Los ingresos obtenidos por los trabajadores migrantes constituyen un factor decisivo para la subsistencia de las familias, como también de la economía nacional de Filipinas. Sin embargo, dichos ingresos no son estables ni confiables. Depositarlos en asociaciones de ahorro e invertirlos en pequeñas empresas autogestionadas ha resultado ser estrategia exitosa que garantiza un ingreso estable para los pequeños empresarioLa experiencia de Lilies, y al mismo tiempo impulsa la economía local. Unlad Kabayan asesora a trabajadores migrantes filipinos, y ha ayudado a establecer más de 700 pequeñas empresas. Maria Angela dlC. Villalba, fundadora y directora ejecutiva de Unlad Kabayan, nos cuenta su historia.
Los trabajadores filipinos en el extranjero (TFE) se han transformado en el pilar de la economía de su país. En 2007 su número ascendía a alrededor de 8 millones, cifra equivalente a alrededor del 10 % de la población total. Ellos se encuentran distribuidos en 193 países y en buques en el mar. La mayoría de los TFE tiene un contrato temporal, y el 46,18 % de ellos se encuentra repartido principalmente en Oriente Medio, Japón y Hong Kong. El segundo lugar en importancia lo ocupan los residentes permanentes, de los cuales el 43,19 % se encuentra disperso sobre todo en Estados Unidos, Canadá, Europa y Australia. Se calcula que un 10,62 % de los trabajadores filipinos en el exterior son indocumentados que permanecen y trabajan en otros países sin visa ni permiso de trabajo, especialmente en Estados Unidos, Malasia y Europa.
Las remesas de dinero enviadas por los trabajadores migrantes ascendieron a US$ 18.000 millones en 2010 (cerca del 10 % del PIB), en comparación con los US$ 1.270 millones en inversiones extranjeras directas ese mismo año. Las remesas de los TFE han sido consideradas por el Gobierno como una fuente de ingresos estratégica, aunque no es política oficial percibir los migrantes como una inversión económica estratégica.
La reciente repatriación de miles de TFE, desplazados de Oriente Medio a consecuencia de la Primavera Árabe, es un claro indicador de que las operaciones bancarias basadas en los trabajadores migrantes como pilar de la economía constituyen una estrategia peligrosa. Desde la Primavera Árabe y la crisis económica mundial, las tasas de crecimiento nacional han descendido drásticamente.
En vista de las recientes tendencias en la economía y la política a nivel mundial y nacional, y de las desastrosas consecuencias sufridas por los trabajadores migrantes, ha aumentado la cantidad de personas dispuestas a tomar parte en el programa de Ahorros de Migrantes para Inversiones Alternativas (Migrant Savings for Alternative Investments – MSAI), como una respuesta realista y urgente.
El MSAI fue formulado en 1994 por la ONG Asian Migrant Centre en Hong Kong, como una estrategia proactiva y orientada al empoderamiento de trabajadores migrantes. En ella se instaba a los migrantes a ahorrar y crear asociaciones de ahorro (grupos de ahorro e inversión o GAI) y a invertir los ahorros en su país de origen, generando así fuentes laborales a nivel local a las que los propios trabajadores migrantes podrían recurrir cuando sus contratos fueran rescindidos antes de lo previsto, en situaciones de conflicto armado, o cuando sintieran el deseo de regresar a su suelo natal para iniciar una nueva vida en el momento que consideraran más oportuno. El MSAI evolucionó como una estrategia en vista de la insuficiencia de las respuestas tradicionales: asesoramiento y gestión de casos; asistencia jurídica y parajudicial; lecciones de idiomas para abordar problemas que afectan a los trabajadores migrantes (remuneración insuficiente o impago de sueldos; abuso físico o sexual; rescisión anticipada del contrato; racismo y discriminación, etc.).
La población de migrantes filipinos en Hong Kong ascendía en ese entonces a alrededor 150.000 personas, 95 % de las cuales eran trabajadoras domésticas. Durante este período reinó un clima de enorme desazón e inseguridad debido a la definitiva devolución de Hong Kong a China. En otros países, los trabajadores migrantes estaban siendo enviados a su patria en forma masiva al estallar conflictos armados, como sucedió en Kuwait, Arabia Saudita e Iraq durante la «Tormenta del Desierto».
La estrategia requería organizar asociaciones de ahorro, y el proceso se inició cuando migrantes provenientes de una misma comunidad organizaron sus ahorros conjuntos; cuando los fondos alcanzaran su etapa productiva, serían invertidos en empresas para la subsistencia en sus países de origen. Se ofrecería capacitación sobre iniciativas empresariales, la cual sería impartida a los trabajadores migrantes en el lugar de trabajo y a sus familias en el hogar.
Unlad Kabayan fue escogida como la organización que se encargaría de implementar la estrategia en Filipinas, tarea que inició en 1996 (véase el apéndice). El MSAI evolucionó desde una estrategia destinada a reintegración productiva hasta transformarse en una estrategia global para el desarrollo de la economía local.
