Oscar Bravo C.
University of San Martín de Porres
Perú
Resumen – La población latinoamericana está envejeciendo. Es importante que, a medida que lleguen a la vejez, los ciudadanos gocen de los mismos derechos a participar en la sociedad y de influir en su desarrollo. El voluntariado es un método que ayuda a empoderar a los adultos mayores, y mucho se ha progresado durante la última década en cuanto a apoyo organizativo, a nivel regional e internacional.
Félix Bravo, 96 años. Desde los 75 años lideró a un grupo de excombatientes de la Guerra entre el Perú y el Ecuador, para exigir del Estado el pago de beneficios adeudados; a los 84 años participó en un maratón y llegó entre los 100 primeros; a los 89 años aprendió a usar la computadora; y a los 96, publicó sus memorias.
Rosa Vallejos, 75 años, enfermera jubilada, Presidenta de la Central Provincial de Asociaciones de la Tercera Edad del Callao (CEPRATEC); en 2008 recibió el Premio Nacional del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) por su trabajo en defensa de derechos de los adultos mayores; a los 70 años participó en el proceso electoral como candidata al Congreso de la República.
Eva Ponce, 96 años, educadora jubilada, ama de casa. Su sobrina, que estudia en Francia, la animó a participar en una obra de teatro testimonial: abuela, madre e hija, debutó como actriz y cantante a los 90 años en el Concurso Internacional de Teatro de La Ville, en París, Francia, quedando entre 8 finalistas entre más de 100 grupos participantes. Félix, Rosa y Eva son ejemplos vivientes de cómo disfrutar y ejercer sus derechos, independientemente de la edad.
Según estudios de la Organización Panamericana de la Sa-lud (OPS), para el año 2025 más del 10% de la población latinoamericana tendrá más de 60. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de esa edad se considera que las personas son adultos mayores. Esta categoría es independiente de su estado de salud física o mental, situación económica, laboral, o social.
Dirigentes femeninas de organizaciones de adultos mayores de la Central Provincial de la Tercera Edad del Callao (CEPRATEC), reunidas para celebrar el Día de la Madre, © Oscar Bravo C.
El envejecimiento poblacional se está dando en los países en proceso de desarrollo en un tiempo muchísimo menor al que se dio en los países desarrollados. En América Latina ello se da en medio de una situación de inequidad que es la mayor en el mundo (Bravo, 2014).
La OMS señala que el envejecimiento activo es un proceso que permite mejorar las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida. Ayuda a lograr una existencia más larga, con un mejor estado de salud, mayor productividad y mejor calidad de vida.
En este caso, el término “activo” no hace sólo referencia a la actividad física, sino que además incorpora conceptos como participación social, cultural, económica, cívica y espiritual. El envejecimiento activo postula el reconocimiento de los derechos humanos de los mayores, y es la base de la prevención en salud.
El voluntariado obedece en primer término a sentimientos superiores de solidaridad y entrega, así como a un sentido de responsabilidad social y de deseo de participar activamente en el mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad, siendo así una forma de ejercicio de ciudadanía, efectuado libre y gratuitamente.
El voluntariado no reemplaza ni debe reemplazar el trabajo remunerado. Tampoco libera al Estado de su responsabilidad de promover el bienestar general de sus ciudadanos. La tarea fundamental del voluntariado es el fortalecimiento de una determinada acción o servicio para la comunidad.
Los beneficios de la acción voluntaria pueden incluir a los mismos voluntarios, en lo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce como el voluntariado de ayuda mutua o autoayuda. Ello ocurre cuando quienes comparten necesidades, problemas o intereses similares unen sus fuerzas para darles respuesta. Estas entidades voluntarias son, por ejemplo, organizaciones comunitarias de sobrevivencia, comedores populares, comités de vaso de leche, de seguridad, educación, medio ambiente, uso del tiempo libre. También pueden tener un carácter etario, como las asociaciones de jóvenes, niños y niñas y adultos mayores, así como gremios laborales y de productores.
La participación social de los adultos mayores a través del voluntariado es una forma de envejecimiento activo (OMS, 2001). Su práctica contribuye a superar estereotipos sobre la vejez y el envejecimiento. Permite mostrarla como una etapa más de la vida, con posibilidades de realización personal y social. El voluntariado de adultos mayores es una manera de ejercer la ciudadanía activa y de participar en el desarrollo, de superar la pobreza y fortalecer la democracia en sus comunidades.
En 2001, por iniciativa de las Naciones Unidas, se celebró en el mundo el Año Internacional de los Voluntarios (AIV).
En la Plaza Mayor de Lima, Perú, delegaciones de voluntarios de todas las edades celebran el Día Internacional de los Voluntarios con un festivo desfile, © Oscar Bravo C.
El objetivo era promover y reconocer el voluntariado como una manera de participación ciudadana y de aportar al desarrollo. La ONU recomendó a los estados miembros legislar sobre el voluntariado y establecer planes y políticas al respecto. Todas estas iniciativas han contribuido a una mayor presencia, visibilidad y práctica del voluntariado en todos los países, por personas de todas las edades y de todas las condiciones y características sociales.
