De izquierda a derecha:
Phil Smith
LEAD Asia
Camboya
Anne Thomas
Non-Timber Forest Products (NTFP)
Camboya
Resumen – Durante décadas recientes, los rincones más apartados del planeta han llegado a interconectarse gracias a la globalización. Sin embargo, los benefi cios de este “progreso” no se han propagado de manera igualitaria, y a menudo han tenido efectos negativos para las minorías indígenas, que realizan una importante contribución a la sociedad mundial mediante su administración de los recursos naturales y sus conocimientos vernáculos.
En este artículo se analiza más detalladamente el caso de Camboya Nororiental. Se dan a conocer ideas sobre la manera en que la educación y el desarrollo comunitario pueden empoderar a las minorías indígenas para que analicen y aborden los desafíos que están afrontando a causa de la globalización y la creciente marginalización, permitiéndoles así conservar su identidad y su cultura únicas y al mismo tiempo adaptarse a las circunstancias.
Durante las últimas décadas, los rincones más apartados del planeta han sido alcanzados por la modernización y han llegado a interconectarse gracias a la globalización. Incluso las comunidades más remotas de minorías indígenas acusan el impacto de la globalización y de la rápida transición a una economía de mercado. Por lo general, la experiencia no ha sido positiva, y les ha impuesto numerosos desafíos a los profesionales del área de la educación y el desarrollo comunitario que trabajan con comunidades indígenas minoritarias: ¿Cómo preparar más efi cazmente a estas comunidades para superar nuevas difi cultades que están afrontando cada vez con mayor frecuencia, sin transformarnos en parte del problema? ¿Cómo podemos ayudarles a conservar su cultura, su identidad y su lengua? ¿Cómo podemos ayudarles a evitar transformarse en grupos cada vez más marginados? ¿Es posible
transformar la globalización en una oportunidad, y no en una amenaza para la identidad, la lengua y la cultura de una comunidad indígena minoritaria? ¿De qué manera pueden contribuir con su rico legado a la forja de una nación en sus respectivos países, y al progreso de la sociedad mundial en general? Invisiblemente excluidos En la discusión que se ha suscitado tras concluir el plazo límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la UNESCO, el así llamado debate posterior a 2015, se ha subrayado la importancia de ocuparse de la desigualdad.
Miembros de la comunidad indígena minoritaria Bunong, en la provincia de Mondulkiri, analizan los desafíos que afronta su colectividad, © Phil Smith
El vertiginoso desarrollo que ha tenido lugar en Asia durante las décadas recientes encubre la realidad de muchas comunidades indígenas minoritarias que siguen viviendo en condiciones de pobreza y exclusión, muchas veces como consecuencia directa de dichos cambios. Nos referimos a las minorías que sufren desigualdades sistémicas derivadas de una baja tasa de alfabetismo y un insuficiente nivel de instrucción, una escasa comprensión de sus derechos y de los sistemas políticos nacionales, el aislamiento geográfico, los bajos niveles de organización y la precariedad de las redes, la baja autoestima (a menudo atribuible a estereotipos impuestos por las mayorías, que los ven como grupos inferiores), y complejos problemas que dificultan su subsistencia (vinculados a insuficientes derechos sobre la tierra, a la deforestación, a la seguridad alimentaria y al cambio climático). En tales condiciones, estos grupos se encuentran desamparados al interior de los sistemas políticos nacionales y son altamente vulnerables a la pobreza; la combinación de ambos factores ha conducido con frecuencia al aumento del riesgo de conflictos étnicos (Minority Rights Group 2002). Una revisión efectuada en 2009 por la ONU del progreso realizado hacia el logro de los ODM, la cual abarcó 40 países, reveló que las comunidades indígenas no habían sido incluidas en el proceso de diseño, seguimiento e implementación de los ODM (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU 2009), y que “las estadísticas comprueban que los pueblos indígenas afrontan una brecha mucho más amplia que otros grupos de la sociedad en las ocho áreas identifi cadas como prioritarias para los ODM”. Permitir la inclusión de las comunidades lingüísticas minoritarias, para que puedan participar en los sistemas políticos, económicos, jurídicos y sociales, es uno de los principales medios que permitirían lograr un mayor grado de igualdad en nuestro mundo cada vez más conectado.