Elsa Belarmino en su molino arrocero
Fuente: Maria Angela dlC. Villalba
Hasta la fecha, Unlad Kabayan ha formado a 700 pequeños empresarios a partir de grupos de ahorro e inversión en siete países. El monto de ahorro medio de los GAI es de 50.000 pesos filipinos (US$ 1.100) por miembro. Los GAI están constituidos principalmente por mujeres (64 %) con una edad media de entre 25 y 35 años. Unlad Kabayan ayudó a crear cientos de empresas y a formar empresarias como Elsa Belarmino y Lilie Mamao.
«Elsa Belarmino trabajó como cuidadora en Taiwán. Su objetivo era regresar a su hogar en Mainit, Surigao del Norte, con el capital suficiente para poner en marcha un molino arrocero. Tuvo la suerte de participar en el Hope Workers Center (Centro de Trabajadores por la Esperanza) en Chungli (Taiwán), un programa de la Iglesia Católica destinado a trabajadores migrantes. El Centro era uno de los socios en red de Unlad Kabayan, y había adoptado la estrategia del MSAI.
Elsa participó en seminarios preliminares de educación para movilización de ahorros, y no tardó en incorporarse al GAI, del cual llegó a ser tesorera. Se despertó en ella el afán de ahorrar. Cuando se presentó una oportunidad, sus economías llegaban a apenas 150.000 pesos filipinos (US$ 3.500). Se enteró de que el molino arrocero de Mainit, su ciudad natal, había quebrado y estaba siendo ofrecido a licitación por 900.000 pesos filipinos (US$ 20.500). Ella logró convencer a su grupo de ahorro para que invirtiera en el pago de un anticipo al Land Bank de Filipinas. Ella confiaba en que sería capaz de administrar el molino, pues había aprendido mucho de su empleador, quien también era comerciante arrocero. El grupo de ahorros accedió.
Tras pagar sus comisiones de colocación, trámite que le supuso a Elsa más de un año de negociaciones, ella comenzó a ahorrar en serio. Su labor en horas extraordinarias le reportó a Elsa un ingreso adicional diario de US$17. Ella se aplicó a su trabajo y logró ahorrar mensualmente US$ 115. Si bien economizaba la mayor parte de su sueldo, también pudo financiar la apertura en su casa de una tienda de saris que su madre se encargó de administrar.
Elsa ganó la licitación y en seguida regresó a su ciudad para ocuparse del negocio. El grupo de ahorro siguió enviando dinero de inversión para rehabilitar la maquinaria. Ella diversificó sus negocios dedicándose a la cría de cerdos, la venta de insumos agrícolas y el alquiler de maquinaria agrícola, para así incrementar sus ingresos y pagar la amortización trimestral. Para mejorar sus negocios, continuó asistiendo a los seminarios de educación ofrecidos por Unlad Kabayan.
Transcurrida una década, los hijos mayores de Elsa ya son graduados universitarios, y su hijo menor de 7 años está inscrito en una buena escuela. Asimismo, ella ha construido una casa para su madre.
Elsa sigue administrando sus negocios de manera rentable.»
Lamentablemente, la crisis mundial está agudizando los problemas del MSAI.
La crisis económica mundial está provocando ingentes reducciones de gastos y despidos masivos, al igual que un aumento del desempleo en los países que envían y que reciben la mano de obra. En los países receptores se ha fortalecido la posición del proteccionismo. Los trabajadores migrantes se han convertido en las primeras víctimas de las masivas supresiones de personal. Se están aplicando normas más estrictas en los controles de inmigración, la detención y el encarcelamiento de migrantes indocumentados, la repatriación y la deportación de migrantes, especialmente en sectores directamente afectados por la pérdida de inversiones, como la construcción, la industria manufactura y la industria electrónica.
Por añadidura, durante el último lustro el mundo ha presenciado el rápido desencadenamiento de desastres naturales. El tsunami que devastó las islas de la región de Asia y el Pacífico, el huracán Katrina que azotó las costas de Estados Unidos, los incendios forestales que asolaron territorios de Australia y California, y la amenaza de desaparición de diversas islas a causa del aumento en el nivel de los océanos. En noviembre de 2007, el ciclón Sidr provocó el desplazamiento de 3.200.000 personas en Bangladesh, que debieron trasladarse a Dacca o a regiones de India con un clima más benigno. Nosotros tenemos nuestros propios desastres, pues sufrimos el embate de los tifones Ondoy y Peping en 2008. Y justo antes de la Navidad de 2011, el tifón Sendong (cuyo nombre en clave internacional es Washi) se cobró más de 1.200 vidas y desplazó a más de un millón de personas en las ciudades de Iligan y Cagayán de Oro. Solo en 2008, 36 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse. Muchas de ellas se han transformado en «refugiados ambientales».
