En su resumen Chris Duke informa sobre los temas, resultados y puntos de discusión más importantes del Seminario de Beijing. Hubo celebración, pero también se sacó un balance y se desarrolló visiones para elk futuro. Dónde se encuentra la educación de adultos después de la CONFINTEA y la consigna de Educación para Todos? Hay progressos que se pueda registrar? Sirviéndose del ejmplo de la asociación entre la ASPBAE y el IIZ/DVV, Duke pone sobre el tapete la importancia que tiene la cooperación internacional. Cuál es su base, cuáles sus resultados, y que se puede aprender de esta forma de asociacián para el futuro. Chris Duke ha sido Secretario General de la ASPBAE hasta 1985, antes de convertirse en Secretario de Hacienda y luego Presidente por un corto período. Actualmente el Prof. Duke es Director de Community and Regional Partnerships, Universidad RMIT, Bundoora, Australia y director, Educación Superior para la NIACE, Englaterra y Pais de Gales en Australia.
Estamos en el año chino de la oveja. Del 22 al 25 de febrero de 2003 se ha celebrado en Beijing un Seminario Internacional auspiciado por la Asociación China de Educación de Adultos. Esta asociación profesional sin fines de lucro se fundó en 1981 con apoyo del movimiento internacional de organismos no gubernamentales. El Seminario celebraba los veinticinco años de la coopera ción Norte-Sur, que arrancó en 1977. Es éste un largo período de asociación estable y productiva que hubo de sostenerse en medio de años harto turbulentos, turbulentos tanto para la región del Pacífico asiático como para las rela ciones Norte-Sur. El socio del Norte es el Instituto de Cooperación Internacional (IIZ) de la Asociación Alemana para la Educación de Adultos (DVV), el socio del Sur es la Agencia Asiática y del Pacífico Sur para la Educación de Adultos (Asian and South Pacific Bureau of Adult Education – ASP BAE). Ambas pertenecen al ‘tercer sector’ de organizaciones de la socie dad civil (OSC) sin fines de lucro.
El Seminario en el año de la oveja fue una rara oportunidad para la ‘congregación’ de los educadores de adultos de la región asiática. Los/as participan tes provenían del país anfitrión, de Alemania y de toda la región en que se encuentra la ASPBAE. Se juntaron para celebrar su asociación, pero también para aprender de ella, para interrogarla con el fin de determinar la mejor mane ra posible de planificar, para el futuro, la asociación y un desarrollo social y económico equilibrado (auténtico, humano, sostenible). Celebraron el compromiso constantemente creciente de la China en el recíproco aprendizaje de la región en el campo de la educación de adultos.
Más aún, el encuentro celebró el indomable espíritu que lleva a la firme determina ción de cooperar, de valorar al ‘otro’ y aprender de él, de lo que es diferente y poco familiar; y en su calidad de educadores/as de adultos conti nuar la larga marcha hacia un mundo más humano y con una mayor calidad de vida, por sobre todo para aquellas personas que se encuentran en la mayor de las penurias. El encuentro reafirmó de manera inequívoca el valor que tienen las formaciones de OSC en el nivel regional, como la ASPBAE, a la hora de vincular lo global y lo local, de trabajar por un desarrollo humano auténtico y equilibrado, y a la hora del cabildeo. También reiteró y reafirmó que los costos centrales que implica la financiación de esas OSC regionales eran esenciales, y que representaban un alto valor para la ayuda al des a rrollo más allá de las propias fronteras.
Esta sinopsis reflexiva se refiere al panorama de una buena cooperación internacional en el futuro, y de manera particular a la forma y el futuro de la cooperación internacional para el desarrollo. En este sentido las lecciones procedentes de Asia y Beijing son relevantes para la educación de adultos y en general para las asociaciones que apuntan al desarrollo. Nos dan también la oportunidad de preguntarnos a nosotros mismos de dónde hemos venido y a dónde estamos yendo en este vacilante intento de viaje hacia un mundo más justo, más humano y menos desigual.
Las discusiones de Beijing acerca del estado actual de la ayuda y la asociación internacionales llegaron a un punto culminante con una valoración poco estimulante de los avances realizados por la Educación para Todos, en particular el Informe de Seguimiento Global de Educación para Todos del 2002, recién publicado, que pregunta: ‘¿Está el mundo en la pista correcta?’ La respuesta parecía estar clara para los/as participantes: No lo está, ni la Educación para Todos incluye de manera efectiva a las personas adultas.
El Seminario subrayó la necesidad de realizar una campaña de Educación para Todas las personas Adultas. Las deliberaciones llegaron a otro punto crítico ante el hecho de que se debe convocar en breve plazo a la ‘CONFINTEA + 6’, la conferencia intermedia que al cabo de seis años debe revisar los progresos realizados desde la V. Conferencia Internacional de la UNESCO sobre Educación de Adultos que tuvo lugar en Hamburgo en 1977. ¿Qué aprenderán los delegados de la CONFINTEA + 6 cuando se reúnan en Bangkok en septiembre del 2003 bajo el auspicio de la UNESCO, y qué tendrán que decir acerca de los avances realizados en este período respecto de los objetivos y métodos planteados en Hamburgo? En particular, ¿cuánto se ha progresado en lo que se refiere al Objetivo X, que es la cooperación internacional para la educación de adultos? Incluso antes de eso, ¿qué se sabe para que los delegados lo consideren? ¿Qué es lo que ha sido objeto de seguimiento y evaluación acerca de los avances realizados a lo largo de estos seis años? ¿Ha significado algo? Llegaban a preguntar algunos participantes, el participar en el evento de la UNESCO. Ésta es una pregunta muy seria que hay que plantear, dado que a lo largo de los años UNESCO ha luchado por ser un socio fuerte del movimiento de ONG sin fines de lucro.
El encuentro de Beijing quedó insatisfecho y poco feliz con la aparente falta de atención a estos importantes problemas y el desconocimiento de los mismos. Se resolvió que este resumen, juntamente con otros documentos presentados en Beijing, debería ponerse a disposición del público como fuente de apoyo para el proceso de revisión y de reflexión que deberá tener lugar en el encuentro de la UNESCO en Bangkok. Al final, y a modo de balance, el sentido del encuentro de Beijing fue el de insistir con determinación en estimular las deliberaciones y la colaboración tanto intergubernamental como no gubernamental.