Uno de los desafíos fundamentales se refiere a la manera en que se podría concertar a las culturas locales y las que se encuentran en proceso de globalización. Se trata de un asunto polémico, particularmente allí donde los intereses económicos están directamente en pugna con los modos de vida de los pueblos indígenas. El principal obstáculo que afrontan las comunidades indígenas es descrito a menudo como “exclusión”. Según esta argumentación, ellos son excluidos de los beneficios del desarrollo o están perdiendo la oportunidad de disfrutarlos. Con todo, existe el peligro de que no se logre reconocer el radicalmente distinto “proyecto de vida” (Blaser y otros, 2004) que las minorías indígenas están tratando de llevar adelante. Si bien las iniciativas de desarrollo son por lo general bienintencionadas, el hecho de que no tengan en cuenta las diferencias en cuanto a cultura y visiones de mundo suele transformarlas en modalidades de imperialismo cultural, reforzando el estereotipo de que las comunidades indígenas son inferiores. Si las personas simplemente están siendo empoderadas para participar en una sociedad comercial, como consumidores y mano de obra productora de capital para los mercados mundiales, entonces “empoderamiento” se vuelve equivalente a “sometimiento” (Henkel y Stirrat 2001).
Más allá del interés antropológico de mantener la forma de vida de las comunidades indígenas minoritarias, estos “proyectos de vida” cumplen un importante papel en la sociedad mundial. Según un estudio reciente sobre la coocurrencia de la diversidad lingüística y biológica, el 70% de todos los idiomas de la Tierra existen dentro de zonas que son focos de biodiversidad (Gorenflo 2011). No se trata de una simple correlación, sino que además existe una conexión funcional; las comunidades indígenas minoritarias han cumplido desde hace mucho tiempo la misión de custodiar sus bosques tradicionales, y han dependido de ellos para su subsistencia. Puesto que sobre los bosques tradicionales y las tierras ancestrales se cierne la progresiva amenaza de las talas y de las concesiones para plantaciones agroindustriales, generalmente son las comunidades indígenas minoritarias las que poseen la motivación intrínseca para proteger estas zonas forestales.
La educación podría transformarse en un factor mediador para ayudar a las comunidades indígenas minoritarias a hacer frente al acelerado ritmo de cambio, a aumentar su participación política, y a que sus niños, niñas y jóvenes forjen una identidad positiva como aborígenes. Con todo, los sistemas impuestos desde el exterior, que funcionan asociados a lenguas y culturas foráneas, imponen barreras que difi cultan la comprensión y solo contribuyen a intensificar el clima de inseguridad y confusión con respecto a la identidad de las minorías indígenas. Al adquirirse una mayor conciencia sobre es-tos temas, la educación plurilingüe basada en la lengua materna (EPL BLM) está siendo progresivamente reconocida como un importante enfoque educativo. La EPL BLM permite que los alumnos inicien su educación en la lengua que mejor conocen, al tiempo que se les ayuda en el proceso de transición al idioma nacional para así estar en condiciones de participar en el sistema educativo oficial e incorporarse a sectores más amplios de la sociedad. Los enfoques basados en la comunidad también sirven para garantizar que los conocimientos y los valores de los pueblos indígenas estén representados en el plan de estudios, y así la enseñanza pueda transformarse en un medio de transmisión cultural.
Si bien este artículo se concentra en la situación de las comunidades indígenas minoritarias de las tierras altas de la zona continental de Asia Sudoriental, aquellas que habitan en otras regiones del planeta afrontan problemas similares.
Camboya sigue siendo una de las naciones más pobres de Asia. Ratanakiri y Mondulkiri figuran entre las cinco provincias de la región nororiental con el más alto índice de pobreza. Todas ellas albergan a una gran cantidad de minorías indígenas.
Si bien estas corresponden al 1% de la población nacional, constituyen el 60% de los habitantes de Ratanakiri y de Mondulkiri. Aun cuando cada minoría indígena posee su propia lengua y un sistema de creencias distinto, tienen un modo de vida similar, basado en la rotación de cultivos (conocida también como agricultura itinerante o de “roza, tumba y quemaˮ) y en creencias animistas.
Mapa: Comunidades indígenas minoritarias de Camboya Nororiental (provincias de Steung Treng, Ratanakiri y Mondulkiri).
