De la vulnerabilidad a la resiliencia: modelo de aprendizaje comunitario basado en recursos

De izquierda a derecha:

Anna Pluskota
Universidad Nicolaus Copernicus, Polonia

Monika Staszewicz
Universidad de Informática y Economía de Olsztyn, Polonia

 


Resumen 
 La importancia de la educación de adultos en el proceso de desarrollo comunitario es indiscutible. Sin embargo, en épocas de crisis el desarrollo comunitario sufre drásticas restricciones. Una de las estrategias para afrontar esta situación considera el desarrollo de la resiliencia en el aprendizaje comunitario. Los autores sostienen que al fortalecerse las comunidades a través del empoderamiento se fomenta la resiliencia. Solo las comunidades adaptativas y flexibles pueden salir adelante y ser resilientes en un mundo que experimenta constantes cambios.



En épocas de crisis, todo lo que solía parecer seguro, equilibrado y predecible de pronto se transforma en incierto, caótico, ambiguo, multidimensional, o simplemente en cosa del pasado. Este clima de incer tidumbre, inestabilidad y dinamismo entorpece el desarrollo, incluido el de
tipo social.

Esta situación afecta con especial severidad a las comunidades. Aquellos que no son capaces de hacer frente a las consecuencias de la crisis económica generalizada
sufren privaciones, pobreza y marginación, exclusión social e indefensión aprendida. O se rinden, o se derrumban.

Habida cuenta de este panorama sin duda sombrío,
¿existen acaso posibilidades de desarrollo en una época de inestabilidad e incertidumbre? Debería haber alguna. La solución más prometedora parece ser fomentar la resiliencia a través del aprendizaje comunitario.

¿Qué aspecto tendría una comunidad resiliente? ¿En qué medida la sola noción de aprendizaje comunitario
puede fomentar la existencia de una comunidad o una localidad resilientes y colaborar en su construcción? Se trata de preguntas sumamente difíciles y complejas para las que no encontraremos respuestas definitivas en este artículo. Lo que sí hallaremos serán algunas reflexiones sobre cómo y por qué habría que fomentar la resiliencia en una comuni
dad.

Nuestro punto de vista es que la eficacia de las intervenciones sociales dependerá de la base (el modelo) sobre la que se construyan.

¿Empoderar o reducir déficits?

El fracaso de numerosos programas sociales se debe a que se basan, por ejemplo, en el modelo de los déficits, el cual se esfuerza por corregir situaciones de escasez, aliviar el dolor, compensar los déficits y reparar lo que ha sido destruido. Este es el modelo en el que suele basarse la política de inclusión (que se aplica especialmente a través del aprendizaje a lo largo de la vida). Una de las premisas fundamentales de este modelo es el determinismo
 fuerte.

La interacción de las personas en grupos y sociedades es percibida en el contexto de un modelo de enfermedad. Los individuos, los grupos y las comunidades son tratados como “víctimas” de sus propias características
biológicas y sociodemográficas.

El modelo de los déficits y el determinismo fuerte excluyen la responsabilidad, la capacidad para adoptar decisiones y el libre albedrío. Este modelo ha llevado a ignorar o
negar las posibilidades y los potenciales que podrían aprovecharse al fomentarse las fortalezas (de un ser humano, de una comunidad, de una institución, etc.) (Seligman, Csikszentmihalyi 2000; Seligman 2005).

La eficacia de las intervenciones sociales basadas únicamente en el modelo de los déficits es debatible. Estos tipos de intervenciones no garantizan un desarrollo en el que se generen nuevas cualidades o nuevos recursos (Pluskota
2013).

Es hora de buscar una alternativa

El modelo de las fortalezas es presentado como un intento por superar las limitaciones del modelo de los déficits. El modelo de las fortalezas, también llamado modelo positivo, no aspira solamente a ayudar al individuo a volver a la normalidad (entendida esta como ausencia de perturbaciones), sino que sobre todo se esfuerza por alcanzar el funcionamiento y el desarrollo óptimos (Seligman, Csikszentmihalyi 
2000; Seligman 2005).

En el modelo de las fortalezas, las agrupaciones de
personas, las sociedades y las instituciones no son percibidas como algo restringido o predeterminado, sino que poseen un potencial de crecimiento en forma de fortalezas (Pluskota 2013).

El modelo acrecienta los recursos de individuos, grupos, comunidades, etc., reduciendo la necesidad de intervenciones sociales “tradicionales”.

