Los convictos constituyen un grupo especial entre las personas marginadas. La pobreza y la alienación social suelen ser las razones de fondo que han llevado a estas personas a entrar en conflicto con la ley. La exclusión social los afecta con aun mayor dureza. Jarhuajperakua —palabra de la lengua purépecha que podría traducirse de manera aproximada como «ayuda mutua»— es la ONG local que trabaja en Morelia, en el estado mexicano de Michoacán. Esta entidad ha transferido su experiencia en la labor de alfabetización para trabajar con los reclusos de una correccional juvenil. En un programa denominado «Alfabetización y desarrollo de habilidades para la vida» sus especialistas se concentran en el desarrollo de habilidades personales y valores sociales, permitiendo así que los jóvenes infractores recuperen su autoestima y se preparen para reintegrarse con confianza a su entorno y superar la exclusión social.
La experiencia que describimos se viene realizando en el Centro de Integración para Adolescentes Infractores (CIA) en la ciudad de Morelia, Michoacán, México. En dicho centro se trabaja desde 2006 a la fecha con la población de jóvenes internos apoyando labores de alfabetización y desarrollo de habilidades para la vida. Donde la alfabetización adquiere sentido en la medida que fortalece capacidades y habilidades que atienden y hacen frente a necesidades básicas y al contexto en que se desarrollan las personas que participan del programa. Queremos, desde este primer momento, señalar que los procesos de alfabetización han estado orientados por los principios metodológicos de Paulo Freire y Frank C. Laubach.
Para comprender el momento al que se ha llegado en esta labor, deseamos compartir en este documento el quehacer de la Asociación Civil Jarhuajperakua.1
Se constituye legalmente en 1987 a partir de la voluntad de un grupo heterogéneo de promotoras y promotores comunitarios, profesionistas, investigadores, técnicos, amas de casa y estudiantes que establecieron como compromiso el trabajo con los sectores más pobres y excluidos del estado de Michoacán de Ocampo, México. Desde su formación, la asociación se ha asumido como una organización educativa sin fines de lucro. En casi 25 años de labor educativa, la asociación ha buscado llevarla a cabo de una manera integral, por lo que ha acompañado los procesos de alfabetización con actividades de economía solidaria, salud, recreación, cultura, desarrollo de habilidades para la vida, educación ambiental y, en esta misma línea, ha trabajado contra toda forma de violencia y por la defensa de los derechos humanos.
El programa de alfabetización inició sus actividades en 1990 en la comunidad de Santa Ana Chapitiro y en 1993 se extendió a las comunidades de Ajuno, Charahuen, San Francisco Uricho y Santa Fé de la Laguna de la Ribera de Pátzcuaro y a dos colonias urbano-marginales de la ciudad de Morelia.2 En 1994 se formaron dos grupos en el Municipio de Álvaro Obregón, y en 1995 el proyecto se amplió a otras colonias urbanas. En la localidad ribereña de Santa Fé de la Laguna, se realizó por más de 5 años el programa de alfabetización en P’urépecha.
La alfabetización es una acción que permea nuestro trabajo, incorporándola a otras actividades de carácter más global; por ejemplo, ante la lucha por la tierra de los habitantes de la comunidad de Charahuen, se inició un proceso de acompañamiento legal que concluyó con la alfabetización de la mayoría de las personas adultas participantes en el movimiento, teniendo como referente educativo esta situación. En San Fancisco Uricho, en cambio, la alfabetización partió del aprendizaje de las cuentas básicas, debido a que un grupo de mujeres emprendió el proyecto de comercialización de pollos para consumo doméstico, y concluyó con el aprendizaje de la lecto-escritura.
En 1998, se estableció un convenio con el Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para alfabetizar y ayudar a concluir la primaria y secundaria a un grupo de empleadas y empleados de la universidad.
A mediados del año 2002, la asociación inició un programa de alfabetización denominado «Alfabetización y círculos infantiles», concebido para la promoción de la calidad de vida de mujeres de colonias urbano-marginales de Morelia, contando con el apoyo de la Fundación Alfabetizadora Laubach para América Latina y el Caribe (FAL), entre otras instituciones. En este programa, además de los contenidos de alfabetización, el grupo participante reforzó sus aprendizajes sobre derechos humanos, autopercepción y autoestima. Paralelamente a estas actividades, varios adolescentes fueron formados en aspectos metodológicos, medio ambiente, derechos humanos, actividades recreativas, teatro guiñol y actividades deportivas, de manera que se dio atención a los círculos infantiles en cada localidad para garantizar la tranquilidad de las madres que asistieron a los talleres acompañados de sus hijos e hijas.