Las causas de la crisis ambiental tienen que ver con la codicia desenfrenada del sector privado: fábricas e industrias, ingresos derivados de la industria petrolera, utilidades provenientes de la industria automovilística. Como consecuencia de la expansión de los asentamientos urbanos, los humedales que sirven para contener las inundaciones son rellenados para convertirlos en zonas industriales o en áreas residenciales. El desmonte y la denudación de los bosques que absorben las precipitaciones, provocados por las explotaciones forestales y mineras, al igual que por las plantaciones comerciales, están disminuyendo la capacidad de la tierra para adaptarse a los cambios en los regímenes de lluvias y al aumento en el nivel de los océanos. Otras causas de la crisis son la sobreexplotación pesquera, la deforestación y la eliminación de manglares protectores que ceden su lugar a productos de acuicultura «de alto valor».
El crecimiento demográfico y la escasez de recursos de tierras están imponiendo serias dificultades a una estrategia de crecimiento y desarrollo basada en el entorno urbano. El grado de concentración de empresas y servicios sociales en las zonas urbanas es tan alto que las áreas rurales quedan desatendidas. Lo anterior da lugar a un fenómeno de migración del campo a las ciudades o al extranjero.
El alto nivel de producción y de utilización de productos de consumo conduce a un aumento en las emisiones de carbono en los países desarrollados y en los mercados emergentes de China e India, pero sus efectos asociados al calentamiento global y al cambio climático se hacen sentir en toda la esfera terrestre. La crisis financiera mundial y el cambio climático están afectando a todos los habitantes del planeta, pero las más perjudicadas son las personas vulnerables que viven en las regiones más pobres, cuya única opción es trasladarse a otro lugar para sobrevivir. Sin embargo, si algo han traído consigo las múltiples crisis, ello ha sido una reafirmación de las prerrogativas privadas y empresariales. Existe una mayor necesidad de trabajar en forma conjunta, pues los problemas están interrelacionados, tienen un alcance mundial y un efecto universal. Se requiere adoptar un nuevo sistema de valores en el que se aspire al beneficio de la totalidad y no solo de las partes. Sin embargo, existe una falta de coraje que nos impide entrar en esa nueva etapa.
La migración internacional representa una nueva faceta de un problema antiguo. Se trata, en general, de una reacción frente a la pobreza y el subdesarrollo en el país de origen de los migrantes, y frente a las necesidades laborales o los requerimientos de recursos humanos de los países desarrollados que los acogen. La migración internacional es un problema de poder, una consecuencia del fracaso de los anteriores modelos de desarrollo. Muchos de los países que acogen a los migrantes son ex potencias coloniales. Muchos de los migrantes han nacido en ex colonias de potencias mundiales. El estado de subdesarrollo en el Sur, lo mismo que la riqueza y el grado de influencia de los países industriales del Norte, son en parte el resultado de pretéritas relaciones políticas y económicas entre ambos hemisferios, que en épocas anteriores eran conocidos como el «Primer Mundo» y el «Tercer Mundo».
Los trabajadores migrantes no solo afrontan los problemas inmediatos de adaptarse a nuevas condiciones laborales y a una cultura y un idioma distintos en los países anfitriones, sino que además están inmersos en la constante problemática de la pobreza que afecta a su propia patria, y son combatientes directos en la batalla contra la desigualdad en las relaciones entre los países. Al tiempo que procuran resolver los problemas de falta de empleo y bajos sueldos en su tierra de origen buscando un trabajo en el extranjero, tienen que enfrentarse a la realidad de una visión del mundo distinta en el nuevo lugar de trabajo. La mano de obra, un derecho y una responsabilidad conferidos por Dios, son ahora una mercancía que se puede comprar y vender. Se han trastocado los valores morales y éticos, lo cual plantea un problema que es preciso resolver.
El objetivo de crear comunidades locales sostenibles en una sociedad subdesarrollada es afrontar un problema evidente, a saber, el enorme costo del desarrollo. Las empresas rurales no pueden esperar a que el Estado les proporcione un entorno ideal para hacer negocios, aun cuando las multinacionales sí gozan de esas condiciones en las llamadas zonas francas. El ambiente «ideal» que proporciona el Estado no solo incluye infraestructura física y financiera, sino además mano de obra barata y hasta franquicias tributarias que benefician a grandes compañías. Ese no es el caso de las pequeñas empresas rurales, y mucho menos de las empresas sociales.
La propia empresa debe sufragar algunos de los costos de las estructuras subdesarrolladas de la economía, como la construcción de caminos que conectan las explotaciones agrícolas con los mercados, el suministro de electricidad, la falta de agua y de mentalidad empresarial que afecta a la mayoría de los agricultores. Todo lo que se ha dicho y se ha hecho ha sido con la esperanza de que el Estado preste un poco más de atención a los pobres, que financian el costo del desarrollo además de pagar sus impuestos.
La experiencia de la Asociación Filipina para el Desarrollo Mutuo (Filipino Association for Mutual Development – FAMDev) resulta instructiva a este respecto.1 La FAMDev tuvo que comprar tierras para construir carreteras de acceso al barangay (pueblo o distrito), y para conectarse al tendido eléctrico más próximo, que se encontraba a unos 500 metros de distancia. Las vías que conducen a las empresas y a la comunidad son primitivos caminos de tierra.
