Venant Nyobewe
Comisión Nacional para la Educación Superior
Burundi
Resumen – La modalidad para impartir educación debería basarse en las aspiraciones de las personas a las que se beneficiará. Por eso esta presentación se concentra en el derecho a la educación de las minorías y en la alfabetización de adultos. El objetivo es forjar ciudadanos que conozcan sus derechos y deberes. Ambos temas provienen de las mejores prácticas, teniendo en cuenta las recomendaciones de la red de asociaciones de comunidades aborígenes de batwa, en Burundi. Las estrategias para implementar estos objetivos deberían tener en cuenta el contexto socioeconómico en que viven estas minorías.
Como señaló tan acertadamente Gorgui Sow en su artículo Alfabetización en África: depende de nosotros, “Solo será posible crear un África democrática e igualitaria cuando se cuente con ciudadanos adecuadamente educados, conscientes de sus derechos y responsabilidades” (Sow 2013). Se
trata de una referencia al derecho a educación proclamado
en el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
La situación de la comunidad batwa en Burundi, cuyos miembros necesitan apoyo, es hoy en día motivo de preocupación para los defensores de los derechos humanos. ¿Cabe esperar que en esta época, nuestro siglo XXI, seamos capaces de tener en cuenta sus aspiraciones para ayudarles a surgir? ¿Cuál es el papel de la educación en los esfuerzos por cumplir las expectativas de esa comunidad y fomentar su integración y su participación en la vida política? La actual reforma de la enseñanza primaria implantada en Burundi apunta hacia la escolarización completa y gratuita para niños y niñas de hasta 16 años de edad, incluidos aquellos pertenecientes a comunidades minoritarias. Ahora bien, ¿qué ocurre con los adultos?
¿Quiénes son los batwa y cuál es su forma de vida? ¿Por qué deberíamos preocuparnos por comunidad? Para responder a esas preguntas necesitamos saber quiénes son los batwa y cuál es la realidad de este pueblo.
Mujeres batwa transportan vasijas de arcilla, producto de su actividad tradicional, la alfarería,
que en la actualidad se enfrenta con la competencia de utensilios modernos hechos de aluminio.
Se presume que los batwa son los habitantes originales de los bosques de la región de los Grandes Lagos de África Oriental, bordeada por Burundi, Kenia, Ruanda, Uganda, Tanzania y la República Democrática del Congo. Forman parte de un grupo humano más amplio que habita en los bosques de África Central, conocido comúnmente como “pigmeos”.
En Burundi, al menos en principio, los batwa son ciudadanos de pleno derecho, por lo que supuestamente gozan de todos los privilegios que ello conlleva. Desgraciadamente, según Elias Mwebembezi, un misionero africano, son ciudadanos sin tierra. Son en su mayoría personas pobres y desfavorecidas que viven en los márgenes de la sociedad. Se estima que corresponden al 2% de la población total y constituyen una verdadera minoría social que hasta no hace mucho sufría el desprecio y la marginación.
Su condición de pobreza obedece a la falta de tierras, lo que dificulta sus esfuerzos por conseguir suficientes alimentos y dinero para vestuario, vivienda y tratamientos médicos. Son despreciados porque se considera que pertenecen a una clase inferior, comparable a las castas de parias que viven en el subcontinente indio.
Pese a que los batwa gozan de plena ciudadanía, la sociedad tradicional ha prohibido darles de comer o de beber, o incluso casarse con alguno de sus miembros. Son marginados, al igual que excluidos de todas las esferas de la sociedad, de sus organizaciones e instituciones. Nunca han recibido asignaciones para acceder a una mejor atención de salud o para sufragar la educación de sus hijos, como tampoco otros beneficios sociales o políticos. Han quedado relegados a una situación que les impide afrontar las dificultades que impone la realidad actual.
Con todo, los miembros de esta comunidad ya son conscientes de su situación. Protestan contra la exclusión, de la cual han sido víctimas históricas, y ya no desean seguir siendo marginados y postergados. Fue este el contexto dentro del cual se creó en 1999 su asociación, denominada “Unidos para promover los derechos de los batwa” (Unite for the Promotion of Batwa – UNIPROBA). Sin más dilación, el presidente de UNIPROBA, senador Vital Bambanze, señaló en 2012 que la comunidad batwa necesitaba ser tratada con mayor consideración. Estas palabras fueron emitidas con ocasión de la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
En el ámbito de la educación, 3 miembros de la comunidad batwa ya cuentan con un grado de enseñanza superior; otros 10 siguen estudiando en la universidad y 20 han recibido su certificado de enseñanza secundaria.
Las aspiraciones de esta población propenden a su integración en vida pública. Entre las principales estrategias preconizadas para lograr este objetivo se incluyen apoyar la educación de niños y niñas pertenecientes a las minorías, la alfabetización de adultos, el empoderamiento económico y el derecho la educación de las poblaciones minoritarias. El Gobierno ha evidenciado su voluntad de anticiparse a las expectativas de los batwa. En efecto, ha comenzado a percatarse de la necesidad de hacer algo por ellos. Por eso en la Constitución de Burundi se dispone el nombramiento de tres miembros de la comunidad batwa que actualmente ocupan un escaño en el Parlamento.
A raíz de esta iniciativa, las escuelas han recibido crecientes presiones para aumentar su personal docente, lo que ha tenido efectos inmediatos, ya que casi todos los niños y niñas asisten a la escuela. Se están realizando esfuerzos para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio en cuanto a lograr la educación universal en 2015.
En la reforma de educación primaria gratuita se incluye a los niños y niñas batwa. Aun cuando permanecieron durante mucho tiempo en el olvido, ya no viven en el bosque como en el pasado. Hoy en día los batwa están en condiciones de construir viviendas improvisadas en las mismas unidades administrativas que el resto de la población.