Como resultado de esta experiencia se elaboró la cartilla ¡Aprendamos, aprendamos! (Santamaría y Salgado, 2003). Desde entonces, se han abierto innumerables grupos de alfabetización utilizándola como base de trabajo, ya que se considera una guía que se adecúa a los contextos, necesidades e intereses de los grupos con los que se trabaja. De igual forma, este documento se empleó como base para las actividades en la experiencia a la que nos referiremos en el presente artículo.
El primer acercamiento con los jóvenes del CIA se dio a finales de 2006, en el marco del programa de prevención de adicciones entre la población de diferentes centros educativos en Morelia. En aquel momento, nuestro principal objetivo era recuperar las historias y experiencias de aquellos jóvenes ingresados en el CIA con algún tipo de adicción, que permitieran reflexionar a otros adolescentes sobre las causas y consecuencias del consumo de drogas. A partir de este trabajo nos dimos cuenta de que había una necesidad sentida entre los jóvenes, no siempre expresada con claridad, de ser escuchados en un ambiente de diálogo y respeto. Al mismo tiempo detectamos que muchos de ellos habían dejado trunca la primaria, la secundaria y, en algunos casos incluso, los jóvenes leían y escribían con dificultad. Es en este contexto que en 2010 se propone a las autoridades del CIA la aplicación del programa «Alfabetización y desarrollo de habilidades para la vida» entre los jóvenes que reciben atención en cualquiera de los regímenes.
Como hemos apuntado ya, nuestras actividades se desarrollan en diversas comunidades del Estado de Michoacán de Ocampo. Cada grupo presenta características, necesidades e inquietudes diversas que requieren un abordaje particular si es que deseamos comprenderlas. Sin embargo, resulta inevitable referirnos a la situación general que se vive en nuestro país, pues esta incide, directa o indirectamente, en nuestros espacios de trabajo.
La situación del país es compleja en sí misma, por su heterogeneidad geográfica, ambiental y cultural. A este primer plano hay que incorporar la desarticulación de la política con las necesidades y libertades sentidas de la población; la injusta, ilógica y contradictoria distribución y manejo de los fondos públicos (léase salarios burocráticos y presupuestos a partidos políticos contra el presupuesto social), teniendo como resultado graves rezagos particularmente en la educación y la salud. La falta de legitimidad de quienes asumen cargos de elección popular en buena medida por el sistema político que privilegia la presencia mediática, la pose y los reflectores sobre un individuo, el candidato, por encima de un proyecto que articule pensamientos, voces y acciones colectivas, ha impedido la puesta en marcha de políticas sociales congruentes y efectivas que permitan revertir la situación de pobreza y marginación en la que se encuentra buena parte de la población; lo anterior alimenta un círculo vicioso de corrupción, desempleo, inseguridad, actividades ilícitas, migración, afectando puntualmente el tejido social en sus niveles más básicos, las unidades familiares y las comunidades.
En nuestra entidad, Michoacán, identificamos al menos seis regiones con profundas diferencias y contradicciones. A partir del 2002, se da un giro en las estructuras del poder político. Esto suponía un giro en la política pública. Sin embargo los cambios se han dado fundamentalmente solo en apariencia en los mandos superiores de gobierno, pero no han logrado permear a los mandos medios y a quienes actúan en las localidades o ante grupos de atención, ni muchos menos articularse con las demandas sociales.
En este contexto, las perspectivas de los jóvenes en la entidad se ven reducidas en términos de oportunidades educativas y laborales, favoreciendo el círculo vicioso de deserción escolar-migración o inserción al comercio informal o, en una situación que ha escalado exponencialmente en los últimos años, cooptados por grupos delictivos.
Estas múltiples realidades dan un panorama general del entorno, pero concreto sobre la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran muchos jóvenes y en donde la aplicación de un programa de acompañamiento educativo y desarrollo de habilidades para la vida adquiere mayor relevancia.