Otras empresas rurales, por ejemplo sistemas de distribución de agua potable y de riego, brillan por su ausencia. La calidad de los productos se ve afectada al ser trasladados al mercado, y los costos de transporte aumentan debido a la mala calidad de los caminos. La pregunta que se plantea, entonces, es ¿para qué levantar empresas en zonas rurales? Bueno, ¿por qué no, si es allí donde se encuentran las oportunidades? Es ahí donde predomina el subdesarrollo. Es ahí donde se encuentran los activos: la gente y su tierra.
Arroz sin descascar
Fuente: Maria Angela dlC. Villalba
Un aspecto decisivo de la comercialización a nivel mundial es la publicidad electrónica. Desgraciadamente, como muchas zonas rurales carecen de conexión telefónica, las empresas que se instalan allí no disponen de esa ventaja. Aun cuando el Estado insta a los negocios locales a transformarse en empresas competitivas a nivel mundial, no les ha facilitado la infraestructura (el acceso telefónico es solo uno de muchos servicios) que les permita cumplir ese objetivo.
Por añadidura, los mercados y los centros de distribución se encuentran en un estado de franco subdesarrollo. En las carreteras que conducen a los mercados reina el caos, y los productores dependen más que nada de los contactos personales. Los comerciantes y los intermediarios, que hacen bajar los precios, son generalmente los únicos contactos a los que los pobres pueden recurrir en el mercado. Las personas dedicadas a la cría doméstica de animales y los productores de arroz dependen de los comerciantes y los intermediarios para formar un capital productivo y tener acceso a los mercados. Los grupos familiares deben organizarse para consolidar su producción y agregar valor a sus productos, de modo de aumentar los precios o adquirir mayor influencia en la fijación de los mismos.
El posible retorno de los TFE y su eventual reinserción en la comunidad fue el principal criterio que se tuvo en cuenta para crear Unlad Kabayan. Por tanto, se experimenta una sensación agridulce al percatarse de lo difícil que resulta romper el ciclo de la migración, que es un ciclo de dependencia. La migración al exterior, que alguna vez fue considerada una medida provisional, ha llegado a transformarse en un elemento indispensable de la economía. En la actualidad, la estabilidad de la moneda y la salud de la economía suelen estar asociadas al monto las remesas en divisas enviadas por los TFE.
Esa dependencia se ve reflejada en el grupo familiar de los TFE. Los padres, los cónyuges y los familiares en general se resisten a la idea de que su TFE regrese a casa para siempre. En muchos aspectos, los parientes lo perciben como «dólar viviente» o como «salvador de la familia», o se consideran a sí mismos como «pensionados», por lo que están dispuestos a transformar al TFE en una víctima propiciatoria.
a) Crear las condiciones mínimas para la existencia de empresas viables
En vista de las dificultades para sufragar los principales costos del desarrollo y hacer frente a los depredadores en distintos niveles, las empresas deben generar las condiciones mínimas para poder funcionar, y al mismo tiempo esperar a que se vaya creando el ambiente ideal. Las empresas deben limitarse a «coger el toro por los cuernos» o a «no dejarse degollar» mientras establecen las condiciones básicas para su crecimiento: una fuente siempre disponible de materias primas, una mano de obra competente y comprometida, capital de reserva, fuentes de energía, infraestructura y mercados.
b) Desarrollo de la mentalidad, el espíritu y las aptitudes empresariales
Infundir la mentalidad empresarial –con pasión, perseverancia, espíritu de sacrificio y aptitudes- es un requisito esencial desde el comienzo mismo de un proyecto. Si bien se necesita tiempo, mucho esfuerzo y una gran cantidad de dinero para inculcar la mentalidad empresarial en los ejecutivos y en los trabajadores, es una obligación impostergable. De hecho, se trata de la primera y más importante inversión que un empresario debe realizar: aprender a pensar y actuar como tal en su trabajo.
Para convertir a los trabajadores pasivos en productores de riqueza empresarial es preciso comprender los aspectos básicos del funcionamiento de las economías locales. En el caso de la Empresa Social de Davao Oriental para la Producción de Bonote (DOCHSE),2 lo primero que necesitamos es cambiar la mentalidad de los trabajadores agrícolas de temporada y de los aparceros, que están habituados a un «ritmo de trabajo estacional», convirtiéndolos en trabajadores para una cadena de producción que deben cumplir con cupos diarios ajustándose a normas de calidad. En otro nivel, al convertirse en partes interesadas y en nuevos propietarios, los empresarios sociales se ven obligados a ampliar su percepción de la economía. Mientras que en el pasado la economía tenía que ver con encontrar en alguna parte un empleo remunerado, ahora consiste en detectar beneficios potenciales a nuestro alrededor, determinar factores de producción, descubrir mercados, calcular costos de materiales y mano de obra, averiguar sobre el rendimiento de la inversión, etc., para lo cual hay que sostener innumerables reuniones de estudio. Afortunadamente, en una planta de fabricación los agricultores devenidos en trabajadores pueden aprender nociones prácticas relativas a ciclos de producción, o estudios de tiempo y movimiento, de modo que estén preparados para adquirir una mentalidad más científica. Algunos de ellos poseen una aptitud empresarial innata, y son los que logran ser ascendidos a cargos superiores de mayor responsabilidad como gerentes y como jefes del equipo de producción.