Camboya es signataria de diversos tratados internacionales que protegen los derechos de los pueblos indígenas, como asimismo de la Convención sobre Diversidad Biológica (1992), que reconoce el papel de las comunidades indígenas minoritarias en la protección de la biodiversidad. Pese a que en es-tos derechos y objetivos se consigna la noción de protección, lo cierto es que las minorías indígenas están experimentando un acelerado proceso de desempoderamiento. Históricamente, las comunidades étnicas minoritarias han mantenido sólidas relaciones sociales y han aplicado medios de subsistencia sostenibles, pero la situación está cambiando como consecuencia de las rápidas transformaciones que están sufriendo su medio ambiente y sus fuentes de sustento, y por ende sus estructuras sociales, su cultura y su identidad.
El rincón nororiental de Camboya es una región semi-montañosa y con grandes extensiones boscosas que desde tiempos remotos se ha mantenido escasamente poblada y relativamente aislada del resto del país. A mediados de la década de 1990, la liberalización de la economía abrió las puertas a las concesiones para la explotación forestal, la agroindustria y la inmigración desde las provincias de las tierras bajas. Durante el último lustro se han otorgado a empresas del exterior numerosas concesiones por 95 años para realizar plantaciones, y tanto las comunidades indígenas minoritarias como la prensa han denunciado frecuentemente violaciones a los derechos sobre la tierra. Las concesiones agroindustriales abarcan más de dos terceras partes del territorio de Ratanakiri. Aunque en Mondulkiri las concesiones solo ascienden a la mitad de esa superficie, el hecho de que entre 2007 y 2012 hayan aumentado 24 veces sugiere que dentro de poco el problema será similar al observado en Ratanakiri si no se adoptan medidas para evitarlo.2
Miembros de la comunidad Bunong leen libros en su lengua nativa, © Phil Smith
Habitantes de la aldea de Kabet, en la provincia de Steung Treng, lucen entusiasmados al ver su lengua representada por escrito en la nueva tabla del alfabeto, © Anne Thomas
Este vertiginoso cambio económico está produciendo efectos generalizados de carácter social y ambiental. Algunas aldeas incluso se han desintegrado a medida que los miembros de su comunidad se han ido dispersando sin poder encontrar un nuevo lugar donde reorganizarse. Los territorios tradicionales de los pueblos indígenas de las provincias de Ratanakiri y Steung Treng incluyen el Parque Nacional Virachey, considerado uno de los sitios con mayor biodiversidad del territorio continental de Asia Sudoriental. Hace dos años, también se comenzaron a otorgar concesiones para la explotación de estos bosques, y una situación similar ocurrió en áreas protegidas de la provincia de Mondulkiri (Global Witness Report 2015).
La rotación de cultivos ha sido durante siglos el medio de subsistencia básico de la mayoría de los pueblos indígenas. Como sus recursos forestales están siendo rápidamente agotados, se han visto en la obligación de adoptar un estilo de vida sedentario y confinado. En tales condiciones, a medida que se deteriora la calidad del suelo, las cosechas obtenidas con los métodos agrícolas tradicionales son cada vez más exiguas. Los indígenas se ven en la necesidad de recurrir a variedades comerciales de fertilizantes, plaguicidas y semillas, con lo cual aumenta su dependencia de productos del mercado que rara vez están en condiciones de financiar. Además, se incrementan los riesgos de uso inadecuado de plaguicidas y disminuye la diversidad de los cultivos.
Los recursos forestales han sido un elemento fundamental para la subsistencia de los pueblos indígenas. Ellos pescan, cazan y recolectan productos silvestres (como raíces, hojas, miel, resina y plantas medicinales) en el bosque para complementar sus cultivos y obtener algunos ingresos básicos. Estos recursos adquieren una importancia decisiva cuando se pierden las cosechas, pero con la deforestación y la enajenación de tierras se está eliminando esta importante “red de seguridad social”. Esta situación resulta especialmente perceptible en Ratanakiri, donde las aldeas son actualmente “islas” al interior de concesiones agroindustriales en proceso de expansión.