En un entorno como el descrito, se hace necesario reconocer que la enseñanza no puede limitarse a la transmisión de conocimientos básicos, como la lectura, escritura, desarrollo de conocimientos lógicos-matemáticos, razonamiento verbal, etc., obviando el entorno cotidiano en el que los jóvenes viven y se relacionan.
Ahora más que nunca resulta urgente incorporar actividades que desarrollen las habilidades que permitan a las personas analizar y enfrentarse de manera crítica a su realidad, que faciliten la toma de decisiones, la resolución de problemas y su actuar responsable. Por ello, no podemos partir de los modelos tradicionales de educación, pues en ellos el papel del educando queda limitado al de mero receptor de la información que le es proporcionada por el maestro, sin que medie un análisis de la información que está recibiendo y, en consecuencia, sin que el educando pueda interiorizarla.
Por ello, nuestra labor educativa se inscribe en el apoyo a la transformación y en el fortalecimiento de los sujetos. Desde nuestro quehacer se busca crear una mística de ayuda mutua y de participación. Buscamos contribuir a aquello que es fundamental en los intereses y necesidades de quienes participan en las actividades educativas, que constituyen las bases para la apropiación de conocimientos que satisfagan las necesidades consideradas por la comunidad como prioritarias.
Acorde con esto, un concepto que se considera relevante es el de las «necesidades básicas», entendidas como los aspectos que determinan los derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida, a la tierra, a la vivienda, a la salud, a la educación durante toda la vida, al ambiente sano, a la recreación, a la cultura, al trabajo, al respeto a la integridad personal y familiar. De ahí que la diversidad de nuestros programas se articulan a partir de estas necesidades básicas. Por ello se busca contribuir a la generación de una educación con contenidos surgidos de los intereses y necesidades de las comunidades y colonias donde se trabaja, con materiales educativos elaborados por educadores endógenos comprometidos con su cotidianidad, con métodos y estrategias de acción – reflexión – acción, y con la dinamización solidaria de todos los recursos potenciales.
Reconocemos que en toda acción humana existen elementos subjetivos que impregnan su quehacer; en la medida que se explicitan estos postulados, puntos de vista, creencias, juicios de valor, enfoques (productos de las experiencias, estudios y conocimientos), etc., se podrá lograr mayor objetividad y honestidad en el diálogo con otros educadores y educadoras. Es legítimo disponer de esa subjetividad que oriente el quehacer de la praxis. La neutralidad no existe. El explicitar nuestra ideología permite explicar el porqué de las acciones y posibilita el compromiso de quienes participan en ella.
Desde esta perspectiva se señalan algunas ideas rectoras del proyecto educativo en el que inscribimos:
Este fundamento y nuestro trabajo se enlazan con la propuesta metodológica diseñada por Julio Salgado y Ana Santamaría Galvan, a partir de los espacios de reflexión y estudio entre los sectores populares y en la formación de líderes comunitarios. En esta propuesta se recogen tres elementos que han estado presentes en el quehacer de los educadores populares: las técnicas participativas, la fundamentación de la metodología participativa y las unidades de aprendizaje (Salgado, 2007).
El Programa «Alfabetización y desarrollo de habilidades para la vida» se realizó al interior del Centro de Integración para Adolescentes (CIA) de la ciudad de Morelia, en Michoacán. El centro, perteneciente a la Secretaría de Seguridad Pública del estado y dependiente de la Dirección de Integración para Adolescentes, tiene por responsabilidad atender el ingreso, seguimiento, integración y formación de jóvenes infractores, para el cumplimiento de las medidas impuestas por un juez, a través de programas especializados que permitan su reintegración de manera eficaz en la familia y la sociedad. Los jóvenes que reciben atención, se distinguen por el tipo de régimen (cerrado, semiabierto o terapéutico) bajo el cual cumplen con las disposiciones del juez y el cual es definido por el tipo y gravedad de la falta cometida.
En julio de 2010 se inicia el programa con un grupo de 16 jóvenes atendidos por el CIA de Morelia, bajo los regímenes cerrado y semiabierto, y cuyos delitos son considerados con mayores agravantes. En el primer acercamiento de los promotores con el grupo se detectó que la mayoría de ellos abandonaron tempranamente la escuela, algunos de ellos leían y escribían con grandes dificultades, mientras que otros definitivamente no podían hacerlo. Sin embargo, resulta significativo que desde la primera sesión los participantes reconocieron la importancia que tendría retomar sus estudios, no sólo como una forma de incrementar sus opciones para obtener un mejor trabajo, sino también para aprender a expresar sus ideas, sentimientos y tener otros elementos para defenderse durante su vida.