El sector de las ONG está obligado a proporcionar a las deliberaciones una arista crítica penetrante, que es lo que probablemente esperan otros participantes; un rol que por ejemplo el Consejo Internacional de Educación de Adultos (International Council for Adult Education – ICAE) jugó en Hamburgo y en la IV Conferencia Mundial celebrada en París doce años antes. En consecuencia la DVV, por medio de la revista Educación de Adultos y Desarrollo, que hace tiempo es un medio para el intercambio de experiencias Sur-Norte y Norte-Sur, asumió la tarea de poner a disposición de los convocados/as en Bangkok algunos elementos aprendidos en Beijing.
Las primeras sesiones del Seminario sirvieron para extraer lecciones de los años fundacionales de la asociación. ¿Qué nos dicen los valores, el linaje y las credenciales de los respectivos socios acerca de su capacidad de aguante? En efecto la DVV había estado presente en el nacimiento de la ASPBAE. En 1964 era ya una ONG del Norte que funcionaba como agencia de apoyo para la educación de adultos. Por entonces la DVV estaba sólidamente establecida y gozaba de renombre. Era bien conocida y bien considerada por las universidades populares que contribuyeron a la reconstrucción y al fortalecimiento de una sociedad civil democrática en Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Pero también gozaba de consideración internacional por su enfoque abierto y positivo de cooperación e intercambio con otras naciones en general. A través de centros y programas gestionados por la DVV se fue construyendo un sólido perfil de ayuda para el desarrollo en diferentes partes de África, Asia y América Latina. Aquéllos llegaron a reflejar el instinto democrático y fuertemente participativo del movimiento alemán de educación de adultos, así como el valor asignado a la diversidad cultural ‘indígena’, juntamente con la eficiencia en el manejo confiable de los recursos invertidos. De esta manera el IIZ/DVV se fue convirtiendo en una de las muchas vías para el flujo de los fondos de ayuda al desarrollo del Gobierno de Alemania Occidental a través de canales no gubernamentales, de manera especial las fundaciones o stiftungen.
Por el otro lado la ASPBAE tardó en reaccionar ante su convocatoria. En la década de los sesenta administraba recursos poco más que de sobrevivencia. Al comienzo de la década de los setenta se fue haciendo gradualmente posible el localizar y reunir en una red poco firme algunos grupos, a menudo pequeños, de educadores de adultos, a menudo marginales, y de personas que trabajaban en desarrollo comunitario y que se encontraban desparramadas a lo largo de la enorme región de Asia y el Pacífico. El avance fue sumamente lento, pero tal vez fue eso lo que ayudó a establecer cimientos más seguros de confiabilidad y confianza mutua, los primeros pasos vacilantes del niño que aprende a caminar antes de ser más ambicioso.
En países como la India, que proporcionó a la ASPBAE su primer presidente, el movimiento de voluntariado era fuerte. Ahí, por ejemplo, el Gobierno no se mostraba hostil o suspicaz, al menos en principio. Por otra parte las necesidades eran enormes, y la contribución de las comunidades tradicionales y del sector no gubernamental era y es mejor reconocida que en muchos otros países. En el Gobierno trabajaban algunas figuras que habían dirigido ONG. En otros países la tradición de ONG era más débil. Los gobiernos eran más suspicaces, y en algunos lugares declaradamente hostiles y represivos. Por otra parte, algunas de las agencias e individuos líderes, que estaban profundamente comprometidos/as con los ‘más pobres entre los/as pobres’, y que se encontraban empapados de la pedagogía de Paulo Freire, estaban en departamentos del Gobierno. Algunos de ellos/as ayudaron a construir una base para la conformación de asociaciones nacionales de voluntariado.
El nacimiento de la educación de adultos como voluntariado no siempre fue fácil en países que, además de su diversidad, vivían rápidos cambios en sus respectivas historias, tales como Malasia, las Filipinas, Bangladesh, Fiji, Nepal, Singapur, la República de Corea, y la misma China. En otros paí ses miembros de la ASPBAE, de manera especial en Australia y Nueva Zelan da, la organización de agencias de voluntariado resultaba más fácil y hacía tiempo que estaba establecida. Estas naciones fueron algo así como un puente entre Europa y Asia al haber constituido primero comunidades ini cialmente coloniales y todavía europeas ubicadas en el Sur, pero adquiriendo con el paso del tiempo una diversidad cultural cada vez mayor. Fue precisamen te ahí que las fortunas crecían y decrecían. Algunas veces los gobiernos veían su futuro ligado al de Asia, y se mostraban abiertos a la prestación de apoyo, como también a la formación de asociaciones comerciales y profesio nales. En otras ocasiones las actitudes eran muy diferentes y las relaciones internacionales se ponían tirantes. El estrés crónico que se da actualmente en las relaciones internacionales en el mundo entero repercute con especial dureza en Asia, donde se concentran las crisis y de la amenaza de conflictos. Esto coloca a la cooperación dentro de la región, y más allá de ella, en una nueva luz cuya importancia no es precisamente educativa.
La ASPBAE, en su calidad de red comunitaria de educadores de adultos y de instrumento de cooperación internacional para el desarrollo, fue creciendo en medio de estas tensiones y cambios. Hacia 1977, después de participar significativamente en la primer Asamblea Mundial del ICAE en Dar-es-Salam, en 1976, la ASPBAE había adquirido suficiente reputación y suficiente visibilidad como para ser tomada en serio por el IIZ/DVV como un nuevo tipo de socio. A partir de aquella época, una serie de convenios sucesivos, normalmente sobre la base de programas de tres años de duración con evaluación incorporada, apuntalaron el crecimiento firme y a veces notablemente rápido de la red ASPBAE así como su diversificación. Su sistema de cooperación apoyó el establecimiento embrional de organizaciones de educación de adultos, y alimentó a generaciones con líderes y activistas muy capaces y con orientación internacional, que tienen confianza en sí mismos, en sus propios valores y en lo que se puede aprender de otros lugares y experiencias.