A inicios de los años noventa se inició un proceso educativo promocional desarrollado por la Asociación de Comunicación y Educación Comunitaria (ACECO) en diversos asentamientos humanos del Callao, Perú. A ello se sumaron posteriormente la Misión Urbana y Rural (MUR-Perú) y la Coalición Adulto Mayor. Este proceso promovió y fortaleció el empoderamiento de los adultos mayores, sobre todo en situación de pobreza. Ello se logró a través de la formación en valores, derechos humanos y ciudadanía. También cumplieron un importante papel los métodos de gestión democrática y participativa de las organizaciones involucradas.
La experiencia destaca el alto valor que tiene la educación y consecuente participación ciudadana como medio para enfrentar la pobreza y la exclusión social. La educación acerca a la población, y en particular a sus líderes y lideresas, al conocimiento que les permite desarrollarse como personas y ciudadanos. Ello redunda en beneficio de ellos mismos y de sus comunidades.
Se ha logrado promover el protagonismo y el trabajo en red autónomo de las personas adultas mayores, el ejercicio de su ciudadanía, la resolución de conflictos, así como el diálogo entre el Estado y la sociedad civil.
Las personas mayores participantes se reconocen como ciudadanos de pleno derecho, plantean sus demandas y propuestas ante la sociedad y autoridades.
A través de sus organizaciones, las personas mayores son reconocidas como interlocutores válidos por la sociedad y el Estado.
La Red Latinoamericana y Caribeña de Programas de Personas Mayores - Tiempos, constituida por redes institucionales de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Perú y República Dominicana, convocó al Primer Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Líderes de Personas Mayores, realizado en Lima en mayo del año 2001, el cual concluyó con la elaboración y difusión de una Plataforma Regional que fue considerada como aporte para la elaboración del Plan Internacional de Acción.
La reunión culminó con la Declaración de Lima, en la cual “… las personas mayores y sus organizaciones formularon propuestas de acción en el terreno económico, político, organizacional y sociocultural, así como de provisión de servicios básicos para las personas mayores y desarrollo de una política integral a favor de las personas mayores de la región. Se exhortó a los gobiernos, no solamente a escuchar a las personas mayores y prestar atención a sus deseos y necesidades, sino también a cumplir con sus responsabilidades frente a un sector en aumento y crecientemente desposeído de sus poblaciones. Dichas responsabilidades se encuentran consagradas en la legislación nacional e internacional. Pero la misma declaración también reconoce que, sin una organización más fuerte de parte de las personas mayores, el Gobierno y la sociedad civil no las escucharán ni tomarán medidas para satisfacer sus derechos y necesidades” (HelpAge International, 2002).
Dos años más tarde, en octubre de 2003, se celebró el Segundo Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Líderes de Organizaciones de Personas Mayores en Chía-Bogotá. En él se respaldó la constitución de la Red Latinoamericana y del Caribe de Líderes de Organizaciones de Adultos Mayores. También se suscribió la declaración de Chía-Bogotá, que busca profundizar las acciones de seguimiento y presión a fin de que los acuerdos de la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento sean cumplidos por los países de la región. La declaración también exigía el establecimiento de un sistema de seguridad integral para las personas mayores y una ley a favor del adulto mayor en cada uno de los países miembros.
Una década más tarde, en 2013, organizaciones de adultos mayores, ONG y el Estado participaron, junto con representantes de Help Age International, en una reunión Latinoamericana celebrada en la sede del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Lima. El objetivo era proponer la incorporación del tema de la vejez en los Objetivos de Desarrollo del Milenio Post 2015.
En diferentes países del mundo, los adultos mayores vienen exigiendo a nivel nacional, regional y mundial que los países miembros de la ONU acuerden una Convención Internacional de los Derechos de los Adultos Mayores que, una vez aprobada, sería de cumplimiento obligatorio en los países que ratifiquen dicho acuerdo, tal como ha ocurrido con la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Convención de los Derechos de los Niños y las Niñas.
Durante 2014 se avanzó en procesos de integración intergeneracional, vinculando a los mayores y sus organizaciones con las redes nacionales e internacionales de voluntariado, como el Centro Nacional del Voluntariado (CENAVOL Perú) y la Asociación Internacional de Esfuerzos Voluntarios (International Association for Volunteer Effort IAVE).
La experiencia y los actores involucrados demuestran el avance en el ejercicio de la ciudadanía activa de los adultos mayores en el mundo, y en particular en países en proceso de desarrollo desde sus propias organizaciones, que son y deben ser reconocidas como organizaciones de voluntariado, por ser de autoayuda o ayuda mutua.
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Bravo, O. (2004): Panorama del nivel de desarrollo y participación ciudadana de las organizaciones de personas adultas mayores en el Perú. Proyecto: Programa de Apoyo a Organizaciones de Adultos Mayores (TC-00-019-RS) Mesa de Trabajo de ONGs y Afines sobre Personas Adultas Mayores – Perú. Red Latinoamericana y Caribeña de Programas de Personas Mayores – Tiempos. HelpAge International. Lima: Banco Interamericano de Desarrollo. Unpublished.
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Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (2011): Informe sobre el estado del voluntariado en el mundo.
Oscar Bravo C. se ha especializado en Gerontología Social en la Pontifi cia Universidad Católica del Perú. Es fundador y Presidente de la Coalición Adulto Mayor, Representante Nacional en Perú de la International Association for Volunteer Effort (IAVE), e impulsor de la Pastoral Interreligiosa del Adulto Mayor, la Universidad Comunitaria/Municipal del Adulto Mayor, el Voluntariado Corporativo Intergeneracional y la educación inclusiva en centros de formación teológica.
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