Los miembros más pudientes de la comunidad se dedican a la ganadería y a la agricultura. Esta integración permite que se vayan estableciendo gradualmente para luego tener acceso a la escuela. Comparten pupitres sin dificultad con otros niños y niñas de su edad. El único obstáculo que persiste es la pobreza, que se manifiesta en la escasez de alimentos, la falta de higiene y la carencia de vestuario, aun si la escuela es gratuita. Hoy en día la pobreza se cierne como una amenaza real que provoca la deserción escolar. Pese a que en Burundi la enseñanza primaria es gratuita, algunos alumnos abandonan los estudios, aunque esta situación no afecta únicamente a los niños y niñas batwa. Durante cerca de una década se ha aplicado una política de apoyo a la educación de niños y niñas pertenecientes a minorías.
Fuera de la educación de niños y niñas, se requiere aplicar otra estrategia orientada a la alfabetización de adultos. Esta medida sería la más importante de todas, porque aborda directamente el problema, sin que sea necesario recorrer largas distancias hasta la escuela. Es posible organizarla en cada base administrativa y en una sede cercana a la zona residencial. Se trata del método más adecuado para afrontar situaciones de analfabetismo masivo. Según Bhola, “la alfabetización es la capacidad de leer y escribir en una lengua materna o en un idioma nacional cuando lo requieren las realidades culturales y políticas”.
No es difícil poner en práctica esta iniciativa en Burundi, ya que todos los habitantes se comunican en una sola lengua nativa, el kirundi, una ventaja que no hay que pasar por alto.
La alfabetización de adultos atrae un grado mucho mayor de atención cuando se interactúa con una población activa. El objetivo de la alfabetización no tiene que ver con la aptitud propiamente tal sino con el fin al que puede destinarse. Una población alfabetizada puede contribuir directamente a la construcción de una sociedad y al desarrollo de toda una nación. Desde esa perspectiva, la alfabetización es un activo nacional y no un programa oneroso.
Las sesiones de alfabetización deberían concentrarse en temas relacionados con la integración a la vida económica y con la educación sobre valores democráticos, porque el objetivo es combatir la pobreza y promover la emancipación democrática.
Existe un nivel mínimo de instrucción que es preciso adquirir para estar en condiciones de integrarse a las instituciones y participar en la vida política. A juicio de Bhola, esa educación básica es una fuente de sabiduría que propicia la objetividad y la formación de opiniones personales. Permite realizar análisis lógicos y pensar en forma abstracta. Ayuda
a crear una conciencia histórica y una visión universal. Es esa la habilidad que necesitamos para incorporarnos a la corriente de la vida. Es esa la aptitud que requieren con urgencia quienes siempre han sufrido la exclusión y el desprecio. Cuando alguien permanece fuera del sistema, no es capaz de integrarse en las instituciones ni de participar en la
vida política.
La educación libera al individuo del sentimiento de inferioridad y de una relación de dependencia y servidumbre. Confiere una nueva condición y abre nuevos horizontes. Desde este punto de vista, la educación es un proceso que se desarrolla en estrecha colaboración con otras iniciativas como
la erradicación de la pobreza, el fomento de capacidades en las mujeres, los esfuerzos por garantizar un estilo de vida saludable, la seguridad alimentaria y la promoción de los medios de subsistencia.
El proceso mismo de la alfabetización nos brinda la sensación de que ha surgido un mundo donde todos los grupos sociales y todas las personas tienen algo en común, más allá de cualquier diferencia de situación económica. Podemos afirmar con toda seguridad que la educación da origen a la democracia y permite que exista una igualdad de condiciones.
Esta es la realidad a la que, con ocasión del Día Internacional de los Pueblos Indígenas en 2012, aludió el representante de la Oficina de Derechos Humanos en Burundi, empleando conceptos como conciencia de nuestra propia situación y evolución de aptitudes. También fue una manera de reconocer que se han realizado notorios progresos en el mejoramiento de las condiciones del pueblo batwa. Actualmente, el Gobierno debe implementar la política de integración y garantizar que se arbitren los medios necesarios para lograr un desarrollo integral.
La educación es, sin lugar a dudas, el punto de partida de cualquier programa que pretenda inculcar ideales democráticos orientados al desarrollo sostenible. Todas las personas sin instrucción son refractarias al desarrollo. En el caso de los batwa, es preciso realizar un esfuerzo colectivo. Tanto la comunidad batwa como los diseñadores de políticas y los representantes de la comunidad internacional comprometidos con la defensa de los derechos humanos deben aunar esfuerzos. Esa es la única manera de alcanzar la emancipación y de llegar a ejercer los derechos civiles.
Referencias
Belloncle, G. (1984): La question éducative en Afrique Noire. Paris: Editions Kharthala.
Bhola, H.S. (1986): Les campagnes d’alphabétisation. Paris: UNESCO.
Sow, G. (2013): Alfabetización en África: depende de nosotros. En: Educación de Adultos y Desarrollo 80/2013. Bonn: DVV International. Disponible en http://bit.ly/1uVUAnl
Warrilow, F. (n.d.): Conditions de vie de la population Batwa au Rwanda. Disponible en http://bit.ly/1hc8qOj
Venant Nyobewe es historiador de profesión. La mayor parte de su carrera la ha dedicado a la educación, primero como maestro, luego como funcionario administrativo y más tarde como diseñador de políticas. Fue Director General de Educación Básica y luego Jefe de Gabinete del Ministerio de Educación Nacional. Su formación de posgrado en el área de los derechos humanos y la resolución pacífica de conflictos le ha permitido familiarizarse con el tema de la educación desde la perspectiva de los derechos humanos.
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