Anabel Cruz es directora y fundadora del Instituto de Comunicación y Desarrollo (ICD) en Uruguay, además de presidenta de la junta directiva de CIVICUS: Alianza Mundial para la Participación Ciudadana. La cooperación Sur-Sur, llevada a cabo por la sociedad civil, ofrece una oportunidad para establecer una práctica basada en la solidaridad y el intercambio horizontal de conocimientos. Es necesario que se guíe por los principios del Programa de Acción de Accra, adoptado con ocasión del Tercer Foro de Alto Nivel sobre Eficacia de la Ayuda, que tuvo lugar en 2008. Luego la autora pasa a analizar las maneras en que se pueden establecer asociaciones horizontales. El texto fue inicialmente publicado por «Development Outreach», editado por el Instituto del Banco Mundial, siteresources.worldbank.org/WBI/Resources/213798-1286217829056/cruz.pdf
La cooperación Sur-Sur no es un tema nuevo. Ha estado presente durante varias décadas en forma de integración económica, intercambios culturales y cooperación técnica. Sin embargo, la tradicional cooperación Norte-Sur, en la que se traspasan recursos de los países más ricos del Norte a los países pobres del Sur, ha sido complementada por otros modelos. En efecto, los países de ingresos medianos han estado asumiendo diversas funciones, no solo como receptores de ayuda para el desarrollo, sino además como prestadores de cooperación para el desarrollo. Se han incorporado nuevos actores y enfoques al panorama de la cooperación para el desarrollo.
En el último tiempo, y por múltiples razones, se ha venido prestando cada vez mayor atención a la cooperación Sur-Sur (CSS). Por una parte, los países en desarrollo están ejerciendo un mayor grado de influencia en la economía mundial: el 40 % de la población del planeta vive actualmente en los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que ya representan el 25 % del producto interno bruto mundial.
Por otra parte, la cantidad de países que, a pesar de no pertenecer al Comité de Ayuda para el Desarrollo (CAD) de la OCDE, intervienen en iniciativas de cooperación oficial, ha estado aumentando, especialmente entre las naciones en desarrollo de ingresos medianos. Entre los numerosos ejemplos que podrían citarse, se destaca el caso de Brasil, debido a sus iniciativas de cooperación Sur-Sur con Angola, Mozambique, Paraguay y Argentina en el campo de la educación, incluidos los proyectos para el desarrollo de capacidades en las escuelas y la reducción del analfabetismo.
Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) han advertido frecuentemente acerca de los problemas asociados a la prestación de ayuda, denunciando las prácticas verticalistas y haciendo reiterados llamamientos para que se ponga fin a las condicionalidades que los países desarrollados suelen imponerles a los países en desarrollo. Las OSC han cifrado grandes expectativas en la CSS como práctica basada en los principios de la solidaridad; asimismo, el papel de las OSC y los principios de la CSS fueron definidos explícitamente en el Programa de Acción de Accra (PAA), adoptado con ocasión del Tercer Foro de Alto nivel sobre Eficacia de la Ayuda. En dicho documento se señala que:
«La cooperación para el desarrollo Sur-Sur debe observar el principio de no interferir en los asuntos internos, establecer igualdad entre los asociados en desarrollo y respetar su independencia, soberanía nacional, diversidad e identidad cultural y contenido local. Juega un papel importante en la cooperación para el desarrollo internacional y constituye un valioso complemento de la cooperación Norte-Sur»
Las OSC han estado realizando ingentes esfuerzos por transformar la CSS en un vehículo para el diálogo horizontal y el intercambio de conocimientos. La sociedad civil y sus aliados, como los medios de comunicación y el mundo académico en numerosas situaciones, se han hecho el propósito de velar por que los errores cometidos en otras formas de cooperación internacional no se repitan en las prácticas de CSS. La CSS representa una excelente oportunidad para las OSC si se logra transformarla en un ejercicio de aprendizaje Sur-Sur y en una herramienta para generar un cambio en las políticas e instituciones.
Si la CSS puede constituir una plataforma basada en la solidaridad, entonces también debería ser un medio para forjar asociaciones horizontales que permitan promover el intercambio de enseñanzas. Además, los cinco principios de la Declaración de París también resultan válidos y aplicables a la CSS: apropiación, alineación, armonización, gestión orientada a los resultados, y mutua responsabilidad. Ahora bien, ¿están ellos presentes en la CSS?
