Á título de preparación de Dakar se había solicitado un número importante de estudios temáticos. En su ponencia, el Prof. Daniel Wagner, director del Instituto Internacional de Alfabetización (International Literacy Institute)ø de la Universidad de Pensilvania, Philadelphia, USA, actualizó con sus colegas el estado del debate sobre el particular, sintetizándolo en este documento. La versión detallada puede solicitarse a la UNESCO en París (www.education.unesco.org/efa).
La Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (World Conference on Education for All – WCEFA) celebrada en 1990 en Jomtien, Tailandia, incluyó la alfabetización de adultos entre sus 6 principales objetivos de alcance mundial. Específicamente, se acordó fijar una serie de metas educativas de nivel nacional relacionadas con la educación de jóvenes y adultos, entre ellas: 1) reducir para el año 2000 la cantidad de analfabetos adultos a la mitad del nivel observado en 1990; y 2) mejorar los resultados de aprendizaje de un porcentaje convenido de una cohorte de edad apropiada (la que puede variar de un país a otro). Como parte de los objetivos de la Conferencia de Jomtien se hizo hincapié en un nuevo enfoque del aprendizaje, el cual se concentra en los logros de aprendizaje mensurables (y no en el solo hecho de asistir a clases o de participar en ellas). Así pues, estos desafíos han constituido la base de gran parte del renovado interés internacional en la alfabetización y en la educación de adultos durante la década pasada, y de diversas maneras han llegado a transformarse en un reto permanente planteado por la Conferencia de Jomtien para el primer cuarto del nuevo milenio.
Pese a que en la Declaración de Udaipur, suscrita hace dos décadas, la UNESCO y una importante cantidad de sus estados miembros ya habían adoptado como objetivo la completa eliminación del analfabetismo para el año 2000, la Conferencia de Jomtien redujo el alcance de esas promesas y escogió una aspiración más modesta y teóricamente factible, cual es la de disminuir las tasas de analfabetismo a la mitad para el año 2000. Los motivos para restringir la magnitud de las metas propuestas eran numerosos. Como se describirá en este informe, desde la Conferencia de Jomtien se han realizado importantes progresos en materia de alfabetización y educación de adultos durante la década anterior (en varios lugares y utilizándose diversos métodos), pero la situación general en el área de la alfabetización sigue planteando hoy en día uno de los principales desafíos para siglo 21.
Durante la década de 1990 los puntos de vista con respecto a la alfabetización y el analfabetismo han cambiado de manera asombrosa. Una gran cantidad de especialistas en alfabetización y de encargados de formular políticas sobre la materia han abandonado la visión monolítica del analfabetismo como una enfermedad cuyos gérmenes hay que «erradicar» utilizando un fármaco o una vacuna adecuados. Antes bien, ahora goza de mayor aceptación el concepto de la alfabetización como producto de factores educativos, sociales y económicos que no pueden modificarse radicalmente en un período corto. A decir verdad, aun cuando durante la década pasada se han emprendido numerosas iniciativas en cuanto a investigación y actividades prácticas, no causa sorpresa el hecho de que los problemas fundamentales y las estadísticas mundiales sobre alfabetización sólo hayan cambiado levemente, tanto en los países industrializados como en las naciones en desarrollo. Sin embargo, debido en gran parte a que las economías de todo el mundo son cada vez más competitivas y se basan cada vez más en el conocimiento, desde la Conferencia de Jomtien la mayoría de los gobiernos y de los organismos internacionales y bilaterales han expresado su creciente preocupación frente al problema del analfabetismo y los bajos niveles de alfabetización, pese a que la asignación de recursos ha continuado representando sólo una fracción desproporcionadamente reducida de las aportaciones a la instrucción formal.