Limitaciones del modelo

Tanto el modelo de los déficits como el de las fortalezas son limitados por su carácter excesivamente unilateral. El modelo de los déficits no toma en cuenta las fortalezas, mientras que el modelo de fortalezas ignora los déficits. Ambos modelos sugieren consultar a expertos profesionales en su calidad de líderes que conocen las respuestas y las entregan a sus clientes. Pese a existir muchas diferencias evidentes, esta similitud en las relaciones de funciones resulta sorprendente. Ambos nos están obligando a pensar desde una
óptica de salud frente a enfermedad, competencia frente a
déficit y fortaleza frente a debilidad.

Tal vez convenga que exploremos un tercer modelo.

El modelo del empoderamiento está basado en los recursos, y su principal preocupación son las fortalezas y no los déficits. A primera vista, el modelo de las fortalezas
puede parecer idéntico al modelo del empoderamiento (ambos son modelos de recursos). Ambos modelos están destinados a fortalecer la competencia y restablecer la fortaleza del individuo, de grupos, de comunidades y de instituciones. Se tiende a cometer el error de pensar que los modelos son similares.

A nuestro juicio, los modelos del empoderamiento y de fortalezas son muy distintos.

¿En qué sentido?

El modelo del empoderamiento presupone la existencia de déficits y barreras como factores importantes cuando se trata de de restablecer la fortaleza, la competencia, la autodeterminación y la habilitación.

¿Una tercera vía?

Es posible que el modelo del empoderamiento ofrezca una manera de superar las limitaciones de ambos modelos (déficits y fortalezas). El modelo del empoderamiento puede combinar dos tipos de intervenciones, pues se concentra en identificar capacidades en vez de catalogar los factores de riesgo, y en explorar influencias ambientales de problemas sociales en lugar de culpar a las víctimas. Propone creer en el poder de las personas tanto para ser los dueños de su propio destino como para participar en la vida de sus diversas comunidades.

La eficacia y los resultados positivos de las medidas de
respaldo parecen opciones más probables si esas iniciativas se basan en los recursos existentes en forma de fortalezas.

La calidad de los programas sociales es un requisito fundamental para determinar el destino de la gente. Por tanto, estamos convencidos de la necesidad de abandonar los modelos basados en dificultades, y en su lugar emplear modelos basados en oportunidades, para así despejar de obstáculos
la vía y reorientarnos hacia el sistema de posibilidades.

Percibir el potencial

El empoderamiento, como idea y proceso, presupone que cualquier individuo o comunidad están dotados de algún potencial. Por añadidura, el modelo del empoderamiento se concentra en los puntos fuertes de una comunidad. Al identificar y utilizar estos puntos fuertes, los miembros de la comunidad pueden adquirir experiencia y aptitudes que les permitan asumir el control de su vida.

Sin el empoderamiento, las comunidades no pueden
transformarse en agentes de cambio autónomos. No serán
capaces de resolver sus problemas empleando sus propias estructuras, es decir estructuras mediadoras “diseñadas” por ellos mismos. El modelo de empoderamiento sostiene que el mejor método para adquirir nuevas habilidades es a través del aprendizaje. A las personas se les deberían ofrecer condiciones que les permitan adquirir aptitudes y obtener conocimientos que las inciten a esforzarse por mejorar su vida.

Es fundamental que las comunidades tengan la posibilidad de reorganizar sus propios valores y recursos, como también de reconocer y definir sus propios problemas. El que el potencial de las comunidades sea descubierto, definido y aprovechado dependerá del contexto social y del entorno social. Por ende, el aprendizaje debe ser un proceso activo y desarrollarse en el contexto de la vida real de los alumnos y no a través de programas de formación artificia
les y poco naturales programados y controlados por presuntos expertos.

Este es el principio central del modelo de empoderamiento y la recomendación más importante para el ámbito de la educación. Es, asimismo, el mayor desafío que debe afrontar la educación de adultos.

La comunidad como espacio de recursos

Para referirnos a la comunidad, entendida como un espacio de recursos, podemos recurrir a Thomas Sergiovanni, quien ha enumerado cinco cualidades indispensables para que cualquier comunidad pueda ser considerada “de aprendizaje”. Entre ellas se incluye: la comunidad de relaciones, espacio, pensamiento, memoria y práctica.

