Vanna Peou, Camboya
Vanna Peou es la directora nacional de DVV International en Camboya, y trabaja en iniciativas de interacción entre la educación de adultos y la cooperación para el desarrollo. Por el hecho de haber nacido en una familia pobre en Camboya durante el período de la guerra civil, el aprendizaje fue para ella una experiencia sumamente difícil.
Vanna Peou: Nací durante el período de la guerra civil. Fue una experiencia terrible, ya que la mayoría de las escuelas fueron cerradas porque temíamos que los aviones nos bombardearan. Debido a esta situación, una gran cantidad de niños y niñas, entre ellos yo, no pudieron ir a la escuela. En 1975 se inició lo que hoy se conoce como el genocidio camboyano. Todos los habitantes, incluida mi familia, fueron expulsados de Nom Pen y se vieron obligados a vivir en el campo, sin ninguna infraestructura social, entre 1975 y 1979.
Siempre quise estudiar. A fines de 1979, cuando el régimen de los Jemeres Rojos llegó a su fin, mi familia volvió a vivir en una aldea no lejos de Nom Pen, y finalmente me matricularon en una escuela en primer año de primaria. En ese entonces yo era mucho mayor y más alta que mis demás compañeros, por lo que la maestra me dijo que tenían que trasladarme al segundo o tercer año. El problema era que yo no sabía nada: no sabía leer ni escribir porque nunca antes había estudiado. Eso me causó gran inquietud, y cuando se lo conté a mi familia, mi padre decidió que él mismo me daría clases después de la escuela. Así pues, pasaba todo el día estudiando en la escuela, y en la noche recibía lecciones mi padre. Siete meses más tarde me presenté al examen y lo aprobé, lo que me permitió estudiar en quinto año; yo era la menor y la más pequeña de la clase.
Durante cerca de nueve años trabajé en el sector público como encargada del pronóstico meteorológico. Paralelamente impartí clases de climatología a alumnos de la Universidad Real de Agricultura. Debido a que prefería tener un contacto más cercano con el área del desarrollo social, en 2001 renuncié a la administración pública para trabajar con diversas ONG. Fue una valiosa oportunidad para conocer en todo el país a distintas personas de diversos niveles con las que intercambié experiencias, y de las cuales aprendí muchas cosas. Cada día me enseñan algo que yo antes ignoraba, y a cambio también les aporto algún conocimiento novedoso. Si pretendemos cambiar el mundo, tenemos que cambiar nuestro propio entorno, y solo a través de la educación lograremos cambiar nosotros mismos. A mi juicio, la autoeducación es un tema de máxima prioridad, y cada día me transformo inconscientemente en una educadora comunitaria. Actualmente estoy trabajando con DVV International como directora nacional, lo que me ofrece más oportunidades para conocer el mundo.
Al analizar la situación de mi país, al igual que la de otros países pobres del mundo, he comprobado que muchos alumnos abandonan los estudios para siempre. Dejan de ir a la escuela y se ofrecen como mano de obra sin contar con ninguna habilidad, lo que resulta muy peligroso para ellos y para la sociedad. Aprovechando esta oportunidad, a aquellos que creen que no pueden continuar estudiando debido a su edad quisiera aclararles que ese no es un problema. Lo que realmente importa tiene que ver con nuestro deseo de vernos crecer como personas en el futuro. Para el aprendizaje no hay límite de edad.