En el presente estudio temático de nivel mundial sobre la alfabetización y la educación de adultos se consideran tendencias e innovaciones que han adquirido particular relevancia durante la década de la WCEFA, aunque muchos de estos mismos problemas han estado presentes durante las décadas anteriores. El punto de interés particular en este caso es la base de conocimientos de que se dispone actualmente, lo mismo que las deficiencias que es preciso compensar para realizar progresos considerables en este campo durante la década venidera y épocas ulteriores. El «balance final» del estudio es que la alfabetización y la educación de adultos, que son áreas con varios aspectos en común, pueden y deben funcionar mucho más eficazmente en el futuro, para lo cual se requerirán no sólo más recursos fiscales, sino además profesionales especializados (incluidos profesores, especialistas, directores de programas y encargados de formular políticas).
Muchos países han estado bregando activamente para conseguir el principal objetivo de la Conferencia de Jomtien: satisfacer las necesidades de aprendizaje básicas de todos los niños, jóvenes y adultos, al igual que la necesidad conjunta de contar con una metodología adecuada para determinar si se están alcanzando esas metas. Con todo, las actuales capacidades a nivel nacional e internacional siguen siendo limitadas, lo cual obedece a una serie de razones históricas. En el ámbito de la alfabetización existe una larga tradición de acumulación de estadísticas, pero debido a las cambiantes definiciones de alfabetización, lo mismo que a la escasez de personas competentes en el campo de la medición de la labor educativa, los datos sobre la alfabetización han sido desde hace tiempo materia de objeciones y debates.
Existen muchas definiciones de alfabetización, todas las cuales se relacionan en esencia de alguna manera con la capacidad de un individuo para comprender textos impresos y para comunicarse por medio de ellos. En la mayoría de las definiciones actuales se describe la alfabetización en términos relativos y no absolutos, suponiendo que no hay un nivel único de aptitudes o conocimientos que habilitan a un individuo como «persona alfabetizada», sino que más bien existen múltiples niveles y tipos de alfabetización (por ejemplo, la enseñanza de nociones de aritmética, la alfabetización tecnológica). Para establecer alguna conexión con situaciones de la vida real es preciso que las definiciones de alfabetización sean sensibles a las aptitudes que se necesitan en el contexto extraescolar, lo mismo que a las capacidades basadas en el ámbito escolar.
Históricamente era posible hacer una distinción arbitraria entre quienes habían recibido o no una formación escolar, lo cual quedaba particularmente de manifiesto en los países en desarrollo recién independizados, que estaban comenzando a proporcionar educación pública a un grupo de personas más amplio que una elite relativamente pequeña. A quienes habían ido a la escuela se los calificaba de «instruidos». Sin embargo, esta situación ha cambiado notablemente. Si bien sigue habiendo millones de adultos que nunca han recibido formación escolar, incluso en los países más pobres del mundo la mayoría de la población incluida dentro de las dos generaciones más jóvenes (hasta alrededor de 40 años de edad) cuenta con cierto nivel de escolaridad. Pese a que la realidad anterior no permite disipar las serias dudas que existen con respecto al nivel de alfabetización de esta población que tal vez posee un mínimo grado de instrucción, de todos modos está orientada hacia el objetivo de un mundo con un panorama mucho más variado de aptitudes de lectura y escritura, de niveles de progreso en el aprendizaje y de grado de uso habitual.
La Conferencia de Jomtien influyó en la definición del objetivo de la alfabetización al ampliar el alcance de los análisis para incluir las necesidades o competencias de aprendizaje básicas (CAB), que son consideradas no sólo desde el punto de vista del manejo de los conocimientos fundamentales (lectura, escritura, cálculo), sino además en función de otras aptitudes relacionadas con conocimientos, la solución de problemas y la manera de desenvolverse en la vida. Se estima que en conjunto las CAB promueven un mayor grado de autonomía y acceso a un mundo que experimenta una rápida evolución. Ellas deberían fomentar la capacidad para desenvolverse y afrontar de manera independiente los problemas o las decisiones de tipo práctico que surgen en la vida de una persona como padre, trabajador o ciudadano, y se las considera un criterio selectivo fundamental para tener acceso al mundo laboral y para progresar socialmente en todos los países. Es así como al definir las CAB es preciso referirse tanto a las aptitýdes formales basadas en la enseñanza escolar (como la capacidad de leer textos en prosa o de comprender notaciones matemáticas), y también a la habilidad para hacer frente a tareas y exigencias funcionales, independientemente de si esas competencias seýdesarrollaron mediante la educación formal o no formal, o a través de experiencias personales en diversas situaciones de aprendizaje informal. El desafío de modificar las definiciones no es insignificante, e influirá no sólo en la manera en que los encÕrgados de formular las políticas perciban los objetivos de alfabetización, sino además en la forma en que los creadores de programas traten de promover la alfabetización y la educación de adultos en el siglo 21.