Relaciones

La comunidad de aprendizaje es aquella donde existen estrechas relaciones y conexiones sociales formales e informales. La naturaleza de estas relaciones fomenta la coo
peración. Las relaciones estrechas crean un entorno seguro donde pueden compar tirse el conocimiento y las experiencias. Uno de los resultados de esa interacción es un vínculo peculiar que se forma entre los miembros de la comunidad de aprendizaje, similar al que mantiene unidos a la familia o a los amigos íntimos. El aprendizaje tiene lugar al interior de una comunidad, a través de prácticas y experiencias compar tidas. Los miembros de una comunidad no solo aprenden a realizarse como individuos, sino que además, de ser necesario, aprenden a controlar los impulsos egoístas por el bien de su comunidad. Por otra
par te, al ser conscientes de su impor tancia para la sobrevivencia y posterior desarrollo de su comunidad, aprenden a desarrollar relaciones positivas, estructuras sociales y redes sociales.

Espacio

Otra característica de la comunidad de aprendizaje es la comunidad de espacio. Este espacio (físico o virtual) compartido es escogido y creado porque permite que sus miembros aprendan y compartan experiencias individuales.
En la actualidad, las comunidades más dinámicas y mutables no son físicas y están siendo permanentemente reestructuradas y redefinidas por sus miembros.

Pensamiento

La comunidad de pensamiento se refiere a las ideas, las creencias y los sistemas de valores compartidos por miembros de una determinada comunidad. Esto es lo que motiva a los miembros para participar activamente en iniciativas emprendidas por la comunidad. En este caso el aprendizaje se realiza mediante la participación en el espacio sociocultural.

Memoria

La comunidad de memoria está constituida por tradiciones, ritos, modelos de comportamiento y creencias compartidos al interior de una determinada comunidad, que se transmiten de una generación a otra. La comunidad de memoria forja y construye una identidad individual y social. Este tipo de comunidad adquiere especial importancia en épocas de
crisis, pues las creencias compartidas refuerzan la cohesión social y la identificación del individuo con un grupo. Ellas forman un pilar de identidad que permite que los individuos aprendan a aprovechar sus recursos y su potencial cultural para hacer frente a dificultades y amenazas.

Práctica

La comunidad de práctica consiste en actividades compartidas. Es a través de las iniciativas comunes y de la interacción con los demás como se construye el conocimiento. En este caso, la experiencia práctica de los individuos se transforma en el patrimonio compartido de su comunidad e influye en los procesos educativos que tienen lugar en su interior. El hecho de compartir prácticas es también fundamental para formar una comunidad y para desarrollar competencias de aprendizaje individuales.

Como obser vó John Dewey, “aprender de la experiencia” consiste en estar dispuesto a descubrir relaciones entre las cosas, entre el pasado y el futuro, entre acciones individuales y sus diversas ramificaciones. En el proceso de aprendizaje el individuo adquiere competencias cognitivas
y prácticas que le permiten encontrar un “frágil equilibrio entre la necesidad de modernización y el status quo, como asimismo descubrir prácticas sociales al interior del proceso de transformación intergeneracional”. (Malewski,
2010, 98).

El depósito del patrimonio comunitario

Las características antes mencionadas de la comunidad de aprendizaje pueden percibirse como sus recursos, que empoderan y fortalecen a toda la comunidad. Las comunidades de aprendizaje basadas en un capital social, que consiste en los recursos disponibles y no en las deficiencias y sus compensaciones, pueden ofrecer una oportunidad para el desarrollo.

Estamos seguros de que el aprendizaje comunitario es algo más que aprender de la experiencia. Aun cuando los teóricos procuran dar con una definición precisa de resiliencia comunitaria, se habla muy poco de los aspectos prácticos. Sabemos lo que es la resiliencia comunitaria, pero desconocemos los factores que la determinan. ¿Cómo adquirir esta capacidad? ¿Dónde buscarla?

Creemos que aprender de la experiencia no es la única condición para adquirir resiliencia comunitaria. ¿Cuál es, entonces, el papel de la educación de adultos? Nos parece
que una de las funciones de quienes se dedican a la educación de adultos es facilitar el aprendizaje.

La moderación como estrategia de aprendizaje basada en los recursos comunitarios

En una comunidad definida de esta manera, el proceso de aprendizaje y el apoyo que recibe difieren radicalmente de la formación impartida en instituciones de educación formal.
En este caso la educación ya no es percibida como un proceso supervisado de recopilación, producción y reproducción de conocimientos. Es una transición desde la ense
ñanza lineal, unidireccional y directiva hacia el proceso de
aprender y adquirir competencias para aprender. El hecho de organizar las nuevas relaciones y condiciones de aprendizaje crea y genera nuevas capacidades, que son las aptitudes orientadas a la práctica diaria: pensamiento creativo, implicación emocional, espíritu colectivo en la toma de decisiones y en las actividades.