Paralelamente, desde las primeras sesiones de trabajo se fue revelando la compleja combinación de factores de riesgo a los que estos jóvenes han sido expuestos a lo largo de su vida, como una dinámica familiar violenta, la disponibilidad y abuso de sustancias tóxicas dentro y fuera de casa, depresión, estrés, relaciones interpersonales pobres o conflictivas, etc. Sin duda, estos antecedentes permearon el ambiente inicial de las actividades, como señala uno de los promotores: «Inmediatamente sentí en el aire un ambiente pesado y gris, en el que casi era posible respirar la tristeza y el enojo de los adolescentes que se encuentran internados en ese lugar».
Como se mencionó, las actividades de alfabetización son acompañadas de temas de interés de los participantes. Por lo que a la par de los contenidos de adquisición de habilidades de lecto-escritura y razonamiento matemático, se abordaron los siguientes temas:
De manera general señalamos que la propuesta se basa en la aplicación de unidades de aprendizaje (Salgado, 2007) que buscan responder a un objetivo central de un tema. Cada unidad se diseña para alcanzar objetivos específicos, que sean congruentes con el objetivo general, mediante la aplicación de técnicas participativas adecuadas. El propósito es crear espacios de aprendizaje horizontales que favorezcan la participación, la creatividad, la puesta en práctica de lo aprendido y, por tanto, el cambio de actitudes y valores a partir de una realidad concreta. De acuerdo con esto se proponen las siguientes unidades de aprendizaje:
Cada unidad es abordada con técnicas participativas adecuadas al tema y al grupo con el que se está trabajando. Este, es un requerimiento indispensable de esta metodología.
Particularmente en el tema de alfabetización, cada una de las 20 lecciones se inició con una imagen sobre la que se reflexiona a partir de varias preguntas detonadoras que aparecen en la parte inferior de la imagen: ¿Qué se observa?, ¿Qué sentido tiene la acción que representa la imagen?, ¿Qué emociones es posible observar?, entre otras. Una vez socializada la reflexión se pasa a la descomposición silábica y a la formación de palabras y frases asociadas con el tema y la imagen. Al final se presenta un breve texto, igualmente vinculado, para reflexionar.
Un segundo momento se constituye con la realización de una serie de problemas sencillos para el aprendizaje y ejercitación de cuentas básicas: suma, resta, multiplicación y división. Este momento se abordó a partir del método de solución de problemas considerando la experiencia de vida de los participantes.
Consideramos que el hecho de reforzar habilidades y aptitudes favorables en los participantes, constituye un factor de cambio, que les permitirá resistir eficazmente las presiones asociadas al delito; asimismo, a partir de su juicio crítico, podrán reconocer situaciones de riesgo y de esta manera podrán protegerse de ser manipulados por influencias externas, buscando apoyos adecuados para resolver sus problemas de manera favorable.
En todo momento el trabajo se desarrolló en torno al reconocimiento y el manejo de sus emociones y su comportamiento, en la toma de decisiones con conocimiento de causa para reconocer y asumir patrones de conducta, hábitos y valores. Hoy en día, los participantes del programa en el CIA cuentan con herramientas para tomar decisiones, resolver problemas, pensar en forma creativa y critíca, comunicarse con claridad, establecer y mantener buenas relaciones interpersonales, identificar y controlar las emociones, manejar la tensión y el estrés. A la vez se reforzaron valores universales que construyen positivamente la personalidad y los proyectos de vida.
La necesidad de desarrollar estas habilidades se justificó por la interacción existente entre las emociones, el pensamiento, la autoestima, la toma de decisiones, el comportamiento humano y los valores como el respeto, la honestidad y la responsabilidad. Las emociones se encuentran de forma paralela a las acciones; es decir se da un proceso en el que la emoción tiene un efecto directo en el pensamiento crítico previo a una conducta. Ante esto, cuando una acción es positiva, el resultado es un pensamiento precedido por emociones del mismo tipo. En el momento en que el participante reconoce sus emociones se da un paso hacia el desarrollo del manejo de sus emociones, teniendo la posibilidad de aplicar un pensamiento crítico que fortalezca su autoestima, aspecto que le será útil para tomar decisiones asertivas, como evitar la delincuencia, la violencia y el consumo de drogas.