No hay necesidad ni espacio en este resumen para de contar toda la historia de veinticinco años de cooperación.1 Lo único que necesitamos hacer aquí es poner de relieve algunas características clave de la experiencia asiática que sugieren por dónde debería ir en general, en el futuro, la cooperación internacional de manera que sea lo más provechosa posible.
Una de las preocupaciones recurrentes de las agencias del Norte que prestan apoyo al desarrollo más allá de las propias fronteras —no sólo en lo que se refiere a la educación de adultos, sino a lo largo de todo el espectro de ayuda y desarrollo— tiene que ver con la capacidad de ‘recepción’ o ‘absorción’ de los países que padecen necesidades. ¿Es posible verlos como verdaderos ‘socios’ y no como simples indigentes que virtualmente mendigan unas migajas? ¿Cómo haría usted para fortalecer a estos receptores o ‘canales de distribución’ de manera que tanto ellos como sus ‘clientes’, los más necesitados en sus sociedades, adquieran más confianza en sí mismos y se vuelvan más seguros y capaces?
Habitualmente la DVV ha manejado de manera harto exigente la propia rendición de cuentas a su gobierno respecto de los recursos de apoyo, trabajando a través de los programas nacionales alemanes dirigidos al exterior. Incluso en la década de los setenta, mucho antes de las modernas formas de rendi ción de cuentas, con evaluación de riesgo y otras sofisticadas tecnologías de gestión y evaluación, había poco espacio para migajas en las rendijas. Esto viene a significar que había pocas oportunidades para el crecimiento inciden tal de capacidad por parte de las agencias asociados, ya fuera a través del control y la rendición de cuentas directas, o bien por medio de porciones de financia ción discrecional para que debían ser utilizadas de manera flexible y en respuesta a consultas locales y a nuevas demandas emergentes. La construcción de ‘capacidades de recepción’ locales, de manera que las ONG del Sur pudieran llegar a gestionar ellas mismas los programas, sin depender de nadie, no tendía a ser un rasgo de la planificación, la rendición de cuentas y la evalua ción de proyectos de cooperación para el desarrollo. Ésta era una necesidad claramente reconocida y un desafío para los primeros socios. El éxito con que, desde finales de la década de los setenta, se diseñó un nuevo tipo de asociación, ofrece lecciones para la actual cooperación internacional. Y ciertamente su importancia se ha incrementado. Las tendencias de dicha ayuda, así como nuestro fracasos en cumplir por ejemplo la consigna de Educación para Todos, están produciendo un hastío respecto de la ayuda, tanto en los donantes y las ONG como en los socios en vías de desarrollo.
Puede ser que una autoconfianza robusta e incluso agresiva sea en adelante el único vigoroso camino a seguir. La respuesta de algunos de los más experimentados conductores de educación de adultos presentes en el Seminario de Beijing sugería terminar con la tolerancia a formas de cooperación para el desarrollo que presentan bajo valor, van atadas con cuerdas y parecen colocar a los activistas locales en una dependencia clientelar grande e improductiva. El contexto del poder unilateral y aplastante de los Estados Unidos, después de la era de la Guerra Fría, parece que también aviva la desilusión más asertiva respecto de la cooperación internacional para el desarrollo, que está siendo vista y experimentada como un control económico y político. Puede que se esté acabando el tiempo de reconstruir un mejor modelo de cooperación para el desarrollo, basada en la reciprocidad de la confianza, del respeto y sobre todo del aprendizaje abierto.
A partir de 1977 la forma de asociación entre ambas instancias fue significativamente diferente de la norma entonces vigente en la cooperación para el desarrollo, y tal vez incluso de la que rige hoy. La DVV, como parte donante, depositó su confianza en proyectos y gestores locales, pertenecientes a la red de la ASPBAE, para que decidieran sobre los programas y rindieran plenamente cuentas de los mismos. Tenían que hacer esto de tal manera que el IIZ/DVV pudiera responder a los requerimientos de sus propios socios y superiores gubernamentales. Fue un formidable acto de coraje de parte de la DVV, dadas las detalladas exigencias del gobierno alemán para la rendición de cuentas.
Al hacer de la ASPBAE, en su calidad de red regional de ONG, un socio clave —y más que un mero canal—, le impone a la red regional tanto la obligación como la oportunidad de comportarse como un agente honesto, seguro y confiable para los diferentes intereses a nivel tanto nacional como subnacional y transnacional. Se requería ser confiable tanto hacia ‘arriba’, ante los socios del Norte que apoyan el desarrollo exterior, como hacia ‘abajo’, ante su variada membresía. Este requerimiento se encontraba incorporado en los procesos mismos de asociación. Ello contribuyó de manera particular al desarrollo de la ASPBAE, con una filosofía y una forma de trabajo características.
Podría ser que este flujo continuo y altamente valorado de recursos para proyectos de desarrollo, que salía de Alemania hacia la región, un flujo cuidadosamente elaborado, no muy masivo pero confiable, esté actualmente presionando a las ONG asociadas para que estén a la altura de sus propias ambiciones morales y para que se comporten de manera abierta, participativa y democrática. Una década después de que arrancara la asociación, la ASPBAE pasó por algo así como una crisis en su constitución y en sus formas de trabajo. El resultado fue un amplio ejercicio de consulta. Éste contó con el apoyo que significaba la asociación con la DVV y condujo a una nueva forma de encuentro, una asamblea de todos los miembros de la ASPBAE gracias a la cual emergió un sistema más abierto, y también con mayor equilibrio de género, que se dotó de una nueva constitución en 1992. En cierto modo fue a partir de las exigencias de la asociación que la ASPBAE estuvo en condiciones de renovarse a sí misma y de atraer y ganar fuerza a partir de un nuevo liderazgo, de nuevos miembros y nuevas normas de trabajo, siguiendo un camino de autorenovación.