A través del empoderamiento del individuo y del grupo, el método de moderación propicia un aprendizaje que modela y genera conocimientos, actitudes y opiniones de los individuos. Desarrolla intereses y colma los deseos más intensos, respalda procesos transgresores y modela capacidades de emancipación. Por último, este método también permite desarrollar un aprendizaje que es la antítesis del
pensamiento convencional. Tiene en cuenta distintos intereses, necesidades, aspiraciones, experiencias y motivaciones de los alumnos y de la comunidad. Fomenta el desarrollo personal, la expresión personal, la superación personal y
la realización personal.

Hazlo de nuevo, pero ahora hazlo correctamente

Una comunidad es un espacio social con recursos, y resulta fundamental que sea capaz de aprovechar esos recursos de manera autónoma. Para ello debe aprender a descubrirlos y a aplicarlos. Este es el desafío que ha de afrontar la educación de adultos en la actualidad: crear las condiciones para que aprendamos a aprovechar los recursos existentes, lo
que contribuiría a generar resiliencia en las comunidades.
La tarea del educador consiste en facilitar ese aprendizaje y crear un espacio donde una comunidad pueda aprender a usar sus recursos. Ello contribuirá a que la comunidad los aproveche para generar cambios y desarrollo.
La función de los educadores y de los profesionales del sector debe ser redefinida en relación con el aprendizaje comunitario. Ya es hora de que abandonemos el modelo de deficiencias para reemplazarlo por otro basado en los recursos. Para que su labor en el contexto del aprendizaje comunitario y de la resiliencia comunitaria resulte provechosa, la educación de adultos tiene que transitar desde un modelo basado en compensaciones hacia una enseñanza del empoderamiento basada en los recursos.
El aprendizaje comunitario debería concentrarse en el empoderamiento de las comunidades. Sin empoderamiento, el proceso de aprendizaje al interior de la comunidad se ve drásticamente entorpecido. Aun cuando los procesos de empoderamiento son espontáneos, las comunidades suelen requerir herramientas profesionales que permitan ponerlos
en marcha y orientarlos.

 


Referencias

Malewski, M. (2010): Od nauczania do uczenia się. O pradygamtycznej zmianie w andragogice. Wrocław: Wydawnictwo Naukowe Dolnośląskiej Szkoł y Wyższej.

Pluskota, A. (2013): The application of positive psychology in the practice of education. En: SpringerPlus, 3:147 doi: 10.1186/2193-1801-3-147. Disponible en http://bit.ly/1zczJQz

Seligman, M. E. P. (2005): Positive Psychology, Positive Prevention, and Positive Therapy. En: S.J. Lopez & C.R. Snyder (Eds.): Handbook of Positive Psychology, 3-10. Nueva York: Oxford University Press. Disponible en http://bit.ly/1otSole 

Seligman, M.E. P. & Csikszentmihalyi, M. (2000): Positive psychology: An introduction. En: American Psychologist, 55(1), 5-14.

Sergiovanni, T. (1999): The stor y of community. En: J. Retallick & B. Cocklin & K. Coombe (Eds.): Learning communities in education, 9-25. Nueva York: Routlege.

Siebert, H. (1999): Pädagogischer Konstruktivismus. Neuwied: Luchterhand.

 


 

Sobre las autoras

Anna Pluskota : Doctora en sociología, investigadora en el Instituto de Sociología, Universidad Nicolaus Copernicus. Investigadora y coordinadora de proyectos nacionales e internacionales relacionados con la inclusión social, las desigualdades rurales, la marginación, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y la educación de adultos. Autora y coautora de publicaciones científicas sobre aprendizaje a lo largo de toda la vida, inclusión y exclusión social. Entre sus intereses pueden mencionarse la animación comunitaria, la exclusión y la marginación social, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y el empoderamiento.

Contacto
Institute of Sociology, Rural Sociology Department,
Nicolaus Copernicus University
ul. Fosa Staromiejska 1a
87–100 Toruń, Polonia
plus@umk.pl

Monika Staszewicz : Doctora en sociología, investigadora en el Instituto de Sociología, Universidad Nicolaus Copernicus. Investigadora y coordinadora de proyectos nacionales e internacionales relacionados con la inclusión social, las desigualdades rurales, la marginación, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y la educación de adultos. Autora y coautora de publicaciones científicas sobre aprendizaje a lo largo de toda la vida, inclusión y exclusión social. Entre sus intereses pueden mencionarse la animación comunitaria, la exclu-
sión y la marginación social, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y el empoderamiento.

Contact
Faculty of Sociology and Pedagogy
University of Computer Sciences and Economics Olsztyn
ul. Jagiellońska 59
10 –283 Olsztyn, Polonia 
m.stasz@interia.pl

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