Si bien el cambio es un fenómeno natural propio de las comunidades y la cultura, la velocidad y los procesos con que la globalización y la modernización han afectado a las comunidades indígenas minoritarias se ciernen como una amenaza para su cultura, su idioma, sus medios de subsistencia y su medio ambiente. La migración, el mejoramiento de los caminos, los programas de los medios de comunicación camboyanos y las películas en DVD están influyendo especialmente en los jóvenes, quienes aspiran a un estilo de vida “moderno”. Ello está creando una brecha entre las generaciones, por lo que los valores tradicionales, muchos de los cuales brindaban protección social, ya no se conservan. Por ejemplo, a través de los medios de comunicación los jóvenes asimilan representaciones de las relaciones que promueven un mayor grado de libertad en el plano sexual, pero no los educan sobre el VIH y las consecuencias de los contactos íntimos. Una cantidad cada vez mayor de jóvenes y adultos está viajando entre las provincias o cruzando las fronteras internacionales para trabajar en fábricas o desempeñar otras labores no especializadas en las ciudades. Pese a que el tráfico de personas todavía no es un problema grave en Mondulkiri y Ratanakiri, la experiencia de otras minorías indígenas en la región sugiere que existe un peligro real de que esta situación se transforme en una amenaza si las comunidades continúan por esa senda de desvalorización y desempoderamiento.
Los papeles tradicionales asignados a cada género y la relativa igualdad entre ellos también están siendo cuestionados, lo que ha contribuido a ampliar la brecha entre hombres y mujeres. Históricamente, las mujeres cumplían una importante función en la producción agrícola y en la toma de decisiones, ya que, en virtud de un sistema matrilocal, eran las “propietarias” de la tierra y de los bienes. Durante los últimos años esa situación se ha desvirtuado progresivamente a medida que los hombres se han ido incorporando a nuevas modalidades de trabajo asalariado en las plantaciones industriales o en las operaciones de tala ilegal. Los ingresos en dinero efectivo son obtenidos generalmente por los hombres, lo que, combinado con un mayor grado de acceso a vinos y licores baratos en el mercado, ha propiciado el alcoholismo, y por ende la violencia doméstica.
Como consecuencia de estos cambios, la identidad de estas minorías indígenas ha llegado a experimentar un deterioro. Su cultura, su modo de vida y sus conocimientos tradicionales han ido menguando para ceder el paso a valores “modernos” que tienen un carácter individualista, industrial y comercial. Los miembros de estas comunidades suelen describirse a sí mismos como “simplones” y como personas “sin conocimientos ni aptitudes”. Esta identidad deteriorada les impide apreciar el valor de sus recursos y conocimientos locales, y coarta su voluntad para adaptarse a los vertiginosos cambios que están experimentando. Entre los miembros de las generaciones más antiguas se está arraigando un estado de ánimo asociado a la pobreza, y conforme sus medios de subsistencia se van erosionando muchos han perdido las esperanzas y llegan a confesar que “solo esperan la llegada de la muerte”. Si bien los jóvenes son más optimistas, también afrontan graves problemas al tratar de forjarse una identidad positiva.
Los complejos cambios sociales, políticos y económicos despojan a las comunidades de las herramientas adecuadas para reaccionar frente a estas nuevas presiones externas, para habérselas con los poderosos intereses que están detrás de ellas, o para participar en los procesos de gobernanza. Son contados los miembros de las comunidades indígenas capaces de hablar el jemer, la lengua oficial de Camboya, con un grado de fluidez que les permita ganarse el respeto de los demás. Aun cuando reconocen los importantes esfuerzos que ha estado realizando el Gobierno para implementar la educación plurilingüe en la lengua materna, muchos todavía no saben leer ni escribir. Si bien existen algunas pequeñas asociaciones y entidades en ciernes, los grupos indígenas carecen del grado de organización necesario para adoptar una postura unánime y suficientemente homogénea. En conjunto, estos factores dan a entender que las comunidades indígenas están luchando por incorporarse a sectores más amplios de la sociedad, quedando su derecho a la autodeterminación como una mera promesa escrita.
Desde hace más de una década, en Camboya Nororiental se han estado implementando una serie de iniciativas destinadas a fortalecer a las comunidades indígenas. Sus experiencias están proporcionando valiosas percepciones sobre la manera de apoyar eficazmente a estas personas mediante la educación y el desarrollo comunitario.
Un punto de partida es la capacidad de la comunidad para identificar sus inquietudes, para organizarse e interactuar con los nuevos sistemas sociales y políticos. Sin embargo, ello solo será posible si se corrige el problema del deterioro de la identidad y las comunidades indígenas son capaces de desenvolverse desde una posición de dignidad. La reflexión cultural es, por tanto, un paso decisivo para explorar las aspiraciones de cada comunidad con miras a mantener su cultura y transmitirla a la próxima generación, y los aspectos que reconoce que es preciso modifi car. Se trata, sin duda, de una decisión que solo les corresponde adoptar a los pueblos indígenas minoritarios. Este proceso podría verse facilitado si interviniesen miembros de la comunidad que fuesen capaces de trabajar en la lengua local y de comprender la cultura, amén de estar comprometidos con el aprendizaje. Los programas tienen que comenzar abordando los actuales conocimientos y actividades de la comunidad, y desde ahí realizar progresos considerables, consolidando las fortalezas y el potencial de la comunidad para afrontar los desafíos del presente.