Con el fin de proporcionar comparaciones estadísticas de nivel mundial, los organismos internacionales se han basado casi por entero en datos facilitados por sus países miembros. Según las estadísticas (y estimaciones) más recientes de la UNESCO, las tasas de alfabetización mundiales han estado bajando durante las últimas 2 a 3 décadas, al parecer debido más que nada a un aumento de la cantidad de alumnos matriculados en la enseñanza primaria. Sin embargo, estos datos indican asimismo que la cantidad real de analfabetos se ha mantenido relativamente constante por efecto del crecimiento demográfico. En una época pasada se presumió que los mayores esfuerzos por lograr la escolaridad primaria universal permitirán llegar a erradicar el analfabetismo de adultos en todo el mundo. Estas visiones optimistas ya no se sustentan en forma generalizada por diversas razones, entre ellas: aumentos sostenidos del crecimiento demográfico en los países en desarrollo; deterioro gradual de la calidad de la educación básiýa en los lugares donde se ha producido una rápida expansión; progresos en los estándares de aptitudes para la alfabetización, tanto en países en desarrollo como industrializados; una medición más precisa de los niveles de alfabetización por medio de encuestas que demuestran que en las anteriores estimaciones de la alfabetización basadas en el rendimiento escolar por cursos se suele sobrestimar las reales competencias de aprendizaje básicas.
Según datos de la UNESCO, en 1990 la cifra estimada de analfabetos en el mundo era de 962 millones, 885 millones en 1995 y unos 887 millones en el año 2000, lo cual representa el 27% de la población adulta de los países en desarrollo. De estos analfabetos la mayoría son mujeres, y en algunos países corresponden a hasta dos tercios de los adultos iletrados. A nivel regional, Asia Oriental y Meridional poseen la mayor cantidad de analfabetos, con alrededor del 71% de toda la población iletrada del mundo. En el África subsahariana y el mundo árabe, la tasa de analfabetismo de adultos es prácticamente la misma (40%), y en Latinoamérica la cifra llega a cerca de la mitad de aquella. En términos generales, la distribución geográfica de los analfabetos adultos no ha variado mucho a lo largo de la década de Jomtien (o durante las últimas décadas). De todas maneras, cabe señalar que las comparaciones de tasas de analfabetismo en los países en desarrollo e industrializados pueden ser engañosas, ya que las definiciones de alfabetización y analfabetismo varían mucho hoy en día, y los países de la OCDE ya no consideran aplicables las estadísticas de la UNESCO sobre países industrializados. Una de las consecuencias de estos cambios en los estándares (y en las encuestas internacionales que se han llevado a cabo en años recientes) es que, durante la década de Jomtien, en la formulación de políticas en los países de la OCDE ha aumentado enormemente el interés por la alfabetización. El interés por la alfabetización al diseñarse las políticas en los países en desarrollo sigue siendo alto, pero la competencia por los recursos continúa representando un importante obstáculo.