Todo lo anterior permite demostrar que el factor humano es la variable más dinámica y transformadora de la empresa. En comparación con el capital humano, todos los demás requisitos de desarrollo no son más que haberes pasivos. El factor humano es el más decisivo, ya se trate de una explotación agrícola, de una iniciativa empresarial o de un programa de desarrollo global, como es el caso de Lilie, que se relata a continuación.
La experiencia de Lilie 3
Todo lo relativo a Lilie Mamao resulta sorprendente. Para empezar, su amplia sonrisa nos hace olvidar la imagen de una empresaria curtida en las calles de Meranao. Por añadidura, ella es analfabeta. Realiza su contabilidad de memoria y con ayuda de una calculadora de bolsillo. Su historia pasada se lee como una tragedia griega que acaba como un cuento del tipo Cenicienta: «…y vivieron felices para siempre».
Lilie nació en 1975, en plena rebelión de Meranao, en una aldea llamada Munai, enclavada en unas colinas suavemente onduladas con vistas al lago Lanao. Fue la segunda de seis hijos, y desde su infancia tuvo que ser evacuada desde su apacible población, súbitamente convertida en campo de batalla, hacia lugares más seguros. En medio del fragor y las perturbaciones causadas por la guerra, nadie reparó en el sorprendente carácter que demostró poseer la niña como estoica refugiada, como sostén de su familia y protectora de sus hermanos.
Tal como lo dictaba la cultura, nadie esperaba gran cosa de Lilie por el hecho de ser una niña y no ser la hija mayor. Pocos confiaban en que fuera a abrirse camino en la vida, aparte de servir a un futuro marido.
Sin embargo, cada vez que la gente creía que Lilie iba a hundirse en el mar de la pobreza y las privaciones ella emergía a la superficie como un salvavidas, con aire de triunfo y desafiante como siempre.
Lilie era hija de un matrimonio mixto, pues su madre era cristiana y su padre un fiel musulmán. La pareja tuvo seis hijos. Sin embargo, antes de que Lilie llegara a la adolescencia la madre abandonó a sus hijos para irse con otro hombre. Poco después, su padre fue asesinado en medio de un «rido» (conflicto entre clanes), por lo que Lilie se vio obligada a hacerse cargo de sus cuatro hermanos menores en Iligan. El mayor se fue a trabajar a Manila.
¿Cómo se las arreglo para superar las adversidades?
Luego de que su madre los abandonara y su padre falleciera, ella se dedicó al comercio en muy pequeña escala en las calles de Iligan. Con sus hermanos a cuestas, se trasladó a vivir al distrito de Saray en Iligan, entre la población musulmana, cambiándose de una casa a otra de sus parientes. El método era sencillo: ella conseguía productos en préstamo (bolsas de plástico, flores, calamondinas frescas, sal, prendas de vestir, sandalias, telas, vestuario, cualquier cosa que ella supiera vender) de tenderos chinos o filipinos, y prometía regresar con el dinero de las ventas dentro de una semana. Al parecer siempre cumplió, porque nunca se quedó sin proveedores. Sus años más difíciles los pasó trasladándose entre Marawi e Iligan. Conseguía productos en préstamo –bolsas de plástico, sal y sandalias en Iligan- y luego los vendía en Marawi. Posteriormente conseguía productos en Marawi (calamondinas, flores) para venderlos en Iligan. Ella recuerda haber llorado mientras viajaba en un jeep a alta velocidad y el viento le azotaba la cara enjugando bruscamente sus lágrimas. Finalmente, intentó trabajar en Manila. Se dirigió a Baclaran en busca de un tendero chino dispuesto a entregar productos en préstamo:
«Cuando llegué a Manila sola, habiendo dejado a mis hermanos a cargo de parientes en Iligan, no me había imaginado lo difícil que iba a resultar estar sola. Así pues, me dispuse a abordar a una mujer china de aspecto agradable que era propietaria de una tienda de ropa en Baclaran, en Manila. Me aproximé a ella y me presenté. ‹Soy Lilie de Lanao›, le dije. ‹Quisiera ayudarle a vender sus productos. Si me da en préstamo algunos artículos (pantalones, blusas, zapatos) las venderé en las inmediaciones o en otros mercados de Manila».