Entre los problemas más persistentes a la hora de enfrentar los programas de la cooperación para el desarrollo están los que tienen que ver con la ‘capacidad de los receptores’. Además los países y sus gobiernos tienen ellos mismas dificultades para alcanzar a los más pobres y necesitados, y para fortalecer sus capacidades. La asociación de ONG tiene hoy día todavía más importancia, tanto en el nivel nacional como en el internacional. En ningún caso ha quedado obsoleta por las nuevas tecnologías de punta. De hecho, la nueva preocupación —especialmente de las naciones más ricas— por entender lo que es ‘capital social’, y por intentar aprovecharlo y construirlo, y promover el crecimiento de ‘comunidades y regiones de aprendizaje’, muestra precisamente lo importante que se ha vuelto lo local, lo ciudadano y lo participativo.
Asociación y aprendizaje son términos clave para entender lo que hizo de la asociación DVV-ASPBAE un éxito importante del que en general podemos aprender más.
Las formas de colaboración que se fue desarrollando permitieron que la mayor parte de las actividades específicas de los programas que estaban en marcha contribuyeran al ‘valor agregado’ de construcción de capacidades en el sector de las ONG de gran parte de la región y en diferentes niveles. Se conformaron asociaciones con otras agencias y redes regionales, intergubernamentales y sin fines de lucro, y con otras agencias internacionales de ayuda para el desarrollo. El desarrollo de una capacidad nacional para la educación de adultos se fue construyendo mediante el desarrollo y fortalecimiento de asociaciones nacionales, al mismo tiempo que crecía una mayor capacidad local toda vez que las actividades se ligaban con agencias locales ‘de base’ y con proyectos que estaban conectados con los ciclos de aprendizaje activo dentro de la DVV-ASPBAE. Se ha desarrollado más un entramado que un sistema jerárquico de relaciones.
Diferentes formas de actividades programáticas fueron construyendo capacidades por distintas vías. Gran parte del esfuerzo se volcó en talleres y en actividades de capacitación interactivas y con enfoque propio, dentro de cada país y entre países, juntamente con un modesto número de visitas a instituciones amigas, gracias a lo cual educadores/as de adultos individuales devolvían recíprocamente las visitas para participar —tanto en términos de enseñanza como de aprendizaje— de los enfoques existentes en otros países. El compartir y el aprender unos de otros se vio también alentado por la posibilidad que se abrió de leer varias obras clave en muchos de los diferentes idiomas de la región, de manera que el conocimiento no se quedara limitado a las meras élites que hablan inglés. Las actividades de talleres se vincularon con los enfoques locales y nativos de trabajo para el desarrollo —salud, alfabetización, tecnologías alternativas, programas para mujeres, desarrollo rural— y aprendieron de ellos, de manera que la teoría y la práctica se conjuntaron en escenarios específicos de la vida real.
Tanto como el ‘ejercicio hacia abajo’ para dar y ganar acceso y para compartir vías prácticas de aprendizaje y de acción, la asociación permitió más forma ‘externas’ de aprendizaje compartido. Lo más importante de todo, como condición que hacía posible el proceso global de asociación, la Asociación Alema na para la Educación de Adultos —en su calidad de socio donante rico— insistía en que ella era una socia también en el proceso aprendizaje. La evaluación participativa, que incluía a la DVV a la vez como sujeto y como objeto de evaluación, pasó a ser una condición de todo el trabajo, un requerimiento para poder pasar a una nueva fase. En consecuencia, una serie de proyectos específicos fueron evaluaciones formativas de coaprendizaje. A la DVV a veces se la trataba como a una hermana mayor y más rica, pero ella se negaba a que se le adscribiera el rol colonial y distante de donante-del-Norte, un rol en el que algunos donantes se sienten más importantes y más confortables.
El valor de todo esto no fue solamente el haber hecho más rico en aprendizaje el trabajo regional de la ASPBAE, más conscientemente reflexivo y evaluativo, como de hecho fue sucediendo. En el tiempo en que arrancaba la asociación, la DVV empezó a editar Educación de Adultos y Desarrollo, una revista de fácil lectura y orientada a la práctica. Ésta se difundió por todo el mundo en tres idiomas y sin costos, ofreciendo informes prácticos sobre desarrollo, junto con un instructivo análisis de ese trabajo, al alcance de los educadores/as de muchos países pobres, es decir personas que de otra manera jamás habrían tenido acceso a ese tipo de lectura por no estar en condiciones de utilizar revistas y libros más ‹académicos› que son simplemente inasequibles. Educación de Adultos y Desarrollo proporciona un canal para muchos educadores/as de adultos de Asia y el Pacífico, con los que se vincula a través de la red de actividades de la ASPBAE y la DVV, para que cuenten sus historias y experiencias y las compartan con colegas que viven en América Latina, en el Mundo Árabe, en África y en el Norte. En ese proceso ellos llevan la muestra práctica de una realidad, a menudo cruel, al trabajo más teórico de los estudiosos del Norte, hacien do también posible que quienes trabajan en educación de adultos en el Norte entiendan y enfrenten algunos de los desafíos que se les presentan con la existencia de un «Sur dentro del Norte».
En Beijing se hizo evidente el mismo aprendizaje mutuo de los 25 años de la asociación que arrancara en 1977. El ambiente fue cordial y amistoso, la hospitalidad notable en su calidez y generosidad, y los niveles de energía en las reuniones e interacciones sociales fueron intensos. Ello no impidió que los/as participantes se expresaran con toda franqueza acerca de los problemas actuales de la cooperación para el desarrollo, o del escenario mundial en que ellos/as sienten que se agotan, o de los desafíos e interrogantes que brotaban de las presentaciones y experiencias de unos y otros/as, siempre con la intención de comprender cómo se puede trabajar mejor.
La preocupación predominante del encuentro era la de hacia dónde van en este momento las relaciones y la ayuda internacional, y cuán serio puede ser ya el deterioro que se vive. Lo más impresionante después de esto fue el mutuo afán de entender los procesos que se dan en la nueva China, y las presentaciones sumamente honestas y francas de los participantes chinos/as acerca de sus enfoques y de la persistencia de sus problemas. La apertura y la reciprocidad del aprendizaje en este Seminario Internacional pusieron de manifiesto lo que la asociación ha significado, ha contribuido y ha producido a lo largo de los años. La diversidad de vías por las que la China ha dado y recibido en términos de aprendizaje desde que se unió con el club ASPBAE, al comienzo de la década de los ochenta, demostró también lo que se puede ganar en capacidad de aprendizaje como resultado de la asociación con la DVV. Es esta experiencia viva la que los educadores/as de adultos desean transmitir y compartir en la CONFINTEA + 6. Sin ella la práctica de la asociación internacional en educación de adultos corre peligro de descarrilar.
