategia de vida» en 2001, con el apoyo de importantes recursos financieros, objetivos claros y programas de acción. El trabajo continúa actualmente y, es más, constituye un aspecto crucial del apoyo disponible para las personas dentro o fuera del mercado laboral, en tiempos de dificultades económicas.
Entonces por qué, pregunté en la conferencia en Bonn, a principios de este año, sobre el tema de la financiación de la educación de personas adultas en el desarrollo internacional, no sólo nuestro propio gobierno sino también muchos otros en el mundo industrializado, que reconocen la importancia de la lectonumeración de las personas adultas para sus propias poblaciones, no utilizan la misma lógica en sus políticas y programas para el desarrollo internacional. ¿Qué base lógica sugiere que lo que es bueno para el desarrollo humano y económico y para combatir y prevenir la pobreza y las privaciones intergeneracionales en las naciones industrializadas no es también bueno para las naciones en desarrollo? Uno imaginaría que la prioridad sería aún mayor entre aquellas personas que deben recorrer un camino más largo hacia el aprendizaje para ser de forma efectiva económicamente activas.
Algunos de los argumentos en contra de apoyar el aprendizaje y la alfabetización de personas adultas en países en desarrollo tienen que ver con la falta de docentes, la baja calidad de la enseñanza, la falta de entornos para la alfabetización en algunas situaciones, una historia de altos niveles de abandono escolar, la falta de materiales y de recursos pertinentes, y políticas no claras que enmarquen el desarrollo. Muchas de estas críticas fueron características del desarrollo de la lectonumeración de personas adultas en el pasado en el Reino Unido. Pero se transformaron en las razones PARA el desarrollo, no en argumentos en su contra.
Según las capacidades para una estrategia de vida, los docentes debían estar calificados de acuerdo con los estándares nacionales, y a los docentes voluntarios se les dieron oportunidades de desarrollarse o se les ofrecieron diferentes tareas de apoyo. Se acordaron niveles para los programas, se escribieron y produjeron recursos y todos los interesados hicieron su aporte. Se incluyó a empleadores, sindicatos, responsables políticos, proveedores y profesionales. También a los alumnos, cada vez más caracterizados como colaboradores clave para el desarrollo de políticas y práctica. Se revisaron, organizaron y compartieron las pedagogías y los métodos educativos, inclusive los enfoques arraigados o integrados, en los que la lectonumeración está estrechamente entrelazada con la educación y la capacitación profesional, actividades creativas y aprendizaje familiar. Estos progresos pueden realizarse siempre que haya voluntad política.
Algunas personas argumentan que hay fuerzas sutiles pero dominantes en juego, que impiden que el aprendizaje de personas adultas se encuentre en una posición más alta en la agenda de los países en desarrollo. Una carta reciente del Ministro de Desarrollo Internacional para la Campaña Mundial por la Educación (GB) destacó que la cooperación y el apoyo a la educación en los países en desarrollo se llevan a cabo en base de planes nacionales. En los casos en que el aprendizaje de personas adultas no está en el plan nacional, no recibe apoyo. Sin embargo, muchos países en desarrollo sienten que, como los socios proveedores de fondos indican que la Educación Primaria Universal es su prioridad, no harán referencia al aprendizaje de personas adultas en su plan, pues temen que no van a recibir apoyo. Simplemente, y de forma entendible, diseñan los tipos de planes de educación que creen que el donante quiere ver y no el plan que realmente quieren que se aplique. Dejan de lado su comprensión de las realidades de vida y trabajo en un país africano o asiático para favorecer la realidad percibida por el potencial donante. Los gobiernos pierden su confianza y capacidad para dirigir sus propias agendas frente al temor de que se reduzcan las donaciones. En este escenario surgen los peores aspectos de la dependencia en la asistencia.
Un enfoque más saludable y productivo sería mejorar las asociaciones, donde se ejerza una mayor igualdad. Los países en desarrollo deberían poder articular y hacer valer claramente sus sueños y ambiciones. Socios y donantes deberían analizar y reflexionar acerca de las políticas en sus propios países, especialmente cuando éstas apoyan los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para su efectividad y potencial para traducir y compartir en diferentes contextos y países. Para el Reino Unido esto significaría un análisis de la manera en pue la educación y formación de personas adultas contribuye con sus propias políticas en torno a la empleabilidad, el perfeccionamiento de la mano de obra, las agendas de salud, la mejora de las capacidades, los desafíos y sostenibilidad del medioambiente así como a la justicia, el desarrollo comunitario y la gobernanza, las familias, la primera infancia y la reducción de la pobreza.
Un análisis de este tipo revelaría que el aprendizaje de personas adultas no yace en un silo de un departamento particular sino que se entrecruza, se complementa y tiene efectos sobre políticas y programas en toda la agenda pública.
En este entorno, las naciones en desarrollo estarían en mejores condiciones para negociar y más estimuladas para indicar, a su vez, dónde creen que el aprendizaje de personas adultas tiene algo para ofrecer en pos de sus metas y objetivos. Las asociaciones comenzarían a adquirir una importancia real en lugar de ser una relación donante-receptor que perpetúa viejas hegemonías.
Un análisis de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que dirige las políticas de desarrollo internacional del Reino Unido, sugiere que el aprendizaje de personas adultas debería estar inmerso en la mayoría de las agendas para el desarrollo. El aprendizaje con padres y cuidadores apoya una efectiva educación y salud de la primera infancia; la alfabetización sanitaria mejora no sólo la salud materna y familiar sino también formas de prevenir o de vivir con VIH-SIDA. Las aptitudes para el trabajo – en toda su complejidad – son esenciales para el desarrollo económico, y más efectivas cuando se incluye la lectonumeración de personas adultas (NRDC, 2006, UK). En las comunidades más pobres, la unidad económica es la unidad familiar, ya sea en torno a la agricultura de subsistencia, la venta de productos al detalle, la mecánica de bicicletas, la producción de artesanía, la restauración local o el reciclaje de iniciativas. Sabemos que el aprendizaje familiar tiene mucho que ofrecer: nueva empleabilidad, espíritu empresarial, educación financiera y creación de capacidades dentro de la familia para que ésta sea una unidad económica aún más efectiva. Agregar lo que funciona en contextos específicos agrega valor, crea capacidad y apoya la autonomía. En todas partes del mundo hay aspectos esenciales del desarrollo.
Al reunir evidencia, experiencias y un poco de estímulo, el gobierno del Reino Unido pudo señalar el camino y brindar un enfoque progresista e igualitario para el desarrollo. La inversión en educación primaria inicial por sí sola, en cualquier país, no es suficiente para responder a los desafíos actuales y de la próxima década. Los países industrializados, trabajando en cooperación y sociedad, deberían reconocer las realidades de sus socios en desarrollo en un espíritu de responsabilidad social global.
El aprendizaje de personas adultas, en toda su variada riqueza, es un imperativo para la creación de ese otro mundo que sabemos que es posible. Necesitamos la voluntad política.