Neelam Tiwari
India
Neelam Tiwari es supervisora de los centros de alfabetización de adultos administrados por Gram Vikas Sewa Sansthan (GVSS) en el bloque de Mangraura, distrito de Pratapgarh, estado de Uttar Pradesh.
Neelam Tiwari: En 2011 estaba cursando mis estudios para obtener el grado de máster en sánscrito. Me enteré de que había un cargo vacante en un centro de alfabetización. Me presenté y conseguí el empleo. Me informaron de que era la persona con mejores cualificaciones para el puesto.
Mi labor en el centro abarcaba desde dictar clases de lectura, escritura y cálculo hasta entonar canciones con entusiasmo. La mayoría de las mujeres inscritas en el centro provenían de comunidades de OCA1 y de CR2; se trata de comunidades donde no se asigna ninguna importancia a la educación de la mujer. La tasa de analfabetismo femenino en la aldea era de 26 %3, y las mujeres que acudían al centro —al igual que sus esposos— nunca habían asistido a la escuela. El método pedagógico que empleamos se basaba en la experiencia de vida de las mujeres y estaba fundamentalmente vinculado con ella. Cuando se trataba de fomentar la generación de conocimientos, yo era consciente de la importancia de valorar los contextos de los alumnos y sus experiencias. La motivación central del proceso de enseñanza y aprendizaje era lograr que las mujeres adquirieran una percepción más clara de cuestiones relacionadas con la violencia de género, estableciendo una conexión con las realidades que les había tocado vivir. Nuestras guías de orientación eran redactadas teniendo en cuenta una perspectiva de género, y me servían de apoyo no solo para moderar los debates que organizábamos con las mujeres sino además para afinar mi visión de lo que es una postura feminista. Esta forma de pensar se vio cuestionada diariamente en mi vida personal. Al principio, mi marido apoyó mi labor, pero poco a poco le comenzó a desagradar el hecho de que aumentara mi movilidad. Le molestaba que yo tuviera que interactuar de igual a igual con los hombres de la aldea. Cuando adquirí mayor independencia económica, mi marido solía buscar pretextos para golpearme. Para poner fin a esta situación, decidí irme a vivir con mis suegros. En 2018, cuando GVSS puso en marcha centros de alfabetización de adultos destinados a las mujeres de una cooperativa lechera situada en el mismo bloque, fui contratada como supervisora y me asignaron la responsabilidad de inspeccionar 15 centros. Los visito regularmente, brindo apoyo a los profesores y procuro que adquieran una visión más clara sobre cuestiones de género y pedagogías feministas.
En la época en que ejercí la docencia me encantaba componer canciones que versaran sobre los temas y conceptos abordados en los cursos. Comenzábamos nuestra jornada entonando canciones que servían, además, como un llamamiento a otras mujeres para que se incorporaran al centro. Luego comenzaban las clases. También me gustaba pedirles a las mujeres que escribieran en el pizarrón. Ese ejercicio les infundía confianza en sus capacidades de aprendizaje, y además servía para que se valoraran mutuamente, lo cual las incentivaba para continuar aprendiendo.
Me siento motivada y energizada cuando veo que las mujeres realizan un esfuerzo adicional para aprender, y especialmente cuando comparten sus experiencias positivas una vez que ya han aprendido a leer y escribir. Los centros de alfabetización se han transformado en espacios femeninos donde todas recorremos el mismo camino y, lo que es más importante, seguimos aprendiendo juntas.
1 / Otras clases atrasadas (OCA) es un término colectivo empleado por el Gobierno de la India para designar a las castas educativa o socialmente desfavorecidas
2 / Las castas registradas (CR) son grupos de personas consideradas a nivel oficial como históricamente desfavorecidas.
3 / Censo de 2011