Los representantes en Beijing del IIZ/DVV lanzaron dos desafíos a la consideración de los/as participantes. Dado su enorme y reconocido potencial, ¿por qué la educación de adultos no cuenta con más apoyo y por qué no juega un rol menos marginal? Y ¿por qué es tan poco frecuente que los gobiernos y organismos internacionales honren los numerosos compromisos que con tanta frecuencia contraen de apoyar la educación de adultos? Estos interrogantes quedan para ser respondidos en la CONFINTEA + 6 y sin duda más allá de ella.
Una presentación de la UNESCO, seguida de un debate sobre las experiencias de los/as participantes dentro de la región, pintó un cuadro desolador de lo que es la cooperación para la educación de adultos y el desarrollo. Reflexionando retrospectivamente sobre Jomtien, cinco principios fueron reiterados al principio del Seminario: la importancia de la multilateralidad, en lugar de la agobiante bilateralidad y unilateralidad, para que puedan escucharse tanto las voces de los pueblos como las de los gobiernos; los valores humanos en la educación, más allá de la mera funcionalidad; el aprender de diferentes sabidurías, ampliamente dispersas a través de las sociedades; el conectar a comunidades y ciudadanos/as más directamente unos con otros/as; el intentar aprender de nuestras largas historias, y reinventarlas, en lugar de repetir ciclos de errores.
A lo largo de la década de los noventa la educación apenas se sostenía por sí misma en términos de recursos e importancia, puede que en gran medida haya sido la conferencia de Jomtien la que haya prevenido una reincidencia todavía peor. Parece que en la década de los noventa la cooperación para el desarrollo en el área de la educación se ha limitado a mantenerse constante en alrededor de un ocho por ciento, sin que sirvieran de nada los pedidos de un incremento. Parece incluso que la educación de adultos se ha ido volviendo más frágil, marginal e invisible, hasta el extremo de que ahora podría parecer necesaria una campaña llamada Educación para Todos los Adultos. El derecho de educación de las personas adultas, adoptado en la Conferencia Mundial de la UNESCO de 1985, parece que se estuviera diluyendo. Hay pocas señales de que se esté prestando atención a la importancia que tiene el aprendizaje de adultos, ni de que se lo esté incorporando en los diferentes programas de desarrollo fuera del sistema escolar. No se puede rastrear los progresos realizados en las campañas de alfabetización de adultos, porque los números están enterrados dentro de los programas de educación básica y en cifras donde la educación de adultos es invisible y queda aplastada.
Otro problema, por tanto, es el estado de conocimiento, o mejor dicho de ignorancia, acerca de lo que actualmente está ocurriendo. No podemos extraer perfiles confiables de los desembolsos y avances en educación de adultos. El problema se ha vuelto más agudo con los cambios operados en las prácticas de la cooperación para el desarrollo, de acuerdo con los cuales el apoyo presupuestario de país a país ya no especifica el apoyo que se está dando por sectores y subsectores. Irónicamente la evaluación y la rendición de cuentas se han hecho más difíciles, desde el momento en que la modalidad ha cambiado significativamente hacia un apoyo no específico. Una anécdota se refiere al caso de un erudito, con mucha experiencia en cooperación internacional para el desarrollo, que había logrado acceder a los registros de algunas organizaciones gubernamentales internacionales con el fin de hacer un seguimiento y reportaje de los procesos correspon dientes. Precisamente cuando el acceso estuvo garantizado, ya no servía para nada, puesto que los registros adquirieron la forma de cajas con montones de papeles sin clasificar y que resultaba imposible seleccionar para indagar las historias que contenían.
De las deliberaciones de Beijing salió a luz ‘entre líneas’ un problema de otro tipo, pese a que no estaba identificado ni mencionado como tal. Éste tiene que ver con las metas y con las competitivas tablas de posición internacionales que a menudo se derivan de las mismas. Ya nos hemos acostumbrado al año de esto y la década de aquéllo. Son sin excepción causas importantes y dignas de consideración. Han sido concienzudamente debatidas y definidas a través de UNESCO y otros canales intergubernamentales. También están —más útiles, por cuanto no se prestan para daños colaterales no buscados— los pocos días anuales internacionales, en particular para las mujeres, y para la alfabetización. Éstos sirven como recordatorios anuales y como una oportunidad para una llamada de solidaridad en favor de un cambio social y cultural de muy largo plazo, a lo largo de décadas más que de años.
La dificultad de las campañas y metas esporádicas es que pueden producir desilusión y decepción. Una vez que se establece metas y fechas, y se las hace públicas, de manera especial cuando aparentemente se puede hacer comparaciones directas entre países, como es el caso de la alfabetización, hay unos límites temporales dentro de los cuales tanto se puede fracasar como tener éxito. La alfabetización es una ‘meta movediza’, de manera que lo que decimos, y queremos decir, al comienzo de un ciclo de diez años, puede no tener pleno sentido una década más tarde.
Pero la cosa es aún peor. Quizás se pueda llevar a cabo campañas a niveles de comunidad o aldea, y de distritos subprovinciales, hasta que se haya ‘cubierto’ todo el país. En tal caso se puede tener la tentación de proclamar que dichas áreas han alcanzado un nivel casi universal de alfabetización (o de cuidados de salud primaria, o de alguna otra aspiración de los planificadores) al haber involucrado de alguna manera a tal cantidad de población. Aun cuando la ‘alfabetización’ siga siendo una ambición permanente e importante dentro del período de vida de la campaña, esa ‘alfabetización’ que se ha conseguido puede desvanecerse como un copo de nieve con el sol de primavera si no hay medio de apoyarla y darle seguimiento, y si los recién alfabetizados/as no hacen uso de ella.