La charla de ventas era una técnica que a Lilie se le daba muy bien. Primero se ponía en el lugar de su cliente, le pintaba un panorama favorable en el cual el producto ofrecido era el indicado para él o ella, y al final lograba que se lo comprara. Sus argumentos de venta eran tan convincentes que se ganó la inmediata confianza de la tendera. Y además ella tenía la férrea voluntad de cumplir su promesa.
«Me odiaría si no fuera capaz de cumplir una promesa. Prefería ahogarme antes de ofender a un cliente y faltar a mi palabra. Detesto perder la confianza de la gente. Por eso haré cuanto sea necesario para cumplir con lo pactado. Debo responder a la confianza depositada por mis socios, sean quienes sean».
Lilie tiene conciencia de la importancia de ser una persona de palabra.
El padre de Lilie era agricultor en Munai. Cierto día vino un primo a pedirle prestado su caballo. Como el jefe de hogar estaba ausente en ese momento, alguien de la familia le prestó el caballo al primo. Sin embargo, al atardecer de ese día alguien se dirigió al padre de Lilie para informarle de que le habían robado el caballo. ¿Quién alteró la historia? Nadie lo sabe. Pero ese rumor llevó al padre de Lilie a matar a su primo, por creer que le había robado su caballo, y se percató demasiado tarde de que había habido un malentendido. Fue así como la familia de la esposa del primo se sintió en la obligación de restaurar su honor asesinando al padre de Lilie, pues «el difunto no era un ladrón». Así fue como murió el padre de Lilie, quien lloró de tristeza. Primero su madre la había abandonado a ella y a sus hermanos, y ahora su padre también se había ido. Pero las cosas no eran tan sencillas en Lanao. Alguien tenía que encargarse de lavar el honor de la familia. La muerte de su padre debía ser vengada.
A medida que transcurrió el tiempo, el clima de tensión entre los dos clanes se fue agravando, y algunos ancianos de la aldea sugirieron que Lilie y el hijo mayor del primo asesinado se casaran y así su unión garantizaría la paz entre los dos clanes. A Lilie se le pusieron los pelos de punta. Advirtió: «Si me obligan a casarme con ese muchacho, adviértanle que esté preparado para morir durante el sueño, porque pretendo vengar el asesinato de mi padre». El matrimonio nunca se celebró, y Lilie acabó casándose con otro musulmán que trabaja como agricultor en Pantao Ragat. Ha sido un buen padre para sus tres hijos, además de un buen esposo. Él y Lilie han sido socios en iniciativas empresariales.
Lilie se enteró de la existencia de Unlad Kabayan mediante su programa de ayuda crediticia (PAC). En 2004, Unlad Kabayan y el gobierno municipal de Linamon, en Lanao del Norte, suscribieron un acuerdo de cooperación mutua para estimular la producción y el comercio en el municipio. El gobierno municipal le dio un edificio en arriendo a Unlad Kabayan para que pudiera atender a la población cristiana y musulmana de Linamon, e impartir educación para el empresariado social.
Lilie se transformó en una asidua y entusiasta participante en los programas de educación impartidos por Unlad Kabayan. Entre los temas relativos al currículum se incluyeron: a) Comprensión de la economía nacional y local: ventajas, oportunidades y desarrollo; ahorro e inversiones;4 y espíritu empresarial; b) Cómo formar una empresa: elaboración de un plan de negocios; gestión de la producción, flujo de fondos y teneduría de libros; requisitos legales y de inscripción; c) acceso a créditos y ahorros y gestión de los mismos.
Pronto Lilie estuvo dispuesta a incorporarse a un grupo de mujeres comerciantes. Obtuvo un préstamo por 50.000 pesos filipinos (US$ 1.200) de Unlad Kabayan, suma que destinó a la capitalización de su tienda en el mercado público de Linamon en 2007.
Lilie ha obtenido grandes logros en su plan de negocios. Sus ingresos le han permitido enviar a sus tres hijos a la universidad. Uno de ellos va a graduarse de enfermero en marzo de 2012. Otra ejercerá de maestra tras completar sus estudios dentro de dos años. Otra hija se casó a los 16 años, aunque el marido es rico. Si bien a Lilie no le agrada su yerno, esa relación es asunto de su hija.
Lilie y su marido ampliaron su granja de Pantao Ragat, y están construyendo su propia casa. En la actualidad, Lilie tiene un puesto para la venta de artículos varios en el mercado público de Linamon. Asimismo, ha podido comprarse una furgoneta que le sirve para comercializar sus productos.
Cuando le preguntan cuál ha sido el día más feliz de su vida, ella responde:
«El día más feliz de mi vida fue cuando mi hijo, que está terminando sus estudios superiores para graduarse de enfermero, me dijo: ‹Mamá, quiero que dejes de trabajar. Yo me ocuparé de ti›. Yo me di la vuelta, para evitar que mi hijo notara las lágrimas en mis ojos. No quería que advirtiera la alegría en mi rostro. Le contesté: ‹¿Qué te hace pensar que estoy dispuesta a dejar de trabajar? Mientras mi cuerpo tenga fortaleza cubriré no solo tus necesidades, sino además las de tu hermano y tu hermana y las de mi nieto›».