Al reciente Evento de Alto Nivel sobre Cooperación Sur-Sur y Desarrollo de Capacidades, patrocinado por el Gobierno de Colombia y celebrado en Bogotá entre el 24 y el 25 de marzo de 2010, asistieron más de 400 participantes, incluidos ministros, viceministros, autoridades de agencias de cooperación, delegados de organizaciones multilaterales, como asimismo representantes de OSC, parlamentos e instituciones académicas que participan activamente en la arquitectura de la cooperación. En esa ocasión se debatió sobre la manera de promover e implementar buenas prácticas en materia de CSS y desarrollo de capacidades para respaldar a los países en los esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En la declaración final emitida por los participantes se subrayan dos requisitos indispensables que debe cumplir la CSS: tiene que ser un proceso encabezado por el Sur y debe generar buenas prácticas e información basada en evidencias para cimentar un intercambio eficaz y generalizado de conocimientos.
Desde luego, las OSC que asistieron al encuentro de Bogotá identificaron algunas importantes tareas pendientes para los actores que intervienen en la CSS, de modo que el intercambio de enseñanzas y conocimientos pueda realizarse efectivamente de manera horizontal y transparente:
Las OSC están llamadas a cumplir un papel decisivo en los esfuerzos por asegurarse de que la renovada atención que está despertando la CSS se transforme en una eficaz herramienta para erradicar la pobreza y para realizar intercambios horizontales de enseñanzas.
A este respecto, las OSC, en conjunto con The Reality of Aid Network,1 están realizando un llamamiento para que donantes y receptores en las iniciativas de CSS ayuden a aumentar la eficacia del desarrollo al adoptar importantes medidas, como las que se mencionan a continuación:
En el encuentro de Bogotá quedó la impresión de que algunas de estas recomendaciones estaban tomando forma y obteniendo respaldo. En los 110 casos de cooperación Sur-Sur y triangular presentados en el Evento de Alto Nivel se describieron experiencias que podrían servir como fuente de aprendizaje o como prácticas dignas de ser reproducidas. Espero que este libro sea el primero de muchos más auxiliares de enseñanza.
Junto con sus asociados y sus organizaciones miembros, CIVICUS está emprendiendo iniciativas en las que se impulsa la cooperación entre pares y se promueve el intercambio de conocimientos de la sociedad civil entre países en desarrollo. El Índice de la Sociedad Civil (ISC) de CIVICUS es un excelente ejemplo a este respecto. El ISC es una herramienta participativa para evaluación de necesidades y planificación de medidas destinada a las sociedades civiles de todo el mundo. Su objetivo es crear una base de conocimientos sobre iniciativas para fortalecer las sociedades civiles, e imprimirles el impulso necesario. El ISC es puesto en marcha e implementado por, y para, organizaciones de la sociedad civil a nivel nacional. Difunde sus conclusiones entre una amplia gama de actores, incluidos los gobiernos, los donantes, los académicos y el público en general, y los transforma en partícipes activos de este proceso.
Los actores de la sociedad emplean métodos de investigación participativos y de otra índole para generar conocimientos sobre la sociedad civil y para evaluar su situación o condición. Esta evaluación se emplea posteriormente en un proceso conjunto destinado a fijar metas y diseñar una agenda para fortalecer la sociedad civil. Fuera de las actividades a nivel nacional, las organizaciones asociadas que ponen en práctica el ISC emprenden una serie de otras iniciativas de intercambio: compartir resultados, tratar de encontrar patrones comunes, y buscar soluciones a problemas que aquejan a todos por igual. Los intercambios regionales, por ejemplo en Latinoamérica, son muy dinámicos en la actualidad, y representan una modalidad en ciernes de cooperación Sur-Sur e intercambio de conocimientos.
1 The Reality of Aid Network (RoA) es la única gran iniciativa internacional y no gubernamental Norte-Sur que se concentra exclusivamente en el análisis y la defensa de políticas y prácticas para la erradicación de la pobreza dentro del régimen internacional de la ayuda. Para un análisis más detallado de las medidas que aquí se presentan puede consultarse su informe más reciente sobre Cooperación Sur-Sur.