Una vez que se ha planteado metas públicas ambiciosas, y se ha puesto en marcha la máquina publicitaria, se hace cada vez más difícil seguir trabajando lentamente y con una visión de largo plazo pero más desde adentro —y en último término con mayor éxito— e integrando la alfabetización en el desarrollo económico y social de las comunidades de manera que sea pertinente, requerida y duradera. Ambiciones poco realistas de rápidas soluciones preestablecidas —lo que un participante de Beijing llamó paquete de fideos instantáneos— nos pueden hacer retroceder. La fundada experiencia de quienes trabajan en educación de adultos de la manera que se mostró a través de la ASPBAE, es esencial si se busca un éxito duradero en favor de todos. La visión sinóptica de la cooperación para el desarrollo, la que va de arriba a abajo, ignora la necesidad de una asociación local y se mantiene sola ante el peligro. Constituye un pequeño milagro el hecho de que los activistas de base con mayor experiencia están entre los que se han vuelto más críticos, e incluso cínicos, respecto de la cooperación para el desarrollo durante la década de los noventa y más allá de ella.
Durante muchos años la DVV ha sido un actor importante en la escena de la cooperación para el desarrollo, con una identidad y un estilo particulares que se pusieron a prueba en las deliberaciones de Beijing. El monto de la ayuda financiera directa que ha ido a la región de Asia a través de la ASPBAE, y de algunas asociaciones bilaterales sueltas que se conectaron directamente, es una porción muy pequeña del presupuesto total anual del IIZ/DVV, y se pierde en el gran velamen de la cooperación internacional. Sin embargo ha proporcionado un apalancamiento de notable envergadura. Ha influido directamente en el comportamiento de sus socios a través de formas de aprendizaje que en gran medida estaban incorporadas en la planificación y evaluación de los programas. Ha influido también en varias ‘terceras partes’, desde otras agencias de cooperación de pequeña escala hasta grandes batallones como el Banco Mundial, actuando como aceite en la pesada maquinaria.
Una revisión de lo que ha sido la asociación en cooperación para el desarrollo en este cuarto de siglo pone de relieve otras dos importantes características. Una es la multidireccionalidad y reciprocidad de la responsabilidad: no sólo hacia arriba, hacia el ministerio de cooperación internacional del respectivo país, sino también hacia afuera, hacia los socios de la red regional, y a través de esto hacia cada uno de los socios más directamente involucrados en los procesos de desarrollo económico, social y comunitario de la educación de adultos. Se hace difícil mantenerse distante —y con las manos extendidas— de aquéllos cuya ayuda para el desarrollo es una revista compartida y una responsabilidad compartida.
La otra característica importante es una permanente tensión entre el principio ampliamente propiciado de cebar la bomba a corto plazo, del que rápidamente hay que apartar al receptor en interés de su autonomía e independencia, y la conveniencia de una asociación estratégica de largo plazo, por medio de la cual se puede construir nuevos niveles de capacidad. La evidencia de que la asociación DVVASPBAE ha seguido construyendo capacidades y ha producido muchos resultados altamente deseados es abundante en términos de cantidad, calidad y productividad, pero sólo una pequeña parte de la financiación de proyectos específicos sirve a este propósito.
La construcción de capacidades nunca deja de ser un subproducto o efecto indirecto de la financiación de proyectos. Hace posible dicha construcción y ejercita la democracia participativa. Hay agencias relevantes de cooperación para el desarrollo en Alemania que financian algo de infraestructura. Sin embargo por lo general las agencias siguen mostrándose poco dispuestas a hacerlo. Es altamente deseable que las agencias de cooperación para el desarrollo incluyan unos fondos compensatorios para costos de administración y similares. Precisamente un ‘canal receptor’ tan magro como la ASPBAE requiere de una financiación básica que haga posible su fortalecimiento. Por otra parte, este enigma permanente amenaza con poner fin a una fecunda asociación, simplemente por haber durado un largo tiempo. La realidad es que, si no fuera por la cooperación internacional, la ASPBAE, lo mismo que otras muchas ONG, simplemente no existirían, o estarían exclusiva e improductivamente preocupadas nada más que de su propia sobrevivencia. Es obvio que no todos los canales de la cooperación internacional funcionan de la misma manera, ni pueden hacerlo. Algunos son más progresistas que otros. Sus caudales aumentan y disminuyen. Pero la lección de Beijing es que todos deberían hacer esfuerzos más intensos a este respecto, dentro de los diferentes medios y circunstancias de cada uno.
Es evidente que un donante-socio de la cooperación internacional que recibe recursos gubernamentales, que es como trabaja el IIZ de la DVV, es vulnerable ante los sucesos políticos y los cambios de políticas. En la Alemania reunificada a partir de 1989 esto se manifiesta en la nueva importancia estratégica de Europa Central y Oriental. Esto, juntamente con el costo económico de la reunificación, ejerce presión sobre el presupuesto nacional de cooperación para el desarrollo. Incluso sin la larga vida de la asociación con la ASPBAE, el nuevo Drang nach Osten (flujo hacia el Este) impondría restricciones al apoyo financiero en beneficio de Asia. Las calamitosas circunstancias que afligen a muchos países de África, y la riqueza relativa de la región asiática, donde se encuentran algunas de las naciones más ricas del mundo y también algunas de las más pobres, incrementan esa presión. Teniendo en cuenta los intereses nacionales dentro de una escala geopolítica global, puede resultar difícil vender las importantes lecciones que contiene en este resumen. La cadena de abastecimiento entre el nivel global y el comunitario es larga y presenta eslabones débiles. Incluso la noción de cadena de abastecimiento, o canal de distribución, resulta fuera de lugar cuando se tiene en cuenta las condiciones reales al respecto.
Para la ASPBAE están por demás claras las venturas y desventuras de las actuales tendencias de la cooperación para el desarrollo. Está en peligro la cooperación internacional, y más aún un orden mundial constructivo. Se palpa la frustración de los donantes. La no bien disimulada agenda de poder, e intereses propios, se hace más descarada. Hay la tendencia de decir ‘la peste está en la casa de todos’ y dar marcha atrás en todas las formas de la cooperación internacional para el desarrollo, que aparece cada vez más colonial y al servicio de quien la presta. Esto no está bien, como lo muestra el presente resumen.