El enfoque de desarrollo comunitario basado en la identidad (Identity-Based Community Development Approach IBCD), empleado por International Cooperation Cambodia (ICC), se inicia con procesos de reflexión participativa sobre el cambio cultural, y luego se emplean ciclos de “refl exión-acción” para permitir que las comunidades identifiquen sus desafíos y planifiquen sus estrategias para encararlos. Otros enfoques han incluido consultas al interior de las comunidades (intraétnicas) o entre ellas (interétnicas); por ejemplo, las realizadas por la Asociación de Habitantes de las Tierras Altas.
En la siguiente lista se describen algunas medidas prácticas —cuyo punto de partida es la identidad indígena— que están siendo adoptadas por las ONG y asociaciones junto con las comunidades indígenas de Camboya Nororiental.3
Entre las medidas pertinentes se incluyen:
Existe una necesidad imperiosa de apoyar a las comunidades indígenas y afrontar los desafíos que impone la globalización, empoderando a los miembros de los grupos indígenas locales para que participen en la toma de decisiones a nivel comunitario y organizativo. Las iniciativas que han resultado ser más eficaces incorporan la lengua, la cultura y la identidad de los pueblos indígenas en los procesos de educación y desarrollo comunitarios. Para ello se requiere un compromiso a largo plazo con el fomento de las capacidades de los pueblos, las comunidades y las organizaciones indígenas. No obstante, si nuestro objetivo es capacitar a las comunidades para ejercer de manera significativa su derecho a la autodeterminación, entonces deberemos dedicar el tiempo y los recursos necesarios a ayudarlos a escoger la manera de conservar su identidad y su cultura, sin dejar de adaptarse a un contexto en permanente transición.
1 / Nuestros agradecimientos a International Cooperation Cambodia por su importante aportación a esta sección.
2 / http://www.opendevelopmentcambodia.net/concessions
3 / Para informarse más a fondo sobre estos enfoques se puede consultar el trabajo ‘Signposts for Identity-Based community development’ (“Indicadores para el desarrollo comunitario basado en la identidad”), en el que se describen los enfoques empleados por organizaciones de toda Asia para fomentar la cultura y la identidad de las minorías indígenas. Está disponible en http://www.leadimpact.org/identity/#ibcd
Blaser, M.; Feit, H. A. and McRae, G. (2004): In the way of development: Indigenous peoples, life projects and globalization. London: Zed Books.
Global Witness (2015): Global Witness Report 2015: The Cost of Luxury. https://www.globalwitness.org/campaigns/forests/cost-of-luxury/
Gorenflo (2011): Co-occurrence of linguistic and biological diversity in biodiversity hotspots and high biodiversity wilderness areas. bit.ly 1Of1SOJ
Henkel, H. and Stirrat, R. (2001): Participation as spiritual duty; empowerment as secular subjection. In: Cooke, B. and Kothari, U. (eds.): Participation: The new tyranny? London: Zed Books. Pp. 168–84.
Minority Rights Group (2002): Minority rights and development.
UN Department of Economic and Social Aff airs (2009): State of the world’s indigenous peoples.
Anne Thomas es consultora en educación e investigadora independiente. Su principal área de interés son las comunidades etnolingüísticas minoritarias de zonas remotas que no tienen acceso a servicios de educación. En 1997 ayudó a poner en marcha y aplicar de manera experimental los primeros proyectos de educación plurilingüe basada en la lengua materna (EPL BLM) en Camboya, empleando un enfoque no formal basado en la comunidad y orientado a jóvenes y adultos.
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Cambodia
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Phil Smith es director adjunto del equipo para Asia de LEAD (Language, Education, and Development), dependiente de SIL International. Phil y su esposa, Mariam, han vivido en Camboya durante 10 años, dedicados a trabajar con el pueblo indígena Bunong. En la actualidad presta servicios de consultoría para programas de educación y desarrollo en toda Asia, y es coautor de la obra “Signposts for identity-based community development” (“Indicadores para el desarrollo comunitario basado en la identidad”).
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