Ella aprecia los frutos de su esfuerzo y está pletórica de paz… Salaam.
Todo el mundo necesita revisar no solo las premisas económicas, sino también sus prioridades de educación. El recurso humano de la nación es el factor clave que favorece el desarrollo. Su potencial para contribuir al bienestar y al desarrollo propios y de la nación debe tener prioridad frente a otros criterios. De esta manera, las personas serán movilizadas en función de su plena capacidad para establecer un proceso de desarrollo impulsado internamente.
A este respecto cabe señalar que la educación para niños, niñas, hermanos y hermanas sigue siendo una de las principales razones para trabajar en el extranjero. La mayoría de los trabajadores migrantes han afrontado numerosas dificultades para acceder ellos mismos a servicios de educación. La educación formal no es solo cara sino que además se concentra mayormente en las áreas urbanas y tiende a excluir a los pobres y a los habitantes de zonas rurales. La educación debería orientarse hacia la formación de trabajadores con conocimientos, que no se limiten a reunir las aptitudes exigidas por el mercado. La nueva educación debería moldear a una nueva persona para un nuevo día.
Transporte de arroz blanqueado al mercado
Fuente: Maria Angela dlC. Villalba
Valores y responsabilidad social
La alfabetización empresarial (AE) aún no es el equivalente a este tipo de educación, sino que antes bien constituye una encapsulación de los cursos y los temas que tanto los migrantes como los empresarios de la comunidad tienen que estudiar para hacer frente a la triple crisis que nos afecta hoy en día. En primer lugar, se inculcan valores que corresponden a los desafíos encarados por un mundo que experimenta múltiples crisis. La enseñanza de los valores ha ido perdiendo importancia porque los antiguos valores del mercado son superfluos. Se asigna mucha más importancia a las aptitudes para el mercado en comparación con las habilidades para la vida.
La educación no formal impartida por organismos públicos como la Autoridad para la Formación Técnica y el Desarrollo de Aptitudes (Technical Education and Skills Development Authority – TESDA) inculca aptitudes que permiten mejorar la empleabilidad en función de la demanda laboral que se percibe en el extranjero. Los «cursos de educación para la reinserción», que el Gobierno ofrece a los migrantes a fin de capacitarlos para que se transformen en empresarios, son ampliamente publicitados, pero carecen de servicios de seguimiento. Es como si en un proceso de reforma agraria se entregaran tierras a los inquilinos, pero no se les proporcionara capital para la explotación agrícola, ni apoyo en infraestructura para permitir que los agricultores aumenten la productividad y comercialicen el fruto de su trabajo. Así las cosas no resultan bien.
La AE les infunde a los alumnos la idea de que valorarse a sí mismos es un requisito clave para generar riquezas y apreciar los recursos que hay a su alrededor, incluido el uso de métodos para conservar el medio ambiente que respaldan la vida y fomentan el progreso de las comunidades locales.
El marco de desarrollo comunitario basado en los bienes (asset based community development – ABCD) permite que las comunidades comprendan la dinámica de la economía y la creación de riqueza, y aprecien los bienes y las oportunidades de que disponen. Ello permite a las personas adoptar decisiones acertadas e informadas en cuanto a la conveniencia de irse o quedarse, o al aprovechamiento de los recursos locales para la creación de riquezas y de bienestar.
Empresariado social
Se hace hincapié en el empresariado. La AE fomenta el pensamiento crítico y creativo entre los participantes, quienes llegan a familiarizarse con el pronóstico de «recuperación basada en un crecimiento sin empleo». El crecimiento será estimulado mediante la tecnología y los servicios, pero al mismo tiempo aumentará el des empleo. Los jóvenes deben adquirir mayor conciencia de que el mero hecho de incorporarse a la fuerza laboral no es garantía de empleo.
Curso de alfabetización en Taiwan
Fuente: Maria Angela dlC. Villalba
Los propios migrantes deben reconocer sus aptitudes y su capacidad de crear empleos para ellos mismos y, mediante esfuerzos comunitarios, de generar empleos para otras personas. En muchos países en desarrollo, el modelo del MSAI debería ser inculcado como una respuesta alternativa frente a las estrategias de «crecimiento sin empleo», como un marco educativo que insta a adultos y jóvenes a buscar y crear trabajos más dignos en la propia patria.
La educación tiene que ayudar a aumentar los niveles de alfabetismo y de comprensión de la economía. La alfabetización financiera se está convirtiendo en una asignatura favorita en los programas de educación para migrantes. Por otra parte, permite concentrar nuestra atención en la manera en que los migrantes y sus remesas pueden participar en el actual modelo económico, pueden acceder a instrumentos financieros e invertir en bonos y acciones. Un enfoque más holístico consiste en enseñar cómo funciona la economía y se crea (y distribuye) la riqueza. Ocurre que el espíritu empresarial y el empresariado social son áreas recién descubiertas en un país que solo dispone de contadas y caras escuelas.