Por el lado positivo el Seminario de Beijing demostró, por la calidad de su discurso, las capacidades de los diferentes liderazgos que han sido alimentados por la asociación, y el valor efectivo de muchos logros alcanzados en los últimos años en China y a lo ancho de la región. Las historias contadas en el Seminario mostraron que el sector de voluntariado, sin fines de lucro, o comunitario, suele ser desde todo punto de vista esencial para la consecución de un desarrollo real y equilibrado. Puede hacer lo que los gobiernos del Norte y del Sur simplemente no pueden.
La actividad de desarrollo que busca transformaciones y fortalecimiento de la capacidad de autodeterminación en el nivel comunal o de aldea se apoya en el aprendizaje mutuo, en el intercambio y en actividades programáticas entre grupos iguales a lo largo y ancho de la región. Después de un largo período de aislamiento, China ejemplifica, tanto como cualquier otra nación, el valor que la membresía de la ASPBAE ha obtenido de los intercambios regionales para un aprendizaje intra-nacional a través de las áreas programáticas, como también lo que de manera invisible ha ganado la cooperación internacional y la comprensión de lo que son las graves necesidades de hoy. ‘Bailar con los donantes’ (el título de una ponencia de la ASPBAE sobre financiación presentada en Beijing) todavía puede absorber una parte excesiva del tiempo y las energías de la desvencijada infraestructura institucional de una ONG, y quitarle tiempo al equipo de voluntarios/as que en gran medida la apoyan, para los cuales ésta es una forma improductiva de distraerse del trabajo real.
Una lección de algunas sesiones de trabajo de Beijing, que no es nueva pero no deja de ser saludable, tenía que ver con las inevitables limitaciones de lo que puede lograr una ONG de este tipo en momentos en que se expresa, ya sea de manera manifiesta o cínica, un poder intransigente a través de la persistente crisis internacional de los primeros años del siglo 21. Las sesiones en torno al trabajo por la paz analizaron valientemente algunos bien fundados enfoques de largo plazo para la resolución de conflictos que encaran e incluso resuelven las causas profundas de un conflicto, por ejemplo en comunidades de Indonesia y de la Melanesia. Al mismo tiempo seguía escribiéndose día a día el angustioso libreto de la crisis de Irak, mientras otro foco cercano de conflicto atraía titulares, sin más que cruzar la bahía de Corea. Recientes reportes sobre el derrumbe de los niveles de alfabetización en Irak, que anteriormente había ganado un premio de la UNESCO a la alfabetización de adultos por un enfoque particularmente vigoroso de las campañas de alfabetización, ilustraban las inevitables limitaciones de la educación de adultos cuando ésta se ve confrontada con algunas formas de realpolitik.
¿Habrá que concluir que lo mejor es retirarse de todo tipo de cooperación internacional para el desarrollo y dedicarse a trabajar en las comunidades, en completo aislamiento y sin ayuda, desde el momento en que las políticas nacionales e internacionales ofrecen escaso espacio para el optimismo? Esto puede ser heroico, pero no es suficiente. Una historia favorita en Beijing era la que se refería a las contribuciones relativas de los pollos y los cerdos como socios en un desayuno de huevo con tocino. Para el cerdo el precio de su contribución es demasiado elevado. ¿Acaso también la asociación en la cooperación para el desarrollo ha dejado de tener sentido para las ONGs en un mundo afligido por un poder abrumador? ¿Será que el precio de la asociación en la cooperación para el desarrollo es la muerte del trabajo comunitario de las ONG? Una vez más, esto no está bien.
En una frase muy popular en el seminario, la determinación absoluta puede ser la única vía para que las agencias y redes que apuestan por la vida puedan seguir trabajando, al menos mientras quede algo de energía sin absorber. Tiene que haber una educación para la asociación a largo plazo, como también pequeños logros de ayudas concedidas gracias al baile con los donantes. Hubo otras metáforas que enriquecieron el Seminario de Beijing. En una de la India nuestro arco iris estaba perdiendo su gama de colores y tiene que ser repintado; en otra de Tailandia la ASPBAE debería alimentar las flores para hacer que sean aún más hermosas. Por una parte la persecución de recursos de la cooperación internacional podría ser una cacería de gansos salvajes. Por otra parte les gustó a los/as participantes un proverbio chino: prestar atención a todos, recoger una pluma de cada ganso que pasa, pero no perseguir absolutamente a ninguno.
Éstas son lecciones que las ONG, las internacionales y las del Sur, deben meditar y estudiar. Es importante situar la educación de adultos y sus diversos componentes, como alfabetización, programas para mujeres, educación de adultos comunitaria, educación en salud, desarrollo rural, y sostenibilidad, en relación unas con otras, y todas juntas en relación con la campaña más amplia por un aprendizaje de por vida. El campo de acción es fragmentario y confuso, los significados son puestos en tela de juicio, los resultados no son bien entendidos. Hay necesidad de un diálogo internacional en la extensa comunidad de aprendizaje y desarrollo de adultos, y también entre ésta y tanto las OSC como los organismos gubernamentales que se mueven en otros sectores del desarrollo. Éstos incluyen la ‘pesada maquinaria’ del desarrollo. Finalmente los niveles local, nacional, regional e internacional en que está inserto el trabajo de la ASPBAE y de sus socios necesitan juntarse nuevamente de cara al nuevo y problemático orden mundial que ahora se está conformando.
Quizás para las ONG del Norte y del Sur esto signifique invertir el flujo de construcción de capacidades que hasta ahora venimos asumiendo. Una nueva prioridad es mantener abiertos los canales de la cooperación internacional para el desarrollo, de manera que la conversación siga fluyendo. Esto es importante para que el Norte reconstruya la capacidad de descubrir que necesita volver a cooperar mejor en la creación de un futuro compartido, viable y sostenible. Otro mundo todavía es posible.