Las innovaciones son un factor decisivo para el éxito futuro en el área de la alfabetización y la educación de adultos, y la motivación de los alumnos, una vez que se logra el acceso, es una dimensión clave para cualquier mejoramiento de los programas. Lo anterior es válido tanto en Bangladesh como en Bolivia. Un problema central mencionado constantemente por los proveedores de servicios y por los responsables de formular políticas es que los niveles de participación decrecen rápidamente después de las primeras semanas o los primeros meses de participación en los programas. Se han citado muchas razones válidas de variada naturaleza como causa de este problema, por ejemplo: la calidad de los programas es deficiente; los alumnos carecen de tiempo y recursos; los libros de texto y de pedagogía son de mala calidad; se carece de márketing social, etc. No obstante, existen pocas dudas de que el factor general implícito en todos estos aspectos técnicos es el hecho de que, cualesquiera sean las razones, los alumnos no se sienten motivados a participar y permanecer en esos programas voluntarios.
Entre los métodos innovadores para satisfacer las necesidades de los estudiantes y al mismo tiempo aumentar su motivación se incluyen: políticas y planificación en el área de los idiomas (por ejemplo, facilitar métodos más sólidos para introducir la alfabetización en la lengua madre y en un segundo idioma), mayor grado de autonomía y participación en la comunidad (p. ej., la descentralización de la prestación de servicios de alfabetización por medio de las ONG), aprendizaje, instrucción y diseño de mateýiales (por ejemplo, una mayor concatenación en la creación y producción de materiales entre ámbitos educativos formales y no formales), género y familia (por ejemplo, fomentar el desarrollo de programas de alfabetización intergeneracionales madre-hijo), conexiones multisectoriales (por ejemplo, adaptar las clases de alfabetización para integrarlas con la educación en salud y los programas de extensión agrícola), actividades posteriores a la alfabetización y generación de ingresos (por ejemplo, integraý la alfabetización con programas de generación de ingresos), tecnología y educación a distancia (por ejemplo, uso de los sistemas multimedia para mejorar la capacitación de maestros). En el presente estudio se proporcionan ejemplos de progresos realizados en cada una de estas áreas.
La creación de capacidades es un elemento central para garantizar una labor eficaz y de alta calidad en materia de alfabetización y educación de adultos. Es preciso que los profesionales comprometan su participación si se procura introducir cualquier cambio que abarque todo el sistema. Un importante factor que limita los cambios en el área de la alfabetización de adultos es el hecho de que la gran mayoría del personal docente trabaja en jornada parcial (incluidos los voluntarios con una alta tasa de rotación). Por añadidura, sólo se ha dispuesto de recursos y estrategias limitados para comprometer la participación de profesionales de jornada completa lo mismo que de instructores y tutores voluntarios y de jornada parcial en labores significativas de deýarrollo profesional. Existe una importante necesidad de crear sistemas y capacidades que permitan a administradores, profesores y tutores dedicarse a la capacitación y formación profesional del personal como un proceso continuo dentro de los programas,ýy vincular más estrechamente la formación del personal con el mejoramiento del servicio y las tareas de evaluación y supervisión. Los maestros y administradores deberían tener más oportunidades para comprender los problemas locales y aprender de ellos,üy para discurrir soluciones de tipo local. Aumentar la proporción de instructores de jornada completa es un requisito esencial para aumentar el grado de desarrollo profesional; si no se dispone de más personal de tiempo completo existen pocos alicientes para que los programas gasten sus escasos recursos en labores de desarrollo profesional.