Fomentándosales el reconocimiento y el manejo de las emociones se les ha encaminado a hacer conciencia de su importancia, esto por su incidencia directa en la adquisición de valores. La sensibilidad para identificarlos, reconocerlos y ponerlos en práctica depende del sentido personal que se les atribuya. Así es como se va formando la propia conciencia.
Se reafirmaron valores estimándolos, interiorizándolos y dándoles la importancia que en realidad tienen en los diferentes contextos de la vida personal; esto se consiguió una vez que los participantes llegaron a conocerse a sí mismos, identificando y regulando sus emociones, lo que les permitirá establecer relaciones empáticas, en las que puedan reconocerse y entender las particularidades del otro.
La autoestima es otro valor que se promovió en las actividades, ya que su adecuado fortalecimiento permite tener seguridad en las capacidades personales y brindará las herramientas necesarias para la toma de decisiones. La autoestima favorece también el desarrollo del pensamiento crítico en momentos difíciles de cualquier etapa de la vida, y con ello se previene una posible reincidencia
El desarrollo de habilidades sociales para la vida, a partir de valores, es esencial en esta etapa de la adolescencia, porque se deben tomar decisiones, se establecen relaciones de amistad y de noviazgo, se elige el oficio o la carrera profesional. En esta etapa los jóvenes se preparan para establecer su proyecto de vida. Educar en valores significa encontrar espacios de reflexión tanto individual como colectiva, para que los participantes sean capaces de elaborar de forma racional y autónoma principios que les permitan enfrentarse críticamente a la realidad y desarrollar todas las potencialidades humanas, es decir, no solo conocimientos lógicos-matemáticos, sino también habilidades, capacidades, sentimientos y valores.
Para hablar acerca de valores es conveniente saber que valor se refiere a un equilibrio. La práctica de valores desarrolla lo mejor de la esencia humana de la persona, mientras que un anti-valor la despoja de esas cualidades. Desde el punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona.
Otro aspecto que se desarrolló fue el de promover el desarrollo de habilidades sociales, buscando fomentar valores de convivencia con la finalidad de participar en un auténtico proceso de desarrollo y construcción personal. Favorecer la educación en habilidades y valores es formar personas que sepan tomar decisiones y asumir responsabilidades que favorezcan su desarrollo integral y que a la vez se inserten en el proceso de construcción de una sociedad en la que el respeto y la solidaridad guíen las relaciones humanas.
El fomento de valores ofrece la posibilidad de construir sujetos con una mayor conciencia social, que los dotará de habilidades para enfrentar problemas tanto individuales como sociales. Los valores facilitan que los aprendizajes resulten útiles para participar en la sociedad y desarrollar la autonomía personal.
En las actividades desarrolladas, la educación en valores tiene que ver con el aprender a ser y el aprender a convivir, no como una disciplina independiente de los contenidos o las habilidades, sino como parte integral de cada persona. Las actividades brindaron las herramientas para que los participantes desarrollaran las estructuras universales de juicio y guíen su razonamiento por las ideas de justicia y responsabilidad, para que aprendan a comunicarse adecuadamente, propiciando su participación en el ámbito escolar, familiar y social, con la finalidad de ser capaces de respetar la opinión y el punto de vista de los otros y lograr alcanzar acuerdos justos ante las diferentes situaciones o problemas que se presentan en su adolescencia y a lo largo de su vida.
Del mismo modo se buscó que contaran con elementos para la construcción de una imagen positiva de sí mismos, fomentando las capacidades, para la adquisición de los conocimientos necesarios para el diálogo crítico y creativo, apegado a la realidad, reconociendo, asimilando y respetando las diferentes posturas y derechos de los demás.
En habilidades para la vida se fomentó considerar los valores como normas de conducta bajo las cuales se comportan los miembros de una sociedad, de manera coherente con aquello que se contempla como correcto y que guían la forma de ser y de sentir.
