Uwe Gartenschlaeger
DVV International
Alemania
Resumen – Los estudios de casos e informes sobre centros locales de aprendizaje a lo largo del mundo ilustran de manera muy elocuente cuán variopinto y multifacético es el aprendizaje comunitario hoy en día. Si bien los nombres son distintos, la idea es similar: ofrecer oportunidades de aprendizaje orientadas por la demanda, eficaces y democráticas en lugares cercanos a zonas pobladas. En un mundo donde la brecha entre pobres y ricos es cada vez mayor, el aprendizaje comunitario, como elemento esencial de la educación no formal, es un instrumento muy poderoso para poner las oportunidades educacionales al alcance de quienes más las necesitan. Los ejemplos que les ofrecemos en esta revista ponen de relieve un área del sector educativo que aún está desatendido y adolece de una extrema escasez de recursos.
Hace algunos años, una colega delegada a la Comisión Europea me comentó: “Uwe, te cuento que tenemos un nuevo bebé en Bruselas, al que bautizamos ‚centro de aprendizaje comunitario‘. Pensamos puede llegar a transformarse en una vía para difundir el aprendizaje a lo largo de toda la vida en Europa: está próximo a la gente, se guía por la demanda, y es económico”. Luego de reflexionar unos instantes, concluí: “Un
momento, ¿acaso esa definición no corresponde a la de nuestro `Volkshochschule` [centro de educación de adultos de Alemania, N. de la R.]? ¿No se trata tan solo de darle un nuevo nombre a una realidad que ya existe en numerosos países, pero que lamentablemente no siempre valoramos debidamente?”
Cuando decidimos presentar en este número de la revista una serie de modalidades de aprendizaje comunitario me vino a la mente esta conversación con mis colegas de Bruselas. A mi juicio, ella ilustra claramente la tensión que existe entre conceptos de alcance internacional y realidades locales: Por un lado tiene lugar un necesario debate a nivel mundial sobre conceptos, tendencias y características comunes, en el que se suele incurrir en la práctica de poner etiquetas. En el caso en cuestión, el término “centro comunitario de aprendizaje” es precisamente una de esas etiquetas, ampliamente difundidas por la UNESCO y otras entidades, sobre todo en la década de 1990. Por otra parte, tenemos una amplia variedad de tradiciones locales y una vasta gama de alternativas de aprendizaje e intercambio a nivel local. Así por ejemplo, tenemos los kominkans en Japón, las universidades populares de Marruecos, círculos de estudio en los países nórdicos [Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, N. de la R.], etc. Todos ellos ofrecen oportunidades de aprendizaje a la población y reflejan la multifacética y variopinta realidad de la educación de adultos y la educación a lo largo de toda la vida. Considerarlos y valorarlos es el punto de partida de toda reflexión sobre el aprendizaje comunitario. Esta es la razón por la que hemos decidido dedicarle suficiente espacio a este tema en el presente número de nuestra revista Educación de Adultos y Desarrollo.
Las buenas prácticas en materia de aprendizaje comunitario que presentamos en este número dan a conocer algunas de las ventajas fundamentales de esta modalidad de aprendizaje: el aprendizaje a nivel local ofrece un acceso fácil y universal, de bajo costo para los participantes; garantiza oportunidades de aprendizaje variadas, basadas en la demanda y personalizadas, a la vez que asegura la participación activa de los participantes en la toma de decisiones y en la configuración de las instituciones. En un mundo en que la brecha entre pobres y ricos se ensancha cada vez más, especialmente al interior de los países, el aprendizaje comunitario presta especial interés a los segmentos más desatendidos de la población. Se argumenta que al ofrecer una variada gama de actividades de aprendizaje, los centros de aprendizaje comunitario son capaces de hacer llegar su ayuda a los sectores más desfavorecidos de la comunidad. Si es cierto que la educación representa la oportunidad más eficaz para mejorar las condiciones de vida, se trata de un argumento de importancia crucial. En un mundo donde el sistema de educación formal sigue siendo incapaz de ofrecer oportunidades suficientes a millones de niños y niñas, hombres y mujeres, potenciar las capacidades de los proveedores locales de educación no formal debería ser un objetivo esencial. De lo contrario, las metas de desarrollo a nivel mundial y nacional, como la lucha por la alfabetización y por un trabajo digno –por nombrar solo dos– no podrán ser alcanzadas.
Tal vez parezca que estamos “predicando a los conversos”, pero, ¿cuál es la verdadera realidad? Son muchos los gobiernos que aun prestan escasa atención a la enseñanza no formal. En Camboya, por ejemplo, solo el 1% del presupuesto de educación se destina a dicho sector. Numerosos gobiernos desconfían del nivel local. Les es difícil aceptar la descentralización, especialmente cuando ésta se refiere a la educación. Las autoridades locales carecen de poder y, lo que es peor aun, del presupuesto para crear un servicio de aprendizaje comunitario que pueda ser controlado por la población local y se adapte a sus necesidades. A mi parecer, muchos donantes y organizaciones internacionales tienden a concentrarse en iniciativas de nivel mundial ―o por lo menos de alcance nacional― no considerando suficientemente, o subestimando, el potencial a nivel local. Es de esperar que la agenda para la educación Después de 2015 llame la atención sobre esta realidad.
Aprender en la comunidad es motivo de alegría. Es una actividad que une a las personas y les ofrece nuevos conocimientos, experiencias y aptitudes. Tiene lugar en un entorno protegido y confortable y se encuentra estrechamente vinculada a la vida del individuo y de la comunidad. Puede transformarse en la modalidad de aprendizaje más democrática e inclusiva. Esperamos que nuestros ejemplos permitan apreciar la riqueza de matices que posee el aprendizaje comunitario en África, Asia, Latinoamérica y Europa. Como ya he señalado, si bien las tradiciones y costumbres locales cumplen un importante papel, esperamos que algunos de los ejemplos que exponemos a continuación permitan apreciar nuevas ideas e iniciativas.
Uwe Gartenschlaeger es Vicedirector de DV V International. Estudió Historia y Filosofía en Berlín y Colonia. Trabaja para el Instituto desde 1995, incluidos varios años como Director de las oficinas en Rusia y Uzbekistán. En el 2010, Uwe Gartenschlaeger fue editor del número de nuestra revista “Educación de Adultos y Desarrollo” dedicado al tema “centros de aprendizaje comunitario”. Desde 2008 es uno de los vicepresidentes de la Asociación Europea para la Educación de Adultos (EAEA).
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