Muchos organismos, bilaterales y multilaterales, prestan apoyo a actividades de alfabetización y educación de adultos, pero sólo la UNESCO ha situado la alfabetización en su lista principal de prioridades educativas durante las décadas recientes. Dos instituciones respaldadas por la UNESCO —el Instituto de la UNESCO para la Educación con sede en Hamburgo, que organizó la CONFINTEA V en 1997, y el Instituto Internacional de Alfabetización, que organizó la Conferencia Mundial sobre Alfabetización (Filadelfia, 1996) y una serie de foros regionales sobre alfabetización— han colaborado en la agenda internacional de la UNESCO sobre alfabetización y educación de adultos. Asimismo, el PNUD, la UNICEF y el Banco Mundial han respaldado los programas de alfabetiýación de adultos durante varias décadas, junto con algunos organismos bilaterales clave (como NORAD, SIDA, DFID, CIDA, DSE, DANIDA, USAID). Como parte de su Revisión del Sector Educativo (1997), el Banco Mundial, en colaboración con Noruega, ha puesto en marcha recientemente una importante iniciativa sobre educación básica y alfabetización de adultos en África. Se han encomendado diversos proyectos de evaluación, como por ejemplo uno en Uganda, en tanto que otros, a saber, en Ghana, Senegal y Gambia, se encuentran en marcha o en etapa de planificación. El PNUD realizó una activa labor en las décadas de 1960 y 1970 al poner en práctica el Programa Experimental de Alfabetización Mundial, y la UNICEF sigue dedicada a promover aptitudes básicas y aptitudes para desenvolverse en la vida entre jóvenes que se han marginado del sistema escolar (en especial niñas y mujeres jóvenes).
La alfabetización y la educación de adultos deberán concentrarse más que nunca antes en los tipos y niveles de alfabetización que requiere cada sociedad, lo mismo que los grupos específicos al interior de la misma. Aun cuando las estadísticas internacionales para el año 2000 continúan siendo alarmantes, no revelan en toda su magnitud los problemas endémicos asociados a la labor de alfabetización de adultos. El problema central, tal como ocurre en el ámbito más amplio de la educación, es la calidad de la educación en la medida en que se relaciona con el alumno adulto en particular. Las campañas y los programas nacionales han fracasado a menudo debido a la necesidad de progresar con demasiada rapidez y de contar con economías de escala. Esta combinación de factores ha redundado en un bajo nivel de motivación de parte de los alumnos adultos de todo el mundo, y en resultados deficientes en cuanto al progreso académico y las tasas de participación. Lo que se requiere es concentrarse más intensamente en la Ñalidad de los programas en torno a los siguientes temas: desarrollo profesional, motivación de los alumnos, diseño de programas basados en el conocimiento, y un criterio más abierto frente a nuevos enfoques.
A continuación se describen brevemente estos desafíos:
Desarrollo profesional. El desarrollo profesional de administradores, directores, profesores y tutores es un proceso continuo y decisivo destinado a mejorar los programas de alfabetización y educación de adultos. Los maestros y administradores deberían contar con más oportunidades para investigar los problemas locales y discurrir soluciones de tipo local. El aumento de la proporción de instructores de jornada completa es un elemento esencial del mejoramiento del desarrollo profesional; a decir verdad, al carecerse de más funcionarios de jornada completa existen pocos incentivos para que los programas destinen sus escasos recursos al desarrollo profesional.
Motivación de los alumnos. La motivación de los estudiantes adultos es una dimensión clave que o bien puede promover la participación y la retención, o bien, cuando no existe, puede derivar en un bajo nivel de aceptación y asimilación de los programas de alfabetización y educación de adultos. En contraste con lo que se había creído durante las décadas recientes, el desafío de la motivación no estriba en el hecho de ejecutar la «voluntad política» de los gobiernos, sino más bien de encontrar maneras de proveer lo que el sector privado denomina, usando una terminología algo simple, «servicio al cliente». Así pues, para llegar a atender las necesidades de las personas no beneficiadas y de las personas más excluidas (por ejemplo, personas sin instrucción, mujeres, minorías etnolingüística, habitantes de zonas rurales y migrantes), será preciso adaptar los programas para satisfacer diversas necesidades, obtener resultados directos y perceptibles, e incluir experiencias pletóricas de incentivos.
Diseño de programas basado en los conocimientos. Queda mucho por hacer para elaborar la base de conocimientos y las aptitudes especializadas que se emplean al servicio de la alfabetización y la educación de adultos. En lo referente a otras áreas educativas se están elaborando pocos trabajos de investigación sobre alfabetización y educación de adultos, y los organismos donantes se han mostrado excesivamente renuentes a apoyar la realización de estudios de evaluación serios o investigaciones aplicadas. Si se pretende que esta área progrese será necesario hacer mayor hincapié en los aspectos que dan y no dan resultados, y además se precisará un mayor grado de respaldo de los organismos donantes.