En la última sesión hubo mucha emotividad. Se pidió a los participantes que escribieran los rasgos de sus personalidades, que deseaban desechar y las depositaron en un cofre que se enterraría para dejarlas atrás. Asimismo se les pidió que escribieran las nuevas enseñanzas y aspectos positivos, que fueran de utilidad al partir en su nuevo viaje y que llevaran siempre consigo. Al revisar lo que dejaron en el cofre verificamos que saben qué es lo que ya no quieren para sí: situaciones y recuerdos que tienen tanto peso en su andar. En la despedida resultó sorprendente observar la transformación de los participantes, ahora todos hablaban y participaban, era el otro extremo del panorama que se percibió en la primera sesión, había sonrisas y excelente disposición en todas las actividades. Todo fluyó muy bien, nuestras expectativas fueron superadas, se percibió un grupo unido, lleno de confianza y con esperanzas en un futuro fuera de la violencia. Un grupo de personas que comenzaron y terminaron siendo amigos, y así llegó el momento del cierre, de la despedida, en donde se intercambiaron palabras con buenos deseos, lágrimas y abrazos. Nos entusiasmó el percibir que los participantes se esforzaron por trabajar y concluir las actividades de alfabetización y de desarrollo de habilidades para la vida.
Los resultados obtenidos dependen de la humildad, voluntad, sinceridad e integridad que los participantes demuestren diariamente en su vida. Nuestro trabajo mostró a los adolescentes las herramientas necesarias y el camino que pueden seguir para reformarse satisfactoriamente.
Al finalizar el programa, los participantes consideraron que cuentan con las herramientas para pensar de forma creativa y crítica, con mayores y mejores elementos para la toma de decisiones, la resolución de problemas, el establecimiento de relaciones interpersonales sanas, la identificación y control de emociones, manejo de tensión y estrés.
Consideramos que el programa «Alfabetización y desarrollo de habilidades para la vida» ha dotado a los jóvenes de elementos para la construcción de una imagen de sí mismos positiva y del tipo de vida que quieren llevar de acuerdo con sus valores personales; han reflexionado sobre la responsabilidad de cada uno de ellos en su proyecto de vida y son más conscientes de que de ellos depende en gran parte hacer realidad sus sueños y proyectos para vivir una vida plena y satisfactoria.
A partir de la evaluación final de los participantes, consideramos que los primeros resultados fueron visibles al proveer de un entorno de mayor confianza entre los jóvenes participantes, en donde fue posible observar valores como el respeto y la ayuda mutua en las labores que cada uno realiza en su vida cotidiana dentro del CIA. En el largo plazo, la apuesta es más grande ya que los mejores resultados que se pueden esperar es que la práctica educativa –más allá del aprendizaje de la lecto-escritura y el razonamiento matemático– fortalezca las habilidades para que los jóvenes se reconozcan como sujetos transformadores de su vida y de su entorno inmediato.
Salgado Moya, Julio (2007), Una propuesta participativa par el trabajo pedagógico, Morelia, Jarhuajperakua (Ayuda Mutua) AC/ Fundación Alfabetizadora Laubach para América Latina y el Caribe/Proliteracy World Wilde/Departamento de docencia-Facultad de Biología-UMSNH.
Salgado Moya, Julio y Ana Santamaría Galván (2003), Aprendamos, aprendamos. Cartilla de alfabetización, Morelia , SEDESO/IMSS/Fundación Alfabetizadora Laubach para América Latina y el Caribe/Jarhuajperakua (Ayuda Mutua) AC/ Red Académica Universitaria en Educación de la UMSNH.
1 Jarhuajperakua es una palabra P’urépecha, lengua originaria del centro del estado de Michoacán. No hay una traducción literal de la misma, puesto que significa una práctica cultural relacionada con la acción colectiva y fraternal en actividades propias de una comunidad, en donde la labor de cada miembro está impregnada de un sentido de la Ayuda Mutua.
2 Ciudad capital del estado de Michoacán, México.
Agradecemos la participación en esta experiencia de voluntarias y voluntarios que a continuación enlistamos: Coordinación operativa Vanesa Messeger, promotoras Claudia Albor, Mónica Juárez y Vianey González Duran y promotores Roberto Domínguez Luna y Adolfo Montañez. Agradecemos también los comentarios de Federico Hernández Valencia y Pedro Guevara Fefer.