Desarrollo sostenible
La AE insta a efectuar una revisión exhaustiva de nuestros estilos de vida y de la manera en que utilizamos y administramos los recursos naturales en este planeta que todos compartimos. La resiliencia de la comunidad frente a los desastres naturales y provocados por el hombre es otro tema que se aborda en la AE. Se fomenta la adopción de enfoques innovadores y creativos para disminuir y atenuar los riesgos de desastres. Pero lo más importante es el énfasis en la restauración de nuestros ecosistemas naturales, que constituyen la base y el sustento de nuestros ecosistemas económicos. La adaptación al cambio climático ha sido un punto de partida práctico, pero en el largo plazo será preciso acometer actividades em-presariales que no dañen ni a las personas ni al medio ambiente. Según señala un especialista en planificación urbana filipino, las inundaciones que afectaron a vastas zonas de la ciudad fueron una manera en que la naturaleza intentó reclamar lo que siempre ha sido suyo. Es preciso que la respetemos.
Unlad Kabayan Migrant Services Foundation, Inc.
Unlad Kabayan es una ONG basada en el empresariado social que aprovecha las aptitudes y los recursos empresariales de las agrupaciones locales y las colectividades de migrantes para el desarrollo comunitario. («Unlad» significa desarrollarse, progresar o prosperar. «Kabayan» es el término con el que se designan a sí mismos los filipinos que viven en el extranjero).
Establecida en Filipinas e inscrita en 1996 en la Comisión de Bolsa y Valores como organización no gubernamental sin ánimo de lucro, Unlad Kabayan fue pionera en la aplicación de un enfoque innovador que permite aprovechar los recursos de los trabajadores migrantes para influir en el desarrollo de la economía local. Un elemento central de su misión consiste en crear empleos y medios de subsistencia dignos en la patria de origen, ayudando a las comunidades a explotar de manera colectiva sus recursos, de modo que los filipinos puedan migrar voluntariamente y no impelidos por la necesidad.
Unlad Kabayan mantiene relaciones de sociedad con varios sectores: organizaciones comunitarias y cooperativas, ONG, organismos públicos, instituciones financieras y el sector privado.
La organización estima que el desarrollo se alcanza cuando la gente disfruta un nivel de vida satisfactorio, con oportunidades a su alcance y satisfacción de necesidades básicas, como alimentación, vivienda y vestuario, y de necesidades intangibles, como educación, salud y bienestar general, cuando las personas alcanzan la dignidad y la autoestima como resultado de la libertad de elección.
La alfabetización empresarial consiste en una serie de programas de educación y capacitación cuyo propósito es modificar y desarrollar valores y prácticas de los clientes, transformándolos de productores económicos pasivos en empresarios conscientes de su contribución al desarrollo y al cambio en sus comunidades.
Para mayor información se puede consultar la página web de la organización: www.unladkabayan.org
1 La Asociación de Ahorro de FAMDev de Hong Kong compró una hacienda de 5,5 hectáreas en Malaybalay, Bukidnon, donde es estableció un sistema agrícola basado en recursos biológicos. Dado el alto costo de las obras, otras asociaciones de ahorro y de migrantes de Hong Kong, Japón y Europa invirtieron en la hacienda, que es administrada por Neng Taojo, ejecutivo de TESA (Tagum Entrepreneurs and Savers Association), uno de los inversionistas.
2 DOCHSE es una industria localizada en San Isidro, Davao Oriental, dedicada a la producción de fibra de coco (bonote) extraída de la corteza. Fue establecida para crear puestos de trabajo a nivel local y para permitir que los migrantes generen inversiones. El bonote se emplea como material aislante para automóviles, etc., y en la fabricación de mallas para el control de la erosión. Se exporta a China, donde tras ser sometido a un nuevo procesamiento se transforma en material de colchones en reemplazo de la espuma de poliestireno. DOCHSE planea fabricar sus propios colchones, pero es difícil conseguir capital para la maquinaria. Las inversiones de los migrantes sólo llegan con cuentagotas, mientras que los bancos miran con recelo a las pequeñas empresas rurales, en especial a las así llamadas «empresas sociales», como DOCHSE. Esta empresa da empleo a 70 trabajadores que laboran directamente en la planta. Otras 150 familias perciben un ingreso adicional que les reporta la venta de cáscaras de coco, las cuales antes carecían de valor.
3 Texto extraído de «Fruits of our Labor» («Frutos de nuestro trabajo»), Unlad Kabayan, Ciudad Quezón, Filipinas, 2011, p. 9. Este libro contiene más testimonios de trabajadores migrantes que lograron convertirse en empresarios.
4 El curso de educación de Unlad Kabayan se imparte de manera progresiva, e incluye la asistencia a conferencias y seminarios, la observación y el análisis crítico de empresas, la elaboración de un plan de negocios, el trabajo supervisado, y la gestión de una empresa real con orientación y asesoramiento de especialistas en la materia.