Apertura frente a nuevos enfoques. Un aspecto sorprendente de las labores de alfabetización de adultos es su condición de relativo aislamiento. Por lo general, los especialistas y profesionales en el área de la alfabetización y educación de adultos tienen escaso contacto con especialistas representantes de las principales corrientes educativas, e incluso menor con sectores ajenos al área educativa. Existe una necesidad generalizada de adoptar un criterio abierto frente a la diversidad de alumnos y de contextos en que residen. Ningún enfoque nuevo es más obvio que la tecnología, que ha sido adoptada cada vez más en los ambientes educativos formales, pero que aún aguarda prestar una importante aportación a la educación de adultos en la mayoría de los países. En realidad, la tecnología todavía está lejos de ser aplicada en los países en desarrollo debido a limitaciones globales en cuanto a recursos fiscales y humanos, aun cuando parezca factible lograr un alto nivel de eficiencia en función del costo.
En la Conferencia de Jomtien, el objetivo en materia de alfabetización era reducir en un 50% la tasa de analfabetismo en cada país en el plazo de 10 años. Lo anterior no ha ocurrido en ningún país, pero de todas maneras existe un reconocimiento cada vez ýás amplio de que los bajos niveles de alfabetización y las reducidas capacidades básicas de aprendizaje —medidas usando criterios variables— son una realidad aún más generalizada —y más necesaria— hoy de lo que se había supuesto hace una década. Además, con el crecimiento demográfico la cantidad absoluta de analfabetos ha descendido muy poco desde la Conferencia de Jomtien.
Como las economías nacionales y la participación cívica dependen hoy más que nunca de la existencia de ciudadanos educados e instruidos, la comunidad educativa mundial se enfrenta con numerosos e importantes desafíos. Por una parte, los organismos que respaldan la labor de alfabetización o se dedican a ella deben adoptar una posición más realista respecto de lo que puede lograrse dentro de un presupuesto restringido. Ese realismo implica restringir las expectativas sobre cambios importantes en cuanto a resultados individuales, sociales, y económicos, y al mismo tiempo obligar a los proveedores de servicios de alfabetización a cumplir con estándares más exigentes de responsabilidad y profesionalismo. Como ocurre en la instrucción formal, la alfabetizaciýn y la educación de adultos no proporcionan una respuesta mágica a ninguna sociedad, pero son parte esencial de todos los pretextos del desarrollo nacional. Por otra parte, los organismos pueden mejorar los programas de alfabetización de adultos al crear sinergias y formas de colaboración, y al estrechar los vínculos de políticas entre los sectores formal y no formal, al proporcionar vías más expeditas para incorporar los programas de alfabetización de adultos y jóvenes en el sistema de instrucción foýmal, al combinar los programas no formales para adultos con programas destinados a la primera infancia, al aprovechar las nuevas tecnologías, y al invertir recursos en labores de evaluación inicial y final y supervisión, encuestas e investigación aplicada.
Con este estudio global de carácter temático se ha pretendido subrayar algunos de los problemas y perspectivas más importantes que surgen al intentar mejorar la calidad de la labor de alfabetización y educación de adultos, al igual que los esfuerzos poý satisfacer las necesidades de las personas que con frecuencia son excluidas o marginadas de una educación de calidad. En las tareas futuras en el ámbito de la alfabetización y la educación de adultos será preciso realizar un esfuerzo sostenido, concertado y más intenso. No es fácil estimar la importancia de la alfabetización y de las competencias de aprendizaje básicas en la vida de gente de todo el mundo. El simple hecho de que incluso hoy cerca de la cuarta parte de la humanidad carece de esas competencias esenciales —y asequibles— aún provoca conmoción en el mundo. Y esta realidad se tornará aún más inquietante en el año 2020 si para entonces no hemos sido capaces de mejorar ostensiblemente esta situación.