Al regresar de la intensa conversación sostenida en Beijing, la primera impresión que uno tiene es la que se refiere a la importancia de apoyar una capacidad más profunda y amplia que la de los gobiernos nacionales, de manera que aprendizaje y desarrollo se puedan ir asentando ‘de comunidad en comunidad’ a lo ancho de toda la región. Un fuerte movimiento de desarrollo y aprendizaje Sur-Sur es la base esencial para un aprendizaje y desarrollo multidireccional, es decir tanto Sur-Norte y Norte-Sur como Sur-Sur. Esto significa que las agencias de cooperación para el desarrollo superen viejas actitudes y ofrezcan los medios para construir las capacidades y coaliciones multilaterales en cuyo centro se encuentra el sector de las ONG.
Agencias como el IIZ de la DVV tienen unos ‘brazos’ inusualmente largos que alcanzan desde los socios internacionales y casi gubernamentales (entre los que se cuentan organismos gubernamentales internacionales como la UNESCO y el Banco Mundial), pasando por socios regionales y nacionales, hasta programas de nivel muy local, comunidades y activistas que influyen directamente en el quehacer y los asuntos de la ASPBAE y de sus organizaciones nacionales asociadas. Sin este tipo de alcance la cadena alimenticia se rompe, no sólo en dirección de los donantes de la cooperación para el desarrollo hacia la aldea o comunidad (por agotamiento o desecamiento paulatino) sino también en dirección contraria. Sin ella los planificadores estratégicos del mundo no podrán aprender cómo hacerlo mejor una vez que vuelvan a estar presentes la buena voluntad y la buena intención. El estilo de asociación que se ha celebrado en Beijing les ofrece también a las grandes agencias la oportunidad de aprender con proyectos ‘artesanales’ pero incisivos que tienen un potencial multiplicador y proporcionan ricos espacios para el aprendizaje de lo que puede ser un desarrollo sostenible efectivo.
Va a pasar un buen tiempo hasta que el aprendizaje de adultos se establezca o reestablezca como la clave del desarrollo sostenible, y se inscriba en las agendas de la cooperación para el desarrollo. Se presentan problemas técnicos a la hora de apoyar una función que debería estar totalmente incorporada en cualquier actividad de desarrollo, sin que acabe siendo despreciada por no ser independiente. También hay problemas filosóficos que tienen que ver con esto, como con el desplazamiento hacia las nociones más amplias del aprendizaje de por vida, en las que el aprendizaje a lo largo de la vida, ya sea en la escuela o después de la escuela, viene a ser parte de un proceso continuo y más amplio basado en la comunidad.
También hay nuevos problemas que constantemente presionan por salir a luz. Éstos demandan una atención constante y valiente. Hay problemas que tienen que ver con nuevas desigualdades de género que afectan tanto a muchachos como a varones, a la vez que también masivos abusos y desigualdades de género siguen siendo una realidad dolorosa, e incluso creciente, para millones de mujeres. Hay problemas que tienen que ver con costumbres y maneras tradicionales que ahora están a la vista de todos y que en un mundo globalizado entran en conflicto con los valores humanos dominantes. Hay nuevas cuestiones éticas que emergen de la sostenibilidad ambiental y de la explotación de recursos. Está el tratamiento de los derechos individuales en la ‘guerra contra el terrorismo’, las ideas perturbadoras de la ‘guerra preventiva’, las nuevas oportunidades de movilización y educación de adultos que ofrece la Internet, y muchos otros nuevos desafíos y oportunidades. Si los esfuerzos de los educadores/as de adultos se agotan íntegramente en bailar con los donantes y en rendir cuentas de minúsculas subvenciones, no se les podrá prestar la atención necesaria a estos nuevos desafíos amenazadores.
De esta manera se están amontonando asuntos, problemas, desafíos que tapan unos a otros, algunos permanentes, algunos producidos por nuevas crisis. Hay también una búsqueda de ‘actualidad’, de lo que está de moda y es ‘sexy’ —para usar los términos de la cooperación para el desarrollo—, de lo que es parte de la moderna vida política y pública. Hay también el deseo de adoptar los métodos más modernos de gerencia y rendición de cuentas, que suelen ser sumamente insensibles respecto de la diversidad cultural, de la sabiduría local y de la necesidad de que la gente pueda hacer las cosas a su propia manera. No todas las nuevas capacidades son provechosas. En las palabras apaciblemente atenuadas del Informe Global de Seguimiento de la Educación par Todos 2002 (EFA Global Monitoring Report 2002, pág. 102) ‘no siempre se ha definido bien hasta qué punto existe un compromiso con la sociedad civil que vaya más allá de consultas fragmentarias’.
Para llegar a ‘los más pobres entre los pobres’, descritos en Beijing como ‘los más vulnerables’, se requiere mucho más que consultas fragmentarias. Mientras nosotros aparecemos balanceándonos sobre el filo del colapso de un orden mundial que a lo largo de los últimos cincuenta años ha mantenido cierto tipo de equilibrio, y junto con sus fracasos ha obtenido algunos logros reales, las personas que hablaron en Beijing le dieron a la cooperación internacional y a la cooperación efectiva para el desarrollo no más que una ‘modesta oportunidad’, aun habiendo la más firme determinación. Incluso sin llegar a un descarado abuso de poder, podríamos deslizarnos a un nuevo tipo de neocolonialismo gerencial, tanto económico como cultural.
Los principios a que nos hemos referido en este resumen, y que hemos desarrollado a lo largo de años de asociación práctica, siguen siendo esenciales: una cooperación transsectorial que incorpora la educación de adultos en todos los proyectos y programas; la capacidad de las ONG; una cooperación multilateral con capacidad para llegar de lo comunitario a lo global y viceversa. La presencia de estudiantes activos/as es esencial para la participación cívica y la inclusión social. La planificación participativa se sustenta en el respeto y la valoración de la diversidad, lo que puede incluir a nuevos socios tanto privados y empresariales como estatales y públicos.
La última palabra va dirigida a los chinos/as: recojan una pluma de cada ganso que pase, pero no persigan absolutamente a ninguno. Sólo conservando su independencia, la educación de adultos puede apoyar la asociación interdependiente que ahora se requiere con más desesperación que nunca.
1 La ASPBAE y el IIZ/DVV tienen la esperanza de que esta historia sea contada en los próximos meses como resultado de un proyecto aparte, emergente del Seminario de Beijing.